Cuando estudié un modelo económico para plantear la Perestroika del capitalismo me di cuenta de que la explotación funciona y sobrevive porque se fundamenta en el egoísmo humano convertido en ideología. Es algo que exige una reflexión capaz de superar esta situación, de ahí una reestructuración necesaria que no necesita inventar al ser humano y “reeducarle”, sino tener conciencia de lo que la economía potencia. Mi gran sorpresa fue al leer “El hombre sin atributos” (1942) de Robert Musil y encontrar un capítulo sorprendente en este sentido: “¿En qué cree el hombre moderno?, ¿en Dios o en el jefe de una empresa internacional?; incertidumbre de Arnheim”.
Musil hace una reflexión sobre el dinero de una manera que parece un pensamiento que encaja perfectamente con el mundo de hoy, ¡parece mentira que haya pasado tanto tiempo y muchas cosas sigan igual!. El problema son las consecuencias de nuestra ceguera al no hacer caso de la experiencia histórica.
Escribe Musil que el dinero es la coronación de una existencia moral y razonable. Arnheim no pensaba que la cultura y la religión fueran consecuencia natural del capital sino que éste sometía a aquéllas.
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“Sólo tiene consistencia aquello que más estrechamente está unido al egoísmo y que en todas partes puede ser tomado en cuenta… el hombre sabía que antes o después llegaría a imponerse gobiernos nacionales sobre la base de los sistemas empleados en la dirección de una fábrica”.
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Pinceladas para reflexionar que se recogen en un libro lleno de anécdotas que quieren dar a conocer por dentro la realidad de su tiempo, la parte invisible sobre la que creció y se desarrollo el nazismo, pues este autor austriaco y judío lo sufrió en primera línea. “El egoísmo es la propiedad más segura de la vida humana”.
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“¿No es el dinero un método de dirigir las relaciones humanas tan seguro como el de la violencia?. ¿No se funda el negocio en la astucia y en la coacción, si bien estos elementos son civilizados transferidos enteramente al interior del hombre y revestido por la fuerza como apariencia de la libertad?. El capitalismo como organización del egoísmo es el orden más perfecto y más humano que hemos podido crear”. Para lo cual propone que se confíe en la administración de la sociedad en un gran hombre de negocios, que es lo que parece que sucede en la actualidad. Reconoce que no se puede renunciar al dinero, explica con toda ironía y sarcasmo como Arnheim, un hombre con atributos, rico, que adora el dinero: «el dinero se convierte en una fuerza superpersonal, mística«.
“Nuestros contemporáneos manejan el martillo y la regla de cálculo durante las horas de trabajo… ¿y ahora que hacemos?… la división del trabajo”. Ulrich, el hombre sin atributos llega a la conclusión de que cada paso del progreso es al mismo tiempo u paso hacia atrás…. El progreso se puede definir de muchas maneras.
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El fanatismo del dinero que vive nuestra sociedad se ha construido a lo largo de los siglos, no será fácil salir de él, pero un primer paso es darnos cuenta de ello. Ya en el siglo XIX Benito Pérez Galdós escribe en su novela «Fortunata y Jacinta» que todo el mundo debe de comer, porque la pobreza y el hambre crean intranquilidad y desbarajuste en las naciones y, dice, da calor a las revoluciones, lo cual hace que muchas organizaciones de izquierdas pretendan el viejo dicho de que cuanto peor mejor, para imponer sus criterios en un egoísmo ideológico que no permite establecer nuevas medidas que eviten la pobreza transformando a su vez el modelo social, pero sin necesidad de hacerlo al dictado de unos ideólogos.
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O el egoísmo religioso que se disfraza de generosidad, de benevolencia, cuando sólo hace propaganda para su creencia, de manera que necesita de la pobreza para poder dar limosna. ¿Por qué en lugar de dar el Estado el dinero a Cáritas, por ejemplo, no se lo da a los pobres?, dejarían de serlo.
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La lección que descubre Arnheim es que el mundo está construido sobre el dinero, por obvio que pueda parecer sin tener esto en cuenta nada puede cambiar. Escribe Musil: a un hombre con responsabilidad como él le está permito donar su alma, sacrificar los intereses, pero nunca el capital. Y dice: la tarea de hacer dinero pone a los ricos, a los que tienen atributos, en situaciones no siempre nobles, porque el dinero lo concretiza todo.
