La dualidad en la obra de Cervantes, entre don Quijote y Sancho Panza, la vemos reflejada en los conquistadores y refrendada en la obra de Bernal en la cual se marcan muy claramente dos partes. Por un lado hasta llegar a México y durante la conquista de este territorio con duras batallas y por otra después, cuando exigen sus derechos, piden honores y cargos. En la primera parte Bernal se refiere a Hernán Cortés como el «capitán Cortés», el compañero. En la segunda se refiere a él como «Marqués del Valle«.
Respeto a la primera lo comentamos en el artículo anterior. Cuando van a la conquista de nuevos territorios son representados y caricaturizados en la figura de don Quijote. El segundo aspecto de insistir en pedir sus parabienes coincide con el personaje de Sancho Panza en la obra de Cervantes, quien se regodea e incide en el aspecto de no cejar de pedir una recompensa. La referencia de caballero andante y escudero es con lo que disfrazada a los personajes de su novela, porque es el aspecto quijotesco lo que hace emprender a los conquistadores aquella aventura. Fuera del disfraz poco tienen que ver don Quijote y Sancho Panza con las novelas de caballería, algo, pero no en lo sustancial como hemos visto. Respecto a las novelas caballerescas, en especial «Amadís de Gaula» las reprueba y condena de antemano y caen sobre ellas todo tipo de imprecaciones.
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Se pretende que la figura literaria de Sancho sea un contraste del espíritu caballeresco con la realidad que él representa, con el sentido común y hombre de pueblo, labriego. Pero acompaña a su vecino hidalgo en su reconocida locura, porque le toca, de alguna manera, una fibra sensible.
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Hago un inciso antes de entrar de lleno en mi tesis, porque pueda explicar el papel de Sancho Panza en la obra de Cervantes, la cual sin el enamoramiento como eje central hubiera sido una obra burlesca más, del realismo picaresco y de crítica social. Pero acierta no sólo a introducir un sentimiento, sino a esculpirlo como literatura, lo cual permite al autor reírse de sí mismo y a su vez enganchar al lector para que haga lo mismo, ya que el enamoramiento tal como lo cuenta y sucede no lo caricaturiza, sino que es descrito tal cual es, lo que permite que el lector se vea identificado o lo asocie con alguien conocido.Describirlo como0 lo hace permite que sea una obra de arte de la literatura.
La novela sobre don Quijote y Sancho plantea dos maneras de afrontar el enamoramiento, que son con las que Cervantes construye el fondo de descrédito sobre las novelas de caballería en las cuales las relaciones de varón y mujer son pasionales y sexuales, poco tienen que ver con el enamoramiento, lo que permite a Cervantes tergiversar la esencia de las mismas. El personaje don Quijote vive el enamoramiento con todas sus consecuencias, lo lleva a cabo. Sin embargo Sancho Panza es también un enamorado, pero que no vive su enamoramiento, en él se atrofia, se adormece. Es la única razón por la que va a acompañar al bueno de Quijano y aceptar que sea su señor. Vive su enamoramiento indirectamente acompañando a don Quijote. Por eso reitera la primera, segunda y tercera vez que sale con él. Tal es el motor que impulsa su acción, pero ¿cuál es su papel, qué representa en verdad?
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O más concretamente ¿qué relación es la de los conquistadores y el gordito de la obra de don Miguel de Cervantes? Mucha, lo que vamos a comprobar con el fin de evitar que se siga ignorando, porque se repiten y reiteran los argumentos con la que desde su origen se quiso instrumentalizar, incluso escribir con tal motivo convirtiendo la apológica difusión de la novela de Cervantes más en una cuestión ideológica y de fanatismo cultural que en literatura, que es lo que realmente es y tal debiera ser su valor. Pero como se analiza basándose en estudios anteriores ya establecidos y se entra en el juego del peloteo y citas de unos profesores a otros no existe una visión crítica y real al respecto.
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El paralelismo entre Sancho y las reivindicaciones reiteradas y, a veces, obsesivas que repite en su obra Bernal, con el personaje Sancho Panza no es casual. Ya hemos explicado en artículos anteriores el contexto histórico en el que vive Cervantes y su bagaje biográfico, que aunque no circulara la obra de Bernal, sí su manuscrito propagado de boca en boca junto a otras reclamaciones y opiniones de demás conquistadores y sus descendientes. Forma parte del acervo cultural y sociopolítico de cuando vive Cervantes.
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Escribe Bernal tras el reparto de las riquezas obtenidas durante la conquista de México, que ve insuficiente su ganancia: “No anduviéramos como agora de mula coja y de mal en peor, debajo de gobernadores que hacen lo que quieren y muchos de los conquistadores no tenemos con qué sustentar; ¿qué harán los hijos que dejemos?” Lo cual es una queja generalizada de los soldados conquistadores, también en otros puntos de la Nueva España, algo está en el ambiente en la península y que no paran de reivindicar.
