La tecnificación de la conciencia

Escultura  Coqueta de M. ValdesSegún Karl Jaspers el problema de la guerra fría no fue sólo la amenaza de una guerra nuclear, sino lo que genera en el pensamiento de la sociedad: el miedo, la adhesión al poder que me defiende. Vemos mal las bombas del enemigo, pero las nuestras las vemos protectoras, salvíficas.

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La técnica no es sólo una herramienta, sino que se convierte en una ideología, en una mentalidad funcional que se transforma en pensamiento, en conciencia. Todo se tecnifica, la conducta, las relaciones humanas, pensar, estudiar. Porque la técnica nos ha llevado a una determinada concepción del mundo que no hemos elegido, es producto de una inercia y es hora de que nos planteemos qué nos está pasando y por qué suceden determinadas cuestiones que nos afectan de manera cotidiana que asumimos como normal.

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Tiene mucho que ver con nuestra evolución como seres humanos desde un punto de vista antropológico. El ser humano adaptó la naturaleza a su conveniencia, al ser una circunstancia adversa: frío, hambre, inclemencias climatológicas, dificultades geográficas, etc. Inventó el abrigo, las casas, la rueda, etc, etc. Al contrario que otras especies animales que se adaptaron al medio A partir de un momento determinado el ser humano invirtió ese mecanismo de su relación con el medio. Nos hemos convertido en animales de la tecnología.

Escrito de Marcel Proust .

El hombre crea lo que algunos teóricos han llamado troposfera, un ambiente nuevo, pero sucede que en lugar de adaptarlo a nuestras necesidades nos adaptamos a la nueva naturaleza tecnológica. ¿Por qué?, por su comodidad. Afecta a la naturaleza humana y a nuestro mundo. Destruimos el medio natural y nos supeditamos a la tecnología. La persona acaba comportándose técnicamente:  estudiar, trabajo, la sexualidad, pensar,  luchar por mejoras sociales. Todo lo cual parte de la tecnificación de la conciencia, que sin darnos cuenta tiene que ver con nuestra relación con los aparatos técnicos, que nos sustituyen, pero nos tenemos que plegar a su función. Yo escribo a mano, luego lo paso al ordenador. Me doy cuenta que escribir directamente en el aparato no tiene que ver con lo dibujado  en los trazos con un bolígrafo, es otra función. ¿Costumbre?. No: es diferente. La tecnificación del pensamiento hace que no veamos la diferencia. Que cualquiera lea cartas escritas a mano y correos electrónicos, verá que no tienen nada que ver. ¡Nada!. La inmediatez es un ritmo impuesto por la técnica.

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Os cuento lo que me pasó hace una semana exactamente: No había pagado la factura del teléfono. Me lo bloquearon para recibir llamadas y para llamar. Pedí dinero a un amigo y fui a pagar al banco que indica el aviso. Espero una cola de veinte minutos y cuando llego a la ventanilla me dicen que no me hacen la trasferencia, que lo tengo que hacer en el cajero automático. Le dije al chico que me atendía que no, que quiero relacionarme con una persona y no con una máquina, que además me pone nervioso, que no quería. Respondió que es así. Que me ayudaba a hacerlo él. Le dije que por qué no en la ventanilla, ¿para qué esperé la cola?. De nada le sirvieron los argumentos de que le estaban quitando sus puestos de trabajo, de la deshumanización… Vino ante el guirigay de las personas que hacía cola el superior. Éstas en lugar de dar su opinión me llamaban pesado, que me fuera a la mierda de ordinarieces de todo tipo. Me llegaron a amenazar con llamar al servicio de vigilancia, que estaban atentos a lo que yo hiciera. Pedí el libro de reclamaciones. Vino otro señor trajeado. Me mandó ir a la oficina. Me explicó que estaban enseñando a usar los cajeros automáticos por comodidad, para evitar retrasos en los pagos, para agilizar la gestión bancaria. Muy educado y todo. Le expuse mi punto de vista y, creo, que le entraron ganas de llorar, al menos se puso clorado y los jos húmedos. Le expliqué la faena de tener el teléfono bloqueado. Él metió el dedo en la llaga: la culpa fue mía por no pagar. Pero ¿de quién es la culpa de que yo no hubiera pagado?. No, esto no se lo dije. Si me hubiera puesto a hablar sobre la Renta Básica le hubiera dado un pasmo al pobre hombre. Me dijo que tienen normas y que no pueden…. «Pero si usted quiere lo puede solucionar», le respondí. Y también le dije que le dejaba el papel del reclamo del atraso y el dinero y cuando pudiera que lo pagase. El programa del ordenador no me deja, dijo con orgullo, como queriendo decir lo bueno que es su ordenador. Al final me fui y me dirigí a otra oficina del mismo banco donde una señora muy amable salió ella y sin decir nada lo hizo, en la calle, pero lo hizo, casi sin hablar nada conmigo.

