La fecha del atentado contra las Torres Gemelas de New York y el Pentágono, en EE.UU. ha marcado un antes y un después de la historia moderna. Las características de todos los fanáticos y fanatismos son similares. Cambian las doctrinas, los objetivos y maneras de actuar, pero la actitud y la vivencia de manifestaciones irracionales es la misma. Esta condición de la psicología humana entra nuevamente en acción en la Historia de la Humanidad.
La respuesta del gobierno estadounidense y sus aliados refuerza dicho fanatismo y lo activa cada vez en más poblaciones islámicas. La violencia es el caldo de cultivo ideal para el fanatismo. Con ella ven realizadas sus predicciones y visualizan al enemigo como el mal de todos los males del mundo.
Se podrá vencer a la parte más activa del fanatismo musulmán, pero surgirán otros, cada vez más difíciles de detectar. En la guerra que se desata entre EE.UU. y sus aliados contra Afganistán luchan la potencia más poderosa del mundo y los demás países más ricos de la Tierra contra el más pobre. Los bombardeos no logran rendir a los talibanes. Se rompen los parámetros normales de la guerra. Además los servicios de inteligencia occidentales y estadounidense no pueden infiltrar a nadie en las filas enemigas, no pudieron durante años, porque no encuentran a ningún agente o persona capaz de meterse en un ambiente en el que no pueden mantener relaciones con mujeres y se come malamente. Sin embargo esta manera de existir estimula y engrandece al fanático estudioso del Corán.
La figura de Bin Laden se convierte con el transcurrir de los días en un héroe del Islam, una imagen que sirve de referencia a los extremistas musulmanes. Durante el periodo que luchó directamente en el campo de batalla de Afganistán contra las tropas de la Unión Soviética se sintió llamado a algo, se vio como un ser especial. Semejante episodio es similar al que vivió Hitler en la I Guerra Mundial, y muy parecido a varios líderes de sectas, que en campañas bélicas, el caso del reverendo Moon en la guerra de Corea, o en situaciones de especial tensión y acontecimientos determinados se sienten llamados, se ven como seres especiales, con tal intensidad que se lo creen.

En 1989 Bin Laden tuvo un sueño profético, según el cual Irak invadiría Kuwait. Su consecución iba a ser tomada por él como la señal del inicio de la lucha por la defensa del Islam, lucha que acabaría con el imperio del mal, dominado por el dinero, como instrumento de Satán. Desde entonces ha organizado un brazo armado islámico extendido por todos los países. Fueron cometiendo atentados masivos en diversas naciones contra intereses estadounidenses.
Era el inicio de una guerra declarada por decreto religioso. Tomó forma de terrorismo hasta convertirse en una guerra en la que los seguidores de Bin Laden tratan de unir a los musulmanes en su particular y peculiar yihad, guerra santa. Bin Laden convierte su fe en una herramienta de su propia visión mesiánica, que enlaza con la realidad a partir de una serie de hechos. La guerra más cruel, el atentado más horroroso se perpetran es considerado por sus autores que es por el bien de la Humanidad o de los afines a su causa y que el enemigo a batir es un mal para todo el mundo, pues representan la esencia y causa de los demás problemas de los seres humanos. Este principio que distorsdiona la realidad es lo que fomenta el fanatismo, pues el horror que causan no lo ven como tal.
Pensemos en una sociedad que no permite beber alcohol, que no deja que sus mujeres salgan a la calle sin taparse el rostro, que no permite comer cerdo, que no deja ver televisión, más que programas religiosos o informaciones que favorezcan los valores espirituales, que no permite hablar mal de su Dios. En frente otra sociedad que sus jóvenes se ponen ciegos a beber por las noches los días de fiesta, que es una costumbre ir de vinos, que comer embutidos de cerdo es lo tradicional y frecuente, que hay cines y programas de televisión en los que la pornografía se regodea en escenas de desnudos y actos sexuales provocativos, aparecen anuncios diariamente en la prensa occidental y que todo el mundo lee sin dar mayor importancia a los anuncios sobre espectáculos lésbicos y de homosexuales, páginas enteras ofrecen servicios de “relax”, que se blasfema como forma de hablar con bastante frecuencia, que incluso en las ceremonias religiosas se bebe vino como símbolo de la sangre de Cristo.
