Es el título de una novela que escribí hace años, entre 1991 y 1994, de 1.203 folios escritos a máquina de las antiguas, de esas de Olivetti. No tengo copia a ordenador. Voy a desvelar algo que sucedió en torno a ella.
La novela trata de un grupo de chavales que leen revistas y libros de ocultismo, con inquietudes ecologistas y que empiezan a observar que hay intereses de Poder que están por encima de todo. Los protagonistas elucubran sobre poderes ocultos y las conspiraciones sobre las que han leído. Las incluyen en sus análisis de los hechos que suceden. Desde conspiraciones tradicionales como el Poder mundial que quiere conseguir la masonería hasta obsesiones de Poder de políticos provincianos. Con estas claves empiezan a observar que pueden interpretar otras maquinaciones ocultas que juegan en el tablero de la política como la del nacionalismo vasco y catalán, o una conspiración secreta que urde Japón desde su religión Sintoísta que quiere vengar su derrota en la II Guerra Mundial apoderándose de otros países a través de la economía y sus multinacionales que actúan como auténticos ejércitos de samuráis. Sobre ésta encontré muchos datos, que aún guardo en un archivador, así como de otras.
En la novela intervienen todas ellas y alguna más, de manera que se entrecruzan con las conspiraciones del nazismo, de los sudistas de EE.UU que actúan a través del Ku Kus Klan. Y con otras organizaciones secretas: la Mafía y la Yakuza. Una conspiración musulmana actúa como poder oculto en el que se unen las diversas ramas del islam, cuyo objetivo es hacer que toda la humanidad crea en Alá y para ello han de conquistar primero España y luego la tierra de Israel. Por supuesto la conspiración sionista que juega a las guerras como si el mundo fuera el tablero de una partida de ajedrez. Ya en el siglo VII los judíos conspiraron contra Sisebuto, rey godo. También conspiraciones de sectas esotéricas y apocalípticas. También la del Opus Dei para imponer en la orbe de la cristiandad el orden mundial de la cruz.
Menos mal que no había leído por aquel entonces la novela de Marcel Proust, “En busca del tiempo perdido”, en la que habla de una Conspiración Mundial de homosexuales para lograr el Poder, algo que al cabo de un siglo logran sus objetivos tras controlar, sin que se sepan las intenciones, los medios de comunicación. Pero ésta no se me ocurrió y, sin embargo, sucedió en la realidad. Dicho esto con cierta cierta ironía.
Una vez que se entra en la lógica de la conspiración todo encaja, datos históricos con otros actuales, la historia de ciertos personajes con acontecimientos que adquieren un sentido especial si hay algo oculto que es desvelado, pero que nadie puede demostrar. Ha sucedido este tipo de ideas obsesivas en temas como los atentados de las Torres Gemelas en EE.UU, o en el atentado de Madrid. No faltan las interpretaciones conspirativas en la aparición de nuevos partidos políticos, o las intenciones de la comunidad europea, con respecto a la cual hay quien ve en la bandera de la UE toda una simbología que manifiesta sus intenciones masónicas. Elucubraciones sobre si el estado islámico ha sido armado y potenciado por quienes le combaten luego a nivel mundial. Y más conspiraciones de las que se habla en el mundo de la literatura, en economía, en luchas dentro de una empresa y hasta en centros públicos de enseñanza. Actuar para conquistar el poder es conspirar.
Los personajes de la novela a la que aludo empiezan a observar que existen demasiadas conspiraciones. Pero temen perderse las claves de las profundidades del Poder cuyas piezas empiezan a conocer gracias a las teorías que advierten de ellas. Pero dudan de que pueda ser cierto. Entonces les surge un enigma del que advierten los sabios de las conspiraciones: la mejor arma del diablo es hacer creer que no existe. De esta manera puede actuar con mayor influencia e impunidad. Algo que los protagonistas de la novela aplican al mundo de la conspiración. Efectivamente hay datos que encajan y juego con ellos en esta obra.
A uno se le ocurre hacer ellos una conspiración para estudiar científicamente cómo funcionan y demostrarse a sí mismos que si ellos conocen cómo funcionan podrán encontrar directamente las otras. Pero debían de hacerlo con cuidado no fuese que funcionase. Iban a controlarla para que no hubiese problemas.
Se ponen manos a la obra. Saben que para que se lleve a cabo deben crear también lo contrario de lo que vayan a defender, porque en esa pugna se justifica lo que hagan los del otro bando y siempre serán controladas ambas partes por quienes han creado las dos, con el riesgo de que se les vaya de la manos. Es una novela muy interesante (modestia a parte) con dosis de comicidad.
