¿Quién mira?

Me habéis preguntado algunos sobre lo que es mirar. También, no sin cierta indiscreción, si los escritos de la mirada tienen algo de autobiográfico. Es difícil responder, porque mi contestación sería «sí, en parte, aunque no». Y a la vez «un no rotundo, aunque no del todo». 

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Podría aludir a que hay una parte inconsciente que aparece de manera simbólica, pero no es exacto. Es una respuesta que no me llena. Por eso sigamos la mayéutica socrática, porque pienso que la pregunta es el mayor tesoro de una respuesta.

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Indaguemos interrogando, pero no sobre lo escrito porque es harto complejo. Nunca estaremos seguro de la respuesta dada, por aparente que pueda ser. Es por ello que propongo un ejemplo en el que he pensado estos días en los que he agradecido vuestro interés. Por ello os pedí tiempo para la respuesta y la planteo colectivamente.

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En el cuadro de un rostro que mira ¿quién mira? No es una pregunta baladí. ¿La imagen que está pintada y es la poseedora de los ojos que miran? ¿El pintor a través de su obra? ¿Acaso quien mira el cuadro que se apodera de la obra y da mirada a la mirada que mira?, la interpreta, la llena.

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Permitirme una indagación arriesgada, de la que no estoy muy seguro, pero la comparto con vosotras / vosotros lectores. En verdad nos hemos fijado en la mirada como objeto referente de la pregunta. Por otra parte ¿en dónde se sitúa mirar?, en los ojos, que pueden ser los ojos del rostro pintado, los del pintor o del espectador. Sin embargo ¿quién ha pintado el cuadro? El pintor. Pero ¿con qué? Con la imaginación. Sí. También con la mano. Al saltar este detalle por obvio salimos del campo de la mirada que queremos descubrir quién o qué es su sujeto.

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En lo imaginado incluyo el corazón, sentimientos, recuerdos, ensoñaciones. En la mano, sólo es ella. La mano que carece de ojos, que no tiene mirada, que es llevada, usada, por quien pinta, pero es la que da la forma finalmente a lo pintado. Se mueve en cierta manera llevada, pero en el arte de pintar hay algo que hace la mano por sí misma, una cualidad que quien no la tiene no puede pintar aquello que siente o imagina. Es un movimiento y manera de ser propia de la mano. Mi pregunta-respuesta entonces será ¿mira la mano al dejar su huella en el cuadro?

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El pintor siente la necesidad de hacer el cuadro, y de lograr que sea de una determinada manera y da forma a las líneas, a los colores, los convierte en ojos que trasmiten una mirada, pero es su mano la que lo lleva a cabo o con la que pinta.

Cuadro de Dalí

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La mano es ciega, carece de visión por sí misma. Y no depende de ella, sino que es llevada. Aporta la realización, pero dirigida por todo el resto del cuerpo y cerebro de quien pinta. Una vez que pasa la mirada al lienzo es la mano la que ha ejecutado la obra, sin que nadie lo sepa ni lo imagine. A mí se me ocurrió de repente esta idea-percepción.

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Al escribir me doy cuenta de que hay un punto ciego que no vemos, las palabras lo señalan y como un ciego que palpa y toca algo, una forma sentimental, o narrativa, un verso pongamos por caso y aparece lo escrito. No lo hemos pensado estrictamente, ni sentido previamente, sino que sale y nos hace sentir. Queremos localizarlo y sí: puede ser un recuerdo, una añoranza, pero no exactamente.

