Toda evolución provoca cambios en el marco en el que sucede, sea en la naturaleza o en la historia, pero muchas revoluciones dejan finalmente, cuando logran «triunfar» las cosas como están, sólo que mandando otros diferentes. La evolución consiste en introducir una serie de cambios que permiten una mejor adaptación a la realidad, pero que al mismo tiempo hacen que la realidad se transforme con la aplicación de los nuevos cambios. Lo cual Hegel llamó «Dialéctica».
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El problema es cuando se hacen análisis de propuestas utópicas sin tener en cuanta un criterio evolutivo en la sociedad y todo queda en una meliflua exposición de intenciones, con lo que colectivos y refinados teóricos nos entretienen desde el control mediático. Un ejemplo es el libro tan divulgado del autor francés Edgar Morin, “La vía, para el futuro de la humanidad” (2011), al presentar en él un camino que salve a la humanidad de la amenaza que pende sobre ella.
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Recoge esta obra citas y reflexiones interesantes, pero sin aportar nuevas ideas, critica algunos aspectos de la globalización que supone un medio de occidentalizar el planeta. Apoya la idea de Ortega y Gasset cuando dice que no sabemos lo que ocurre y eso es lo que pasa, o de Alain Tourine “el capitalismo se ha puesto por encima de la humanidad”.
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En la lista de propuestas se divaga con el tema de los microcréditos, una economía verde, que no son sino acciones muy locales que no afectan a la estructura de la economía. Reconoce que la pobreza es el resultado de la desigualdad y en la que hay otro problema añadido, la miseria, cuando además de la pobreza sucede la marginación, pero cuando se recurre a la educación como elemento clave del cambio es no decir nada, ya que la educación se establece sobre una base social para la que se educa. El autor propone una reforma de la mente, pero ¿en que dirección, en qué sentido?.
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Al final Edgar Morin nos lleva al terreno de la moral ofreciendo una reforma económica a partir de una reforma de nuestras vidas desde la triple vía: política, económica y moral, aportando una visión de la ética en tres aspectos, individual, cívica y del género humano. ¿Y?. Nada. Nos introduce en disertaciones humanitarias sin establecer los mecanismos de cambio que afecten a la realidad. De esta manera los intelectuales nos entretienen con sus divagaciones. No podemos implantar una ética social, ya que es algo individual, porque parte de él y como dijera Nietzsche “no hay fenómenos morales, sino una interpretación moral de los fenómenos”.
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La evolución social exige mecanismos concretos que afecten a la realidad económica. ¿Cómo cuál?, como la Renta Básica, la cual supone una mutación en la estructura interna del sistema, partiendo se su propia reestructuración, hoy la perestroika del capitalismo. Lo que no concreta nada es maquillaje, verborrea y, además, inútil.
La propia Renta Básica supone una revolución, y es por ello que la aproximación a la misma se debe de realizar mediante medidas progresivas. Obviamente, la propia Renta Básica supone un cambio de paradigma tan grande que parte de la mentalidad imperante no logra ver la injusticia económica reinante.
Al igual que la libertad de expresión esta no tiene sentido sin libertad económica. De nada sirve poder decir lo que uno quiere si no puede hacer nada, además de ser silenciado por los medios.
Como dice una canción de Vasco Rossi, Libres libres ¿somos libres de qué cosa?.
Al final somos prisioneros de nuestros propios paradigmas.
Al igual que este libro muchos intelectuales y economistas llegan al borde del precipicio, pero no son capaces de ver la Renta Básica. Y permanecen esclavos de su pensamiento.
Un saludo
Si bien Morin no nos traza una tajante clara y específica a seguir, si nos allana el camino para llenar los espacios dejados.
Si la Renta Básica va a lograr su implentación como una evolución del pensamiento que acepte a ésta como una alternativa al pago de los parados, pero que para recibirla no hay que estar sin trabajo, sino como un derecho, pero mientras eso no se logre, quizá se podría cambiar la definición del beneficio a los parados como RB y así el público se iría acostumbrando a aceptar el término como sinónimo de beneficio que permite al menos sobrevivir.
Que orgullosos debemos estar los que vivimos en el nuevo mundo que somos los creadores del sistema capitalista entre otras de las grandes invenciones como la COCA COLA en que muchos pobres dejan de comer por comprar una C.C., esto es una de las glorias capitalistas, el control de las masas.