Se ponen manos a la obra y crean dos grupos. Sobre cómo llegan a su elección forma parte de la trama de la novela que es largo de explicar. Por un lado crean el grupo ALBO (Asociación para la Liberación del Bonsái) que está en contra de que se empequeñezcan a los árboles. Por otro La Sociedad Arcana del Bonsái, que considera que convertir a los árboles en bonsáis es un hecho espiritual de gran magnitud porque logra, si se hace con una preparación interior, que el alma de los vegetales evolucione en su cadena de la reencarnación y pueda acelerar la adquisición de sentimiento y de conciencia.
A medio hacer la trama de la novela se me ocurrió una idea, ¿por qué no hacer yo lo que hacen los personajes y experimentar con lo que ocurra?, por curiosidad, para ver qué pasa. La novela iba por derroteros del surrealismo. ¿Quién podía creer en tales propuestas para luchar y para el desarrollo del Ser interior?. Una ficción es una ficción. Una especie de realismo imaginario, pero que iba a desentrañar las grandes conspiraciones de la Historia, porque también ¿cómo es posible que alguien crea que hay alguien que lo planifica todo?. Iba a ser una reducción al absurdo, con caracterizaciones psicológicas de gran calado literario.
Lancé este tema a la realidad. Menos mal que guardo una carpeta con todo lo que se registró, de lo cual muestro en este artículo una pequeña parte significativa. Entonces empecé a hilvanar la novela y la realidad.Empecé como si fuera un juego.
Puse un anuncio en la revista “Integral” de ALBO y en la revista “Más allá” de la Sociedad Arcana del Bonsái. La primera con un apartado de correo y la segunda una dirección real. Fue una época donde no se usaba internet de manera cotidiana como hoy y yo estaba muy lejos de este mundo virtual.
¡Funcionó!, muy por encima de lo que estuve escribiendo para la novela. La de ambos lados. Me quedé pasmado. Cosas que de no estar documentadas nadie creería. ¡Nadie!. Pero más aún, luego fue imposible desactivarlo. La de liberar al bonsái contó con militantes propios. La otra la corté en un principio, pues llegaba gente muy rara y podría incluso dar lugar a problemas legales.
Es evidente que nadie tenía que saber de quién venía el impulso de estas tramas y tramoyas que formaron parte de la historia de una pequeña ciudad y del movimiento ecologista. Para llevarlo a cabo me comuniqué por carta, justificando no darme a conocer por el miedo de que los “enemigos” me descubrieran. Y ambos temas empezaron a funcionar por sí mismos, con personas que empezaron a impulsar aquellas propuestas.
Vayamos por partes. La cuestión tiene su moraleja, su enjundia que diría mi amigo Camarone. Respecto a la Sociedad Arcana recibí muchas cartas que relacionaban el yoga, reiki y otras técnicas orientales con el bonsái. Quisieron que les enseñase más, que les guiase por su camino interior. Algunos sin conocerme me llamaban «Maestro de Luz». Llevado por la pasión del experimento escribí de manera exagerada con planteamientos que pensé que se tomarían a risa, pero las personas respondían emocionadas. Vinieron a verme con bonsáis para que les enseñase el camino espiritual del pequeño árbol. Eran estas personas las que decían todo y yo les seguí la corriente. Dije que yo estaba de paso, que el maestro se había ausentado, que viajó a China. A la gente aquello le pareció místico y maravilloso. ¿Pero cómo se lo pueden creer?, me pregunté.
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Recuerdo que a una mujer le dije que no cortase las hojas, sino el aire que rodea al bonsái y eso ella lo asoció al aura, y sintió mejorar su salud, entendió mejor “El Camino”. A otro que sonriera mientras que soplase al arbolito, que son seres grandes desde la dimensión espiritual puede modelar el árbol mentalmente para dar forma al cuerpo material con el fin de engrandecer el alma. Otro observó de su propia experiencia que diciendo Oooommmm al bonsái éste lo percibe y se comunica con él, aseguró que siente las vibraciones. Otros preguntaban que si hay que hacer bonsáis también a los árboles que nazcan en los bosques…. Un señor alto, con el pelo negro, melena y larga barba llamó a la puerta. saludó con una inclinación. Se acercó a mí. me quedé paralizado, no supe si me iba a dar un navajazo o qué. Pero me susurro al oído: «evolución«. ¿Y?, pregunté. «Habéis dado un gran paso», dijo en voz muy baja. me abrazó. Fue el primer abrazo cósmico que recibí en mi vida. Yo me lo tomé a cachondeo y quise hacerles pensar que son construcciones psicológicas. Lo curioso es que muchas personas del vecindario vio con sus propios ojos un jardín precioso de bonsáis. Una señora varios pinos. Un señor un roble. La señora del kiosco hablaba de lo bonitas que son las manzanas tan pequeñas y el del bar cercano aseguró que venía gente a comprar estos arbolitos, «o son traficantes de droga o es eso de los bonsái», ¿de qué vivía yo si no?.
