Llega el fin de año y miramos a atrás y hacia delante como si de algo se tratara cuando las divisiones del tiempo son como las fronteras entre países, que puede un río dividir dos territorios, pero ¿puede hacerlo una raya dibujada, por regla general, con sangre?. Sí, pero son falsas.
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Hay algo de nostalgia que nos llama como si de una puerta se tratara y en verdad nos despedimos del tiempo sumergidos en él. Como termina su novela, “El tiempo recobrado”, Marcel Proust: “Si me diese siquiera tiempo suficiente para realizar mi obra, lo primero que haría sería describir en ella a los hombres ocupando un lugar sumamente grande (aunque para ello hubiera de parecer seres monstruosos), comparado con el muy restringido que se les asigna en el espacio, un lugar, por el contrario, prolongado sin límite en el Tiempo, puesto que como gigantes sumergidos en los años, lindan simultáneamente con épocas tan distantes, entre las cuales vinieron a situarse ¡tantos días!».
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Vivimos en el tiempo y quizá lo seamos, sin darnos cuenta ni poderlo ver… y es esa ausencia de la percepción de lo temporal como algo que es, lo que nos hace mirar la vida y tomar conciencia de nosotros, pero hay algo que se asoma, intuido desde tiempos ancestrales que es necesario escuchar en la sensación que producen las despedidas.
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Vivir es una despedida constante, a cada momento, como si nos entrenáramos para decir «adiós», tal que al final decimos a la vida misma creyendo salir del tiempo, pero hay algo que parece que rezuma y nos da pistas. Creemos que nada permanece. Es la sensación que nos da lo temporal sujeta nuestra conciencia al paso del tiempo. Así los tibetanos hacen bellos y complejos mandalas que luego deshacen. Igual que mi abuela cuando ponía los platos sobre la mesa decía que toda la mañana guisando para en un momento acabar con todo. Y al día siguiente otra vez.
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Y nos hemos despedido de tantas personas y de tantos momentos. Parece que nunca vamos a decir «adiós», cuando somos el paso fugaz de las cosas que suceden y pasan… Y creemos que forman el recuerdo, cuando éste es tiempo, un tiempo que sigue porque presente, pasado y futuro son fronteras de la conciencia. Puede que seamos condensaciones de tiempo, formada la energía en los quark que construyen los átomos de tiempo…
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Se va un año más y son ¡tantas cosas las que quedan sujetadas al tiempo! que parece que la despedida es un encuentro y tal sensación nos aturde… Cuando estamos con otra persona compartimos otro tiempo que se une al nuestro y en esta dimensión las palabras compartidas, las miradas, los paseos, los ratos en común quedan flotando y, a veces, lo que pensamos que no es real es lo que nos hace avanzar lo mismo que el horizonte: abre el espacio… a pesar de que no existe.
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En la arqueología sobre el recuerdo que hace Proust en su novela “En busca del tiempo perdido” avisa de que creemos vivir el presente, cuando en muchas ocasiones lo que vivimos es el pasado e incluso el futuro, y existimos en ambas partes del tiempo tal que formara una unidad. Así una novela inédita que escarba en el tiempo que pasa, “Lluvia fina sobre la montaña”, analiza el tiempo como algo que es un bloque. Igual que nuestra vista no ve que se mueva el suelo sobre el que estamos, con tres movimientos que hace, sin percibir ninguno de ellos, lo mismo sucede con el tiempo, sobre el cual creemos que pasa cuando está formado de una una unidad que es atravesada por nuestra conciencia y nuestro cuerpo cae en el tiempo y todo queda porque permanece y el futuro está y es hacia donde nos encaminamos, pero creemos que es sólo lo presente vivido y el pasado que nos queda salpicados de él y lo llamamos “recuerdo”…
Y es como si todo existiera a la vez… y volviera a existir, lo cual los hindúes llamaron el eterno retorno que recoge Nietzsche asomado a lo incomprensible de la vida para poder esculpirla. Es lo que desde el pensamiento místico se ha llamado “eternidad”, o la percepción poética que llama “eterno” incluso al amor, al menos mientras que dure.¿Quién no ha tenido la sensación de haber visto o vivid algo que le ocurre?, o ha soñado como si viera fuera del tiempo de cuando se acostó…
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Entonces no es que las cosas sucedan porque en el pasado se ha producido esto o aquello, sino que el presente sucede para que se cumpla el futuro, colocado éste al mismo tiempo que el presente y por eso pasan los hechos que vivimos. Es entonces que vivir adquiere otro sentido, aunque sigamos creyendo que la vida pasa, cuando permanece más allá de la conciencia, porque lo material es el tiempo y lo demás lo llamaron los antiguos “maya”, la ilusión que es óptica , pero también la ilusión de la conciencia.
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Despedirnos de algo, de alguna situación o de alguien no es una despedida en el tiempo, sino de éste, por tal motivo lo celebramos intuitivamente, en forma de fiesta ancestral que cada formato cultural actualiza. No es el tiempo que se va lo que nos hace ser, sino el que permanece.
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Somos tiempo y lo somos todo a la vez, todo lo vivido y lo por vivir lo llevamos con nosotros, por eso hacemos proyectos y por eso dormimos en la existencia dormida…. A veces creemos haber vivido, haber visto… y no sabemos…
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Y llega una puerta que nos hace salir de un año, que la atravesamos como tal y recibimos el siguiente y brindamos sumergidos en el tiempo, chapoteando para no ahogarnos en él gracias a miradas que flotan y palabras y ratos, y abrazos y discusiones y sueños y versos y vivir el momento…
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Aprovecho la ocasión para desear un Feliz Año Nuevo.
Me ha gustado mucho esta reflexión y descripción que se hace en este artículo del tiempo y del momento. Me parece muy ilustrativa y muy aguda.
Año Nuevo vida nueva se dice, lo pasado ya no se puede remover, se puede recordar u olvidar, pero esta en nuestro pasado como momento vivido. Solo nos queda ir adelante por el tiempo, como hilo infinito de nuestra vida, e intentar aprovechar todos los momentos posibles ya que estos nunca más volverán.
Y muchas veces para la mente humana lo difícil es aceptar este hecho, mirando siempre en el espejo del pasado y no aceptando la despedida.
Un saludo
Esto me recuerda una pregunta que se hacía la protagonista de una película de Woody Allen: ¿Un recuerdo es algo que se tiene o es algo que se ha perdido?.