Ya he comentado alguna vez que he participado en diversas tertulias. Al final siempre se deforman. Escribí hace un tiempo una historieta al respecto: “La curva del cuervo”. Hace años las tertulias tuvieron como objetivo analizar una obra o a un autor desde diversos puntos de vista. Sin más.
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Cuando transcurrieron las semanas y los meses los enfrentamientos, entre quienes hubieron defendido posturas contrapuestas, fue tal que se dividió y subdividió, porque cada cual quiso imponer su criterio. ¿Para eso se hizo la tertulia?.
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En la actualidad las pocas que se han formado tienen como criterio hablar de determinadas obras y hacer que los libros existan más allá de su presentación, que lo importante es leer, pensar sobre lo que comunican los diversos autores, tener un espacio para comunicar lo que nos surge como reflexión. Sin más pretensiones.
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Pero empiezo a leer en redes sociales, en comentarios sobre si van tantos o cuantos, si a un autor han ido más o menos que a otro. Y se empieza a contagiar el modo de discutir que no de debatir de los foros televisados, con frases hechas, con intentos de convencer y no de compartir una reflexión colectiva.No estamos acostumbrados a participar en espacios comunes, de manera que solemos colocar nuestra postura personal como referencia infranqueable.
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Una tertulia exige socializar de alguna manera la palabra, crear espacios colectivos de pensamiento y comunicación, pero si empieza el mercadeo de las cifras, de dar importancia más a unas opiniones que a otras según quien las diga, entonces se ha invertido el sentido de las tertulias. O plantear “si va éste yo no voy”. Es así como nos metemos en una rueda perversa: en la curva del cuervo.
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No hay porqué conseguir nada, sino plantear puntos de vista, el de cada cual es uno más, y escuchar para aprender a mirar y a leer de otras maneras. En una tertulia no se dilucida quién tiene razón o no, sino al revés, cuestionar nuestro punto de vista como el único. Hay una inercia que nos arrastra y debemos ser conscientes de ello y, a veces, pararnos a pensar. Pero parece que todo tiene que servir para algo y que tenemos que «ganar». Pues no, la vida da para mucho más que meternos en atajos sin salida.
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Y es que 2 + 2 no siempre son 4, depende de en qué base hagamos la suma, algo que no solemos tener en cuentas… por inercia. Sin más.
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Se desea en el grupo si existe tertulia, dinamizar las palabras, en esos procesos de intercambio se darán marchas y contramarchas, modificaciones orales, que pueden cambiar y enriquecer los conceptos o relatos. Sentir ese rol hacedor, enaltece el ser creativo. Saludos Myriam- Montevideo 6/04/16
Las tertulias, como los debates, tienen sentido cuando los que participan en ellas buscan la verdad o la belleza; de no ser así ocurre lo que cuentas. En España no es posible debatir ni hablar de nada con ese objetivo; la única manera de lograrlo es cambiarlo por otro, y el que mejor se da consiste en demonizar a alguien. Eso se nos da muy bien. Ya Borges decía que hablamos «como el que ignora la duda», y además se tiene a gala.
No es falta de educación y respeto, aunque también, sino un problema que viene ya de siglos:
El verdadero defecto de los españoles: el personalismo
http://www.burbuja.info/inmobiliaria/politica/373364-defecto-de-espanoles-personalismo.html
Por cierto, Ramiro, creo que ya te lo he comentado: tienes que editar en digital, en Amazon. Iba a leer esos cuentos de ‘la curva del cuervo’, pero resulta un proceso lento y tedioso pedirlos, y encima no sé a qué precio. Si el libro lo tuvieras en digital y a dos euros lo habría descargado ahora mismo. Ponte a ello, hombre. Además ya tienes el blog, que es imprescindible para vincularlo directamente y no sólo promocionarlo sino también venderlo.
https://kdp.amazon.com/signin?language=es_ES