Mi realidad

Llevo varios meses experimentando un nuevo contacto con el mundo y me quedo con lo mundano, con aquello que me rodea, el entorno y dejo que el oleaje de la lejanía llegue como las olas a la orilla.

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Percibo la calma y entiendo más lo que sucede allende las fronteras al leer las «noticias» en libros de Historia que explican qué sucede en el presente, con reflexiones de hace siglos advierten de lo que son las causas y consecuencias de los actos venideros, pero sobre todo mediante las conversaciones que escucho a mis coetáneos con quienes hablo sé de la realidad traducida a la mía inmediata.

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He dejado de leer la prensa, de escuchar la radio, de ver la tele, lo que hasta hace no mucho me perturbaba. Pensaba estar informado, recogiendo datos de diversas fuentes y me veía invadido de opiniones y pensamientos que una vez razonados carecieron de fundamento. ¿Y las redes sociales? Las noticias de los enlaces no las sigo, pero sí las opiniones de las personas a las que tengo acceso en mis respectivos muros de twitter y facebook. He comenzado a recibir las noticias mediante lo que cuentan otras personas, muchas veces deformadas, pero es como perciben los hechos, su realidad. Comentarios de bar, lo que mis hijos opinan forman parte de mi realidad porque es lo que perciben las personas que conozco.Hay temas de los que nadie comenta nada que aparecen a diario en las portadas de los periódicos, según veo cuando paso cerca de algún quiosco.

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Fue esta nueva perspectiva la que me hizo saber a contracorriente que lo admitido de manera general de la Declaración de Independencia no sucedió.  ¡Cuántas exclamaciones me llovieron! “¡Estás loco!, ¡como dices eso!”, incluso periodistas a quienes escribí me llamaron la atención, eso no se puede decir, ¿cómo se te ocurre? ¡Vas a saber tú mas que el Consejo de Ministros! El desprecio fue absoluto. Ahora me preguntan que cómo lo supe. No sólo lo advertí, sino que hace un par de semanas escribí al respecto en un artículo anterior. Dije que no hubo declaración de independencia, que no pudo haberla, que fue un acto simbólico sin trascendencia. Que se aplicó precipitadamente el artículo 155 de la Constitución, pero todo funcionó como si tal cosa porque todo fue una realidad, aunque fuera vacía. Emocional pero poco más, y poco menos, pues de irse de las manos hubiera sido peligroso y ante la decepción todavía se puede crear  un caldo de cultivo para la violencia.

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Ciertamente se generó un hueco social difícil de gestionar, porque toda la oposición cayó en la misma trampa. Nadie supo explicar en el fragor informativo nada de lo ocurrido y actuaron y se opinó en general sobre lo que cada cual imaginó, que fue lo que se trasladó en la información periodística. Desde la caída del muro de Berlín, que nadie esperaba en ese momento, la realidad incorpora muchas sorpresas. Una noticia irónica se tomó como algo real y una parte de la sociedad intervino como si fuera cierto sin que hubiera después posibilidad de actuar ni desde un lado ni del otro, superados en sus funciones los servicios de inteligencia.

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No es que sea más listo que nadie, que para nada, pero sí me sorprendí a mí mismo y vi que la razón de comprender sucedió por haber estado ajeno a la realidad que no deja de ser una pantalla, la mediática. Ésta nos hace opinar, pensar y actuar tanto a nivel personal como colectivamente. Sin que tampoco se lo proponga nadie en concreto. Se trata de una dinámica que es así.

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Expliqué claramente y repito lo dicho para que se entienda: El parlamento, el catalán también, es un poder legislativo, no puede ejecutar nada, lo cual corresponde al gobierno, que es el poder ejecutivo. Y el presidente de la Generalidad como representante del gobierno ni proclamó ni dijo nada. Pero se reaccionó como si se hubiera ejecutado. Por internet hice un recorrido en toda la sesión en la que se votó la Declaración de Independencia Unilateral y nada de nada. Ya desde el comienzo fue un procesos irreal, que semanas después ha corroborado la presidenta del parlamento catalán, Carme Forcadell: fue un acto simbólico. Fue con tal fuerza la riada informativa, que el hecho fue la noticia, mucho más que el hecho en sí, hasta tal punto que el presidente, señor Puigdemont se ha llegado a creer presidente de la República catalana y se exilia a Bruselas. Luego ni él mismo sabe qué hace allá.

