Renta Básica y el sistema de enseñanza

La manera de pensar de cada sujeto y de la sociedad en su conjunto es el resultado de un aprendizaje. Lo cual incluye la economía, la cual la pensamos y vemos normal, lo que desde la razón y la experiencia no lo sea.  El sistema educativo nos condiciona para un modelo de producción y consumo.

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Luego los medios de comunicación crean un contexto para enfocar el pensamiento. Sólo siendo conscientes de nuestra manera de pensar podremos salir de un modelo que ya no funciona, únicamente en nuestro pensamiento desconectado de la realidad, de manera que llamamos crisis a lo que es un saqueo mediante el cual unos pocos, desde los resortes del poder, se benefician a costa de muchos que sufren las consecuencias de su política económica. No faltan productos, ni dinero, ¿dónde está la crisis?.

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La Renta Básica es técnicamente posible, en términos económicos. Pero hay un freno que rechaza, incluso plantear el tema como algo a debatir, que es la mentalidad. Más aún, en ambientes de izquierdas hay una resistencia al tema porque son incapaces de concebirlo. Se plantean, también en fuerzas “alternativas”, cambios cuantitativos, mas no cualitativos.

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¿A qué responde nuestra manera de pensar? Sin hacer grandilocuentes planteamientos, ociosos y fuera de la realidad cotidiana, se observa que en el colegio educan a los niños y niñas para que sean alguien el día de mañana. Ser alguien consiste en tener un trabajo, cuanto más remunerado mejor. El medio se adapta al fin.  Estudiar se convierte en la Universidad en una carrera de obstáculos, examen tras examen, o una  evaluación tras otra.

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Aprender se pervierte en saber aprobar, para lo cual hay que tomar apuntes y los chavales y jóvenes acaban obsesionados o deprimidos y asqueados de algo tan fantástico como es el saber. Luego esto se traslada a la vida y  esta es la imagen que tenemos de nuestra existencia. Hay que sacrificarse porque la vida es así. ¿Pero es así o la hacemos así?.

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El presente se elimina a cambio de un futuro, que además no elegimos, sino que nos condiciona. Tenemos que aparcar nuestras aficiones, nuestra vocación para acoplar nuestros sueños a las necesidades económicas y ser unos desgraciados alegres, en el mejor de los casos. Para tal coartada se ha creado el consumismo, la fascinación de los espectáculos como nuevo opio del pueblo.

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Nuestro sistema educativo ofrece muchos conocimientos, para aprender sobre las cosas. Se ha olvidado educar los sentimientos, las emociones y a disfrutar de aprender, a descubrir el Carpe diem de cada momento. Lo que nos hará disfrutar de nuestra existencia, en la abundancia o en la escasez, es precisamente poder ser nosotros mismos, elegir nuestro camino. Pero se reducen demasiados aspectos de la vida a aparentar.

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La Renta Básica propone otro modelo de sociedad, y es también un instrumento para lograr ese cambio.  Es un fin y un medio, un en sí y para sí, que diría Hegel, pues se trata de un proceso dialéctico de la realidad económica. Sin embargo para pensar en tal posibilidad hay que cuestionarse la manera habitual de reflexionar y abordar los problemas cotidianos. Y nos enfrentamos  a nuestro bagaje cultural forjado en la educación y enseñanza.

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¿Es qué no puedo ser feliz? ¿No puedo aprender por el gusto de saber? Para ser solidario con los demás y ayudar a quienes me necesiten y yo contar con su colaboración. En esto se fundamenta el funcionamiento del mercado y de la economía. Incluso puedo querer trabajar para enriquecerme, pero sirve para poco si no dispongo de tiempo suficiente para disfrutar de lo que acaparo.

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Con la Renta Básica el dinero es  lo que es: un símbolo para el intercambio. Perdería su poder absoluto sobre la política y  las conciencias. Por dinero uno vende hasta a su madre, y se ve tan normal. Las ideas políticas degeneran y es en la trampa en  que estamos atrapados. Aunque cambiará todo, si la economía domina nuestras vidas nada vale en autenticidad.

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Seguir en esa rueda implica que hay que fabricar obreros y empresarios, y consumidores ávidos de gastar el dinero que ambicionan. Para eso está el sistema de enseñanza, cuyo contrapeso necesario es el botellón, el pastillaje, amén de otros escondrijos por descubrir. Hace falta adormecer la conciencia y evadirse para poder continuar en la rueda.  Criticar y orientar el sistema de enseñanza en otro sentido más lúdico, más profundo, más emocional y más  reflexivo y científico nos puede llevar a entender que la Renta Básica  es necesaria no sólo para comer, sino también para trabajar mejor, porque el empleo es parte de nuestra vida y no una actividad que nos arrebata despiadadamente la  existencia.

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El sentido de educar es para ser un buen trabajador, una buena persona, pero se ha deformado en hacerlo para tener un buen puesto de trabajo y tener de paso el piso y lo demás.  Se ha olvidado la base del sistema de enseñanza de los países democráticos: enseñar a ser más libres, a querer y fomentar la libertad. Lo cual exige conocimiento, cultura, arte. Se está yendo a lo contrario, disciplina y exámenes, con meter la  religión de tapadillo y otras medidas.  Se dice que la vida es así, pero la vida no es, la hacemos y se puede vivir de otra manera, otra economía es posible. Otro mundo, otro pensamiento, otro modelo de enseñanza.