¿Dónde está el arte?

En un mundo convulso en la que vivimos, formándose  como está sucediendo una sociedad global repleta de conflictos y ante la necesidad de nuevas respuestas, de nuevos interrogantes se echa de menos la visión de los  artistas, un pensamiento desde el arte, debates sobre nuevos modelos de pensamiento. Es posible que existan, pero no se percibe como peso social.

 

 

La ceguera en al que estamos inmersos permite que se fabriquen informaciones sin que las cuestionemos, logran fabricar una realidad a la que nos sumergen psicológicamente. Colectivos pacifistas han apoyado una intervención militar de ataque y brutal, lo cual es un ejemplo de esta situación extrema. Únicamente podremos salir de esta inercia desde la capacidad individual de pensar. Pero no hay referentes visibles en el panorama intelectual y del arte que abren un cauce de nuevas corrientes de pensamiento,  para crear nuevos modelos de vida.

 

Se han fabricado figuras literarias y artísticas con un impulso mediático muy efectivo, pero sin contenido alguno.  Se ha sustituido el arte por el espectáculo. Intervienen como referentes hombres y mujeres de opinión que participan en debates, a los que se les entrevista, de quienes se les publican obras, que actúan según el guión de los intereses económicos, que crean un escenario cultural y artístico a su conveniencia para para ocultar y vaciar de la sociedad el pensamiento sobre la realidad y los asuntos que nos conciernen. Hoy los intelectuales son actores de la comunicación superflua y vana. Lo espectacular se ha convertido en noticia y referencia de lo que se induce a pensar. No hay cabida para los argumentos, si quiera para otros datos diferentes a los que aporta el Poder. Tal es su control que actúa sobre la conciencia individual.

 

Para falsificar la realidad se ha tenido que tergiversar el pensamiento y sobre todo el arte. Aquello que nos hace vernos, que permite ampliar nuestros horizontes y comprender mejor el mundo que nos rodea y nuestro interior se ha diluido en formalismos comerciales, en donde desaparece la comunicación como elemento esencial del arte y de la reflexión y se dirige todo al éxito, al triunfo.

 

Ya no importa lo que diga un libro, sino su número de ventas y que salga en los medios de comunicación. El efecto lento y pausado de su lectura, de su comunicación queda relegado, ¡tanto! que pensar se ha atrofiado en nuestra sociedad.

 

Puede que el arte no sirva para lograr grandes cambios, pero sí para fortalecer la conciencia social. El escritor inglés Ian Mc Ewan (ABC, 24 – III – 2011) dice: «No creo que la literatura sirva para cambiar el mundo. Como mucho aspira a hacer una reflexión sobre nosotros mismos y ofrecer una visión que ayude a le gente a concienciarse, pero dudo que el arte pueda hacer mucho más. Mire como el Guernica de Picasso nos habla del horror de la guerra, pero no ha evitado que haya guerras«.

 

Por contra hay quien ve en el arte la palanca de los grandes cambios necesarios, el foco de denuncias ante lo que sucede en una sociedad sumisa. Es el caso de la profesora ugandesa de la universidad de Makene, Jesica A. Kaahwa, la encargada de escribir el mensaje del Día Mundial del Teatro, para quien el teatro, y podría extenderse al arte en general, es una poderosa herramienta para la paz y la reconciliación, al servir como herramienta de diálogo universal, de transformación y de reforma social. Escribe: «Es una farsa mantenerse callados en momento como el nuestro, conociendo el poder del teatro y permitir a los que empuñan armas y lanzan bombas ser los pacificadores de nuestro mundo. ¿Cómo pueden estas herramientas de alienación, las armas y las bombas, ser instrumentos de paz y de reconciliación

 

Vienen las nuevas tecnologías de la comunicación, con reducciones a frases de dos o tres renglones para decir algo, para ver qué dice esta persona o aquella, deprisa y corriendo,  sin enrollarse mucho, y se crea una polvareda de palabras sin que se formen colectivos, ni organizaciones. La palabra necesita reposo para sembrarse en la conciencia. Y necesitan tiempo para calar, para ser habladas, pensadas, para convertirlas en palancas de acción. .

 

Al no estar el arte presente, al no haber escritores que digan algo y se limitan a promocionar comercialmente sus obras, o despotricar como reclamo y al no hacer del teatro un espejo del espectador ni de la sociedad y llevarlo llevar cualquier actividad al terreno de las exhibiciones subvencionadas se forman espejismos culturales, donde se pierden los ambientes de encuentro de la cultura. La sociedad vaguea ideas sin transcendencia y en ese fluir vagabundo el Poder, que ha propiciado tal situación, impone sus criterios, sus condiciones y nos controla como sujetos.

 

Pero sobre todo quienes controlan el dinero dan forma a la opinión pública e influyen decisivamente en la conciencia de quienes la formamos mediante la creación de espejismos, cuya credibilidad lo da la cultura y el arte que ellos seleccionan, que ellos fabrican y de esta manera construyen la realidad a su antojo y nos someten a ella.

 

A veces hay que recurrir a pensadores, escritores de otros momentos muy parecidos a los que vivimos hoy, con planteamientos que se hacen actuales porque parece que la realidad se repite y lo que sucede es que se controla, siempre igual, pero cada vez con mejores medios técnicos.

