Razonar en el campo de la economía nos ha llevado a la Renta Básica, tal y como hemos visto en artículos anteriores. El fundamento de toda razón ha de ser la realidad para evitar que se desarrolle sobre cuestiones irreales. La razón con sus diversos planteamientos y la realidad con sus diferentes puntos de vista son una, pero la irracionalidad se multiplica por doquier.
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Queda la paciencia para seguir razonando, convencer a cada vez más personas una vez que la irracionalidad se desmonta y se vea palpablemente que perjudica tanto. Pero lo irracional es azuzado, renace permanentemente como una inercia del pensamiento y en lo irracional confluyen cuestiones tan humanas, tan “demasiado humanas”, como son el miedo, la fantasía, el egoísmo, las envidias.
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Lo podemos observar en comentarios de calle contra la Renta Básica, que luego los “expertos” e “intelectuales” engrandecidos con los medios de comunicación censuran lo que es la Renta Básica y manipulan su realidad.
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¿Quién no ha oído decir “no admito que se dé dinero a los vagos mientras que yo trabajo?” ¿No es esto egoísmo y envidia? O “¡No hay dinero!”; “¿De dónde va a salir lo que cuesta?”, lo cual es miedo a que no haya suficiente para mi pensión, o para lo que yo recibo, miedo a perder lo mío. Tales emociones y sentimientos sustituyen a la razón, pero se visten de ella cuando se aplican falsos “análisis técnicos”, los cuales impiden ver la realidad o nos anclan en realidades del pasado que han dejado de existir. Es lo que nos impide salir de un callejón sin salida, que nos exige saltar (razonar) sobre los obstáculos.
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Paciencia y seguir razonando, porque la lógica acaba erosionado cualquier impedimento y los vientos de lo irracional pasan. Pueden ser devastadores, pero son pasajeros. De ahí lo que Gandhi enseñó como método de la no-violencia: la perseverancia, insistir, repetir, volver a explicar, responder amablemente y conocer al ser humano, saber por qué dice lo que dice, comprender sus miedos, su avaricia y explicar una y mil veces si hiciera falta.
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La irracionalidad tiene muchos frentes y aplicada a la economía todavía se arraigan más. Ante la muerte la irracionalidad ha dado lugar a religiones de todo tipo. Ante la vida la economía genera prejuicios que son azuzados para convertirlos en una realidad psicológica, de manera que hace que veamos las cosas desde ese prisma deformado.
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Es imposible no desembocar, si se aplica la razón, en la Renta Básica desde cualquier modelo económico. Pero todos los modelos se han teñido de irracionalidad. Lo cual sucederá con la Renta Básica cuando caiga en la inercia una vez que se aplique si no se entiende que al cambiar la realidad las respuestas han de trasformarse a la luz de lo razonable.
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La irracionalidad aparece en forma de intereses económicos, por parte de quienes creen que puede peligrar su pensión o sus salarios, de quienes ven crecer sus fortunas en inversiones que se acaparan del dinero público con la excusa de crear empleo, lo cual es el mecanismo generalizado de nuestra economía, que además implica y arrastra a la política a una corrupción sistemática, de la que sólo vemos y se juzga la punta del iceberg. Pues la corrupción económica forma parte de la legalidad vigente, como habéis podido leer en las reflexiones precedentes.
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La irracionalidad ideológica proviene de ajustar lo real a un conjunto de ideas que se refieren unas a otras y de donde no hay salida, sino que todo transcurre dentro de su idea. Aun cuando parta de la realidad, cuando ésta ha pasado ya hay un desajuste. El mismo que cuando algo falla al ser aplicada es culpa de las personas, por lo tanto hay que depurar o si no encajan con la ideología hay que reeducar a los sujetos o “eliminarlos”, lo cual ha sido una práctica convencional en la Historia. Para que la masa social encaje con la ideología se lleva a cabo el lavado de cerebro con una propaganda permanente. Lo cual también se realiza para llevar imponer intereses comerciales con la publicidad.
