$O$, vamos al abismo. El Titanic se hunde, pero hay solución

La comunidad científica ha corroborado el incremento global de temperatura durante los últimos años y ha pasado de llamar a este fenómeno “cambio climático” a decir que se trata de una “emergencia climática”. En economía estamos en una situación similar, si se quiere más grave, pues la crisis medioambiental depende de ella. Asistimos al hundimiento del Titanic, sin haber aprendido a reaccionar. Nos queda una baza que jugar in extremis.

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Con este artículo me limito a hacer como Martín Lutero cuando clavó sus tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg. Yo lo dejo en mi muro y dependerá de su difusión y sus consecuencias lo que vaya a ocurrir. O como lanzar un mensaje en una botella al mar.

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Estamos a las puertas del caos y nadie hace nada concreto ni efectivo. El abismo está a la vista y avanzamos a él inexorablemente, como si algo mágico fuera a salvarnos o como hacen los niños y niñas que cuando se tapan la cara creen que no son vistos, siendo su manera de esconderse.

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En situaciones límites la psicología personal y colectiva se cierra en su propia inercia, lo cual es preciso conocer. Sucede en tales casos el fanatismo, que a otro nivel ocurre en los países que han sido devastados y destruidos, la creencia es lo de menos, sino la manera de actuar, que también es una forma de sobrevivir psicológicamente al desastre. Nuestra sociedad padece el mismo síntoma que se traduce igualmente en  fanatismo, pero no lo vemos. Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga que tenemos delante. 

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Cuando un grupo gregario en torno a la creencia que vaticina el fin del mundo en una determinada fecha, crea una expectativa y tal tensión emocional en los adeptos que da lugar al fanatismo, de manera que no es posible salir de su fe, no cambian sus conductas ni la manera de pensar porque esperan que algo externo, su dios, los salve. Llegada la fecha anunciada y no sucede lo esperado siguen creyendo. Culpan a los espíritus del mal de que no haya sucedido, y se involucran en el fracaso de la profecía, ya que no han logrado, para que suceda la profecía, convencer a más personas y aumentar los adeptos. En lugar de analizar que o bien es una falsedad o se ha equivocado el profeta, los miembros de la secta se dedican a hacer más templos, a predicar durante más tiempo y con más ahínco para que se cumpla más adelante. La única solución posible es desprogramar a los adeptos, todo un proceso de índole grupal y psicológico que afecta al individuo fanatizado. Aunque mil veces falle el anuncio del fin del mundo seguirán creyendo porque es algo irracional.

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Hemos llegado a una situación similar en nuestra sociedad con respecto a la crisis. Es preciso desprogramar todo una mentalidad formada y condicionada durante años. Lo único que permite salir del entramado en el que nos hemos metido, que a su vez cuenta con una serie de resortes que hace que no se vea tal necesidad, es hacer visible lo que sucede, que los que están involucrados ven de manera deformada e ilusoria. Es algo que afecta a todo el conjunto de la sociedad y en cuya dinámica de refuerzo están implicadas todas las organizaciones con las que se cuenta para “salir de la crisis”, cuando son ellas mismas el problema, ¡todas!, porque se enfrentan a lo irracional con otra irracionalidad. Y me refiero fundamentalmente a los partidos políticos. Es algo que analiza en filósofo Miguel Ángel Castro en su panfleto contra la filosofía y contexto de personajes de diseño que han fabricado los medios de comunicación. Las sectas apocalípticas se dividen en varias y se enfrentan, pero no porque constaten que no va a haber fin del mundo, sino por elegir para ello fechas diferentes, que nunca se cumplen. Con la crisis actual y los partidos políticos sucede lo mismo.

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Del año 2009 al año 2016 se ha pasado en España de una deuda que supuso un 40% del PIB al comienzo de la crisis, a casi el 100% de la misma a día de hoy. Lo cual nos sitúa al borde del abismo. Hay estados que superan este umbral, pero por una serie de características que forman parte de la crisis misma, pero que permite tales distorsiones, como los casos de EEUU e Italia, cuyos bancos centrales, o Tesoro Público en el caso del primero, son privados, lo cual da un margen de deuda mayor, aunque no demasiado, sobre todo porque el mercado de la deuda externa se acaba prolongando sobre la base de comprar deuda y cuando ésta no es posible que se recupere crea un fondo monetario vacío: una burbuja financiera, que será cuando suceda la caída en el abismo. O el caso de Japón que duplica el 100% de su PIB en deuda, pero su fondo monetario depende de EEUU como resultado del tratado de paz tras su derrota en la II Guerra Mundial. Son casos que no se puede extrapolar ni resuelven nada las comparaciones. Además de que son ejemplos que han creado el abismo al que vamos. Lo cual no quiere decir que sea el fin del mundo ni un anuncio profético, sino que si se deja suelta una manzana a una determinada altura cae al suelo. ¿Las consecuencias? Hambre y violencia. Aumento de guerras y conflictos. Es la fuerza de la gravedad en la Historia.