No sólo quieren los conquistadores riquezas, sino honores y tierras para gobernar. Algo que Sancho insiste en exigir a su señor don Quijote y sobre lo cual Cervantes se burla de manera permanente, en lo pedigüeño que es, como así se trató a los conquistadores cada vez que exigieron sus prebendas, lo cual motivó a Bernal a contar cuales fueron sus méritos, quien llega a escribir que soldados, que fueron allá en busca de fortuna con una visión que hoy llamaríamos «quijotesca» del Nuevo Mundo, que habían luchado en Flandes y en batallas contra los turcos reconocieron la dureza de hacerlo en las selvas y poblados allá plus ultra, en la que la mayor parte de ellos murieron y da fe y noticia de ello.
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Desde Hernán Cortés a los soldados y capitanes escribieron cartas al rey, así como a las instituciones de las Indias para pedir territorios en el nuevo mundo, cargos, derechos de explotación de las minas de plata y de oro que no se vieron satisfechos o al menos suficientemente. Es una perorata que se prolonga años y que continuaron realizando los descendientes de los mismos. Cervantes es consciente de ello. Los conquistadores empiezan a ser una figura anticuada a los que se desprestigia por sus vidas licenciosas, en una sociedad donde el fanatismo religioso cada vez se impone más, a la par que la organización militar exige soldados y no héroes individuales para conformar ejércitos profesionales. Lo cual hace que tanto unos, como sus fuentes de inspiración, las novelas de caballería, sean desvalorizadas y, sobre todo señaladas éstas como malignas, y anatemizadas, maldecidas por los moralistas, lo cual hace que sean prohibidas, lo mismo que las obras sobre los conquistadores después. Lo que lleva la pregunta: ¿por qué?
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Sancho Panza caricaturiza al pedigüeño que nunca se conforma, que no para de solicitar su sueldo, al que le dan unas migajas y quiere más. Nada de esto sucede en las novelas de caballería, en las cuales la entrega del escudero al caballero es total y gratuita y que si acaba adquiriendo premios y blasones es por méritos en su servicio y batallas. Tampoco es la mentalidad del labriego de la época, que se queja, que pide a Dios y reza, pero nunca con pretensiones de “condecoraciones” ni pretender ganar más que lo que le dé el fruto de la tierra, a lo más quejarse de los impuestos que ha de pagar al noble o al rey. Sin embargo sí coincide don Quijote y Sancho con lo que caracteriza a los conquistadores respectivamente, antes y una vez finalizadas las batallas. Es más un retrato el que hace Cervantes que una exageración, pero que ridiculiza y se mofa de dicha actitud. No sólo usa la ironía, sino que los ridiculiza para acabar con tanta pretensión.
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Sancho recuerda a su señor hidalgo que le debe su salario, con el mismo argumento que los conquistadores: para su familia. Don Quijote la acaba dando tres pollinos cuando ha liberado a los galeotes, pues tras cada aventura de don Quijote, Sancho recuerda que mientras que el caballero se conforma con la fama y el honor, de lo suyo ¿qué? Al llevar la carta que ha escrito don Quijote a Dulcinea al pueblo Toboso para satisfacer las solicitudes reincidentes de Sancho, don Quijote dice que hable con su sobrina que le dará otros cinco. Sancho pide que lo escriba y firme. El caballero dice que no hace falta, que basta que le diga que va de su parte. Los conquistadores están hartos de promesas.
El viejo conquistador además solicita territorios y títulos sobre los mismos, con encomiendas e indios para que trabajen en las minas y labren la tierra. Tal es la parodia que representa la obra de Cervantes con la ínsula que don Quijote promete a Sancho serás gobernador y con la que se van a burlar de él cuando le llevan sobre un caballo de madera simulando que vuela. Todo va a ser una mentira, como igualmente se consideró que los conquistadores contaban exageraciones para lograr prebendas, riqueza y Poder. Y hasta que inventan lugares con tal de obtener títulos, como sucede en la ínsula de Barataria. Igual que Sancho, los conquistadores van a acabar vapuleados.
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Sin tener en cuenta este fondo la novela de Cervantes queda como algo abstracto que bien se puede aplicar a personas que tienen características similares, pero no como un paradigma que es lo que hizo que fuera acogida multituditariamente, gracias a que logra encarnar un paradigma de su época. Ante tanta promesa Sancho reitera que al menos le dé su paga. Igualmente los conquistadores han luchado contra gigantes para lograr riquezas, pero al final quieren lo suyo, aquello que les corresponde. No hay tanta riqueza gigantesca, sino la que hay y que además tienen que repartir, es decir los gigantes se convierten en molinos. Porque hay mucho oro, que tienen los indios como adornos. Hay minas que van descubriendo, pero que hay que trabajarlas, pero también mucho de los tesoros de los que se apoderaron se perdieron en las batallas, en naufragios, o se la robaron los piratas.