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La irracionalidad emocional, sirve de levadura para cuestiones que levantan pasiones, sin que sea posible debatir ni discutir. Es lo que alimenta los nacionalismos, del tipo que sea. Una determinada organización territorial nada resuelve si no cambia el fondo, que nunca se cuestiona como nacionalismo, el cual afecta a todo el espectro político. Por ejemplo se puede pedir un referéndum como algo prioritario y fundamental con la idea de crear un Estado propio, pero otro tipo de consultas a la ciudadanía nada de nada. Lo importante en este caso no es la democracia, ni siquiera la nación-estado o la nación a secas, sino la irracionalidad que han desbocado. ¿El contrapeso? Otra irracionalidad. La tesitura será cuestión de fuerza.
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También sucede con la defensa prioritaria de los animales sin ver las repercusiones en la cuestión de la libertad personal, los procesos por los que ocurren determinadas practicas colectivas, que no se discuten y la otra parte se parapeta en otra irracionalidad fundada en la tradición o en “porque me sale de los cojones”, sin que haya hueco para razonar. Esto lleva a cuestiones ridículas, como es ir en contra de determinadas fiestas porque se da el maltrato animal y otras no. O depende del tamaño que sea el animal, o se matiza si es espectáculo público o se hace en privado, hasta el punto de llevar el debate parlamentario cortar o no la cola a los perros o dejar que pasen a los vagones del metro y que luego se les pise el rabo o den coletazos incomodando a los de al lado, lo cual da lugar a tensiones en la vida cotidiana. La cual forma parte de la irracionalidad que se desarrolla a través de un ciclo estereotipado: ser víctimas, para luego presentarse como salvadores y finalmente perseguidores de quienes no acepten la irracionalidad que defienden.
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Y la irracionalidad moral, que basada en unos principios éticos o de tipo religioso impiden aplicar nuevos modelos, cambios necesarios, porque no lo contempla la doctrina que se defiende. El problema es que cuando se establecen los códigos de conducta no existieron muchas cosas que al cabo del tiempo implican una modificación de costumbres. Lo cual a su vez da lugar a que sea interpretada la letra de las escrituras, pero quienes esto hacen lo llevan a lo irracional para mantener vivos los principios que dieron lugar a una determinada doctrina. No obstante todas las enseñanzas morales suelen ser genéricas y ambiguas, afirman una cosa y otra.
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En lo irracional cabe todo y puede esperarse lo que sea. Es obligatorio trabajar porque se dijo que «ganarás el pan con el sudor de tu frente». Pero ¿con la sauna? ¿O acaso no se santifica a quien deja el arado y reza, mientras que su labor la realizan los ángeles? En los mismos libros se dice que si Dios se ocupa de los pájaros a los que alimenta y de las flores a las que viste ¿no se va a ocupar también de los seres humanos? Una irracionalidad traspasa las demás y las baña de “razones” al argumentar, como lo hacen muchos políticos y economistas, con sentencias morales, sin analizar lo falto de ética que está aquello que defienden.
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Sucede que la irracionalidad se manifiesta con un grito: “¡pero no ves!”; “!cómo vamos a consentir!”; “¡hay que prohibir como sea!”. La prohibición en este aspecto está al orden del día. Comunicar en las redes sociales favorece lo irracional, porque la razón no es posible explicarla, ni siquiera enunciar, en 140 caracteres, ni en debates de gritos y de frases tajantes. No se puede reducir a un eslogan, ni ser un twitter o competir con la paella o los selfies de facebook. Porque la razón se forma sobre sí misma, no parte de hechos preestablecidos, sino que la realidad es compleja y requiere ser explicada. Un texto como este que escribo ya parece largo y tedioso, por lo cual se puede caer en llevar la Renta Básica a lo irracional, lo cual sería un fiasco. Cuestiones como el feminismo que parten de ser un movimiento de liberación, se han convertido en gran medida en ideología represora. El ecologismo tiende a algo parecido. De esta manera se cree que se contrapone a la irracionalidad a la que se enfrentan, pero lo que hacen es entrar en su terreno y toda la fuerza de la razón desaparece.
