¿Sí es sí?

Los temas candentes suelen crear susceptibilidades y cuando la emocionalidad se antepone a la razón el debate se deforma en calificativos a quien cuestiona aspectos que, como éste que voy a tratar, entiendo que no se ha pensado demasiado en las consecuencias.

Me refiero a que se quiere promover un cambio legislativo que defina lo que es una violación, según lo cual es preciso que en el acto sexual haya un consentimiento explícito y manifiesto. Es obvio que para que haya una relación consentida debe de ser consentida, se entiende que por ambas partes.

El problema ha surgido cuando en casos de agresiones sexuales que se han juzgado últimamente no se considera violación cuando no ha habido un rechazo expreso y claramente manifiesto, cuando ante el miedo impuesto por un grupo o una persona la mujer se paraliza y no dice «no», ni «sí». Lo cual se ha sentenciado como un abuso sexual. Y hay condena como tal. es importante destacar que los agresores no salen de rositas.

Se increpa más la cuestión al plantear determinados colectivos que se deberá considerar violación, incluso dentro de la pareja, si ante la insistencia del varón la mujer no dice que sí, sino que deja hacer, sin decir que lo desea específicamente. Motivado por una dependencia emocional, falta de autoestima, evitar provocar una ruptura y demás. El problema en este caso es previo a la relación sexual. Con la ley no se puede juzgar cuestiones de índole psicológica, aunque sí tener en cuenta aspectos que intervienen en lo que se juzgue. El hecho concreto de no decir «sí» nunca podrá ser demostrado. Incluso se darían casos en los que la mujer dijera que se dejó llevar, pero que no estaba convencida y que no dijo «sí», ni «no».

Priapus
Del libro «Priapus», de Roma, una época en la que se rindió culto a la sexualidad, con sus dioses propios.

Pero vayamos al hecho jurídico. Introducir decir «sí» como definitorio de violación en caso de no haber consentimiento explícito es algo inútil y desvirtúa el hecho penado de violar. Por dos hechos fundamentales sobre los que hay que razonar:

1.- En caso de una violación el agresor puede decir que dijo que sí. La víctima que no lo dijo. ¿Cómo se demuestra?

2.- La víctima pudo decir que sí obligada y amenazada por el violador. Es un consentimiento forzado que es parte ya del hecho doloso de la violación. No aporta nada.

El hecho delictivo está en la violación, no en si se dice o se dice no, algo que jurídicamente haría anteponer decirlo al cruel hecho posterior. Es violación porque es un acto sexual no consentido, independientemente de que se diga «sí». El acto previo a juzgar sería si se ha consentido o no, o si se ha consentido con coacción, cuando la violación tiene hechos comprobables en el acto mismo, como son los estudios de la medicina forense, el contexto de la agresión, testigos y declaración de la persona que lo sufre, indicios y demás.

Para saber si la víctima ha dicho «sí», por ejemplo en una relación de pareja donde el varón impone el coito en un momento determinado, habría que poner una cámara en donde se realizara el hecho para poder saberlo. O habría que firmar un documento, para que no haya dudas. Pero ¿y si se obliga a firmarlo? Pensemos en cuando sucede sin el consentimiento de la mujer debido a que injiere, sin saber o por un exceso, alguna sustancia que anula su voluntad, y dice «sí» en un estado de embriaguez, ¿dejaría de ser una agresión? En caso de no ser enajenada por otro, sino por una misma caso de emborracharse, si concurren circunstancias en las que acepta determinada relación que luego se le va de las manos, sería un delito de abuso.

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Hay algo elemental en la descripción de un hecho:  Lo que se define no puede entrar en la definición, que a veces se cae en esto como reafirmación: una violación es una violación. Pero ¿qué es? Un acto (en el caso que vemos de tipo sexual) en contra de la voluntad de una de las partes, es decir en la que no hay consentimiento. O sea que no ha dicho que sí ni manifestado su deseo de mantener una relación sexual, sin que por ello deje de ser una agresión por la fuerza o coaccionada. La afirmación o negativa van incluidas en lo que es el hecho.