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Uno de los primeros cargamentos de oro que viene de México a la península fue robado por la piratería francesa al amparo de su rey que declaró que ¿en qué testamento dejó escrito Adán que la tierra es de alguien? Bernal cuenta cómo grupos de soldados crean bandas y saquearon pueblos y tumbas, que al huir de los propios conquistadores, quienes los buscaron para impedir sus tropelías, naufragaron perdiéndose el oro. O en la guerra última de México muchos llevaron con ellos sus recompensas y quedaron enterrados con ellas. El tesoro que encontraron en la sala de Montezuma, donde fue encerrado como prisionera, hizo pensar que hubo más, lo que provocó que a su sucesor al ser derrotado le quemaran los pies para que confesase dónde lo guardaron. Muchos soldados sospecharon que Hernán Cortés se quedaba con el oro, que guardaban los indios que le correspondieron. También que no daba el quinto obligado de pagar al rey, que llegaba mucho menos del que se esperó, porque se lo quedaban los capitanes y Cortés, por eso también estuvieron mal vistos, sin que realmente sucediera así.
De ese quinto que obligatoriamente hubo que dar al rey viene la palabra «los quinto”, que se dio a los jóvenes que muchos años después hicieron obligatoriamente el servicio militar como tributo y servicio al Estado, a la patria. Por ejemplo otra cosa que cuenta Bernal es cómo tras desaparecer por un robo el primero cargamento de oro Cortés pide a los soldados que den el de ellos que les hubo correspondido para ofrecérselo al rey y que viera que merecía la pena la conquista, y no presentarle las manos vacías. Los soldados accedieron de buena fe ante las promesas de su capitán de recompensarlo en futuras conquistas de territorios, que no siempre llegaron tales pagos ni beneficios. Sin embargo sí que los capitanes se encargaron de hacer llegar a las familias de los soldados muertos lo que les correspondió, pero títulos pocos, algo que los capitanes anhelaron. Después de las batallas tal solidaridad se perdió ante las sospechas de que el reparto se hacía injustamente. Cuenta Bernal como anécdota que los soldados empezaron a escribir quejas contra Cortés, y a reivindicar sus pagas. Lo que el capitán prohibió, bajo la amenaza de dar latigazos a quien lo hiciere. Pero los soldados reclamaron que un árbol hiciera de Maese Pasquín, aceptándose que en él se pusieran las quejas y romances o escritos críticos con tal situación. En tanto en Italia, Maese Pasquín fue un juez justo al que se hizo una estatua, y en ella iban los ciudadanos a dejar sus escritos de quejas sobre sentencias injustas o abusos de las autoridades, lo cual sólo en ese lugar se permitió, como en México en aquel árbol que lo sustituyó. De esto viene la palabra «pasquines«.
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Hernán Cortés fue muy criticado por el reparto de la riqueza, incluso Bernal advierte que se volvió codicioso. También reivindica las encomiendas con el reparto de los indios para que trabajasen para ellos o que paguen tributos. Hubo entre los mexicanos una artesanía orfebre de oro muy avanzada. Pero los c0nquistadores quisieron explotar las minas de plata y de oro al máximo rendimiento, lo que no lograron con los indios, pues cuenta que no estaban hechos para el trabajo duro. Muchos murieron. Por eso se empezaron a traer negros como esclavos, lo que creó un tráfico de personas negras de África que eran cogidos y esclavizados por tribus de allá y que luego vendían a los marinos que se los llevaban. Bartolomé de las Casas pidió que se llevarse a negros de África para evitar tantas muertes de indios, pero luego se arrepintió y denunció tal comercio de esclavos, llevado a cabo sobre todo por marineros portugueses.
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Los conquistadores ven que no son recompensados por sus esfuerzos y quieren títulos nobiliarios y cargos con los que luego enriquecerse. El mismo Hernán Cortés quiere ser virrey y le hacen «Marqués del Valle». Va a litigar infructuosamente. De la metrópoli van a llegar “oidores” para contar que es lo que ven y oyen en aquellas tierras lejanas. También gobernadores representantes de la corte, que alguno va a morir como Ponce de León, siendo acusado Cortés de su muerte, y va a ser juzgado, pero con sus mismos síntomas murieron otros marineros del barco en el que viajó, por lo que se le va a declarar inocente. Lo mismo que su esposa Catalina muriera en su habitación tras una discusión con él en una celebración. Unos declararon en contra al pensar que la envenenó, como el hermano de ella que le acusó formalmente, pero otros vieron que ya de tiempo atrás sufrió mareos.