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A esto añadamos que vamos a pedir hora para ir al médico y hablamos con un contestador automático. «No, es que mi tía no puede esperar…». Nada, «si es no sé qué dé al uno, si es para otra cosa pulse al dos…». Cualquier teléfono de información lo mismo. Ya sólo falta que el teléfono de la esperanza sea un contestador automático. Llaman al teléfono y “dígame”, “la compañía tal se complace…”, sin que sea una persona quien habla. Quiero un kilo de chorizo: la máquina expendedora. Un litro de leche: la máquina de leche al día. Las cobradoras de los grandes almacenes parecen prolongación de la máquina de cobrar. Hay excepciones.

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Por la tarde veo a una vecina sentada en la escalera, triste. ¿Que le pasa?, pregunté. Que me han despedido, respondió. Puse cara de sorpresa. La mujer no lo podía entender. A dos años de jubilarse la echaron porque había cambiado el convenio, y no podía parar unos minutos para comer. Una vecina la denunció a la empresa. En cuatro horas de limpiar una comunidad de edificios enorme, paró para tomar un bocadillo y un café en un bar cercano. ¿Cuál fue el problema?, que no trabaja como una máquina, y éstas no comen, no miccionan, no defecan, no sudan… lo humano molesta, entorpece la eficiencia de la empresa. ¡Cinco minutos por hora de trabajo!, después de haber hecho dos horas antes dos portales y escaleras y que aún la quedasen otras dos horas para una nave. 

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Obra de Eutiquio QuijadaPara la empresa no importa la trabajadora, en el caso expuesto, sino su función y el ideal de lo que haga es lo que haría la máquina. Pensar de esta manera es la tecnificación de la conciencia. Apliquemos este análisis al deporte, a los estudios, a la moda… Nos queda el arte que es la única faceta humana con la que podemos reaccionar. Hay un programa de ordenador que hace poemas perfectos metiendo palabras e ideas-programas, pero lo que no puede es hacer versos imperfectos y que además conmuevan, que nos hagan sentir algo parecido al poeta, porque si lo hiciera ese programa del ordenador poético nos quedaríamos fríos y se nos pararía el alma.

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7 comentarios en “La tecnificación de la conciencia

  1. Como siempre muy agudo, pero el problema no viene derivado por la tecnificación de la conciencia sino por los beneficios sin escrúpulos.

    Tenemos un sistema impositivo que grava el trabajo humano mientras que las maquinas no son gravadas, solo nos cuesta su adquisición. De ahí que a todas las empresas les resulte más barato sustituir en la medida de lo posible la mano de obra humana por autómatas o que lo haga usted mismo léase (sistema ikea). En este caso abónese usted mismo en el cajero el recibo.

    El problema de fondo es que como bien argumentas no se reconoce el problema y por lo tanto cada persona es un engranaje y funciona como tal ya que en la mayoría de las veces el problema no se encuentra en este caso en el sistema sino en el aumento del beneficio.

