La Historia se hace a sí misma, de alguna manera. Porque los individuos nos adaptamos a los cambios que vamos provocando y reaccionamos a los mismos. Tales ajustes dan lugar a conflictos, a enfrentamientos entre los viejos y los nuevos modelos sociales emergentes.
Quien explica muy bien esta cuestión es Hegel con su dialéctica de la realidad en la obra sobre el acontecer del ser, traducido en el título “Fenomenología del espíritu”. La semilla ha de desaparecer para que de ella nazca el nuevo fruto. Karl Marx usa este método de análisis de loa realidad para intervenir en la Historia y forzar un proceso de transformación política, al quererlo dirigir con su visión materialista, lo cual fue un acierto teórico, que se aplicó erróneamente, porque no supo ver, ni él ni sus seguidores, que el proceso dialéctico afecta también a lo que iban a construir de manera forzada y que para lograrlo y mantener sus revoluciones tuvieron que ejercer la violencia y una hacer de su teoría algo cada vez más cerrado y hermético, hasta que perdió su sentido social e histórico.
Los sujetos intervienen en la Historia, sí, pero como entes históricos que son. No es posible inventar nada de cero. A nivel de esencia, Hegel plantea el proceso del ser-en-sí al ser-para-sí, que son formulaciones filosóficas a modo de ayuda para a comprender el proceso de cómo el ser se manifiesta y convierte en lo real.

Su esquema es que la dialéctica se fundamenta en la contradicción, de manera que del choque de ambas partes que se contradicen, o de la convivencia de ambos procesos, que pueden ser el modelo pasado y el que aparece, surge algo nuevo que lleva en su seno partes de ambas situaciones contrarias u opuestas. Es lo que llama la relación entre la tesis y la antítesis, de cuyo encuentro o relación surgirá la síntesis, como algo nuevo y diferente, pero que lleva en sí de las dos partes.
Marx se hizo trampa a sí mismo, su error se convirtió en un truco útil para crear un convencimiento que al aplicarse llevó a los países que desarrollaron el comunismo a un callejón sin salida. Karl, que acabó por reconocer: «yo no soy marxista», estudia que entre el modelo teórico del capitalismo y el del comunismo hay una contradicción de cuyo proceso ha de surgir la Dictadura del Proletariado, que servirá de tesis mientras que la antítesis serán los capitalistas, de cuyo enfrentamiento surgirá la Sociedad sin Clases, por lo tanto la aplicación del Comunismo de Estado, al superar las contradicciones en el modelo de producción. Mientras tanto…
El error fue que enfrentó dos planos diferentes, uno que era real (el capitalismo) y el otro teórico (el comunismo) Otro error fue las naciones en donde se aplicó, pues el comunismo iba a ser la evolución de las sociedades industriales capitalistas, pero se planteó como lucha revolucionaria y venció en sociedades agrarias, poco industrializadas y casi con organizaciones feudales (Rusia y los englobados en la Unión Soviética, China, Corea del Norte, Cuba, Camboya, Angola, Mozambique y demás), lo cual encajó con el otro error previo, la de la Dictadura del Proletariado. Se convirtió en una realidad, pero no en algo real, que se diluyó antes de un siglo como un terrón de azúcar en agua. Fue un proceso vestido de dialéctica materialista, sin serlo en verdad.
Esta explicación es necesaria para entender qué está sucediendo hoy en día y ser conscientes para ver la realidad y actuar en consecuencia e interaccionar en ella e influir en su dinámica. Efectivamente la tensión de contrarios genera una tensión que busca una salida, una solución para la que las personas y los colectivos se posicionen existencialmente al buscar acomodarse en la realidad de la mejor manera posible.

La dialéctica entre el modelo capitalista (tesis) y el comunista (antítesis) dio lugar al modelo socialdemócrata (síntesis), que Keynes supo recoger como formulación económica en su Teoría General, mediante la cual se mantiene una parte de la economía de mercado y otra como intervención del Estado para distribuir los beneficios en inversiones e infraestructuras con dinero público. Pero la sociedad evolucionó, se construyó otro modelo, en el que la socialdemocracia se convirtió en la tesis, siendo la antítesis el neoliberalismo como consecuencia del mercado global posible con las nuevas tecnologías, donde la intervención del Estado se ha fracturado. Es entonces que aparece como idea un modelo práctico ante esta tensión, cuyo estancamiento ha dado lugar a lo largo de la Historia a lo que son diferentes formas del fascismo, una falsa salida a las tensiones sociales, que acaba destruyendo la realidad y con ella a sí mismos, pero causando un gran daño personal y colectivo. La nueva síntesis, como construcción de la realidad es inevitablemente algo que permite el mercado necesario y el socialismo posible, que desarrolla la Teoría Alternativa con la aplicación, posible y necesaria, de la Renta Básica.
Se plantea una transformación dentro de otro desarrollo dialéctico de la realidad, no como forma económica, sino como base del sistema productivo, entre la sociedad industrial y la sociedad tecnológica. Vemos como encaja que los usos de las tecnologías y las aplicaciones informáticas, aplicadas a la productividad y al consumo, suprimen una gran parte de la mano de obra que no es necesaria, porque lo suplen las máquinas y formulaciones algorítmicas.