Por unas razones u otras los conquistadores fueron quedando relegados, pero no cejaron en luchar por sus derechos, así como sus descendientes. Cuando don Quijote es vencido por al caballero de la Blanca Luna, Sancho manifiesta que quiere ser conde. ¿Un escudero puede aspirar a ello cuando se es por linaje o méritos de guerra? En las novelas de caballería tampoco aparece este aspecto. Pero los conquistadores sí repiten esta reivindicación, desean títulos nobiliarios y al menos ser hidalgos y que sus descendientes puedan heredar tales títulos. Como Bernal muchos fueron soldados, no capitanes. Don Quijote promete a Sancho que después de un año, que es el tiempo en el que empeñó su palabra de retirarse por este tiempo antes del combate en el que es derrotado, tendrá más ganancias y reinos. Sancho responde: “vale más buena esperanza que ruin posesión”, muy aplicable a la situación de los soldados conquistadores de la Nueva España. La carta que escribe a su señor don Quijote cuando es “gobernador” de la ínsula de Barataria sigue quejándose de pasar hambre como cuando andaban por “selvas y despoblados”.
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Se define Bernal de ignorante en cuestión de letras en reiteradas ocasiones a lo largo de su escrito. Quiere hacer valer su condición de soldado que escribe de manera llana, pero cierta, sin la rimbombancia de los cronistas, pero que cuentan con todo su saber teológico muchas falsedades y mentiras. Acepta la fama que tienen de «brutos que van a hacerse ricos». ¿Van a gobernar? Este tipo de apreciaciones forma parte de la opinión pública durante los años previos a que Cervantes escribiera su obra «Don quijote de la Mancha«. Sancho se define a sí mismo como “mostrenco”, cuando le piden que juzgue situaciones complejas cuando es gobernador de una ínsula. Es pues la obra de Cervantes una parodia que coincide con los conquistadores en sus dos vertientes, la de durante la conquista y después de la misma.
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Miguel de Cervantes como soldado que fue, que luchó contra los turcos y que defendió la fe católica, a capa y espada, y con la pluma, no fue ajeno a esta circunstancia que impregnó el ambiente de su época, que él experimentó como recaudador de impuestos. Miguel de Cervantes quiso ir a trabajar de funcionario a las Indias, lo que le fue denegado. Lo que implica un gran interés. Es un tema del que se habla con asiduidad en la sociedad de entonces. La primera demanda que hizo Miguel de Cervantes para ir a la Nueva España fue en 1582. Se la deniegan. Un año después insiste y tampoco lo consigue. El año 1590 lo volvió a intentar. Los cantos de sirena sobre la riqueza de aquel lugar fueron creídos, aunque luego la realidad fuera otra y sólo unos pocos «hicieran las Indias».
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Adriana Arriagada Lassel ha estudiado la relación de Cervantes con el mundo de las Indias. En «El licenciado Vidriera» cita México, al referirse a esta ciudad como una «ciudad de América, espanto del mundo nuevo». Y corrobora que de México el autor de don Quijote no supo decir más que era una ciudad sobre canales, «versión que hace pensar en una posible lectura de crónica o cartas antiguas, cuando la conquista por Cortés y sus hombres«. Ya que «De lo americano fue, sobre todo, la visión que dejan los relatos orales y algunas lecturas». Cita a Jorge Fernández para entender que «puede afirmarse que lo que se pensaba, lo que se decía en las conversaciones de mesones y posadas, está latente en el Quijote», en sus novelas cortas y en su teatro.
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Creo que es necesario recuperar la obra de Cervantes como obra literaria y no tanto mitificar al escritor, convertir a los personajes de su novela y a él mismo en casi marcas comerciales de actos, centenarios, cabalgatas, ciclos de charlas «eruditas» y homenajes en los que se dan vueltas a tópicos y prejuicios. Se deforma más en un reclamo publicitario, incluido en el ámbito universitario, que en un sentido literario. De la misma manera que hay que hacer un cambio copernicano en la literatura si queremos que perviva como tal y no como mera materia de estudio para eruditos sobre lo que han contado y que ser capaces de ver la realidad de lo escrito, sin banalizar ni instrumentalizar ideológica o comercialmente las obras, porque da lugar a mentalidades vacías.
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Por tales motivos es preciso ese cambio de paradigma en la enseñanza de la literatura, en sus manera de analizar las obras y conocer a los autores, no únicamente convertirlos en estatuas, pues de lo contrario será sustituida la cultura en general por la falsificación de la misma como viene sucediendo. SOS.