Por aquella época estuve metido en temas de informar sobre las sectas y me sirvió como experimento. Pero advertí que estaba jugando con las personas y la Escuela Arcana se cerró para la evolución interior de cada cual. El maestro no iba a volver y yo era un simple encargado que lo dejaba para que fluyera directamente desde la energía cósmica. Lo curioso es que en el jardincito de la casa, Puerta Moneda nº 7, conocida en el ambiente alternativo como “Castillo de aire”, no hubo bonsáis, pero todos creyeron que fue porque los llevábamos a altares de la naturaleza, sin que yo dijera nada al respecto.
Encima había surgido a la vez la asociación para liberar a los bonsáis y eso les emocionó más, interpretaron por su cuenta que los había escondido para evitar ataques de aquellos radicales que piensan desde el materialismo. Por más que al final intenté decir que hacer un bonsái es un entretenimiento y nada más, no me hicieron caso. Pensaba que les ponía a prueba o que caía en una herejía. Alguien llegó a decir que el presidente del gobierno de entonces es una persona muy evolucionada por su afición a los bonsái, al que nadie entendía y al que atacaban las fuerzas del mal desde dentro de su partido y desde fuera a través de la prensa. Aparecieron cartas sobre lo que dice el Arcano, referencias en boletines de organizaciones internacionales y hasta Maitreya se pronunció al respecto considerando el cultivo del bonsái un acto de dimensión espiritual por la cual se domina la materia para desarrollar el Atma y el Budhi, de manera que cuando venga el Avatara nuevamente liberará las energías, también la de los árboles y las flores, y crecerán cuerpo y espíritu al unísono: el equilibrio humano. Todavía hoy, al cabo de los años, hay un Ser de Luz que medita arrodillado ante un bonsái. Le veo alguna vez y me dice que precisamente el Arcano es arcano porque no se da a conocer, que las enseñanzas iniciáticas son por telepatía. Cuando le conté la verdad se lo tomó a risa, creyó que es una broma mía. Le enseñé el primer anuncio y sonríe como si quisiera decir: ¡a quién quieres engañar!. Esta parte quedó en vía muerta y excepto en círculos muy reducidos no trascendió.
Pero la Liberación del Bonsái corrió como la pólvora. Y yo me dejé llevar, para saber hasta dónde llegaba. Se apoderó de mí la pasión por investigar y me dejé llevar. Mi pareja me decía que eso no es ético y la verdad es que no lo sé. Por una parte era trasladar la literatura a la realidad para retroalimentarse, por otra fue hacer visible un experimento que no hacía mal a nadie. Según ella estaba usando a la gente. Pero no fue mi intención. Luego cuando lo quise parar fue imposible. Tuve que avisar a algunos medios y el tema dejó de expandirse y poco a poco se fue calmando hasta desaparecer, pero esto ya es otra historieta. Aprovecho estas líneas para si afectó a alguien pedir perdón. Lo he pedido personalmente, en su momento, a quienes se vieron llevados por las «profundidades» del ecologismo.
Al salir el primer anuncio de ALBO dos personas quisieron participar. Inventé que estaba muy enfermo y que no quería darme a conocer porque me perseguía la Sociedad Arcana del Bonsái. Ellos no tuvieron miedo. Estuvieron dispuesto a todo, pues con el bonsái nos se atenta contra la naturaleza sino contra lo natural de ella y de paso destruye lo natural del ser humano. Les escribí cartas sin remite, y dirigí la acción en la distancia al conocer el mecanismo de las campañas ecologistas.