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Del caso del Titanic podemos sacar una lección. La economía financiera se sitúa por encima del bien y del mal, pero es como si hubiera  en el barco un camarote sellado herméticamente en el que no entra el agua, pero tampoco el aire, con lo cual quien se refugiara en él perecerá igualmente y no sirve para nada en caso de hundimiento. Hemos llegado a la imposibilidad de endeudarnos. La economía financiera es nada sin la productiva, cuando ésta se ha dejado de lado en favor de la primera porque los capitales sólo han querido crecer y crecer, incrementar sus beneficios al mínimo coste. Con las arcas vacías y con una capacidad fiscal muy por debajo del umbral de gastos para el mantenimiento mínimo del Estado su función actual es nula, ni siquiera mediante los recortes, que es hacer que se hace algo, para empeorar más la situación.

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Sólo es posible establecer un circuito interno con el dinero público y que vaya funcionando de manera sostenible poco a poco, es decir organizarlo de otra manera para evitar que el Titanic vuelque. La perspectiva inmediata, por el contrario, es más de lo mismo. Tras constatar las autoridades monetarias que el primer trimestre de 2016 la deuda en España ha aumentado en 14.031 millones de euros, lo que supone un incremento del 4’1%. Lo que sucede con una disminución enorme el gato público y la privatización de muchos servicios y empresas públicas. No se dice que dicho dinero ahorrado ha quedado fuera de la economía productiva, de la oferta y la demanda, sin afectar a la economía financiera que ha incrementado sus beneficios. La respuesta del Banco Central Europeo es poner una multa y no dar al Estado español 8.000 millones de euros, de manera que aplique esta sustracción como recortes en el presupuesto, con lo cual queda petada la capacidad inversora en  favor del santo grial del crecimiento económico, que no sirve para nada, pero no se abren nuevas vías de actuación.

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Se ha seguido manteniendo el déficit presupuestario, que se convino en bajar un punto, cuando lo necesario hubiera sido no caer reiteradamente en él, lo cual exige un cambio de modelo. Cuando el Titanic se golpeó, ya no cuestionamos cómo se pudo haber evitado, pues estamos inmersos en la crisis del naufragio, nos encontramos cuando se estaba llenando de agua la cámara del barco inferior y se usaron bombas de vaciamiento y siguió llenándose. Su utilizaron más y más, se apoyó esta labor con personas vaciando con cubos, cuando lo que se tuvo que hacer es cerrar y sellar esa parte del barco, pero se pensó que si se hacía el barco se iba a hundir, como así sucedió por no hacerlo. Tal medida hubiera permito mantener a flote el barco a la espera de ser rescatado. Tampoco se pudo haber hecho por la avaricia extrema de los responsables y de quienes lideraron la protesta de quienes estuvieron en esa parte inferior del barco.

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Estalló el sálvese quien pueda y con ello la histeria colectiva en todos los pasajeros, excepto en quienes quedaron en éxtasis rezando o paralizados haciendo lo mismo que hacían en caso de normalidad, como los músicos, incapaces de reaccionar. Recuerdo el episodio de los desalojos en Riaño, cuando entró la guardia civil a saco en el pueblo, echaba a los vecinos y vecinas de sus casas una por una, pues siguieron en ellas. Una señora continuó haciendo unas lentejas como si no fuese a pasar nada y lo que la preocupó fue que no estuvieran hechas aún y que es lo que tenía para comer, con la casa de al lado destruida, los encargados de las demoliciones golpeando las paredes con una maza, estaban sus nietos sacando los muebles. Hoy mucha gente sigue su labor como si no sucediera nada, sin enterarse de todo lo que se ha derrumbado a su alrededor, porque piensan que haciendo lo de siempre no va a suceder nada sino que todo seguirá «como siempre». De esta manera se ahogaron los músicos del Titanic.

