– Jamás jamón jamé.
– Jamás jamón jamarás.
De esta manera, e imitar el gesto de pasar la mano por el pecho, la boca y la frente, jugué con los amigos de pequeño, sin comprender el sentido de no comer jamón, tanto de york como serrano, por parte de los musulmanes.
Que Dios me perdone. También nos lo pasamos bien repitiendo la palabra “jamón, jamón, jamón” muy deprisa, que se transformaba en “monja, monja, monja”. Y viceversa. De esta manera nos reímos por aquel entonces, sin saber de la enjundia de estas frases.
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Ha pasado el tiempo y tampoco entiendo cómo pasa tan deprisa. ¿Qué es el tiempo? Difícil de definir, pero a simple vista es el espacio, o la espacialidad, en movimiento. Más atinado es comprobar que se trata más bien del movimiento a través del espacio. ¿Quiere esto decir que si me quedo quieto no pasará el tiempo para mí? Lo que ocurre es que la tierra se mueve, alrededor del sol y rotando sobre sí misma, con lo cual sufriré irremediablemente el paso del tiempo.
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Disculpadme quienes me leéis, pero es que voy a disertar sobre el no entendimiento. Hace muchos años empecé a pensar sobre la Renta Básica como mecanismo de adaptación de la economía a una nueva realidad. No era entendida pero, poco a poco, se ha ido integrando en el debate social y su aplicación se comprende cada vez más. Ocurre que los musulmanes siguen sin comer jamón y que el tiempo no permite entender el sentido de la vida, quizá porque no lo tenga. Pero el tiempo huye: Tempus fugit. Mi padre tenía un reloj de péndulo con este lema en la esfera del mismo. Y en la sierra un Cucú que a las horas decía “cucú, cucú…”, tantas veces como fuera la hora.
En este devenir de lo temporal en el que no es posible exportar jamón, ni chorizos o salchichón a Arabia Saudí, los movimientos sociales logran llegar a las instituciones. Son votados hasta lograr las alcaldías de pueblos y ciudades, ser diputados y diputadas en las Cortes. ¡Las fuerzas del cambio! ¿Quién lo diría tempus fugit atrás?
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“¡Welcome emigrantes!», a aquellos que huyen de las guerras y del hambre han de ser recibidos en nuestro país, para fabricar las armas con las que matar a sus seres queridos. Discursos contra el real decreto rey por apoyar a gobiernos machistas que reprimen a la mujer. ¿Era posible luchar contra todo esto hace unos pocos meses? «¡Sí se puede, sí se puede!», gritaban. Y la izquierda hegemónica, la de la lucha de clases, junto con quienes se lanzaron a las marchas “en busca de un sueño”, se unieron al cambio desde dentro. De pequeños también jugué a «Veo, veo ¿Qué ves? Una cosita. ¿Y qué cosita es?»
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Las televisiones y demás medios de comunicación, con las redes sociales elevando al cubo la imagen de una nueva dimensión política crearon la esperanza. Los círculos rodaban, hasta que quisieron entender su cuadratura. Porque eligieron para esta misión a quienes tienen la cabeza cuadrada y había que encajar todo y entender cómo hacer una nueva política.
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Hoy es el momento para el debate sobre la Renta Básica. La economía no funciona ni de una forma u otra en torno al empleo. Y surgen contradicciones objetivas. Pero ya no hay discurso, sino relatos. Y además cortos. Para que se entienda: Ya no hay ideas y una teoría para que se relacionen los conceptos con la realidad. Sino que se narran mensajes, que una vez puede ser uno y en otra ocasión algo diferente, incluso contrario. Se relata y con la tele y demás medios de comunicación se difunden y “suenan” la crítica social: Lalará larito, lalará larito…
Ya no se plantea la contradicción como un elemento dialéctico para construir la realidad: tesis – antítesis y síntesis. De manera que posiciones contrarias forman una nueva realidad en la que se superan ambas contradicciones. Hegel ha muerto y los musulmanes siguen sin comer jamón. Los del cambio tampoco lo consumen, porque son vegetarianos. Aunque, si es un bocadillo de jamón la cosa cambia, porque al fin y al cabo, el cerdo o cerda de donde viene el jamón ya está muerto y por aprovechar…
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¡Caramba! Ahora entiendo lo que antes no. El jamón crea enfermedades a los habitantes del desierto y diezmaba a los nómadas. Mahoma, el profeta, Alá es grande, trasmitió el mandato divino en un lenguaje religioso, porque su Dios ama a su pueblo y es misericordioso. Y el otro dilema también tiene explicación: La vida es la consecución del desarrollo genético a lo largo del tiempo, tanto del individuo como de su especie.