  2. Hola, no creo que la tecnología sea ningún problema, ni que escribir apretando teclas, sea diferente a usar un bolígrafo. Si pienso que cuando las labores se hacían sin maquinas, los niños aprendíamos a usar las manos, los pies, y todo el cuerpo para las labores que íbamos a realizar. En esos tiempos la cabeza se usaba menos y por lo tanto solo a unos pocos les enviaban a la escuela y les permitían aprender las tecnologías. Hoy todos podríamos tener acceso a las tecnologías y todos podríamos aprender a usar nuestras capacidades cognitivas. Los altos ejecutivos de las transnacionales lo saben. Por eso la clase ciber- tecnica, de la que habla Juan Maria Alponte en su libro «la revolucion ciberespacial y la privatizacion del estado nación» organiza el mundo – desde lo años 70, cuando llegó al poder Jimy Carter – de manera que los niños y niñas aborrezcan estudiar y aprender. Ese es el problema amigo Ramiro. Podemos seguir dando palos de ciego, huyendo del problema

    1. Victoriano, el tema no es tecnología sí, tecnología no, sino sus consecuencias, sobre todo las imperceptibles. En la sociedad agraria la gente tuvo una sabiduría de su terruño, de su trabajo que quien no ha intentado hacer un surco no lo puede saber, ni se lo imagina. Fueron sociedades tremendamente libres, en algunos aspectos. La tecnología de entonces, que afectó la conciencia fue la religión.

      La gente se organizó en concejos abiertos. Hoy los quieren suprimir, acabar con el último vestigio de democracia directa. Y poca lucha hay.

      Hace tres años en el colegio al que fueron mis hijos no hubo dinero para colchonetas. Los padres y madres hicimos una cuestación las compramos. Dos meses después a un curso se le entregó un ordenador personal. La empresa se forró, claro. Pero no hubo un estudio para ver como influye en el aprendizaje, no se valoró si convenía no. Deslumbrados por ¡los ordenadores!… Todo se aceptó.

      El problema no es el ciego, que ve con las manos. Es quien no quiere ver. Hoy es necesario reflexionar. Y actuemos.

    1. Efectivamente, el problema es que no evolucionamos desde el mundo tecnológico conscientemente, entonces nos dominan.

      Una consecuencia de la tecnificación de la conciencia es que no es posible la rebelión, porque o se hace desde lo profundo de la conciencia o se hacen movilizaciones técnicas, basadas en los medios de comunicación, muchas masivas, pero de diseño, sin conseguir nada efectivo, sino la movilización por la movilización.

      Las máquinas hacen lo que se les hace hacer, lo que se las programe. Cuidado, porque muy parecido sucede en los seres humanos actuales. ¿Fanatismo?, ¿zombies?: tecnificación, una mezcla de la despersonalización o vaciamiento. Porque el hombre alienado de la sociedad industrial fue capaz de ver su vaciamiento, hoy no porque nos recreamos en el consumo y las imágenes de la televisión, en parte internet… se convierten en nuestra alma feliz a medias… SOS

  3. Muy bueno. Algunos pasajes incluso me han hecho gracia, aunque el conjunto sea estremecedor. Me he reído sobre todo con lo de ponerle contestador automático al teléfono de la esperanza. La situación podría dar juego para un gag de José Mota: «En caso de suicidio, pulse uno. Si llama porque ha recibido malos tratos, pulse dos…» Algo parecido a lo que cuentas del banco me sucedió a mí en el aeropuerto de Amsterdam, donde te obligaban a facturar y sacar la tarjeta de embarque con máquinas. Removí Roma con Santiago hasta que logré que una señorita muy amable me atendiera, porque yo no sabía hacerlo ni creo que tuviera obligación. En Iberia se está generalizado el uso de máquinas para este tipo de servicio, con la consecuente reducción de personal de tierra. En las gasolineras cada vez son más las que te tienes que despachar tú mismo. Eso sí; luego van y la gasolina te la cobran igual…

    1. El problema ya no es lo que sucede, sino en lo que nos está convirtiendo este mundo maquinista.

      En la estación de metro de Sol, en Madrid, no hay nadie que atienda a nadie, todo el mundo va con prisas, si preguntas a cualquiera se asusta… Preparamos una intifada poética en este lugar. Pero es que después de un largo viaje en aquella estación tuve un problema y nadie me atendía, tuve que saltar la puerta, colarme, para que las cámaras me grabasen, y entonces sí, vinieron dos vigilantes… les conté que quería ver a alguna persona que me atendiera. Tenía un billete de diez viajes con ocho aún sin usar, y había cambiado el precio y no lo podía usar… Me dejaron pasar diciéndome que fuera a una estación en la que hubiera alguien en la entrada y no sólo máquinas expendedoras… SOS

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