Diseñé un manifiesto que ellos fotocopiaron y empezaron a difundir. Luego una campaña de recogida de firmas: ¡856 firmas!. No pude creer que tantas con lo que nos costó conseguir la mitad para otros temas serios, al menos tomados en serio por mí y por quienes formamos la asamblea de Los Verdes de León. Al principio no dije nada en la asamblea de Los Verdes, pero luego lo conté en petit comité. Compañeros de otras provincias se apuntaron a liberar a los bonsái. Nos partimos de risa. Mantuvimos el secreto. Para nosotros fue una broma, pero dos compañeras insistieron en que es algo que nos se puede hacer porque estábamos manipulando a la gente con esta historia. Quedamos al margen como observadores, pero estuvimos muy atentos a lo que sucedía. Al final recibimos una lección, pues comprobamos que aplicando la técnica de movilización se puede impulsar socialmente un tema independientemente del contenido. Pero ya llegaremos a este aspecto. El caso es que llegamos a dudar de nuestra labor crítica y de nuestra lucha.
Escribían cartas al director y notas de prensa, algunas falsas. Yo azucé pidiendo acción directa. Se llegó a anunciar la recogida de bonsáis para liberarlos en los bosques y praderas. Escribía mensajes que los militantes de ALBO firmaban y daban sus datos para que se publicasen. No se confirmaron algunas alusiones que salieron a la luz pública y empezó a ser un tema social. Se creó un grupo con más militantes que la asamblea de Los Verdes y que otros grupos de León. La gente empezó a discutir al respecto de si eso de los bonsáis es bueno o no. Para la mayoría fue un tema que carece de importancia. Pero al ver tal avalancha de críticas pensaron que pobres árboles. Trasladamos al mundo vegetal los argumentos de los detractores de las corridas de toros diciendo que si es que los vegetales no sienten, y usamos su lenguaje: que es una atrocidad, es un crimen y se creó una atmósfera emocional que atrapó a los de carácter radical. El problema es que si hacer un bonsái es un crimen ¿comer un tomate?. Se llegó a la conclusión de que comer un vegetal es integrarlo a la vid, pero reprimir y amordazar su crecimiento es un atentado contra el ser natural.
Me puse a temblar cuando el tema trascendió a la prensa. ¡Hay que pararlo!, pero ¿cómo?. En la novela dejé que se desarrollara hasta sus últimas consecuencias, pero en la realidad… Intenté frenar su expansión. Pero se me fue de las manos. Sí. Dos amigas de Los Verdes decían que estaba dejando que otros compañeros hicieran el ridículo. Les pedí que lo explicasen ellas, pero tampoco les hicieron caso.
Lo que fue un invento empezó a desarrollarse ¡con evidencias científicas!, tanto como que el sufrimiento del árbol convertido en arbolito es algo que se puede ver, ¡ver!, en la cámara kyrlian. Nadie sabe lo que es exactamente esta cámara, pero ¡oh!, la cámara kyrlian. Alguien lo sugirió y ya todo el mundo con la cámara kyrlian a cuestas como argumento. No cupo duda de que fue una amordaza a los árboles, un acto de violencia y represión contra el ser natural, lo que hizo que muchos ecologistas profundos se solidarizasen en su condición humana con el bonsái y, sobre todo, preguntaban: ¿te gustaría que te lo hicieran a ti o a tus hijos? Llegaron a advertir de un complot contra la naturaleza, precisamente la sociedad más tecnológica del mundo es la madre de los bonsáis: ¡Japón!. ¡Qué casualidad! La nueva lucha iba a la esencia de la destrucción de la naturaleza. ¡Libertad para el bonsái!.
Los contactos a través de la revista inicial se multiplicaron. ¡Basta ya de bonsáis!. Una campaña que empezó a hacer efectos. El partido socialista, que estaba en el gobierno con el presidente aficionado a esta tarea, empezó a ver poderes ocultos en este tema, pero erró en su punto de mira. No fueron poderes fácticos quienes lanzaron la acometida. “Los bonsái hacen campaña”, aparece en el ABC. Hasta el premio nobel alternativo, famoso ecologista, se hizo eco.
La liberación de los bonsáis se debatió en un congreso de la UPL (Diario de León, 27 – XII – 1994). Recuerdo que por separado, dos personas de este partido entonces, acudieron a consultarme, como ecologista, al respecto. A uno le dije que es mejor no entrar en el tema, pero el otro insistió, “porque hay que dar una respuesta”, dijo. Y más: «no podemos quedarnos con los brazos cruzados ante un tema de tal envergadura». Se me ocurrió una salida salomónica que es la que se aprobó a propuesta de este ilustre político: elaborar un proyecto de ley para que prohibir que se puedan hacer bonsáis de árboles autóctonos de León. ¿Y los demás?, que lo resuelvan los demás. Como dijo un ecologista de Valladolid: «¿Os imagináis la selva del Amazonas convertida en una selva de bonsáis?…. darían menos oxígeno. Yo no pude aguantar tales conversaciones porque me entraba la risa, pero de aguantarme y para disimular pareció que lloraba y entonces decían «que sensible, que sensible». Hiciera lo que hiciera me vi atrapado en aquella circunstancia.