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¡Claro! Ya es posible entender el jamón y las corbetas, el empleo y las guerras. Y quien no lo entienda es un tonto, un reaccionario y ¡un fascista! ¿Quién no lo entiende? Es muy sencillo. No hace falta hacer un máster de la política, ni hacer un doctorado de economía. ¡Qué va! Para crear empleo hay que fabricar misiles y corbetas que las disparen. Para lo cual hay que fabricar políticos que cobren para defender que esto se haga y coloquen a sus parientes, amigas y amigos y que nadie dimita, ni se queje o critique. Porque la gente necesita un puesto de trabajo. ¿O lo que necesita es un salario, o sea dinero para vivir? ¿Para vivir? Y para los beneficios extraordinarios de los inversores, y para quienes se llevan las comisiones del negociete. Pero ¡viva el rey!
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Para entender que no es una paradoja, ni una ironía, es preciso comprobar que hace tiempo se dejó de relatar la Renta Básica, que hubiera sido la alternativa de la que habría que estar hablando hoy en el debate institucional. Los alcaldes de Cádiz y Vigo quieren que los trabajadores y sus familias vivan, pero no en Yemen, en donde un misil de precisión mató a 33 niñas y niños además de 128 personas más. ¡Sin efectos colaterales! Más de cien mil han muerto con una gran precisión. Lo cuenta Borrell, para hacer entender cómo de la OTAN no a la OTAN sí. Y José o Josep según la fuente. Es el intelectual del club de ministros.
Para entender que en los medios de comunicación no se dé la versión de que la guerra mata con las armas que vendemos, tienen ya su izquierda, su cambio de diseño. Lo que ellos han fabricado para fabricar y vender armas sin que nadie los replique. Por eso hay que ser precisos, como los misiles. Y disparan a los sindicatos, a los Sí se puede, para mantener las ganancias y no aplicar la Renta Básica, ahora que se entiende mejor que nunca. Pero cambio no es la palabra “cambio”.
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Entonces nos hacen entender lo inentedible:
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El problema es que los musulmanes no comen jamón, si lo hicieran exportaríamos cerdos y embutido. No nos queda más remedio que vender armas, guerras y comprar petróleo en lugar de aprovechar el aire y la luz para la energía. Hace falta mantener los puestos de trabajo y no cumplir que tres millones de parados subsistan por encima del umbral de la pobreza para lograr el ajuste presupuestario y el consenso para el mismo. ¡No vamos a vender calefacciones ni carbón en el desierto! ¿Quién lo iba a entender?, ni siquiera Hegel enfrentado como estuvo a Schopenhauer. Y ¡mucho menos comprendería nadie comprar camellos a los saudí!, porque sólo hay tres Reyes Magos y uno más con harén. Jamás comerán jamón, ni serrano ni de York. No hay problema, porque si se reitera, con precisión, la palabra “jamón jamón” escuchamos “monja monja”, como los relatos que repiten y explican los que venden humo (ecológico) y se comen el jamón.
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Pura “fenomenología del espíritu”.
Muy bien escrito, Ramiro. Con finura e ironía dices lo que hay que decir. Aunque la constatación de la realidad es demoledora.
El artículo es una pasada de humor y de acierto … si se considera que la vida es juego y solo juego. Pero si se tiene alguna esperanza en que la vida sea algo más que ese juego macabro del que Ramiro habla, no se puede seguir el juego de los dirigentes que se rien de nosotros. Hemos de buscar otros caminos. Hemos de reivindicar la paz y la igualdad, sin juegos malabares
El humor es algo muy serio. Permite no creer la sacralidad del Poder y ridiculizarlo.