Unidad

(Dedicado a Joaquín Colín). Vivimos tiempos de reflujo. Asistimos a un retroceso que en España vamos a vivir doblemente cuesta arriba. Por un lado una transición que no ha transitado a nada falsifica la democracia. Poco a poco vemos los derechos de ciudadanía conculcados. Por otro la política global de las grandes corporaciones y multinacionales se impone a los Estados y las condiciones laborales cada vez son más precarias y la explotación aumenta.

Vemos como día a día se legisla dando pasos atrás y se consolidan los que se han ido dando poco a poco desde que en agosto del año 2011 PSOE y PP cambiaron la Constitución Española para anteponer a cualquier otro interés el pago de la deuda. La riqueza de la nación queda a disposición de los grandes capitales mundiales que han diseñado una estrategia de control y de dominio a nivel mundial. La deuda ha sido una estrategia llevada a cabo mediante la mayor corrupción jamás imaginada. Convirtiendo ésta en un funcionamiento estructural, de manera que nada funcione sin estar inmerso en tramas para traspasar el dinero público a manos privadas. Por eso es necesario romper con esta situación de inmediato.

Lo más grave de la crisis ha sido, según mi opinión, la falta de respuesta ciudadana. Lo cual ha dado pie a que se acelere el proceso de derechización y abuso del poder económico, eliminándose poco a poco cualquier traba a las ambiciones y el desenfreno de beneficios a costa de arruinar a una parte de la población. A los países pobres los han llevado a guerras también estructurales, sin posible final. A los países ricos la pobreza endémica, con capas de población cada vez más necesitadas. Se merman los servicios públicos, se invierte menos en sanidad y educación y se privatizan los servicios y recursos. Algo que lleva veinte años, pero se quiere consolidar y dejar atado y bien atado mediante articulaciones legales.

Han infundido y expandido el miedo. Y cohesionan sus políticas con leyes contra la libertad de expresión, contra los derechos de los trabajadores y se cerca la lucha de los movimientos sociales. Se pretende pasar de un estado de derecho a otro policial, la libertad de expresión se anula con la represión.

A nivel global el Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y Europa (TIPP) supondrá la eliminación de todo el derecho establecido para la defensa del medio ambiente, de los derechos laborales, las precauciones mínimas sobre salud pública. Todo aquello a lo que se ha puesto freno, desde cultivos transgénicos al fracking, de inversiones piratas para saquear al pequeño ahorrador a ningún tipo de control sobre normativa industrial, bajo el nombre de homologación, o la libertad de comercio como amparo del abuso en las contrataciones y llegar a la esclavitud desde la precariedad laboral y el desempleo como un castigo que se ejercerá como presión contra las personas sin empleo y como colofón: la justicia puesta a disposición de los grandes consorcios de capitales y la política a su servicio…. todo lo cual se acerca.

Mientras tanto seguimos divagando sobre si son galgos o podencos. Queriendo desde posiciones críticas ir cada cual por su cuenta, ver quién tiene más razón, o más ilusión, o más experiencia…. Muchas veces diseñada la división de la izquierda como estrategia inducida para lograr la hegemonía de los poderosos que quedan sin freno, sin otra respuesta que la desesperación. La política fracasa al ser incapaces de dar una respuesta unitaria, necesaria, posible, sin la cual no es posible hacer frente a lo que se nos viene encima.

Son necesarios criterios mínimos y abordar políticas de contención, de apoyo a la ciudadanía y poner el dinero público a disposición de todas las personas y no que sea aprovechado por unos pocos, recuperar la inversión y los bienes públicos. Lo cual no puede esperar, porque luego será demasiado tarde, no podremos reaccionar a aquello que construyan con su mayoría absoluta diseñada en el bipartidismo. O se actúa desde la unidad en un frente común para lograr establecer un marco mínimo de convivencia o acabaremos en ¡sálvese quién pueda!.

No podemos dejar que emborrachen a fuerzas emergentes, que activan la participación de la gente, con encuestas y creer que se van a cumplir, cuando es un truco. No podemos imponer formas de hacer política y contenidos que ya no caben en la nueva realidad y definir este anclaje como la izquierda per se, porque ya no lo es. No podemos quejarnos de la corrupción y no hacer nada desde la generosidad y la amplitud de miras.

Es necesaria la unidad de acción, crear un frente común y ejercer la solidaridad desde todos los ámbitos y organizar estrategias, análisis y ser capaces de crear nuevas situaciones, comunicar con la sociedad y no rendirnos a que nadie haga nada y nadie reacciona.

Las leyes electorales imponen mayorías ficticias, hay que romper esta dinámica, hay que apostar por la unidad y ser capaces de plantear un programa de mínimos, básico y levantar a la ciudadanía a la marea básica desde la que se construya un impulso de fuerzas desde la unidad en torno a los movimientos sociales y no al revés.

La unidad es el primer paso, el poder del pueblo exige juntar todas las manos para abrir la muralla….

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