A estas alturas puede parecer una pregunta estúpida, sin embargo nos podemos empezar a cuestionar muchas premisas. Existe porque es un valor que nos hemos creído. La moneda como tal ya no tiene su valor en metal en sí. El papel moneda funciona como un cheque que firma el gobernador del Banco Central, el interventor y el cajero de este Banco, quienes dan fe de que existe su valor en el Tesoro del Estado. Claro que eso habría que verlo.
En cualquier caso el valor depende no tanto de un criterio objetivo, sino de la confianza-fe del ciudadano en que así es. Nuestra vida y conciencia se halla sumergida de lleno en esta idea.
No es tema baladí preguntarnos por el dinero, aunque lo consideremos algo obvio. La moneda, el símbolo del valor de las cosas, es algo relativo a lo largo de la historia y de la geografía del planeta. Para Carmen Alfaro Ansins “se puede considerar “dinero” cualquier objeto cuyo valor intrínseco sirva como unidad de referencia de transacciones comerciales y financieras”.
En el Museo Arqueológico Nacional se ha podido visitar una colección de dinero exótico. Durante treinta años fueron reunidas por Juan Ramón Cayón Fernández. Múltiples objetos han servido como dinero. El ganado ha sido uno de los primeros elementos utilizado como tal, fue la referencia. La palabra “pecunia”, “pecuniario”, viene de “ganado”. Monedas como “rublo”, “rupia” significan etimológicamente “animal”.
Otros instrumentos como dinero han sido conchas (caurís, de la especie denominada “cyprea moneta”), productos agrícolas como cereales, tabaco, té, cañones en miniatura en la isla de Borneo, pendientes de plata en Sumatra, cruces de bronce en Katanga, las hachas zappozap del Congo, los discos de piedra de Yap. Su valor es en cada caso reconocido por la comunidad que lo usa. Tal valor puede ser material, social o sagrado.
En la actualidad surge un nuevo tipo de dinero que cada vez desplaza más a las monedas y billetes, sobre todo en las transacciones comerciales de cierto volumen. Son las cifras, que es lo que manejan las tarjetas de crédito y las transacciones por ordenador. Mi dinero son cifras valoradas para el intercambio de bienes, indican lo que dispongo para gastar. Hay comercios que emiten tarjetas con dinero interno para usar exclusivamente en él, basándose en “cifras” que le permiten incrementar sus beneficios. El dinero ha sido a lo largo de la Historia de distinta modalidad: religiosa, tributos, deudas de guerra, dotes matrimoniales, etc. En la actualidad la modalidad es netamente económica, lo que hace que sea cada vez más abstracto y que domine el resto de la vida humana.
Se suele entender que el dinero lo creó el comercio. Incluso economistas como Francisco Cobillo y Friedich Segura, trasladan las consecuencias a la causalidad cuando manifiestan que “el dinero es útil porque baja el precio de las transacciones”, de manera que justifican de esta manera la idea de que el dinero no se usa porque lo diga el Estado sino que fue previamente un medio dominante.
El comercio usó instrumentos de intercambio, pero sin una valoración concreta más allá del deseo o necesidad inmediata de los sujetos que hacen la transacción. Me sorprendió leer la explicación que aparece en el museo arqueológico sobre el origen del dinero como función del Poder, porque realmente es una proclama revolucionaria a poco que se piense al respecto. Es muy importante entender esta idea para el tema de la Renta Básica, pues nos da una base histórica y antropológica, en cuanto a su establecimiento, para desarrollar el poder de los ciudadanos, siendo a la vez, la Renta Básica, un instrumento económico perfectamente válido.
El dinero lo creó el Poder. Quienes lo detentaron no tuvieron ganado, ni alimentos, ni nada. Sí poseyeron la fuerza y capacidad para actuar a su antojo, porque así lo creyó la población dominada, hasta que se cuestionó tal sometimiento muchos siglos después. Pero la fuerza exige unos medios que es menester pagar. Fue necesario idear el dinero para pagar impuestos, acarrear con los gastos públicos y mantener el ejército.
En las monedas se grabó la cara o figura del emperador o jefe de Estado. Es entonces cuando el dinero apareció como tal. La Renta Básica introduce una modificación substancial en la economía, de manera que al analizar su origen recoge parte del poder del Estado y de los dueños del capital para dárselo al pueblo.
El Poder convirtió el dinero en un instrumento no sólo de uso, sino de su desarrollo, para ejercer su función. Desde el poder se ponen las condiciones para obtener el dinero. Se crea una superestructura por encima del dinero comercial utilizado entre las personas y los pequeños colectivos. Indudablemente esto ha permitido, a posteriori, el progreso como se entiende en la actualidad. Pero hace falta la pobreza y el subdesarrollo para atemorizar al que cree en tal modelo, como antaño se pudo concebir el infierno.
Si comprendemos que el dinero es una realidad relativa, al momento histórico y a las circunstancias sociales, podemos transformar sus fundamentos manteniendo las reglas inherentes a la realidad. Sería absurdo plantear que para que no hubiera pobres se fabricase todo el dinero que se quisiera. Ello hundiría la economía desembocando en una violencia ilimitada. Por lo que hay que buscar modelos funcionales que se puedan realizar y sirvan para el progreso humano. La cuestión es saber distribuir el dinero socialmente, lo cual podemos aprender de las lecciones de John Stuart Mill.
Dejo por ahí una historia real, la del dólar canadiense. Para que en los tiempos que corren nos relaje de la histeria en la que podríamos caer en el momento en que nos digan claramente que el dinero se acabó:
http://tortillismocasero.com/2012/05/28/vida-antes-del-dolar-canadiense/
http://rafaparrado.wordpress.com/category/opinion/