Un periodista, que si quiere decir algo ahora, años después (se lo daré a conocer) iba a escribir algo cuando se fue a celebrar una exposición de bonsáis en el parque de san Francisco en León. La policía se puso en máxima alarma. Mucha gente asistió esperando que pasara algo. Le dije: déjalo, déjalo, no hagas caso, es una bobada. Pero…, me fue a decir algo y le corté: no escribas nada, por favor, hazme caso, le dije.
Pero el tema trascendió a la prensa nacional. Salió la liberación de los bonsáis en Interviú (29 – 3 – 1993), que para sacar una noticia en este medio costaba, como se suele decir, Dios y ayuda. El titular es: “González torturador de bonsáis”. Se dio a conocer en el periódico “Noticias del Mundo”, 2 de enero de 1995. Se divulgó porque la noticia vino de una agencia que mezcló notas de prensa y bulos que lanzamos: “Los bonsáis de Felipe González” podrían ser infecciosos. El ABC dedica una portada a este tema (23 – 2 – 1992) y días después (28 – 2 – 1992) saca un titular con una noticia: “Piden a González que libere sus bonsáis”. Puedo asegurar que una noticia de los grupos ecologistas en este periódico es rara avis.
El grupo Popular del Congreso de los diputados, a través de su diputado Luis Ramallo interpela al presidente del gobierno sobre el coste de las instalaciones donde están colocados los bonsáis en la Moncloa.
Las asociaciones de bonsái de toda España se ponen en comunicación con ALBO para explicar que no hay nada malo en cultivar bonsáis. Aparecen noticias de esta asociación en la prensa extranjera. El Comercio (27 – 2 – 1992) informa sobre quienes piden que el presidente libera a los bonsáis que tiene secuestrados. Uno de los representantes de ALBO pide un informe al Defensor del Pueblo, cuya respuesta da lugar a que crezca más el tema. Se hacen debates al respecto. A mí se me requiere para que como militante de Los Verdes diga algo. Me hago el longuis: no sé… Llegué a plantear ¿y si fuera una tontería?. Y me decían «¡pero tú eres tonto!». Y yo planteé que pero… «No peros ni hostias, hay que pronunciarse!». La asamblea de León se abstuvo, no se pronunció.
Y la Agrupación Ruiz Mateos entra en escena. Se ofrece a apoyar las campañas y prometen hacerse eco de tan justa reivindicación. Llegados a este término pedí, casi de rodillas, a los representantes de ALBO que no se reunieran, que no aceptasen dinero para las campañas ni nada… Ofrecen la idea de un Ejército Ecológico. Es cuando decidí cortar, pero por más que dije decían que les tenía envidia, que soy un ecologista materialista. Avisé a algunos periodistas anónimamente porque el tema llegaba demasiado lejos. No hice una nota aclaratoria porque no me quise descubrir y se iba a montar u follón que no iba a poder gestionar. ¿Cómo explicar algo así?. Me dije que si alguna vez leían la novela… Se había llegado demasiado lejos, ya el tema se proyectó a acusaciones de hacer ver que el Poder nos convierte en bonsáis..
Por parte la Sociedad Arcana logró que un monje budista nombrase santos a los árboles, ¡a todos!. El presidente del gobierno comparece ante las televisiones con un bonsái a su derecha. Dio lugar a todo tipo de interpretaciones, pero no ya de los que están metidos en este tema, sino en los medios de comunicación nacionales. Hasta Jaime Campany entra al trapo (20 – 10 – 1995; 14 – 10 – 1995) Un año antes llegó el emperador de Japón a España, cuando el asunto del bonsái estuvo en su auge. ¡Ay madre!!!. ¿Casualidad o causalidad?. Les llamaron “Los reyes del bonsái” (10 – 10 – 1994).
Los bosques del país ardían en llamas por aquel entonces, las garras de la especulación daban zarpazos a las costas del litoral, se urbanizaban ecosistemas de valor incalculable, siguieron proyectos para sepultar pueblos bajo las aguas de embalses inútiles y los telediarios informaban sobre si es o no ético las prácticas del bonsái. Yo me irritaba, pero un compañero me decía «¿de qué te quejas?, lo has inventado tú, ahora te aguantas». Pero ¿quién pudo imaginar todo aquello?. Oh.