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Mi análisis se fundamentó en lo que aprendí en primero de BUP, gracias mi profesora de Historia, la señorita Alicia. Posteriormente he ido leyendo más datos al respecto, como que en el s. XVI Gasparo Cotarini plantea una estructura del Estado llamada de “pesos y contrapesos”, para evitar el poder absoluto del gobierno en la república de Venecia (1543). Thomas Hobbes (1657) aun defendiendo el poder absoluto de los monarcas en su obre “Levitán” plantea dividir las funciones del Estado para limitar los poderes , lo que retomará Jhon Locke hacia el año 1690. El año 1748 el barón de Montesquieu, un matemático, edita su obra “El espíritu de las leyes”, en la que incorpora al pensamiento político lo que llama la “racionalidad funcional” en el contexto de la Ilustración. Lo cual Rousseau propondrá su ejecución y una década después de su muerte se consigue al suceder la Revolución Francesa (1789 – 1799). Da lugar al modelo parlamentario de las democracias. Algo tan histórico y que rige el funcionamiento de nuestras instituciones no es notician carece de actualidad, y da lugar a dejar a un lado lo obvio, cuando es lo esencial.Como dice Mafalda: «Lo urgente nos hace olvidar lo importante»

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La realidad llega un momento en el que nos invade, leer noticias nos provoca ansiedad , saber la última hora, estar pendientes de los avisos de los móviles, oír la tele, la radio. A todas horas. Hay un sobre estímulo informativo que nos introduce en una realidad ajena a la nuestra, algo que nos descoloca de nosotros mismos. Y tiene sus consecuencias, personales y políticas.

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Voy a contaros una anécdota que me impactó muchísimo y tiene que ver con esta reflexión que hago. Sería el año 2003. En el colegio al que fueron mis hijos hubo alumnas y alumnos de los países del Este, más que de otras nacionalidades. Dos madres, una serbia y otra bosnia, se reencontraron después de la guerra. Las dos son viudas. Se conocieron en su país, una regentaba en un negocio familiar una panadería y el marido de la otra fue albañil. Convivían sin problemas. Un río separaba sus lugares de residencia. Contaron ambas que los periódicos y radios empezaron a agitar durante meses las rivalidades étnicas, religiosas y hasta deportivas. Noticias de exaltación también en la política entre facciones de los gobiernos, partidos y demás. Pero que ellas lo vieron como algo lejano, a lo que no hicieron caso. Ni por asomo pudieron imaginar que pudiera haber una guerra entre vecinos y amigos. Un día se dio la noticia de que hubo aparecido una niña rubia ahogada en el río, a la que violaron. Los de un lado salieron en masa contra los otros, a quienes acusaron de aquel crimen como si fuera algo colectivo, alguno de ellos, fue el culpable. Fueron en desbandada al otro lado del río y rompieron escaparates, una maraña de agresiones a quienes se cruzaban de por medio, que a su vez hizo que se defendieran. Murieron en aquella refriega tres personas. Unas semanas más tarde fue declarada la guerra. Resultó que lo de la niña había sido un bulo, que no fue cierto. Volvieron a ser amigas al reencontrarse en España y escuché decir a una de ellas que les habían sacado de su realidad cotidiana.

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Lo he vuelto a recordar para recuperar mi realidad, la del mundo en el que estoy, no en otras a los que no accedo. Recibo las noticias a través de las conversaciones, sus fabulas, lo que opinan quienes hacen las tertulias que los trasmite siempre alguien. Pero queda abrir a ello interrogantes y evitar ser arrastrados con sobresaltos y atrincheramientos que han hecho con el tema de Catalunya que amigos de muchos años y familiares se dejen de hablar por llamar no se qué a los independentistas o responder con insultos a los otros. Mucha gente que por no darle la razón han borrado de su muro a los demás, o si se plantea un razonamiento se han sentido insultados. Desprecios y agresividad verbal por doquier

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La globalización es una cuestión económica, política, de la comunicación virtual, pero nuestra realidad llega adonde llegan nuestros pasos, a lo que ven nuestros ojos, a lo que perciben nuestros oídos y tocan nuestras manos. No es que lo demás no me interese, sino al revés, pero desde mi realidad no desde fuera de ella,  donde nada puedo comprobar ni hacer. Instalado en mi realidad puedo comprender y analizar los hechos que suceden a otras personas en otros lugares por lejanos que estén, el factor humano de los mismos y no la película en la que me quieren convertir en un extra. OK.

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4 comentarios en “Mi realidad

  1. Tenemos demasiada noticia, tweet, enlaces, programas… Hay una intoxicación buscada para alienar nuestro pensamiento y dirigirlo.

    No hay lectura pausada ni textos críticos, sólo flashes que nos ciegan. No es algo casual sino buscado: impactar con una frase o poco más y evitar que pensemos con intencionalidad crítica.

    Los medios ya no son eso, medios, sino fines; no son transmisores sino emisores directos de mensajes con clara finalidad, al menos para algunos y que buscan no crear opinión, como en otros tiempos, sino destruirla.

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