Si a todo esto, que es la visión que tiene un musulmán del infiel en su vida cotidiana, se añade la visión de agredir con violencia, constantes bombardeos a casas y poblados, o practicas económicas de expoliación de la riqueza o de aislamiento comercial dando lugar a la muerte de cinco mil niños y niñas mensuales por culpa de un embargo, como ha sido el caso de Irak, la dramatización satánica para visualizar el fanatismo está servida, lo cual además se proclama como una definición de la lucha terrorista entre la cruzada en defensa del Islam contra la cruzada cristiana de Occidente.
Diversos libros de la fundación Al-balagh, distribuidos gratuitamente en el nombre de Al-lah, como actividad cultural del régimen iraní exponen los principios islámicos que defienden. Para lo cual imponen un espíritu de grupo. En el libro “la familia Musulmana” se exponen las tres misiones para las que se prepara la sociedad iraní y el mundo islámico en general:
1.- Desarraigar estrategias económicas y políticas de los infieles.
2.- Unir a los Musulmanes.
3.- Llevar con ahínco el Islam hacia todo el mundo.
Desde el año 1924 el credo oficial de Arabia Saudí es el wahhabí, movimiento islámico fundamentalista. Explica esta versión del Islam, que lo que proviene posterior a los tiempos de Mahoma, que se añade como adaptación a los nuevos tiempos o nuevas culturas no es una innovación, sino que corrompe el islam, por lo que incide en volver a la pureza de los mensajes del Corán. Su participación en otras corrientes del islam ha sido para purificar las influencias no islámicas, por lo que ha tenido incidencia en la evolución de muchas corrientes religiosas musulmanas de diversas ramas islámicas, desarrollando los sectores más integristas de cada una de ellas. Influyen directamente en los sunitas.
El fundamentalismo forma parte de la esencia histórica de Arabia Saudí, pero ve peligrar su fuerza con el uso de la violencia y prefiere aplicar la influencia en los países occidentales con sus propias armas: el dinero. Una de las corrientes más influyentes en el movimiento wahhabí actual y que siguen una parte importante de la población saudí es la de los fanáticos jariyíes que se basan en la interpretación literal del Corán. Consideran impías a casi todas las autoridades políticas musulmanas por colaborar con estados infieles, por lo que desde sectores extremistas se pretende eliminarlos, por traición al islam, algo que recuerda en sus comunicados Bin Laden.
Destaquemos algunos textos del Corán, el alma de los fanáticos islámicos. Todo lo que se lee en las siguientes palabras está en la cabeza, como un eco que se repite, de los seguidores extremistas de los mensajes de Mahoma.
· Sura IV, 95: “El que mate a un creyente (musulmán)), tendrá el infierno por recompensa, y en él permanecerá eternamente. Dios irritado contra él, le maldecirá y le condenará aun suplicio terrible”.
· Sura IV, 102 “…. Los infieles son vuestros enemigos declarados”.
· Sura IV, 105: “No os deis tregua en la persecución de vuestros enemigos. Si vosotros sufrís, ellos sufrirán como vosotros, pero vosotros debéis esperar a Dios lo que ellos no pueden esperar. Dios es prudente y sabio”.
· Sura V, 69: “… Hemos sumido en medio de ellos (los judíos) la enemistad y el odio que durará hasta el día de la resurrección. Siempre que encienden el fuego de la guerra, Dios lo extinguirá.
· Sura V, 92: “¡Oh creyentes! el vino, los juegos de azar, las estatuas y la suerte de las flechas son una abominación inventada por Satán”.