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Una decisión fuera de toda aparente lógica hubiera dado una oportunidad, pero sucedieron una suma de errores, que procedieron de un nexo en común: la misma mentalidad para afrontar una respuesta urgente. Lo mismo sucede hoy en día a nivel político.

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En el Titanic se tuvo que haber reaccionado y quitar a los mandos que ellos mismos lo hicieron, el capitán suicidándose y los demás queriendo huir aprovechando para coger objetos valiosos y llevarlos con ellos. Esto ya lo hemos visto con las fortunas llevadas a paraísos Fiscales, los papeles de Panamá, etc… Sálvese quien pueda, pero si el barco se hunde se ahoga la mayoría y quien se salve será por casualidad. (No es un fin del mundo, sino una crisis que se expresa en su plenitud con el sufrimiento de muchos seres humanos abocados a no disponer de lo necesario para vivir dignamente, algo que se repite a lo largo de la Historia)

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Los responsables de dirigir el barco no tuvieron soluciones para casos excepcionales y sus respuestas de manual no fueron útiles, pero no supieron cambiar de estrategia sino insistir a pesar de ver que cada vez el agua se apoderaba más y más del barco lo que llegado un momento haría que se hundiera, como así fue.

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El problema no fue sólo que los responsables erraran, sino que quienes estuvieron a sus órdenes y estuvieron preparados para afrontar casos excepcionales, los cuerpos de emergencia actuaron según protocolos inútiles que desde un principio no sirvieron para nada, como sucede con seguir haciendo caso a la troika y a las instituciones monetarias internacionales, BM y FMI, cuyas pautas se han seguido sin que resuelvan nada, sino al revés, cada vez hay más agua en el Titanic y está a punto de hundirse.

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La tripulación fue incapaz de organizarse, por otro lado los pasajeros mantuvieron sus roles según en la parte del barco en la que estuvieron y se creó una lucha entre ellos por la supervivencia, sin darse cuenta de que o era de todos o de ninguno, como así sucedió.

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Se debió de desalojar la parte baja del barco, dejar que el barco fuera a la deriva un tiempo, hasta controlar el cuadro de mandos y esperar a que se hiciera de día, pero todo fue un desastre. No se alojó en los pisos superiores a los de la parte inferior porque los de abajo no habían pagado el billete de clase media o de lujo, con lo cual el desastre estuvo servido. Cuando los pasajeros de la parte de abajo subieron no fue para reconducir la situación, grave y extrema, sino para coger ellos las barcas y se desató una violencia inusitada, reflejándose en las películas una parte mínima de lo sucedido. Las barcas salvavidas fueron una medida insuficiente, pues no hubo espacio sino para unos pocos. Mientras que se pelearon unos y otros el barco se iba hundiendo.

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Sucedieron fenómenos de alucinación, como hoy en día se fabrican espejismos mágicos sobre planteamientos retóricos de economías solidarias, monedas sociales, la autogestión, empoderar al pueblo… mientras que el barco se hunde y las ilusiones ilusas forman parte de tal hundimiento por no hacer algo efectivo. El camino al abismo ha estado hecho de infantilismos de banderas patrióticas haciendo de los nacionalismos, el español incluido, un espejismo. Y sigue, porque se ha convertido en una alucinación.

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Lo peor de todo fue que nadie asumió responsabilidades, sino que como sucede hoy la culpa es de otro, de tal manera que cada cual contribuye a que se hunda el barco, porque la culpa es del capitalismo, o del sistema, la culpa es por contra de los extremistas o populistas, o de los intrusos en la política o de quienes quieren la independencia, o de quienes no la permiten, y es a lo que se dedican los partidos políticos del Titanic que se hunde. Parece que echar la culpa a otros es una catarsis. Pero nada soluciona.

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Queda muy poco tiempo, porque cuando se ha llegado al umbral de deuda actual el agua, la crisis, empieza a pesar cada vez más y ya no es posible sacarla con recortes ni medidas drásticas, menos si además hay oleaje, fluctuaciones en la economía global, y dentro del barco es un caos donde el problema es que el otro tiene la culpa y hay quienes disfrutan del último trago y otros que por inercia se siguen llenando los bolsillos y eso les congratula porque no ven más allá, se han vuelto locos de codicia, y no se aplican soluciones drásticas. La misma zozobra hace perder la razón.