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La dualidad en la obra de Cervantes, entre don Quijote y Sancho Panza, la vemos reflejada en los conquistadores y refrendada en la obra de Bernal en la cual se marcan muy claramente dos partes. Por un lado hasta llegar a México y durante la conquista de este territorio con duras batallas y por otra después, cuando exigen sus derechos, piden honores y cargos. En la primera parte Bernal se refiere a Hernán Cortés como el «capitán Cortés», el compañero. En la segunda se refiere a él como «Marqués del Valle«.
Respeto a la primera lo comentamos en el artículo anterior. Cuando van a la conquista de nuevos territorios son representados y caricaturizados en la figura de don Quijote. El segundo aspecto de insistir en pedir sus parabienes coincide con el personaje de Sancho Panza en la obra de Cervantes, quien se regodea e incide en el aspecto de no cejar de pedir una recompensa. La referencia de caballero andante y escudero es con lo que disfrazada a los personajes de su novela, porque es el aspecto quijotesco lo que hace emprender a los conquistadores aquella aventura. Fuera del disfraz poco tienen que ver don Quijote y Sancho Panza con las novelas de caballería, algo, pero no en lo sustancial como hemos visto. Respecto a las novelas caballerescas, en especial «Amadís de Gaula» las reprueba y condena de antemano y caen sobre ellas todo tipo de imprecaciones.
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Se pretende que la figura literaria de Sancho sea un contraste del espíritu caballeresco con la realidad que él representa, con el sentido común y hombre de pueblo, labriego. Pero acompaña a su vecino hidalgo en su reconocida locura, porque le toca, de alguna manera, una fibra sensible.
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Hago un inciso antes de entrar de lleno en mi tesis, porque pueda explicar el papel de Sancho Panza en la obra de Cervantes, la cual sin el enamoramiento como eje central hubiera sido una obra burlesca más, del realismo picaresco y de crítica social. Pero acierta no sólo a introducir un sentimiento, sino a esculpirlo como literatura, lo cual permite al autor reírse de sí mismo y a su vez enganchar al lector para que haga lo mismo, ya que el enamoramiento tal como lo cuenta y sucede no lo caricaturiza, sino que es descrito tal cual es, lo que permite que el lector se vea identificado o lo asocie con alguien conocido.Describirlo como0 lo hace permite que sea una obra de arte de la literatura.
La novela sobre don Quijote y Sancho plantea dos maneras de afrontar el enamoramiento, que son con las que Cervantes construye el fondo de descrédito sobre las novelas de caballería en las cuales las relaciones de varón y mujer son pasionales y sexuales, poco tienen que ver con el enamoramiento, lo que permite a Cervantes tergiversar la esencia de las mismas. El personaje don Quijote vive el enamoramiento con todas sus consecuencias, lo lleva a cabo. Sin embargo Sancho Panza es también un enamorado, pero que no vive su enamoramiento, en él se atrofia, se adormece. Es la única razón por la que va a acompañar al bueno de Quijano y aceptar que sea su señor. Vive su enamoramiento indirectamente acompañando a don Quijote. Por eso reitera la primera, segunda y tercera vez que sale con él. Tal es el motor que impulsa su acción, pero ¿cuál es su papel, qué representa en verdad?
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O más concretamente ¿qué relación es la de los conquistadores y el gordito de la obra de don Miguel de Cervantes? Mucha, lo que vamos a comprobar con el fin de evitar que se siga ignorando, porque se repiten y reiteran los argumentos con la que desde su origen se quiso instrumentalizar, incluso escribir con tal motivo convirtiendo la apológica difusión de la novela de Cervantes más en una cuestión ideológica y de fanatismo cultural que en literatura, que es lo que realmente es y tal debiera ser su valor. Pero como se analiza basándose en estudios anteriores ya establecidos y se entra en el juego del peloteo y citas de unos profesores a otros no existe una visión crítica y real al respecto.
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El paralelismo entre Sancho y las reivindicaciones reiteradas y, a veces, obsesivas que repite en su obra Bernal, con el personaje Sancho Panza no es casual. Ya hemos explicado en artículos anteriores el contexto histórico en el que vive Cervantes y su bagaje biográfico, que aunque no circulara la obra de Bernal, sí su manuscrito propagado de boca en boca junto a otras reclamaciones y opiniones de demás conquistadores y sus descendientes. Forma parte del acervo cultural y sociopolítico de cuando vive Cervantes.
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Escribe Bernal tras el reparto de las riquezas obtenidas durante la conquista de México, que ve insuficiente su ganancia: “No anduviéramos como agora de mula coja y de mal en peor, debajo de gobernadores que hacen lo que quieren y muchos de los conquistadores no tenemos con qué sustentar; ¿qué harán los hijos que dejemos?” Lo cual es una queja generalizada de los soldados conquistadores, también en otros puntos de la Nueva España, algo está en el ambiente en la península y que no paran de reivindicar.