· Sura IX, 123 y 124: “No conviene que todos los creyentes vayan a la vez a la guerra…. ¡Oh creyentes! combatid a los infieles que os rodean; que hallen siempre en vosotros una acogida ruda. sabed que Dios está con los que le temen”.
· Sura XLVII, 4, 5 y 8: “Cuando encontréis infieles matarlos hasta el punto de hacer contra ellos una carnicería y estrechad fuertemente las trabas de los cautivos. Luego ponerlos en libertad o entregarlos mediante un rescate, cuando la guerra haya cesado. Obrad así. Si Dios quiere, triunfaría de ellos por sí mismo; los exterminaría; pero os hace luchar para probaros a unos por otros…
· Sura XLVII, 88: “La vida de este mundo no es más que un juego y un pasatiempo. Si creéis en Dios y le teméis os dará vuestra recompensa…”.
Sucede que una selección de textos similares podemos encontrar en la Biblia, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, en las cartas de los Apóstoles, en el Apocalipsis y otros muchos textos sagrados. Sin embargo todas las religiones, incluidas las islámicas, se adaptan a la realidad, a la modernidad, respecto a una gran parte de creyentes.
No se trata entonces solamente de una doctrina, la cual se abre a la sociedad mediante la costumbre, la cultura, la tradición, las formas de vida y el razonamiento sobre la fe. El peligro de las religiones es cuando, abiertas a la sociedad se ven empujadas por sectores extremistas, que desde la literalidad de una doctrina que surge en una determinada época y en un contexto histórico y social determinado actúan para lograr una cuota de Poder y cumplir con unas expectativas, a veces delirantes, sobre las cuales es imposible razonar porque su lenguaje se ha enquistado en una visión monolítica de la realidad y se congela su pensamiento, no transcurre con lo real, sino que se vuelve inamovible.
Además de una doctrina el fanatismo se construye por un método de aprendizaje de ella y por una manipulación que coloca la fe en una parcela que no la corresponde. Pensemos que lo mismo podemos decir de ideologías que han salido a la realidad con una carga de brutalidad y violencia sin parangón. También hay textos que pueden acompañar la justificación a la lucha armada, desde tesis estalinistas a posicionamientos nacionalistas.

Desde el punto de vista social se hace imprescindible aislar a los grupos fanáticos, que, insisto, surgen y se desarrollan por sí mismos. Aislarles en su irrealidad. Debido a que crecen, no como causa sino como excusa de sus acciones y de su existencia, en ambientes de injusticia, violencia, imposición de normas o conductas, exige desarrollar medidas sociales, políticas y económicas que faciliten un nivel de vida y cultural mínimo en todo el mundo como base del progreso humano.
Sobre todo es preciso que reine un principio de racionalidad social. Se hace, y cada vez con más premura, necesario aplicar en la economía de mercado la Renta Básica, como elemento regulador del progreso y desarrollo sostenible. En las acciones políticas, el principio básico de racionalidad es incorporar el referéndum para resolver conflictos que de otra manera se desvían a conductas emocionales, sobre todo los que conciernen a elementos nacionalistas y religiosos.
En este sentido los grandes teóricos del liberalismo (L. V. Mises, F. Hayek) que tanto se aplica en la economía advierten de la necesidad de activar mecanismos democráticos para evitar que se resuelvan las diferentes formas de ver la realidad mediante conflictos armados que acaban rebrotando nuevamente con el paso del tiempo. La Renta Básica y profundizar en la democracia es el camino a emprender para salir del conflicto y crisis del mundo actual. Lo contrario es andar hacia atrás la Historia, y como el tiempo siempre circula hacia a delante lo único que se logra es aumentar y alargar el sufrimiento de muchísimas personas, para acabar estableciendo en generaciones venideras lo que se debió haber hecho hace años, o siglos, atrás.