Este título me da pie a hacer una reflexión en torno a su doble sentido, sobre el hecho de escribir. Hay dos planteamientos que dependen de aquello que decidamos plasmar en el momento de convertir en palabras una sensación determinada.
Hay dos formas de afrontar la escritura, que generalmente no elegimos, sino que lo hacemos de una u otra manera. Es al reflexionar sobre el hecho cuando nos podemos dar cuenta. A veces se combinan los dos modos y no viene mal dilucidar al respecto, porque nos ayudará a potenciar ambas facetas al dejarnos llevar por el impulso de escribir.
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Escribir por escribir se convierte en algo tedioso, o motivado por ambiciones de vanidad. Se aletarga así la lectura. Por eso es importante entender que escribir es creación cuando ese impulso crece, se desenfrena, hasta el punto de adquirir confianza en lo que se hace y esto da pie a innovar, a estallar y comunicar desde lo más hondo de uno mismo. Como decía Unamuno a la hora de escribir lo que importa no es tanto el estilo, sino darse a uno mismo.
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Hay escritos que nos sorprenden una vez que los hemos realizado, empezamos con una sensación sin concretar, a la que queremos dar un trayecto, sea poético, novelado o teatral. En un ensayo, que yo sepa, no ocurre. Se empieza a escribir y a medida que trascurre este acto aparecen nuevas escenas, nuevas ideas, formas espontáneas de materializar lo que sentimos. Lo escrito se hace a sí mismo sobre la marcha y es necesario dejarse llevar. Lo cual va a permitir trasportar al lector a lo leído.
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Me han invitado a escribir en una revista, ¿el qué? Tema libre. Tengo una nebulosa idea y voy a dar rienda suelta a lo que salga. Ya veremos a ver. He disfrutado mucho mediante esta manera de escribir, que quizá active el inconsciente.
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La otra escritura es la que tienes la idea o la sensación hecha mentalmente de principio a fin. Es cuestión de “copiar”, “retratar” lo que piensas o sientes. Sobre esa historia ya perpetrada se añade, se pule, se sigue de manera que se puede alargar o acortar, pero está hecha desde un principio. Sabes adonde te diriges. En el camino se puede uno desviar, dejarse llevar por algún vericueto, que en ocasiones dificulta volver al hilo de la historia.
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Una obra de teatro que estoy haciendo partí de esta visión. Quise elaborar un texto para hacer visible una determinada situación, en cuanto a la pobreza, para comunicar un fondo que subyace a nivel social y hacer ver su sinsentido. Para que adquiriera fuerza usé la comunicación desde el absurdo y fui dejando que me sorprendieran elucubraciones que he ido dando forma con elementos nuevos, pero siempre volviendo a la historia.
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En este caso escribo el objetivo que me propuse. En el otro el objetivo es escribir, pero no hacerlo por hacer, sino en busca de eso que llama a la puerta de nuestra mente y convertirlo en palabras, lo cual es abrir la puerta para relacionarnos con nosotros mismos y dejar que el lector haga igual, se relacione con él, porque el escritor, al ser leída su obra, desaparece de alguna manera. De lo contrario es su nombre y lo escrito, el autor y su obra. Escribir es además vivir en lo escrito, para que esa palabra viva en quien la reciba y, entonces, es el lector y lo leído.
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Pienso que tanto escribir como leer son arte, cuando se crea desde la palabra.
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Salud al lector.