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Es necesario recuperar el argumento, el debate desde los razonamientos. Analizar datos en una determinada realidad y no sacarlos de contexto con el fin de asustar. No hay debate sobre la Renta Básica que no salga que aumentará la inflación. Nadie quiere que aunque te dieran una cantidad de dinero no poder comprar nada porque se disparen los precios desorbitadamente: miedo, egoísmo… Es algo que no va a suceder porque si se razona se observa que nadie que coma una barra de pan al día, por ejemplo, vaya a comprar veinte y tirar diecinueve, sólo por tener algo más de dinero. Es absurdo. El precio lo delimita la oferta y la demanda. Por otra parte no va a comprar la gente lo mismo o pagar los mismos servicios, que entonces sí que rompería el equilibro entre la oferta y la demanda. Las ofertas son masivas para una demanda de masas, donde el valor marginal es lo que va a marcar los precios, cuya fluctuación es mínima. Se ampliaría algo la demanda marginal en algunos productos medios, pero nada más. Seguirán siendo otros elementos los que hagan subir y bajar los precios por el incremento del coste como es el encarecimiento de la electricidad, el petróleo, la escasez de determinadas materias primas. Pero lo irracional lo focaliza en que hace temer cualquier cambio y para justificarlo propone falsas ideas que da por ciertas.
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Por otra parte un pobre podrá comprar pan con la Renta Básica, cueste lo que cueste. Incluso si la barra de pan costara 600 euros podrá comprar una barra al mes. Pero si la misma cuesta 10 céntimos no la podrá adquirir si no tiene este dinero. La inflación interviene mínimamente en la aplicación de la Renta Básica, pero es lo que asusta a las personas que manifiestan sus miedos con esta “razón”.
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Es preciso hacer ver la irracionalidad para entender la obcecación y empeño contra la Renta Básica. No es que lo que hacen ver en contra sea mentira, es que no es cierto: es irracional.
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Razonando la economía deducimos que debido a la tecnología, y pronto la robótica, hace que el centro de la razón económica deje de ser el empleo, que es adonde enfocan todas las teorías económicas su desarrollo: liberal, keynesiana, marxista, cooperativista, libertaria. Desde el razonamiento el trabajo se convierte en una variable, pasando a ser una constante la Renta Básica. Lo cual forma parte del desarrollo argumental de la Teoría Alternativa (alter – natos; “otro – origen”).
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La razón no inventa nada, lo que logra es hacer visible la realidad. Einstein no inventa la relatividad, sino que la descubre, la hace ver como parte de la realidad. O que el espacio es curvo, algo que no se tuvo en cuenta en los primeros aparatos de GPS y por eso fallaban las localizaciones, hasta que se tuvo en consideración. Esta teoría no la aceptó la comunidad científica que convirtió sus verdades preestablecidas en dogmas. Hasta que fue Einstein quien acertó sobre cuándo fue el alineamiento de tres planetas, al tener en cuenta para su medición el factor de la curvatura del espacio. O la fuerza de la gravedad, sucede como realidad en Corea del Norte y en Corea del Sur, por más que sean modelos políticos antagónicos y la tienen que aceptar. Lo mismo con la Renta Básica si se quiere asumir la nueva realidad, en donde los procesos de automatización sustituyen a las masas de trabajadores. ¿Quiénes consumirán lo que produzca la robótica?
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La Renta Básica es necesaria para que la nueva realidad prospere y siga funcionando, como realidad, y no como se malmete desde determinadas ideologías, según las cuelas para unas la RB supone la aceptación del capitalismo, o para otros equivale a ser como el caballo de Troya del comunismo. Tal es un falso debate político que no afecta a la Renta Básica, porque ésta simplemente encaja y desarrolla la realidad tal y como se ha desarrollado.