La respuesta posible, y no definitiva, para evitar que crezcan o se mantenga estas agresiones es la educación sexual y la cultura, cuyo objetivo es que actitudes prepotentes o morbosas no se socialicen. Y admitir que las crueles y dolorosas excepciones se pueden evitar únicamente en parte. Se ha avanzado mucho gracias a los movimientos de liberación de la mujer, del feminismo, pero cuando se extralimita y se pasa a lo irracional se está confundiendo la realidad con las ideas sobre lo ocurrido al calor de hechos deleznables y se establecen pautas que no resuelven el problema, buscando la causa en un chivo expiatorio culpando a la sociedad machista y patriarcal que sigan ocurriendo ataques a la mujer, sin analizar los errores de algunas medidas.

La frustración de no conseguir los objetivos puede llevar en un futuro a solicitar un cambio de ley para que se castre al agresor o la pena de muerte, que es un deseo inherente en quien sufre una violación y de su entorno y a quienes les repugna el hecho, pero no es un criterio de razón.

Confundir los celos (patología emocional) que son de índole psicológico con machismo, que es una cuestión social y de mentalidad, lleva a confundir las agresiones de convivencia con violencia de género, o sea por ser mujer, sin ver otras causas como psicopatologías, estados límite de ansiedad y demás.  Un planteamiento ideológico hace que se desenfoque la cuestión y por más que se haga poco se soluciona. Crear tribunales específicos enfoca de antemano una violencia o agresión al margen de otras cuabndo forman parte del mismo ámbito delictivo. Y cada vez se quieren más medidas ante lo inoperante de las adoptadas en la práctica.

Obra de Lucio Apuleyo, Roma s. II El autor busca los poderes de la magia y se acaba convirtiendo en un asno, que sufre los abusos de la sociedad y acaba siendo un animal de carga. Describe de esta manera su sociedad injusta.
El burro de Apuleyo. De la obra «El asno de oro».

Recientemente en este contexto se llevó al juzgado de violencia de género a un varón que ayudó a su esposa enferma, con el deseo de ella misma de acabar con  su sufrimiento crónico y sin solución. Nos debería hacer pensar y no verlo como un exceso, pues es a lo que aboca una legislación que extrapola sus funciones y hace más política (en el sentido que sea) que justicia. O el ministro que aprobó la ley de género, Juan Fernando López Aguilar, fue denunciado por su hijo, que finalmente resultó ser falsa, en cuanto a  agresión física, pero que llamó «gorda» a su esposa, o que afirmó que no le gustaban sus pechos. ¿Violencia psicológica? Luego todo se aclaró, pero todo el dislate se puso en marcha ante una ley  que da lugar a ello, en la que basta la denuncia. ¿Se ha protegido a la mujer en otros casos en las mujeres han sido asesinadas? Los casos se repiten dramáticamente.

El primer elemento de la realidad es que la sexualidad no se puede definir cómo debe de ser, porque vine impuesta por la naturaleza, se ha de educar, pero es el impulso donde sucede de manera directa y cruda el conflicto entre la naturaleza, de la que formamos parte, y la cultura, de la que también somos integrantes. Una tensión de la que se ha de tomar conciencia, comprender sus ámbitos: biológicos, psicológicos, del inconsciente, sociales, históricos y demás. Una ley que responde a una presión de las masas intensificada por los medios de comunicación hace que nos se vean los errores de la misma. Se debe de pensar al respecto. Se justifican tantas propuestas en que se hace para defender a las mujeres, cuando ¿no se la defiende señalando los errores? Cualquier crítica en un debate es tildada per se de «machista» o de actitud «reaccionaria». En este contexto los modelos totalitarios emergentes muestran lo irracional de las propuestas, pero no para razonar y plantear mejor el tema, sino para imponer  su planteamiento todavía más irracional al respecto, pero se les ha preparado el terreno. No basta decir que es una reacción a los avances de los derechos de la mujer, porque va más allá. Reconociendo tales y apoyando este progreso de la mujer y que ha de ser más, es preciso advertir que no lleguen a callejones sin salida.

