Crónica romana VI: El alma italiana

Me congratula leer a Ortega y Gasset refiriéndose en su escrito “Epílogo para ingleses” (1928), referencias genéricas que tienen sustancia de tipo psicológico y social: “No hay pueblo que mirado desde otro no resulte insoportable”. Así como que las virtudes de cada uno de ellos van montadas sobre sus defectos, afirma nuestro filósofo.

Estar en Roma me llenó de sensaciones. Percibí ¿el alma italiana?, pero ¿qué es eso del alma? Y más referido a un pueblo / tribu / nación. Es más que una manera de ser, de lo que ya hablamos. Decir que se refiere a la parte inmaterial es no decir nada porque a nada se señala. ¿Por qué me surgió tal pregunta? ¿a qué se debió semejante sensación?

Las cosas no son sino en relación con algo, siendo tal relación lo que hace que sea eso que es, a veces las cosas son meras palabras. Pero fueron mis preguntas, mis reflexiones a partir de experiencias concretas las que me han llevado a pensar sobre este asunto. También las cosas son lo que son sus respectivas historias por las cuales son lo que son, por las cuales aparecen, pero ese impulso que provoca los hechos, que provoca las acciones históricas y cotidianas son una fuerza, un ánima, que podemos referirnos como alma. El ser es lo que acontece como resultado de ese impulso, que no lo da la conciencia, ni siquiera el inconsciente sino que es per se, es el alma, el ánima vital.

Me llamó la atención que en muchas iglesias de Roma las velas son de cera, se huele el humo y es posible ver las llamitas de fuego. Esto es un algo, algo que se respira, se palpa con la vista, dice mucho del lugar, cuando en todas partes y algunas iglesias de allá las velas son bombillitas. Al mismo tiempo abundan talleres de tapicerías y barberías clásicas donde el peluquero habla y durante la espera se hacen tertulias, no se escucha la hora por la radio ni hay música de fondo. Muchos clientes aún solicitan que les arreglen el bigote.

Italia es lo que queda del Imperio romano, lo cual hace que sea un país diferente a todos los demás. ¿Cómo es posible ese desequilibrio entre el pasado imperial y el presente decadente? Es algo invisible, es alma, que hizo que se crease un imperio inmenso, cuasi perfecto hasta el punto de permanecer hoy en día en todo el orbe el derecho romano, en una gran parte del mundo su lengua con los dialectos del latín, también fundamentos del conocimiento técnico, permanecen edificios e infraestructuras de aquellos siglos de gloria y las ruinas como huella de todo aquello. Una vocación de eternidad. Sus gentes crearon tal imperio para forjar su alma, para hacer que saliera a la realidad con la intención de decaer luego desde lo más alto. Puede parecer incomprensible, pero a poco que se medite en tal proceso histórico se puede comprender. Su refugio fue la iglesia romana, universal (católica) y apostólica.

El destino romano fue su decadencia, lo mismo que el de España, el otro pueblo – tribu – país, con alma. Éste se forjó en la lucha de constante resistencia, de conquistas para nada, lo que forjó su hidalguía, o más bien la manifestó. Lo cual hace que sucedan de manera perpetua luchas intestinas vacías, sin sentido, cargadas de simbología o banderas sin contenido alguno. En la próxima crónica escribiré del alma española, como reflejo del alma italiano que descubrí al reflexionar sobre éste. Al mirar a Italia percibí lo invisible de España, con lo cual ¡oh, sorpresa!

Ambas almas, la italiana y la española, se mezclan en el mundo que tomó su nuevo alma de Italia, como prolongación: la iglesia universal. De donde surge y hace que aparezca el alma hispana. No es que se cree en esta nebulosa de fe, sino que se manifiesta en el esplendor de los incensarios. Llevó el latín a medio mundo y se enfrentó al otro medio y a sí mismo este país España que no existe. Y la lucha hoy es entre el mundo con alma contra el que no la tiene, lo cual es la clave de lo que está pasando y de los estragos de la historia con los totalitarismos que han querido matar el alma incipiente o aletargada de los pueblos.

Un imperio el romano apostólico siempre está a punto de caer, como el mundo capitalista, pero no lo hace, se recicla, se reconvierte, agiornamento, se adapta, se resucita, por eso creen en la resurrección, la suya permanente que refleja en su Dios hecho hombre y a la vez en la inmortalidad del reino de los cielos. Abrir los ojos en Roma es ver todo esto que cuento. Todo lo demás es turismo o cotidianidad.

El imperio del capital es pragmático, sin alma, o mediante un impulso tangible contrario al alma: el dinero. La modernidad fuera de Italia y de España carece de alma y de cultura, solamente construye herramientas para sí. No es para ser, como el italiano o el español, sino para estar, colonizar, aprovecharse, sin trasmitir nada. La tecnología es la expresión máxima de ese mundo desalmado, mecánico y metálico al mismo tiempo. Se hubiera hundido en sí mismo de no ser que fue impulsado, almíficado, en su origen por el alma comercial italiana de los Medicis. El capitalismo como expansión del comercio comenzó en Italia, en la Florencia con los Medicis, el alma romana fue aplicada al comercio, se planteó fuera de sí, por eso salió de su tierra originaria. Fueron un arte el comercio y la economía que se fundieron con las artes nobles de la música, pintura, escultura y el renacer de la escritura como algo social.

Hoy hay un pulso para que el arte se economice, se conviertan las obras de los artistas en mercancía, porque el ser del capital es pragmático, estratégico, es un imperio sin alma, sin prestancia, no construye sino herramientas para sí, no es para nada más, para nada más de sí mismo. En el caso español su alma es mostrarse al mundo, lo mismo que el italiano busca inventarse.

Poca gente sabe que el Tesoro Público de EE.UU y el del Estado italiano son privados. Únicamente ambos en todo el mundo. ¿Casualidad?

El alma carece de fronteras, de ahí su expansionismo, su desbordarse en la Historia por el mundo. Pero el afán colonizador es un proceso despiadado, no por ser más o menos a través de guerras, que en el alma también haylas, sino que es la inercia de acaparar cuotas de mercado o de tierras con riquezas. Un alma sin cuerpo no es alma, por eso sale de su suelo patrio. Si bien otros pueblos / tribus / naciones tienen Historia, arte, cultura, riquezas, filosofía, tradición, todo lo que se pueda tener, pero no ser, no ser alma, lo cual es patrimonio de Italia y España. Lo digo sin mostrar orgullo ni patrioterismo. Se trata de una realidad invisible que hay que sentir, dejar que traspase el pensamiento al contemplar la ciudad de Roma.

Las células de ese alma intangible son sus gentes, esa manera de ser que hemos visto anteriormente, más allá de lo geográfico y material, por eso es alma, lo que hace que Roma sea Roma y por su onda expansiva da ser a Italia. Eso lo que vemos en los monumentos, en su historia, eso que nos conmueve es el alma que no vemos y buscamos fijarlo en un punto de la mirada, es su grandiosidad pasada cuando se hace presente, pero no lo sabemos, pues no nos planteamos esto que cuento, lo cual para mí fue un descubrimiento inesperado, que deseo compartir con quienes leéis estas palabras. Mis consideraciones, y espero que os resulten sugerentes estas notas tomadas a vuela pluma por las calles de Roma.

Crónicas romanas I: Luces

Crónicas romanas II: Sombras

Crónicas romanas III: El idioma

Crónicas romanas IV: Belleza italiana

Crónicas romanas V: El ser de los italiano

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