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Se sabe que minutos antes de hundirse el Titanic pudo haberse salvado del hundimiento, hubiera naufragado unas horas yendo a la deriva, pero hubiera sido rescatado. Los de los camerinos de lujo quisieron salvarse ellos, lo mismo que los rescates a los bancos hoy, y eso aceleró el hundimiento, o agudiza ahora la crisis. Se tuvo que haber cerrado la parte baja del barco, pero no se pudo hacer porque mucha gente quedó encerrado en tal departamento. Cuando un grupo de pasajeros quiso hacerlo guiados por un ingeniero, porque los que estuvieron dentro querían salir de aquel infierno, como es hoy de la pobreza. Tuvieron que haber evacuado aquella zona, pero quisieron aplicar medidas técnicas sin contar con todas las personas, lo que enseña que hoy para aplicar cualquier medida es preciso acabar con la pobreza en primer lugar, sacar de ese departamento a los que estén, para poder mantener el barco a flote. Sin esa acción previa no es posible aplicar ninguna otra medida contra la crisis ni contra el hundimiento. He aquí la cuestión.

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Tampoco es momento de decir que se tuvo que haber hecho, como por ejemplo tras las elecciones del marzo de 2016 plantear un pacto de izquierda contra la pobreza, en lugar de poner el condicionante de hacer un referéndum para la independencia de un territorio, lo que de haberse propuesto hubiera cambiado todo el panorama y hoy sería posible salir del Titanic con calma e incluso remolcarlo a puerto. Quienes no lo hicieron tras engañar a sus votantes forman hoy parte de la crisis y del hundimiento, al coger tablas del barco para asegurarse un apoyo durante el naufragio, sólo les interesan los cargos porque sus medidas son inútiles tal y como están las cosas. Basta leer sus programas al que quieren arrastrar con la inercia a una parte del movimiento social.

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Por un lado los recortes, las medidas de austeridad y las inversiones públicas no sólo no han logrado sus objetivos, sino que han agravado la situación y no por insistir en ello van a solucionar lo más mínimo. Se encaminan al abismo. Las bombas de vaciamiento ya no son la solución, ni aunque todos los pasajeros echan cubos de agua fuera del barco.

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Por otro lado vemos que los ayuntamientos gobernados por las fuerzas «del cambio» cambian la manera de hundirse. Han disminuido la deuda, pero han aumentado significativamente la pobreza, cada vez hay más pobres y cada vez se toman más medidas y mejores medidas sociales para atender a los pobres. Surge una paradoja en la que insisten porque dicen que hacen lo que pueden, pero no acertadamente e insisten porque no saben visualizar un nuevo paradigma. No se puede dar un bocadillo a los del departamento de abajo para que se callen o como un acto de bondad y de justicia social, ¡tienen que comer cada día y salir! No tienen que ser pobres, o sea hay que desalojar, porque de lo contrario el agua sube al segundo piso y aumenta la pobreza, o sea los afectados por el agua al cuello en el Titanic fueron más, y más… La salvación está en el conjunto, no en una parte del barco, sea cual sea ésta.

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Y luego aparecen figuras predicando la locura, como los visionarios que claman contra el euro, los que tienen el síndrome profético, y claman contra el mal, o rezar y piden un referéndum, o que se agrupen en la lucha final como si hoy lo que va a sacar de la crisis es votar a los mismos que forman parte de la crisis. Entre otras cosas porque esos que ahora piden el voto por el cambio fueron los que cerraron con candados los camerinos de los de abajo para contar con ellos y tenerlos a sus órdenes y usar a grupos de ese departamento para coger las barcas salvavidas. Por cierto que en estos grupos, del Titanic, hubo gente de la tripulación que se hicieron pasar por pasajeros.

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Pero vayamos al grano (¡aplausos!, como diría con su mordaz ironía Fernando Montes). Minutos antes del hundimiento del Titanic se pudo haber cogido las llaves de la planta baja del barco. No se hizo. Tuvieron que salir de ese lugar que fue el foco de todo lo que pasó, o sea por si alguien no se ha enterado: se hundió, por no haber cerrado la parte baja de la nave, la más vulnerable: los pobres. Aprendimos que hay que organizar la parte del barco que funcionaba sustituyendo a la tripulación, retenerles, como es encarcelar hoy a los corruptos sean marinos o pasajeros y reconducir la situación hasta conseguir cambiar de barco y no sólo querer coger las barcas, los cargos y poco más, lo que se hubo podido hacer no se hizo. ¡Hagamos otro barco!. Sí, pero después. Si el barco de hunde con él se hunden las personas que navegamos en él.