Este proceso da lugar a un fenómeno nuevo, el arte como modelo de sociedad. Siempre ha existido el arte, pero nunca se ha socializado tanto, nunca, ¡jamás! Como factor social, al no haber habido nunca la ingente cantidad de alumnos de música, de escritores, de músicos, cantantes por doquier en las academias, conservatorios. Y no es el arte de las masas ni su masificación, pues dejaría de serlo para convertirse en el fascismo del arte: El espectáculo, la vaciedad de los contenidos, la “luminosidad” de las formas y la estandarización, lo cual es un peligro. Con el artificio de la espectacularidad se trata de controlar y dirigir el arte. Al integrarse la tecnología en la sociedad del arte genera la comunicación global, por eso la censura no funciona, pero sí la falsificación de la cultura y mercantilizar el arte. Es necesario estar atentos.
La sociedad del arte desarrolla la creatividad individual, se crean espacios y ambientes culturales como nunca nadie se hubo imaginado. Es un fenómenos social en el que poco se repara, cuando es la construcción del futuro inmediato que ha aparecido, sin que seamos conscientes de ello y, por lo tanto, no ponemos los medios para que se desarrolle y nos acoplemos mejor, con medidas económicas y políticas acordes.
Frente a la tecnificación del ser humano, su vida (y a la larga el pensamiento y la manera de sentir, cada vez menos sentimental), aparece el arte como contrapeso.

De ahí la necesidad cierta de lo que dice Virginia Woolf: “Una habitación propia, con pestillo y quinientas libras al mes para que una mujer pueda escribir”, pero, casi un siglo después, ya no es para los escritores, sino para cada persona, y poder dedicar una parte de su tiempo crear ante el vacío y monotonía de la sociedad tecnológica. para conseguir que vivir sea una obra de arte. O no, pero será una elección, cuando el arte siempre ha sido un gueto para una élite, la cual se resiste en ámbitos locales y de la cultura nacional. Pero repito, no es el arte de la masa, sino el generalizado que nace de manera espiontánea, el que se socializa y salva de la alienación tecnológica. El arte comunica, mientras que la tecnología aísla, por ejemplo cuando se pide una cita o una información y la respuesta es a través de máquinitas de voz, o para sacar dinero o un billete para viajar o para hacer las compras en un cajero automático o frente a un ordenador, la persona en la ventanilla desaparece. Nos informan voces metálicas. La sanidad, e incluso la enseñanza siguen protocolos técnicos, dejando a un lado el factor humano. Surge la compensación de sacar lo más humano de nuestro interior, brotan por doquier los poetas, escritores, gente que pinta, que canta, qie toca algún instrumento de música, que hace obras de arte de todo tipo, quienes se dedica a esculpir, o hacer cine y nos ser sólo espectadores pasivos.
Es la emergencia y el emerger de la SOCIEDAD DEL ARTE. Estamos inmersos en ella, la vemos, la sentimos, pero no nos damos cuenta porque no somos capaces de darle el valor histórico que tiene ni aplicar su función para que se haga algo real y la búsqueda de falsas salidas volviendo a referencias del pasado.
Entre la sociedad del arte y el mundo tecnológico surgirá otra nueva realidad, que está por ver. De momento hemos de asentar la que ha surgido, pero que no llega a aterrizar, siendo aquello que explica la explosión del arte, el reconocer que todo el mundo lleva un artista dentro que ha de desarrollar. Lo cual lo ha de tener en cuenta el modelo de enseñanza, la economía y los nuevos medios de comunicación que quedan obsoletos como simples vías de información / desinformación. Hoy los museos empiezan a ser interactivos, a abrirse a la gente que son actores de los mismos, pero a un nivel aún nimio.

Evitemos lo más posible la patología del inmovilismo, de las falsas soluciones estancando la creatividad en horarios, empleos que ya no sirven para nada, sino para destruir la realidad: contaminación, calentamiento global, cambio climático, desaparición de especies, cataclismos meteorológicos, inundaciones, con dinero público y gastando para paliar los desaguisados otro tanto… Es increíble la torpeza que nos asola, lo que permite la extrema desfachatez y cinismo de la casta política en todo el espectro parlamentario.
cerrar los ojos lleva a la ruina en todos los sentidos. De ahí la necesidad del pensamiento creativo para romper la inercia y encauzar oportunidades para el desarrollo del arte a nivel personal, colectivo y de sociedad. Entramos en la sociedad del arte, con todo lo que conlleva. Bienvenidos.
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