La política no deja de fabricar espejismos. Se anuncian soluciones para resolver el problema del paro, igual que antaño charlatanes de feria publicitaban elixires de la felicidad. Es absurdo entrar en discusiones sobre cualquier solución basada en crear empleos: que si mayor inversión, que si 35 horas o 20 horas, que si empleos verdes y hasta el pleno empleo. Cuando ya no es necesario. Nos enfrentamos a una crisis de empleo y no podemos resolverla a través de éste.
La tecnología hace que no sea necesaria mucha mano de obra. Los avances científicos han calado en la medicina, la comunicación, la arquitectura y en casi todas las ramas del saber, menos en la economía y la política, a la hora de analizar y abordar los grandes temas de la sociedad.
Lo que nos preocupa es que tanta falsa promesa es una estrategia, cínica, con la que negocian hasta los sindicatos mayoritarios. El paro es necesario para forzar que los ciudadanos acepten contratos injustos y penosos. Y también para que no protesten ante los abusos empresariales. De lo contrario ¡a la calle!.
Es el momento de decir ¡basta ya! ¿Y qué proponemos? Puesto que el problema no es carecer de trabajo, sino no tener medios para vivir, una Renta Básica para cada persona. Al estar estipulada en el umbral de la pobreza se suprimiría el mayor mal de nuestra sociedad, base de otras lacras.
Con un mínimo para vivir el trabajador podrá negociar las condiciones de su puesto de trabajo. Se darán opciones a muchas actividades de las que hoy se carecen por falta de medios. El trabajo serviría para ganar más dinero a partir de un mínimo. De manera tal que la democracia se desarrolle en el mundo económico. Hoy la política y nuestra cultura está supedita al dinero y los dueños de éste ejercen su Poder de manera totalitaria. Algo que se acepta como “normal”. Pero ya somos capaces de plantear nuevas ideas y rompemos la inercia del “poderoso caballero”.
La Renta Básica es posible con un 20% del Producto Interior Bruto. Debemos decidir si es prioritario gastar miles de millones en adornar plazas, destruir la ribera del Bernesga, adoquinar las calles y la conciencia de los ciudadanos, invertir para defendernos de enemigos imaginarios o por el contrario resolver las cuestiones reales que necesitan los ciudadanos: el recibo de la luz, el alquiler de la casa, la ropa de los niños, la comida de mañana…
Necesitamos una herramienta para cambiar de mentalidad y transformar la sociedad. Porque proponemos una revolución sin violencia y duradera, en favor de la libertad, no para cambiar de dirigentes. La condición es implicarse, comprometerse en esta lucha para lograr la perestroika (reestructuración) del capitalismo con tu apoyo, con tus ideas y acciones. No hacen falta promesas, sino poner los medios para exigir un derecho que ampara la Constitución y los Derechos Humanos: la Renta Básica. La cual la tienen quienes ejercen el Poder, sus herederos, para financiar contratos multimillonarios de espejismos del deporte, el espectáculo, el mundo empresarial, etc.
Las organizaciones de trabajadores no deben conformarse con soluciones basura, exclusivamente sobre el salario, sino ampliar las miras y debatir sobre modelos de sociedad. De lo contrario degeneran en empresas sindicales que han perdido el norte de la utopía.