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La irracionalidad arrastra a la economía. Hoy el empresario no quiere beneficios, sino fortunas, que saca del dinero público o de decisiones políticas, de manera que ha arrastrado a los políticos a su terreno. Ocurre en general. Los que se dedican a escribir no quiere comunicar, sino ser los mejores, reconocidos, ser famosos y ganar premios millonarios antes incluso de haber escrito nada. Los deportistas quieren ganar como lo hacen las estrellas que salen en la tele. Jugar es secundario. Los trabajadores quieren que sus hijos vayan a la universidad y trabajen en algo que les haga ganar mucho y conviertan su trabajo en lo mismo que les han explotado a ellos con tal de ganar mucho. La lotería es la esperanza social obsesiva de hacerse millonarios.
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La Renta Básica es el nuevo paradigma que ha de venir de la mano de la razón. Podría implantarse por la fuerza, pero es consustancial a ella la democracia y la no-violencia, porque de otra manera sería la herramienta de una dictadura irracional. Lo que además va a reforzar es una mejora en el poder del pueblo y en el afianzamiento de la paz, evitando muchos conflictos en pro de adueñarse de enclaves de determinados minerales o fuentes de energía ante una competitividad irracional, que ha llegado a instalarse en el sistema educativa para enseñar a ser emprendedores en lugar de solidarios.
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Que nadie piense que la Renta Básica va a ser una panacea. Los problemas seguirán existiendo, pero otros y los de ahora con nuevos enfoques seguirán porque es la historia de la Humanidad. Como dice Jorge Neira no defendamos la “santa renta básica”. Basta con aplicar la razón a la economía, la cual no hace milagros ni promete ni puede prometer a nadie la felicidad.
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Como dijera Amstrong cuando pisó la luna: es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad.
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Vale.
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(Este es el último artículo sobre Renta Básica en esta tanda. Haré un pequeño descanso vacacional y a la vuelta espero sorprenderos con una mezcla de literatura y realidad, con dosis de sentimiento y haceros cosquillas con la palabra. Gracias por vuestra paciencia lectora).
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Las peleas entre economistas constituidos en «ideólogos de su causa» están hoy al orden del día. Acabo de leer un artículo del ínclito economista JUAN LABORDA «Auge del populismo y régimen neoliberal» (2017-04-09, Vox Pópuli) que es, a mi entender, un fiel reflejo de esa IRRACIONALIDAD ECONÓMICA revestida de razonamientos aparentes, capaz de ver «la paja en el ojo ajeno» sin ver «la viga» en el suyo.
http://www.vozpopuli.com/desde_la_heterodoxia/Auge-populismo-regimen-neoliberal_7_1015468444.html
Nuestro don JUAN hecha la culpa de todos los males de la economía actual al Neoliberalismo. Pero se olvida de la obsolescencia del neokeynesianismo que él mismo representa. Los autodenominados liberales hacen tres cuartos de lo mismo revistiendo, con falacias y palabrería de jerga económica, su animadversión hacia el keynesianismo y el «comunismo» venezolano representado en España, según ellos, por PODEMOS. Para comprobarlo, dense una vuelta por los artículos de los Sres. Llamas o Rayo en Libremercado, de Libertad Digital.
El neoliberalismo ha fracasado, además de contar falsedades. Lo malo es que el comunismo soviético y similares fracasaron (no así el comunismo benedictino del «ora et labora»….). Y lo peor es que el keynesianismo y sus económicos «neos» están tan obsoletos (por su obsesión compartida con los errados neoliberales: el crecimiento y el empleo) que tampoco nos sirven para el siglo XXI.
Se busca TEORÍA ALTERNATIVA DE ECONOMÍA POLÍTICA. Pero, suele suceder que «EN CASA DEL HERRERO, CUCHILLO DE PALO», como le acabo de comentar al ínclito don Juan.