No sólo quieren los conquistadores riquezas, sino honores y tierras para gobernar. Algo que Sancho insiste en exigir a su señor don Quijote y sobre lo cual Cervantes se burla de manera permanente, en lo pedigüeño que es, como así se trató a los conquistadores cada vez que exigieron sus prebendas, lo cual motivó a Bernal a contar cuales fueron sus méritos, quien llega a escribir que soldados, que fueron allá en busca de fortuna con una visión que hoy llamaríamos «quijotesca» del Nuevo Mundo, que habían luchado en Flandes y en batallas contra los turcos reconocieron la dureza de hacerlo en las selvas y poblados allá plus ultra, en la que la mayor parte de ellos murieron y da fe y noticia de ello.
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Desde Hernán Cortés a los soldados y capitanes escribieron cartas al rey, así como a las instituciones de las Indias para pedir territorios en el nuevo mundo, cargos, derechos de explotación de las minas de plata y de oro que no se vieron satisfechos o al menos suficientemente. Es una perorata que se prolonga años y que continuaron realizando los descendientes de los mismos. Cervantes es consciente de ello. Los conquistadores empiezan a ser una figura anticuada a los que se desprestigia por sus vidas licenciosas, en una sociedad donde el fanatismo religioso cada vez se impone más, a la par que la organización militar exige soldados y no héroes individuales para conformar ejércitos profesionales. Lo cual hace que tanto unos, como sus fuentes de inspiración, las novelas de caballería, sean desvalorizadas y, sobre todo señaladas éstas como malignas, y anatemizadas, maldecidas por los moralistas, lo cual hace que sean prohibidas, lo mismo que las obras sobre los conquistadores después. Lo que lleva la pregunta: ¿por qué?
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Sancho Panza caricaturiza al pedigüeño que nunca se conforma, que no para de solicitar su sueldo, al que le dan unas migajas y quiere más. Nada de esto sucede en las novelas de caballería, en las cuales la entrega del escudero al caballero es total y gratuita y que si acaba adquiriendo premios y blasones es por méritos en su servicio y batallas. Tampoco es la mentalidad del labriego de la época, que se queja, que pide a Dios y reza, pero nunca con pretensiones de “condecoraciones” ni pretender ganar más que lo que le dé el fruto de la tierra, a lo más quejarse de los impuestos que ha de pagar al noble o al rey. Sin embargo sí coincide don Quijote y Sancho con lo que caracteriza a los conquistadores respectivamente, antes y una vez finalizadas las batallas. Es más un retrato el que hace Cervantes que una exageración, pero que ridiculiza y se mofa de dicha actitud. No sólo usa la ironía, sino que los ridiculiza para acabar con tanta pretensión.
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Sancho recuerda a su señor hidalgo que le debe su salario, con el mismo argumento que los conquistadores: para su familia. Don Quijote la acaba dando tres pollinos cuando ha liberado a los galeotes, pues tras cada aventura de don Quijote, Sancho recuerda que mientras que el caballero se conforma con la fama y el honor, de lo suyo ¿qué? Al llevar la carta que ha escrito don Quijote a Dulcinea al pueblo Toboso para satisfacer las solicitudes reincidentes de Sancho, don Quijote dice que hable con su sobrina que le dará otros cinco. Sancho pide que lo escriba y firme. El caballero dice que no hace falta, que basta que le diga que va de su parte. Los conquistadores están hartos de promesas.
El viejo conquistador además solicita territorios y títulos sobre los mismos, con encomiendas e indios para que trabajen en las minas y labren la tierra. Tal es la parodia que representa la obra de Cervantes con la ínsula que don Quijote promete a Sancho serás gobernador y con la que se van a burlar de él cuando le llevan sobre un caballo de madera simulando que vuela. Todo va a ser una mentira, como igualmente se consideró que los conquistadores contaban exageraciones para lograr prebendas, riqueza y Poder. Y hasta que inventan lugares con tal de obtener títulos, como sucede en la ínsula de Barataria. Igual que Sancho, los conquistadores van a acabar vapuleados.
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Sin tener en cuenta este fondo la novela de Cervantes queda como algo abstracto que bien se puede aplicar a personas que tienen características similares, pero no como un paradigma que es lo que hizo que fuera acogida multituditariamente, gracias a que logra encarnar un paradigma de su época. Ante tanta promesa Sancho reitera que al menos le dé su paga. Igualmente los conquistadores han luchado contra gigantes para lograr riquezas, pero al final quieren lo suyo, aquello que les corresponde. No hay tanta riqueza gigantesca, sino la que hay y que además tienen que repartir, es decir los gigantes se convierten en molinos. Porque hay mucho oro, que tienen los indios como adornos. Hay minas que van descubriendo, pero que hay que trabajarlas, pero también mucho de los tesoros de los que se apoderaron se perdieron en las batallas, en naufragios, o se la robaron los piratas.