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Hoy, aquí y ahora, podemos aprovechar del hundimiento del Titanic una lección, que ya no basta con aprender, sino que hay que aplicar. ¿Cómo? Solamente hay una salida en las circunstancias concretas o esto se hunde con lo que lleva consigo de violencia, de hambre, de destrucción, cuando el agua llene cada vez más el Titanic en el que estamos y no haya dinero para pagar a los funcionarios, ni reservas que se han gastado del fondo de pensiones, cuando no se puedan arreglar los hospitales, cuando no haya posibilidad de importar alimentos y nos enfrentemos unos a otros por la supervivencia que desata la agresividad y sea lo único que cuente.

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¿Qué hacer? Lo primero es aprovechar la oportunidad electoral, también contra quienes robaron las llaves del departamento de abajo cegados por su avidez. Es necesaria la abstención más que nunca, es una cuestión de emergencia social. Las soluciones de cualquier partido político no valen para nada, sino para hundir más el barco. Unos echando la culpa a la troika, otros a los troskos… el barco se hunde. va a la deriva. Además todos los programas forman parte de la misma mentalidad: crear empleo. Decir que el barco se hunde tampoco sirve  para nada, por más énfasis que se ponga. Ya lo sabemos. De esta manera se deslegitima a toda la tripulación, incluido el capitán del barco, que es posible que sea el primero en saltar del Titanic que fue él quien chocó contra los arrecifes.

sol habla.

Con un setenta por ciento o más de abstención, como acción urgente, es necesario salir a la calle retomando el punto álgido del 22M y del 15M con una propuesta concreta: establecer la Renta Básica, enfrentándose a quien haya que enfrentarse pacíficamente, pero con contundencia y perseverancia hasta conseguir el objetivo, o sea sacar a los de abajo de su riesgo a ahogarse, sin dejar que nos den un bocadillo a cambio de que ellos se vayan en las barcas, o cargos institucionales. La violencia nos llevaría a un callejón sin salida. Tal fue el fallo de quienes cogieron las llaves de los de abajo en el Titanic. Esto nos permitirá evitar enfrentamiento entre quienes quedan a merced del agua que entra en el barco, para ver quien se ahoga más tarde. Un 70% de abstención legitima al movimiento social como acción política, mientras que anclarse en el voto es legitimar el hundimiento para decir que no se pudo hacer nada.

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No se trata de dar el bocadillo a los pobres, sino de organizar el barco. Es necesario. Por eso la Renta Básica no es dar dinero a la gente, sino organizar el dinero público que hay de otra manera que permita evitar que el barco se hunda. No se puede navegar a toda vela, pero sí más despacio, como será cuando se haga una reformulación urgente del pago de la deuda. Decir no al pago de la deuda es como poner un explosivo en el Titanic y decir que así no se hunde, lo estallamos nosotros. No podemos elegir un rumbo con el barco a la deriva, sino que eso será después, cuando se evite el hundimiento, por tal motivo hay que centrarse en lo esencial: implantar la Renta Básica desde el movimiento social, desde las plazas y la calle para dar un golpe de mando sin que nadie se ponga la gorra de capitán. Discutir sobre a qué puerto hay que ir es otra sandez cuando el barco se hunde. No hacer caso a los cíclopes de la corrupción sistémica ni a los cantos de sirenas, sino volver a la razón como Ulises o como quien fundó un nuevo mundo: “Eneas, sigue tu camino”.

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Es evidente que si salen las personas de la parte por donde entra el agua y no se sella no vale para nada, es decir, la abstención por sí sola no basta, hará falta recomponer y potenciar y ser parte del movimiento social para a partir de ahí establecer nuevas instituciones y nuevas naves que eviten que para funcionar se tenga que coger la madera del barco como combustible, porque lleva irremediablemente al desastre. Nos han encerrado por el lado derecho y por el izquierdo, es necesario romper el cerco.

campal pintadas.