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Y viene de fuera, viene del pintor que usa la mano, del poeta, pero, al escribir, la mirada se desenvuelve como ella misma y es una historia, una imagen, que no es la mirada del cuadro, es decir no es el significado de la palabra ni sus referencias lingüísticas, sino la mano, o sea lo previo al momento de ser escrito, con una mano que escribe a mano (aunque luego teclee), pero la mano de quien escribe es el intervalo entre la figuración de las letras y el momento de querer decir algo. Es un momento ciego y a la vez que funciona por sí mismo. Por eso sorprende, incluso a quien lo escribe. (De ahí que escribir a mano sea un hecho diferenciado de hacerlo a máquina de escribir o a ordenador)

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Una vez Dalí dijo «quien pinta es mi mano: no pinto con las manos, ¡pintan mis manos!». Quedó como una extravagancia, a modo de una reflexión surrealista, pero quizá sea algo sincero-real. Una vez en una conferencia, no recuerdo quien impartió la charla en la que el conferenciante explicó que una raya de Picasso tiene un valor especial, por algo que no sabemos qué es, la misma raya hecha por otra persona no trasmite lo mismo. Es la raya realizada por la mano de Picasso, que se mueve de manera genuina y tiene esa forma de moverse propia que trasmite a la raya (digamos que traslada esa mirada de la que hablamos). Lo que no depende de quien pinta, sino de su mano de por sí. Veamos como un mismo plato gastronómico, la misma receta hay lo que se llama «el toque» del cocinero, del que se dice que «tiene mano»… La mano del cocinero es lo que hace que sea especial.

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¿Es ese momento ciego que se pertenece a sí mismo, que no localizamos quien mira? Sin embargo inmediatamente nos apoderamos de los escrito, como autor o como lector, pero si dejamos que flote eso que escribimos-leemos nos acaba mirando. Por esto ya os dije a algunos que me sentí mirado por lo que escribí, no identificado, ni siquiera simbólicamente. No0 equivale a una mirada interior, porque es viene de fuera.

Cuadro de Dalí

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Como ahora: hay un momento que no es perceptible como no lo es el átomo o los quark. Ese momento previo a escribir que se calcula su posición por referencias, es en el que aparecen las palabras y creemos que nos miran, ¿o nos mira quien escribe, o mi yo lector?, pero es algo ajeno a nosotros y a la vez ciego y por eso nos afecta, porque es un Big Bang que surge y así cada historia es en sí misma sin nada que interpretar sino dejarnos mirar por ella.

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Si la materia es una forma de energía ¿podemos entender que la palabra es una forma del alma?, lo ciego. Como la mano que usamos tal es la psiquis y se hace alma en la palabra y todo nuestro ser biológico es afectado. ¿Al principio fue el Verbo? Puede ser.

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¿Quién mira? El ciego.

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Una mirada surrealista del fotógrafo, amigo de Dalí, Philippe Halsman.

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4 comentarios en “¿Quién mira?

  1. Hola Ramiro

    Muy buena reflexión.Pero habría que preguntarse ¿quien ve? Porque mirar mira mucha gente pero ver ven pocos.

    Al hilo del texto me surgió otra duda y es la del tiempo, es decir cualquier cosa pasado el tiempo no es el mismo objeto no se ve lo mismo aunque quien mire sea el mismo.

    Dicho todo esto, las manos no pueden ver, como mucho representan al inconsciente.

    un saludo

  2. Martin Castaño en facebook (con su permiso): El ojo es espacial…el tacto es temporal. Por tanto los valores morales del ciego y del vidente no pueden concordar, señalaba Diderot.

    El empirista parte de la observación,; Se trata pues de interpretar la realidad como sentido… Como en el teatro, «todo está en todo» ..intuía Baruch de Spinoza.

  3. ¿Quién mira? ¿Quién ve? ¿Tú a la obra de arte o la obra de arte a ti? En el principio fue el verbo, como dice el evangelio de San Juan y tú recuerdas. Verbo, Dios, creación. Se crea, pero sólo existe la creación porque podemos describirla con la palabra. No verla, no. Describirla, darla forma, color, sensación.

    No bastaría la mirada para su existencia. Pero a la vez ese verbo es luz, o sea, ya aparece la mirada. ¿Podemos separar pues verbo y luz? Y ambos hacen posible romper con la nada preexistente. De la nada surge todo. Pero ¿surge por qué lo hace o por que lo vemos y lo constatamos? ¿Es la mirada la que hace posible su existencia? ¿Y si no la viésemos existiría igualmente?

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