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Uno de los primeros cargamentos de oro que viene de México a la península fue robado por la piratería francesa al amparo de su rey que declaró que ¿en qué testamento dejó escrito Adán que la tierra es de alguien? Bernal cuenta cómo grupos de soldados crean bandas y saquearon pueblos y tumbas, que al huir de los propios conquistadores, quienes los buscaron para impedir sus tropelías, naufragaron perdiéndose el oro. O en la guerra última de México muchos llevaron con ellos sus recompensas y quedaron enterrados con ellas. El tesoro que encontraron en la sala de Montezuma, donde fue encerrado como prisionera, hizo pensar que hubo más, lo que provocó que a su sucesor al ser derrotado le quemaran los pies para que confesase dónde lo guardaron. Muchos soldados sospecharon que Hernán Cortés se quedaba con el oro, que guardaban los indios que le correspondieron. También que no daba el quinto obligado de pagar al rey, que llegaba mucho menos del que se esperó, porque se lo quedaban los capitanes y Cortés, por eso también estuvieron mal vistos, sin que realmente sucediera así.
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De ese quinto que obligatoriamente hubo que dar al rey viene la palabra «los quinto”, que se dio a los jóvenes que muchos años después hicieron obligatoriamente el servicio militar como tributo y servicio al Estado, a la patria. Por ejemplo otra cosa que cuenta Bernal es cómo tras desaparecer por un robo el primero cargamento de oro Cortés pide a los soldados que den el de ellos que les hubo correspondido para ofrecérselo al rey y que viera que merecía la pena la conquista, y no presentarle las manos vacías. Los soldados accedieron de buena fe ante las promesas de su capitán de recompensarlo en futuras conquistas de territorios, que no siempre llegaron tales pagos ni beneficios. Sin embargo sí que los capitanes se encargaron de hacer llegar a las familias de los soldados muertos lo que les correspondió, pero títulos pocos, algo que los capitanes anhelaron. Después de las batallas tal solidaridad se perdió ante las sospechas de que el reparto se hacía injustamente. Cuenta Bernal como anécdota que los soldados empezaron a escribir quejas contra Cortés, y a reivindicar sus pagas. Lo que el capitán prohibió, bajo la amenaza de dar latigazos a quien lo hiciere. Pero los soldados reclamaron que un árbol hiciera de Maese Pasquín, aceptándose que en él se pusieran las quejas y romances o escritos críticos con tal situación. En tanto en Italia, Maese Pasquín fue un juez justo al que se hizo una estatua, y en ella iban los ciudadanos a dejar sus escritos de quejas sobre sentencias injustas o abusos de las autoridades, lo cual sólo en ese lugar se permitió, como en México en aquel árbol que lo sustituyó. De esto viene la palabra «pasquines«.
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Hernán Cortés fue muy criticado por el reparto de la riqueza, incluso Bernal advierte que se volvió codicioso. También reivindica las encomiendas con el reparto de los indios para que trabajasen para ellos o que paguen tributos. Hubo entre los mexicanos una artesanía orfebre de oro muy avanzada. Pero los c0nquistadores quisieron explotar las minas de plata y de oro al máximo rendimiento, lo que no lograron con los indios, pues cuenta que no estaban hechos para el trabajo duro. Muchos murieron. Por eso se empezaron a traer negros como esclavos, lo que creó un tráfico de personas negras de África que eran cogidos y esclavizados por tribus de allá y que luego vendían a los marinos que se los llevaban. Bartolomé de las Casas pidió que se llevarse a negros de África para evitar tantas muertes de indios, pero luego se arrepintió y denunció tal comercio de esclavos, llevado a cabo sobre todo por marineros portugueses.
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Los conquistadores ven que no son recompensados por sus esfuerzos y quieren títulos nobiliarios y cargos con los que luego enriquecerse. El mismo Hernán Cortés quiere ser virrey y le hacen «Marqués del Valle». Va a litigar infructuosamente. De la metrópoli van a llegar “oidores” para contar que es lo que ven y oyen en aquellas tierras lejanas. También gobernadores representantes de la corte, que alguno va a morir como Ponce de León, siendo acusado Cortés de su muerte, y va a ser juzgado, pero con sus mismos síntomas murieron otros marineros del barco en el que viajó, por lo que se le va a declarar inocente. Lo mismo que su esposa Catalina muriera en su habitación tras una discusión con él en una celebración. Unos declararon en contra al pensar que la envenenó, como el hermano de ella que le acusó formalmente, pero otros vieron que ya de tiempo atrás sufrió mareos.