Estamos a un paso de caer al abismo, igual que hubo unos minutos previos a que se hundiera el Titanic. Tenemos un espejo en el que mirarnos. Los pasajeros vieron las olas que los tragaron. Un paso más que demos puede ser para caer al abismo o darlo en sentido contrario para dar la vuelta y dejar atrás lo que parece irremediable, mientras que nos alejemos de la hecatombe. Nos llevan al matadero, unos como pastores, otros como mastines. Por eso hay que dejar de ser ovejas, acabar con la sumisión sabiendo que es un reflejo condicionado que nos han metido en la cabeza, al modelar nuestra misma conciencia.

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Votar en estas elecciones, sea lo que sea, es acercarse más al abismo y ponernos al borde del precipicio. Todos los programas de crear empleos o de prestaciones tutiplén es hacer más grande la caída del acantilado y las pedagogías varias de quienes proclaman modelos absolutos de sociedad dan vértigo, algo así como tocar el violonchelo para que nadie se entere de lo que está pasando y creer ver a la virgen María. La economía como la conocemos hasta hoy ha muerto y con ella quienes blasfeman contra el capitalismo o contra el comunismo, que son un espectro, y nos quieren convertir, todavía más, en sus zombis. Nos queda caminar al otro lado del abismo, evitar que el Titanic se hunda y crear una nueva ruta. A pesar de todo la lucha. 

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Como dijera Martin Luther King: «Aunque mañana fuera el fin del mundo, hoy plantaría un manzano«

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SOS

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11 comentarios en “$O$, vamos al abismo. El Titanic se hunde, pero hay solución

  1. Sorprendente: Leo el artículo, anoto algunas cosas, y sigo al apartado «comentarios», el primero: «¡menudo tochazo!».
    Bien cierto que resumir es una virtud, pero no lo es menos que algunos razonamientos exigen espacio. Y tiempo. Veo difícil publicar un Quijote o una Ética en twitter, sinceramente.
    Ramiro, algunos mantenemos la escasa virtud de la paciencia para leer; puedes seguir dándonos el rollo.
    Por favor.

  2. Menudo tochazo, madre de dios, algunos parece que cobran por palabra escrita.

    Los ciudadanos, incluyendo hijos y nietos, no han elegido en ningún momento esa deuda, no eligieron vender los activos del país a multinacionales, no eligieron regalar esos necesarios ingresos a empresas privadas y tampoco escogieron a los políticos que son situados en sus cargos a dedo por los bancos para trabajar a su favor. Toda esa deuda es odiosa y como tal debe ser anulada.

    Cuando se conoce el problema hay que tratarlo de la forma más directa para encontrar soluciones. El problema siempre ha sido el mismo, la escasez asociada a todo sistema monetario. La solución es hoy mas posible que nunca, se llama EBR.

    1. Disculpa por el tochazo, pero nos quieren acostumbrar al pensamiento mail, o twitter, o de redes… que no profundiza.

      la deuda hay que exigir que la pague, una gran parte el capital privado que es quien se la ha llevado y pedir responsabilidades. Ahora bien no pagarla es un sin sentido, porque hace que la deuda con nosotros tampoco se pague y lo que es peor, que no haya liquidez, o sea que no haya con qué pagar. A lo que por otros caminos estamos llegando. Mira lo que está sucediendo en Grecia.

      Precisamente ahora el problema no es la escasez… sino lo sobrante. Por eso el dinero sale fuera, circula de miles de maneras fuera del erario público. la cuestión es cómo organizarlo.

      la economía basada en recursos es una propuesta ética, que no tiene en cuenta que el dinero es la evolución de un proceso económico. Es algo interesante para aplicar en pequeñas comunidades muy relacionadas sus miembros ideológicamente. Con la Renta Básica será posible aplicarlo entre quienes lo deseen, lo mismo que modelos de cooperación, o vivir en comunas, etc… Si la solución es que todas y todos seamos buenos, está muy bien, pero nada más.

      Partir de la realidad es difícil, pero es necesario. La culpa no es del dinero, sino de cómo se usa. Lo mismo sucedería con los recursos aunque sean del «Planeta».

  3. Tan solo un detalle: la deuda YA ha superado el 100% del PIB. Por lo que respecta a lo de la lucha social, no lo veo nada claro. Cada vez que le hablo a alguien de la Renta Básica, me dan una de estas tres respuestas (o las tres): «Eso es una utopía», «Entonces nadie querría trabajar» o «¿De dónde va a salir el dinero?».