Daría para escribir una novela. Yo reescribí una parte de la que estuve haciendo. Para mí fue un experimento y un juego. Pero no termina en esto. el 18 de febrero de 1992 la comisión proferia alternativa de Castellón da a ALBo una mención especial e invita a participar en la Feria Alternativa a los libertadores de los bonsái, porque su lucha es justa y es nombrada asociación alternativa por excelencia, quieren que sus líderes den conferencias y charlas. Lloré. A Los Verdes no nos hicieron nunca mención alguna, ni nos premió nadie después de haber luchado para que no se hicieran grandes embalses y conseguir paralizar proyectos como el de Omaña y Vidrieros, contra las explotaciones a cielo abierto, contra la incineración, logramos que el Barrio Húmedo fuera peatonal, etc, etc. Un compañero me recriminó que ¡por listo!: “tú lo has lanzado, ahí tienes la respuesta”. Mi compañera me consolaba haciéndome helados y albóndigas y yo paseando meditabundo con mis soliloquios calderonianos. Había conseguido realizar mi pequeña conspiración, pero se volvió contra mí al hacerme visible la pequeñez de nuestra lucha por el medio ambiente, a la que había dedicado gran parte de mi vida.
Menos mal que tuve la novela para desahogarme y hacer un final más emocionante y feliz, aunque ¿de qué sirve la felicidad sin no la apostamos a cada momento?.
El 24 de enero de 2021, el periodista Fulgencio Fernández, sacó a relucir esta historia en La Nueva Crónica de León. Fue a propósito de ser el día del patrón de los periodistas, San Francisco de Sales. «La primera fake news nació en tierras leonesas, con seis largos años de gestación que requieren escribir una larga (1.000 páginas) e inédita novela, la creación de una asociación y la contraria para disolver la segunda, los personajes de la novela que salen de ella y cobran vida, el nacimiento de una asociación ficticia… y algo sin tiempo, las ganas que determinados medios tienen a según qué gobernantes que pueden desembocar en una noticia que recogen medios nacionales como Interviú, Tiempo, ABC… y otros internacionales…» Sigue dando que hablar.
Salud y ecología.
A Ramiro y compañeros de aventura les deberían dar un premio por la aportación al conocimiento psicosocial que surge como fruto de esta «broma» que es una investigación participante, bastante seria, a mi parecer.
Sería interesante que se publicara la novela, junto con la explicación de su origen. ¿No se publicó hace años «Diario de un Skin» y resultó?
La Conspiración Bonsai sería bastante más interesante, pues el tema afecta no sólo al funcionamiento de los grupos fanáticos, sino al de la sociedad «normal», en general, y lo fácil que es de manipular…
Parece ser que el tema da para mucho, como se llegan hacer las cosas, cómo se enmarañan, cómo la gente en general busca una salida a su cotidianidad triste y aburrida, cómo una conspiración puede salir de un hecho absurdo…
Pero una realidad, como los poderes utilizan cualquier cosa arrojadiza para desacreditar y destruir al contrincante, como el absurdo vive en un planeta donde la verdad y realidad nunca se dan la mano, y como un hecho sin sentido puede transcender y cambiar el mundo…
Cómo uno puede ser el detonante de algo más grande. Es un logaritmo…
Le felicito. Es usted un gran bromista. Como cierto amigo nuestro, que organizaba sesiones de espiritismo en su casa (sin ánimo de lucro, no vaya usted a pensar), mientras que otro amigo se escondía en las profundidades de la misma, moviendo objetos y haciendo ruidos que contribuían a crear una atmósfera lo suficientemente fantasmal.
Puedo asegurarle que hasta los más escépticos terminaron tragando (hubo incluso quien sufrió un ataque de nervios y no quedó otra que parar el sarao). Esta experiencia le serviría a nuestro amigo para escribir un relato titulado «Las hermanas Lesmes», que creo que usted conoce.
Lo que no hizo fue, como usted, crear ningún tipo de asociación con proyección nacional. Craso error. Puede que, de haberle ocurrido fundar un «Partido del Más Allá», le hubieran llovido los votos (prometiendo al electorado la resurrección de los muertos, o vaya usted a saber).
Como bien dice en su alegato, la clave está en crear una psicosis colectiva (lo que eufemísticamente se llama clima de opinión). La gente está predispuesta a creer en cualquier cosa. Incluso en las conspiraciones.
Saludos y espero ver su novela publicada algún día.