 

Por eso es muy importante actuar desde la cultura y el arte, para reaccionar ante la opresión del pensamiento y desenmascarar los medios y formas del poder, hacerle visible desactivando sus mecanismos de control.Cada vez que se hace un espectáculo cultural se obvian otros, se les aparta. Un ejemplo, no hay dinero, menos de 3.000 euros para poner un monumento de Diego Segura en la plaza de Riaño, como denuncia a la destrucción de ocho pueblos que no ha servido para nada, «De vacas a peces por estupideces».

 

Sin embargo sí ha habido 400 mil euros para un conjunto escultórico que rompe con el patrimonio histórico de la ciudad de León, al colocarlo en un lugar amurallado. Una obra que es una estafa, las moscas de Arroyo,  que trata de aplastar la conciencia ciudadana y anular la estética de la ciudad, como hacen con sus construcciones, plazas, calles, y arte en general de impacto  en los modelos totalitarios. Con ese objetivo invierten  miles de euros en una época de crisis y se impone a los vecinos y se mitifica en los medios de comunicación, se ampara por las instituciones para desplazar el arte y crear una falsificación del mismo, con la función de imponer un modelo de poder.

 

Ante dramas como la guerra de Libia, la destrucción de una parte de Japón con sus muertos ante una catástrofe natural que ha agudizado y agravado la acción humana nos siguen mintiendo desde los medios de comunicación, insisten en que la guerra es necesaria, en que no hay peligro con las centrales nucleares y nada cambia. Los partidos políticos institucionales engañan en sus campañas electorales, sin cumplir lo que prometen y no pasa nada, no hay ninguna reacción ni silenciosa ni de ningún tipo.

 

Pensamos que no nos incumbe, cuando es el veneno que hace enfermar, de muchas maneras, nuestra vida personal.

 

Autores como Tostoi que hicieron de la paz y la convivencia una exigencia de su labor. Que inspiraron nuevas ideas para el futuro. O autores, como Romain Rolland, que plantearon cuestiones que hoy nos puede servir todavía, expuestas a la luz de dos guerras mundiales. Cuando dice este autor: “me parece detestable la guerra, pero los elogios provenientes de los que no participar en ella más aún”.

 

Un dramaturgo y novelista que define algo que él vivió y nos puede ayudar a ver qué sucede hoy en día cuando observa la fuga de la conciencia hacia la mentira de masas y suspensión de la libertad interior.

 

Reconoce este autor francés que la humanidad quiere ser engañada y no tener de esta manera responsabilidad y fugarse en una tibia esclavitud, que hoy parece que está asentada en la comodidad de un horario, de que los problemas a mí no me afecten.

 

Sufrió ser considerado un traidor por no compartir la odiosidad colectiva que se fraguó desde la propaganda política, como sucede hoy, cuando en la actualidad además se forja el desprecio a cualquier idea. vemos como hoy se ha infundido el odio al que el Poder señale como enemigo y de la noche a la mañana se le odie, desde la opinión pública se exija y acepte una guerra sin entender qué pasa realmente. Explica Romain Rolland que es cómodo odiar cuando no se comprende.

 

Hoy se odia y se desprecia, sin compromiso, acompañando al poder al que se le concede la dirección de nuestro destino, como sociedad y a nivel personal.

 

Rolland pretendió la unión de los estados, pero vemos que son éstos los que nos controlan y son a su vez controlados por los grandes poderes financieros que diseñan sus estrategias para mantener su Poder, ya por inercia, dándoles lo mismo todo y logrando que una comparsa de gente a la que alza en los altares de los medios de comunicación los aplauda y explique y enfatice la necesidad de una guerra, la energía nuclear, la reforma laboral, las reformas educativas, las leyes restrictivas.

 

Hay un fondo de rebelión, de asco y de querer cambiar, pero lo encauzan, lo llevan a su interés. Por eso es necesaria la unión de los pueblos, contra los modelos de Estado de un lado y de otro. Son los estados lo que hacen las guerras, los que diseñan y planifican en forma de mercado los recursos energéticos y la distribución de la riqueza y es el pueblo de un lado y otro quien lo sufre. Frente a su poder queda la conciencia y el arte  en todas sus formas que también nos quieren arrebatar, por todos los medios.

 

La unión de los pueblos es necesaria, así como organizar colectivos, plantear nuevos discursos frente al poder. Todo lo cual necesita el impulso del arte. Un arte que ha sido arrinconado, que se ha marchitado y lo han plastificado en multitud de eventos culturales vacíos, pero llenos de aplausos sin que afecten a la conciencia de las personas, sin que arrastre ningún sentimiento ni lleve a reflexión alguna.

 

¿Dónde está el arte?. Lo tenemos que inventar.Como dijeron en el Mayo del 68 «crear es resistir, resistir es crear».

3 comentarios en “¿Dónde está el arte?

  1. Excelente artículo, felicidades por tantos comentarios acertados, por no decir quirúrgicos respecto al posicionamiento del Arte en la sociedad.

  2. Muy buen artículo, manifiesta un descontento que cada vez se generaliza más, afortunadamente.

    El arte ya está escindido, entre los colocados por el poder, cada vez más insustanciales y avaros, y el resto. Y conste que no creo ingenuamente que este resto sea inmaculado y puro, pero sí lleno de buenas intenciones y lugar del posible cambio.

    Y en relación al tema de Arroyo, hay que ver lo que explotan algunos su pasado de rojeras!. Es sencillamente deleznable.

  3. Me parece un artículo estupendo, no había leído nada de Ramiro Pinto, me encanta la verdad, difícil de encontrar en los medios de comunicación, gracias.

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