Hasta hace unos años los análisis teóricos, sobre cambios sociales y las respuestas colectivas al Poder, se preguntaron: ¿quién es el sujeto histórico?. El de cada etapa. La intervención en la sociedad siembre ha venido desde organizaciones que representan un colectivo, bien haya sido de clase, generacional o cohesionado por una ideología o creencia.
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Lograr el Poder en torno a un proyecto, imponiéndose un colectivo sobre el resto de la población ha sucedido desde organizaciones que de una forma u otra, por regla general, han sido muy estructurados. Considerados por ellos mismos la vanguardia del mundo futuro han actuado mediante de muy diversas maneras: el enfrentamiento directo, a través de atentados o conspiraciones, levantar a una gran masa social contra los gobernantes, hasta derrocar el Poder establecido.
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Desde los ejércitos para dar un golpe de Estado, a grupos de la burguesía para acabar con el modelo feudal o de obreros para establecer el poder de los proletarios, a grupos de una religión para hacerse con las instituciones del Estado. Todo lo cual exigió una férrea organización para coordinar las acciones.
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De pocos años para acá ha sucedido un cambio en la acción social, en el que no hemos reparado suficientemente. Se ha producido una inversión en la rebelión y en los procesos de cambio. Pienso que la comunicación desde internet lo ha propiciado, pero no sólo en su aspecto material, sino por la nueva mentalidad que ha surgido y porque la complejidad del Poder actual, sofisticado y altamente tecnológico para ejercer su influencia en la conciencia de las personas, hace que genere una reacción diferente a lo que ha sucedido hasta ahora.
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Es como si hubiera aparecido un mecanismo de defensa ante la infiltración por parte de los servicios secretos en las organizaciones. Hoy se hace inútil para prevenir o evitar acciones. Se han diseñados modelos de control y capacidades de dirigir a los colectivos, que hace que protesten, pero no avancen en sus luchas y mucho menos puedan dirigir un revolución o una revuelta. Sin embargo va a suceder, antes o después al haber aparecido mecanismos nuevos que el Poder todavía no es capaz de controlar. Nadie los ha diseñado, sin que surgen de manera espontánea.
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Hoy sucede que primero aparece una dinámica, una acción en la que concurren diversos colectivos, que surge por azar, lo que se llama el cisne negro. Funciona por resonancia de intereses y de ilusiones, lo que da lugar a una dinámica social que brota y que luego hay que organizar, pero de un manera muy diluida y múltiple, con varios polos que tratan de matizar la dinámica puesta en marcha.
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La pregunta típica es ¿quién está detrás?…. Y hay quien se sitúa detrás para adquirir protagonismo, pero en realidad no hay nada concreto que lo haya creado, sino una serie de concurrencias, de suma de pequeños colectivos. Luego las organizaciones se apuntan, empujan dicha dinámica y se crean colectivos en torno a ese suceso de masas. Hay un deseo social y una expectativa que parecen un fenómeno de lucha en la calle o en la carrera electoral con la forma de fuerza social que luego hay que organizar y a eso se dedican personas que han quedado atrapadas, por decirlo de algún modo, en dicha dinámica social.
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No digo que no haya ni sen necesarias las organizaciones, sino que es primero la dinámica y después la estructura. Aparece la acción y luego, en lugar de un sujeto histórico o revolucionario, aparece una dispersión histórica y una corrosión de la realidad. No es casual que tras protestas de masas a lo largo de varios años afloren casos de corrupción masivamente. No es una revolución, pero sí se han corroído las instituciones. Vemos como se valoran las encuestas sobre intención de voto, sobre un partido que está en fase de formación aún.
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Hay que estar atentos al devenir de los acontecimientos para saber actuar y elevar anclas quienes todavía buscan el momento en el que dirigir a las masas. Ya no hay masas, sino mentalidades. Hoy funciona más la opinión pública que las masas ocupando las barricadas, lo cual no quita que éstas sean necesarias, pero es necesario afectar a la opinión pública, por eso se silencian las dinámicas sociales en los medios de comunicación o se deforman sus actuaciones, como ha pasado con el 22M y antes el 15M.
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¡Tiempos nuevos! Y el que no se adapte muere, y pasa al estercolero de la historia…
Creo que es fundamental encontrar nuevos mecanismos de respuesta social para enfrentarse al Poder. La huelga de pancarta y barricada no sirve de nada, o de muy poco. Encima sirven de pretexto para descontarles una parte importante de su salario a sus trabajadores, en lo que cabría calificar de chantaje solapado.
En cambio, una huelga de consumo podría infligir al Poder un daño incalculable. Imaginemos el daño que se podía hacer no utilizando internet o las tarjetas de crédito durante un solo día. O no consumiendo electricidad. También se podrían utilizar hackers para provocar destrozos en la Bolsa o en la Agencia Tributaria.
Nuevos tiempos requieren nuevas formas de lucha, puesto que las viejas están obsoletas. Sería importante que la izquierda convencional compartiera esto. Por ahí están perdiendo la partida.