    Muchos de los esclavos negros del sur de Estados Unidos veían la esclavitud como algo «natural» e incluso se pronunciaron abiertamente en contra del movimiento abolicionista, invocando argumentos muy similares (¿Cómo van a pagarnos?, ¿En qué vamos a trabajar?, ¿Cómo haremos para sobrevivir sin nuestros amos?) Y un largo etcétera de ejemplos que podríamos encontrar a lo largo de la historia. Pero los cambios al final llegan. Aunque me temo que no de manera pacífica.

    1. Cierto, pero «demos una oportunidad a la paz», al menos dar un salto en la Historia… Pero será difícil.

      El problema es que fue el momento del debate sobre la Renta Básica, dar a conocer a la sociedad qué es… y ver cómo donde se ha debatido y estudiado como Filandia, Holanda, India, Suiza… se va a votar o a implantar. Y no son países sospechosos de aventurismo… Pero acá como pasa siempre todo se calla, llega tarde y mal o se deforma…

      Es el momento de la lucidez, a pesar del desánimo.

      Por cierto cualqquiera que haga números verá que lo que sale car y lo estamos pagando es crear puestos de trabajo que chupan la riqueza del país en lugar de crearla y hace que del dinero de todos unos po*cos lo*s conviertan en beneficios privados.

      Lo complejo es como cuando se dijo que la tierra es una esfera o que se mueve alrededor del sol… nos enfrentamos a lo contrario de lo que la gente ve aunque sea falso.

      Por cierto ¿qué es eso de la libertad heredada que dijiste una vez?

  4. Es mentira lo de que la deuda nos conduzca al abismo. La deuda sólo nos hace esclavos (de los prestamistas). Y los esclavos siempre son útiles. Así que sobreviviremos… como esclavos.

    La bueno es que como seguimos recortando en Educación (en lugar de por ejemplo mandar el AVE a tomar por culo) lo que vamos a ser es esclavos ignorantes. Eso es una ventaja porque ya de ser esclavos, mejor ser ignorantes, digo yo…

    1. La esclavitud es el abismo… Pero más aún, todas las sociedades esclavas a lo largo de la Historia finalizaron con violencia, porque sucede algo que indicas, pero bueno será a través del prisma de la Historia: Los «prestamistas» o los antiguos césares o faraones o etc… hacen esclavos a los dueños de los esclavos de manera que los esclavos de abajo se quedan sin nada, con el abismo a sus pies… OK

  5. Creo que se vivirá en estos estados de incertidumbre, les interesa una ciudadanía maniatada llena de complejos y victimismos, para así que abaratar su voluntad, por este motivo, una RB, para ellos es una amenaza ya que conseguirá mitigar ese proceso de pobreza y liberaría, en cierto modo, de la esclavitud.

    La profecías autocumplidas, no son designios de Dios, sino de un hombre cada vez más pérfido y usurero, ¿o lo ha sido siempre?.

  6. Bien. Lo he leído entero, que ya tiene mérito.

    Estoy de acuerdo contigo en casi todo, pero la cuestión de fondo es conocer y aplicar la solución para evitar el hundimiento. No lo veo tan claro. ¿Puedes explicarlo mejor y de manera que convenzas a todas las personas que van en el barco (tripulación, pasaje…) y a los que desde fuera han de echarnos una mano?

    1. Al enfrentarnos a algo irracional no es posible razonar… solamente hacerlo ver a quien quiera darse cuenta, a quien observe que no hay salida en los parámetros por los que se nos lleva, proceso electoral incluido con los programas al uso. No es posible convencer, sino que cada cual analice fuera de prejuicios y crear una sintonía. Si la abstención es enorme, la mayor de la historia electoral en España y hay una movilización posterior sobre la base de lo que fue el 22M y el dinamismo del 15M habrá un cambio de rumbo, porque el debate abrirá los ojos de la gente y cada vez se verán más las vergüenzas de quienes han ofrecido humo.

      Por eso lo he sacado con tiempo. En el proceso electoral todo será histeria… En las catástrofes colectivas, incendios, terremotos, etc sucumben más por la reacción de la gente que por el hecho en sí. De ahí la necesidad de entrenarse los servicios de protección para en caso de que suceda algo. Es necesaria la anticipación. El problema es que ¿cuál es la respuesta?, simplezas defensivas como decir que se favorece a la derecha, como si este artículo ayudara cuando es una denuncia total. O decir que es mejor sacar a los que gobiernan y luego ya se verá.

      Reflexionar es el comienzo de la acción. Y sobre todo ser conscientes de la situación.

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