Por unas razones u otras los conquistadores fueron quedando relegados, pero no cejaron en luchar por sus derechos, así como sus descendientes. Cuando don Quijote es vencido por al caballero de la Blanca Luna, Sancho manifiesta que quiere ser conde. ¿Un escudero puede aspirar a ello cuando se es por linaje o méritos de guerra? En las novelas de caballería tampoco aparece este aspecto. Pero los conquistadores sí repiten esta reivindicación, desean títulos nobiliarios y al menos ser hidalgos y que sus descendientes puedan heredar tales títulos. Como Bernal muchos fueron soldados, no capitanes. Don Quijote promete a Sancho que después de un año, que es el tiempo en el que empeñó su palabra de retirarse por este tiempo antes del combate en el que es derrotado, tendrá más ganancias y reinos. Sancho responde: “vale más buena esperanza que ruin posesión”, muy aplicable a la situación de los soldados conquistadores de la Nueva España. La carta que escribe a su señor don Quijote cuando es “gobernador” de la ínsula de Barataria sigue quejándose de pasar hambre como cuando andaban por “selvas y despoblados”.
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Se define Bernal de ignorante en cuestión de letras en reiteradas ocasiones a lo largo de su escrito. Quiere hacer valer su condición de soldado que escribe de manera llana, pero cierta, sin la rimbombancia de los cronistas, pero que cuentan con todo su saber teológico muchas falsedades y mentiras. Acepta la fama que tienen de «brutos que van a hacerse ricos». ¿Van a gobernar? Este tipo de apreciaciones forma parte de la opinión pública durante los años previos a que Cervantes escribiera su obra «Don quijote de la Mancha». Sancho se define a sí mismo como “mostrenco”, cuando le piden que juzgue situaciones complejas cuando es gobernador de una ínsula. Es pues la obra de Cervantes una parodia que coincide con los conquistadores en sus dos vertientes, la de durante la conquista y después de la misma.
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Miguel de Cervantes como soldado que fue, que luchó contra los turcos y que defendió la fe católica, a capa y espada, y con la pluma, no fue ajeno a esta circunstancia que impregnó el ambiente de su época, que él experimentó como recaudador de impuestos. Miguel de Cervantes quiso ir a trabajar de funcionario a las Indias, lo que le fue denegado. Lo que implica un gran interés. Es un tema del que se habla con asiduidad en la sociedad de entonces. La primera demanda que hizo Miguel de Cervantes para ir a la Nueva España fue en 1582. Se la deniegan. Un año después insiste y tampoco lo consigue. El año 1590 lo volvió a intentar. Los cantos de sirena sobre la riqueza de aquel lugar fueron creídos, aunque luego la realidad fuera otra y sólo unos pocos «hicieran las Indias».
Adriana Arriagada Lassel ha estudiado la relación de Cervantes con el mundo de las Indias. En «El licenciado Vidriera» cita México, al referirse a esta ciudad como una «ciudad de América, espanto del mundo nuevo». Y corrobora que de México el autor de don Quijote no supo decir más que era una ciudad sobre canales, «versión que hace pensar en una posible lectura de crónica o cartas antiguas, cuando la conquista por Cortés y sus hombres«. Ya que «De lo americano fue, sobre todo, la visión que dejan los relatos orales y algunas lecturas». Cita a Jorge Fernández para entender que «puede afirmarse que lo que se pensaba, lo que se decía en las conversaciones de mesones y posadas, está latente en el Quijote», en sus novelas cortas y en su teatro.
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Creo que es necesario recuperar la obra de Cervantes como obra literaria y no tanto mitificar al escritor, convertir a los personajes de su novela y a él mismo en casi marcas comerciales de actos, centenarios, cabalgatas, ciclos de charlas «eruditas» y homenajes en los que se dan vueltas a tópicos y prejuicios. Se deforma más en un reclamo publicitario, incluido en el ámbito universitario, que en un sentido literario. De la misma manera que hay que hacer un cambio copernicano en la literatura si queremos que perviva como tal y no como mera materia de estudio para eruditos sobre lo que han contado y que ser capaces de ver la realidad de lo escrito, sin banalizar ni instrumentalizar ideológica o comercialmente las obras, porque da lugar a mentalidades vacías.
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Por tales motivos es preciso ese cambio de paradigma en la enseñanza de la literatura, en sus manera de analizar las obras y conocer a los autores, no únicamente convertirlos en estatuas, pues de lo contrario será sustituida la cultura en general por la falsificación de la misma como viene sucediendo. SOS.
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La dualidad en la obra de Cervantes, entre don Quijote y Sancho Panza, la vemos reflejada en los conquistadores