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En fin.
Me he tomado un tiempo para completar la lectura del Libro I de esta obra de Musil y situar así en su contexto el capítulo 10, objeto de las reflexiones de Ramiro.
No me han extrañado apenas las reacciones de algunos lectores de este artículo a las citas referidas al «egoísmo» como eje y motor del capitalismo, su ideología (y en pasajes posteriores, su «mística») y que dotaría de «moralidad y racionaldad» al sistema.
Es cierto que las connotociones de ese término, «egoísmo», apunta haia una interpretación no política, sino limitadamente moralista. Me permito añadir ahora estas palabras de Arnheim, financiero y escritor, entre otro atributos, dirigiéndose al «hombre sin atributos», Ulrich al final de este libro I: «He querido únicamente hacerle ver hasta qué punto ha llegado oy la necesidad de acomodarse a las decisones de orden económico de las cuales depende ya caso todo el mundo».
Personalmente encuentro muy atinada la observación del autor sobre la afinidad del dinero como «método de dirigir las relaciones humanas» y la violencia.
¿Y la explotación, base del capitalismo, a qué se debe?. ¿A qué la codicia de los bienes ajenos?. ¿No será para saciar una tendencia egoísta exagerada hasta la egolatría?, para mí, para mí, para mí mí mí (póngasele música de pasodoble).
¿Y eso no es egoísmo fanatizado por obsesivo?, las dos cosa a vez (fanatismo y egoísmo) o las tres -en unión hipostática como la Santísima Trinidad: fanatismo, egoísmo y explotación mancomunados, tres enfermedades distintas y una sola patología verdadera, omnipotente, omnisciente y ubicua, para darnos por saco: ¡inhumanidad!.
Es una lástima que tan interesante artículo y citas tan meritorias se siga hablando del dinero como sinónimo de riqueza. Pues si bien en general esta es la costumbre, creo que cuando se nos presenta la ocasión debemos decir que el dinero representa la riqueza pero que no lo es.
Si fuésemos a quemar el dinero que tenemos en nuestro bolsillo la riqueza que ese representa no sería destruida sino la medida. Cien euros o pesos o colones representan ese monto en lo que pueda comprar o sea es mi esfuerzo o de otros ahorrado para satisfacer futuras necesidades.
La caridad hoy día es una fuente de trabajo para muchos que laboran en ONG y ahora las universidades dan grados en administración de ONGs. Como se dice el cambio es lo único constante.
Interesante el concepto que lo peor la situación, lo mejor para los dictadores de cualquier estirpe.
Hola;
Cada día va a ser mas difícil responder a los ancaps (anarcocapitalistas), que saben bien que no es cierto lo que dice Musil.
Y cada día va a ser mas difícil hacer una propuesta alternativa porque los ancaps (seguidores de la escuela de Von Mises) se centran en su trabajo de manera sistemática, no saltan de flor en flor como hacemos nosotros.
El capitalismo es un modelo económico – político bien estudiado y no es cierto que la base de ese sistema sea el dinero, ni el llamado egoísmo.
La base es la explotación de las materias primas mediante la utilización cada día mas técnica, de otras materias primas para cubrir necesidades humanas.
Esa explotación de las materias primas podría hacerse por el sistema capitalista (en el que unos pocos toman las decisiones por todos y les imponen las «necesidades» mediante el uso de técnicas de marketing que son simplemente el uso de técnicas de seducción basadas en una determinada forma de educar desde la infancia a los niños y niñas o por un sistema basado en la racionalidad.
Lo burgueses han prendido hace ya un siglo (véase el libro de Victoria de Grazzia sobre el tema del capitalismo «irresistible» que es mejor (para ellos) ese sistema que otro mas racional.
Y mientras los obreros dudamos de que haya clases sociales, le damos vueltas a ideas de este Musil – y otros protostmodernos, y seguimos la rueda.
No se qué se puede decir, salvo desolarse cuando se ve que nadie, absolutamente está dispuesto a salir del infierno capitalista y que como mucho como en este articulo de nuestro amigo, se repite de nuevo el discurso vacuo del llamado «egoísmo como motor»
Salud y sigamos sufriendo los embates del os ancaps
Victoriano