El Derecho ha evolucionado a lo largo de más de dos mil años, el Derecho Romano, que trata de garantizar el establecimiento de la justicia y logra adaptarse a los tiempos modificándose permanentemente. Pero han de ser transformaciones muy meditadas.  Decir que se aplica en una sociedad patriarcal, machista y capitalista obvia que se condena claramente la violación, e introduce elementos penales sobre el abuso sexual. De la misma manera que se diferencia jurídicamente el asesinato del homicidio. El primero para que lo sea ha de ser que la víctima no se pudiera defender, se haga con ensañamiento o por dinero. Si el asesino lleva la intención de matar a alguien y éste se puede defender es un homicidio doloso. Si causa una muerte sin querer, accidentalmente, es homicidio imprudente. Lo cual está penado, pero son hechos diferentes. Algo que se está también se pretende  tergiversar por ser las consecuencias las mismas, la muerte de una persona, e incluso suprimir el derecho a la rehabilitación, porque se hace desde el dolor de las familias, que sin lugar a dudas desearán una venganza, la aniquilación del asesino u homicida. Se quiere imponer la condena perpetua «revisable», incluso quienes alientan la pena de muerte. El derecho no puede hacerse desde el dolor, sino desde la reflexión jurídica y social. Y si se deja continuar la dinámica emocional los modelos totalitarios de justicia irán a más, ante la presión de la opinión pública que vive el dolor desde los medios de comunicación que lo socializan sin razonar sobre las consecuencias.

La pena de muerte no disminuye los asesinatos en los estados en los que se aplica. La ley de género que alteró la igualdad ante la justicia, pues el mismo hecho no se penaliza igual según sea de varón a mujer que de mujer a varón, se admitió como herramienta para que disminuyeran los malos tratos y los asesinatos en manos de la pareja, lo cual no se ha cumplido, pero sí se  ha alterado el ejercicio del Derecho. Y cómo no se logra se intensifica cada vez más manteniendo una premisa errónea, difícilmente de cuestionar ante la emocionalidad con que se rebate y la simpleza de una gran parte de los políticos que la defienden en aras de meros intereses electorales. La respuesta tipo que dan al unísono es «ni un paso atrás en la defensa de la mujer», sin constatar que de esta manera no se ha logrado el objetivo de defender a las mujeres. La siguiente respuesta  es otro molde: «Han aumentado las denuncias, pero no los casos». Y seguirá.

Todo lo conseguido, que es muchísimo y lo que vendrá positivamente en el futuro para lograr la igualdad de la mujer en la sociedad ha sido por los nuevos valores y el cambio de mentalidad que se ha desarrollado en las escuelas, como criterio no como algo ideológico, que es otro paso en falso que se pretende cuando se quiere establecer una nueva asignatura de feminismo o sobre teoría de género. Lo necesario es la educación sexual para hacer tomar conciencia de todo lo demás, desde la razón.

Eliminar los matices en la aplicación de la ley es menoscabar su función para hacer justicia, pues existe el abuso como delito, el acoso, la violación. Todos como actos delictivos,  porque causan daño a alguien, pero no es lo mismo en estado de embriaguez de ambas partes, o usar la fuerza y golpear o amenazar  que engañar, lo cual no quita ni un ápice el dolor ni evita la justicia, pero ésta ha de ser para juzgar un hecho concreto no para establecer un criterio ideológico.

La racionalidad funciona, despacio, pero sin pausa. No necesita de escenografías ni espectáculos, no requiere de victimismos ni  de respuestas contundentes. La ley es la razón aplicada a la justicia, sin la cual deja de serlo, como sucede cuando cede a intereses económicos o ideológicos. Lo cual menoscaba al Estado de derecho.

