El poder se estructura, cada vez más, sobre la conciencia de las personas. Como dijo Michael Focucault el Poder moderno ya no reprime o censura, sino que crea su propio discurso. El Poder de los EEUU no dice que persigue a la web Wikileaks porque sea algo que le desenmascara, sino que lo hace por la seguridad de la sociedad, por el bien de los ciudadanos. Lo mismo sucede con la reforma laboral del gobierno del estado español. La manipulación del lenguaje, a través de la cual hoy se ejerce el Poder, sólo se puede combatir desde el arte.
El pensamiento creativo y hacer sentir a la sociedad es la función del arte, que es de por sí desemascarador. Los enfrentamientos violentos refuerzan al Poder. Competir con sus mismas armas, la de las elecciones los refuerza y socava cualquier crítica, debido a que la fuerza y eficacia de la publicidad es de tal magnitud que los resultados dependen de la inversión. Y los cambios únicamente entre A o B, dentro de la dictadura del bipartidismo.
El arte se enfrenta al Poder desde una acción de guerrilla pacífica, pero contundente. Hace lo que Foucault comentó con respecto a fracturar al Poder: interrogarle, interrogarle permanentemente. Para de esta manera decir a la sociedad que el Estado “está desnudo”. Pierde de esta forma su capacidad de dominar las conciencias, al servicio del mercado, cuando convierte el sujeto en una mercancía.
No basta con que artistas, actores, escritores, directores de cine, pintores, del mundo de la escultura se manifiesten contra determinadas acciones de los gobiernos. Como cuando el No a la guerra contra Irak. La participación artistas cada vez más frecuente es una pista que nos hace reflexionar sobre los nuevos tiempos y la nueva forma de resistir al Poder y luchar.
Es necesario rezumar el arte, lanzar acciones creativas, como ya se ha hecho, como la intifada poética contra la privatización del agua en León (véase su historia), otra a favor de recuperar el embalse de Riaño, por la conservación de la laguna de Las Carrizas, la acción de disfraz, con gran éxito y repercusión contra el embalse de Omaña, la obra de denuncia contra la línea de alta tensión Sama-Velilla por el escultor Diego Segura. O la denuncia del poder municipal corrupto en obras como “Margarito”, o la pieza inédita “El siXtema” que desenmascara el terrorismo de estado “democrático”. A mediados de diciembre de 2010 en la revuelta de los estudiantes en Londres ante la subida de tasas en la Universidad, se pusieron a recitar poemas de Lord Bayron, tras lo cual hubo una brutal carga policial como respuesta.
Todos estos sucesos y más, son datos, síntomas de una sociedad que está por venir, la sociedad del arte, que es la antítesis a la sociedad tecnológica. Es la nueva revolución que parte de la conciencia individual. Sobre todo indica que vivimos en un mundo antipoético y en la poesía está el germen de una gran transformación social. Como dijera Franz Kafka, «el capitalismo es un estado del mundo y de la mente«, y es en ésta donde actúa el arte.
El arte tiene el poder de liberación interior, que luego emerge en la sociedad. Cuando alguien lucha contra el Poder no lo hace para ser libre, sino por serlo. Libre de sus perjuicios, de la mentalidad dominante construida por los medios de comunicación y un modelo de enseñanza acrítico. El arte quiere abrir nuevos escenarios sociales donde pueda haber libertad para todos. Porque la creatividad necesita de la libertad, tanto como el cuerpo la respiración.
El Poder se encarga de crear su propio espacio cultural, a sus artistas subvencionados y premiados, que sobre todo su promoción sirve para arrinconar a otros muchos. Como decía Michael Foucault el Poder no sólo reprime y censura, sino que también crea, es capaz de comunicar nuevos valores, imágenes suyas que instala en la conciencia de las personas. Convierte a sus poetas, a sus artistas en el antifaz que oculta el rostro del control que ejerce sobre las personas. Se disfraza, pero el arte desde su resistencia le desenmascara, le desnuda para mermar su efectividad, para intentar bloquear su aplicación.
Hace unos años varios artistas de diversas ciudades fueron al MUSAC, ofrecieron su obra a la dirección del museo. Les dijo que no admiten cuadros, pinturas y se rió de esos pintores que llevaron su obra para que pudiera ser expuesta, tras una campaña de decir que es un lugar abierto para los creadores. Al cabo de un tiempo se han expuesto cuadros de pintura. Muchas obras entran en una rueda de revalorizaciones mediante la técnica de convertir una obra en una interpretación, aunque nada tenga que ver con ella. La organización de la estafa de las inversiones en sellos invertía su dinero en buena medida en el mercado de arte contemporáneo, ARCO.
La cuestión no es si es o no arte las obras que se presentan en los museos de arte contemporáneo, sino por qué se pagan y se revalorizan, muchas veces con dinero de instituciones públicas. Y, por contra, la de los demás artistas,que no son elegidos no valen nada. ¿Por qué el palo de la escoba de un «elegido» vale miles de euros y el de quien no entra en la rueda del Poder no pagan nada su obra?.