Considero que se deben de pensar las propuestas y no salir del ámbito de la razón, de lo razonable, porque la irracionalidad abre las puertas a modelos totalitarios. Lo cual lo estamos viendo. Observemos otros ámbitos como la lucha ecologista. De la defensa de los animales para concienciar sobre la crueldad de hacerlos sufrir, se ha pasado a un modelo de prohibir, de legislar imponiendo conductas y criterios mediante la ley, lo cual desata una respuesta igualmente irracional donde ganará el más fuerte y mediante la aplicación de la fuerza. Deja de ser una cuestión de razón y de conciencia para pasar a ser un asunto de legalidad y por lo tanto impositivo, donde se merma la libertad de los demás.

Pienso que se está abriendo la puerta a lo irracional sin darnos cuenta. De ahí el auge de los nuevos totalitarismos en todo el mundo. ¿Es la respuesta del sistema?, ¿la reacción al avanece de las libertades? Decir esto es la manera de justificar las nefastas consecuencias, porque no sucede desde un  ejército o por una conspiración del modelo financiero, sino desde la gente, que vota tales opciones porque le dan a elegir entre dos tipos de irracionalidades. Mientras que el espacio del debate, de la razón y del discurso se volatiliza.

La mujer encerrada, en muchos sentidos.
Preformance, la mujer encajonada.

El año 1930 Ortega y Gasset escribió su obra «La rebelión de las masas«, analiza la de su tiempo, reconociendo que ha habido otras a lo largo de la Historia que dieron lugar a modelos fascistas, que es lo que sucedió pocos años después en España y Europa. Deberíamos estar atentos. Para Ortega la masa es la gente que actúa irracionalmente e impone costumbres y criterios. En la actualidad la masa ya no se fundamenta en las aglomeraciones como el filósofo vitalista expone, sino en una nebulosa que esparce  pensamientos fundamentados en criterios ideológicos, sin tener en cuenta la realidad. Se establecen ideas desde los medios de comunicación y por el mundo virtual de tal manera que afecta al modelo de enseñanza, a las relaciones humanas y de pareja, a la aplicación del derecho y demás a modo de una nebulosa que crea una masa difuminada.

Ortega y Gasset habla en esos años 30 del s. XX de la «nivelación de los sexos»; dos siglos antes José Francisco de Isla, Padre Isla, en las cartas a su hermana escribe que el siglo XVIII será el de la mujer o no lo será ninguno. En el s. XVI las novelas de caballería (Amadís de Gaula»; «Flor de la caballería») insisten en repudiar y condenar a los «forzadores de mujeres», incluso actuando directamente contra ellos, que por hacer aquello dejan de ser caballeros. Por ejemplo, y por contra, en la novela de Cervantes «Don Quijote», cuando Sancho fue gobernador de la ínsula, en su ejercicio de juez sentenció contra una mujer que denunció a un hombre que la violó, porque no se defendió como cuando la quisieron quitar el dinero. Nada nuevo hay bajo el sol. En el s. XIX Engels escribe, apoyándose en apuntes de Marx, el libro «El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado«, en el que analiza el surgimiento de la sociedad patriarcal para hacer aparecer la propiedad privada, la lucha de siglos de las mujeres y sobre como cambian las relaciones sexuales desde el punto de vista antropológico del modelo de tribus al modelo de los estados como ejes de la civilización.

Hemos de aprender a ver la realidad y lograr las trasformaciones sociales, necesarias, desde la razón y la presión social mediante el debate político, algo que parece extinguido y queda la anatema, el insulto, las consignas, la publicidad, la mentira, la masa – opinión pública, la táctica electoral, la estrategia de partido, etc., todo lo cual es un caldo de cultivo que puede hacer acabar con la esencia de la democracia por parte de los «demócratas» que abren las puertas de lo irracional, lo cual aprovechan los modelos totalitarios para instalarse  en el pensamiento, en la sociedad y finalmente en el Estado. SOS.

 

4 comentarios en “¿Sí es sí?

  1. Conoce usted este libro? Me interesaría su opinión de ser así. Si no lo ha leído se lo puedo hacer llegar para que lo haga. Gracias. Un saludo
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      1. Efectivamente. La cuestión es que la ética debe ser racional. Algo que Kant expone en su obra «Crítica de la razón práctica».

        Gracias por su comentario. Un saludo.

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