El impulso del arte nos debe servir como acicate para seguir creando, aunque sea muchas veces en las catacumbas y ante la impostura del Poder y de los artistas que se pliegan a la mera vanidad y son llevados de la mano del Poder. Lo que Stefan Zweig cuenta que en la Alemania nazi se llamaban “artistas de sangre y suelo”.Y en las pequeñas ciudades hay mucho autor de suelo elevado a los cielos.
O lo que cuenta Klaus Mann en su obra “Mefisto”, sobre un actor que se pliega a los gobernantes nazis para conseguir triunfar en el mundo del teatro, a costa de lo que sea. La obra abre un interrogante, pues la perversión del arte fue ¿venderse a los nazis o venderse simplemente?.
Se ha llegado a un punto que la literatura se pliega y adapta a las condiciones del Poder, de forma que falsifica, pierde su fuerza como reflejo de la autenticidad. El poeta Agustín Delgado declara (Diario de León, 8 – XII – 2010) «Hoy, para muchos, escribir poesía es tanto como calibrar estrategias, tácticas, tendencias. siempre en perspectiva de obtener réditos mediáticos y rentabilizarla en cualquier otro orden de la industria cultural o de la deriva profesional«.
La rebelión a esta situación es necesaria y es preciso denunciar el secuestro de la cultura por el Poder, para ser capaces de contrarrestar sus efectos, pero sobre todo para erosionar al Poder. Hoy el arte, ajeno a cualquier ideología, creencia y lejos de ser instrumentalizado, es la expresión en sí mismo de la capacidad creativa de los individuos. Su manifestación, la respuesta desde el arte a cualquier agresión del Poder, es uno de los fundamentos de la libertad individual y de la sociedad.
El poder “democrático” no censura, crea sus propios espacios que controla para fabricar una mentalidad afín a sus estrategia de control, con sus propios literatos y presentadores de la tele traviesos que les hacen burla… ¡Pobres poderosos que les imitan!.
Es pues necesario reaccionar y ver el potencial del arte como respuesta necesaria al Poder. En la acción social y en la vida, porque vivir es crear. Como alguien dijo llegará un día en que nuestra vida no será hacer números, no será cumplir horarios ni trabajar por trabajar, sino que nuestra vida, la de cada uno de nosotros, será una obra de arte.
No se debe confundir arte con publicidad mediática, sea música poesía, escultura o pintura.
El problema es que mucho arte actual lo es en función de la publicidad mediática que hay en torno a él.
Todo gobernante es bueno excepto por sus amigos. Cuando un gobernante recibe o concede un favor ya de por si está condenado a hacer más favores o a recibirlos.
Nadie llega al poder por si solo. Son los que esperan lado de ese alguien quien lo colma con honores y va formando en el recipiente esa aura de poder.
Cuando llevamos la camiseta de un equipo o un producto, le estamos dando poder. Cuando consumimos una bebida o comemos en un sitio de estamos dando poder.
Se oye decir muchas veces que esta persona se hizo ric@ por sí mismo, pero fue el apoyo que otros le dieron quien llevo la idea al poder. Yo mismo busco poder y lo busco porque creo que si tuviera esa facilidad de convencer a la gente mis ideas se podrían realizar. Claro para mí es poder para hacer algo bueno y para el que no esta de acuerdo conmigo es para algo malo.
Claro la columna es sobre el arte pero ya José y Horacio hablaron de ello y yo sólo quería expresar mi poder de expresar mis boberías.
No son boberías. Es el arte de decir cosas.
¡Cuántas auténticas mamarrachadas pasan por arte! Y, encima, cuestan una millonada, un pastizal… aunque no valgan para nada. Bueno, para algo sí que valen: para saquear las arcas públicas y para crear problemas. ¿Quién se acuerda de la cúpula de Barceló, que empezó pronto a caer,literalmente, por su propio peso… ¿No fue resultado de una cópula con el poder?.
Efectivamente, el arte subvencionado es arte controlado por el Estado. En España eso debe ser como el 99%.
Pero no es sólo el arte. Pasa también con los sindicatos o con las ONGs. El que administra las pelas (el gobierno) manda.
Lo triste es que, que yo sepa, ningún artista, ni creador, ni nadie, se opone a que el Estado subvencione la cultura. Como mucho se quejan porque dicen que en vez de subvencionar a otros deberían subvencionarles a ellos.
Y lo gracioso es que los mismos que hoy chupan del bote, los «artistas» que le hacen la pelota al gobierno de turno, luego lloran cuando el gobierno cambia y se dedica a subvencionar a otros en su lugar.
La cultura subvencionada es un cancer. Y aquí, desgraciadamente, el arte o la cultura independientes (o los sindicatos, o las ONGs) prácticamente no existen.
Incluso algunos tienen la jeta de llamarse «independientes» o «alternativos» (O ONGs) mientras chupan dinero del bote.