19 – marzo – 2020: Ayer fue un día aciago, complejo por muchas razones, entre otras las discusiones respecto a este diario, que planteo como reflexión, como un punto de vista que es necesario, pienso, y no para atacar con anatemas a nadie. Alguien me ha preguntado ¿es ético lo que haces?
Incluso podrá ser declarado desde lo irracional como algo ilegal por estar en contra de las medidas del Estado y alentar a desobedecer. Algo que no es así. Hasta en las redes he tenido problemas e imposibilidad de hacer algunas funciones como etiquetar, y recibir avisos de que “usted puede estar contraviniendo las reglas de esta empresa”. Creo que la discusión no lleva a ningún lado, y más cuando cada cual se atrinchera en su postura, sino que debemos ver y analizar datos y razonar sobre ellos, ver cuestiones parecidas a lo largo de la Historia, que al final, hablando con mi hijo Ramirín muy discrepante con lo que planteo, se refiere a que “eso ha pasado siempre”. He aquí la cuestión, le dije, que no somos capaces de salir de esas dinámicas que han llevado siempre a catástrofes inauditas. Si bien siempre ha habido una salida.
Por ejemplo me han comentado que si es que soy insensible, si quiero que muera más gente con lo que propongo. Mi respuesta es que hay que contextualizar el problema, verlo desde fuera, salir de la focalización de una parte, que tomamos como un todo, y esto nos lleva a un error. Es como si grabamos la vida de una persona cada día a lo largo de un año y lo hacemos siempre cuando en un momento se rasca la nariz, dos segundos de 24 horas. Elegante, amable, profesor de Historia, y todo esto queda a un lado y lo describimos como una persona obsesiva, que siempre se rasca la nariz y podemos decir, incluso, que es un poco guarrete. Y si sale esta imagen repetida varias veces al día quien la ve lo corroborará y hasta le parecerá deleznable que haya alguien así. Quien conozca a esta persona se sorprenderá. Y le dirán “¡es que no lo ves, mira!! Puede parecer un ejemplo tonto, pero ayer cuando habló el presidente del gobierno español en el Parlamento dijo: “Es cruel este virus que impide la socialización”, cuando esto es así por las medidas adoptadas, no por el virus, cuyo efecto es devastador, doloroso, cruel, sí, pero por la enfermedad que genera. Debajo, un titular de la televisión ponía que habían muerto en todo el mundo más de 5.000 personas. Un día después 8.500 (datos oficiales.) Según las mismas fuentes ministeriales no suponen ni la mitad de los casos mortuorios que se produjeron en España el año pasado (con vacunas que evitan su padecimiento) por el virus de la gripe y de la neumonía, también enfermedades infecciosas. Además hay otras muchas causas de fallecimiento. La media en España de muertes cada día del año 2018 fue de 1.171’8 individuos que pierden la vida por diversos motivos. Sin esta referencia cualquier otro dato parecerá monstruoso. No dar la cifra comparativamente es falsear la realidad.
Ante lo desconocido hay que actuar con calma y cautela, sobre todo evitar el sobresalto de ir anunciando casi en directo cada caso, cada muerte, cada noticia. Como la de una residencia en la que murieron diecisiete ancianos. Dijeron que en un día, pero parece ser que fue a lo largo de una semana. Da lo mismo, pero es que en otras han muerto en dos semanas, con menos gente, hasta nueve personas. Sin este dato se está sesgando la información y focalizando un problema de manera que el árbol no deja ver el bosque. Y se toman decisiones fuera de la realidad, que además se extienden y contagian dentro de lo que supone la psicología de masas. Una mujer me ha enviado el siguiente mensaje: “Te aclaro, Montehermoso es la residencia de Madrid que ha saltado en las noticias. Siempre ha tenido sus carencias, pero supongo que no muchas más de las que tienen el resto y de las que la administración suele hacer vista gorda y no controlar como debería. Mi madre estuvo en esa residencia hace seis años. Cogió una gripe y el médico un día nos recomendó que la lleváramos a urgencias porque no estaba tranquilo. Dos días después murió. Sin salir en prensa. Sin más misterio. Sin denuncias”.
Otra crítica es que me acusan de que lo que pretendo es censurar la información, y ni mucho menos, pero sí criticar la manera en que se ofrece, como ya hice hace tiempo. Incluso en un estudio sobre economía, “Los fundamentos de la Renta Básica” (2003) dediqué un capítulo a la opinión publica, por su influencia en la economía y en las decisiones erróneas de los que gestionan las políticas de empleo, sociales y demás. Me han enviado un vídeo en el que podéis escuchar a un bioquímico y farmaceútico argentino, virólogo que trabaja en Francia, Pablo Goldschmidt, que plantea que estamos siendo víctimas de la información rápida, “lo que da lugar a la suma de incompetencias sin sentido crítico”. Sin análisis de la realidad queda justificar a las autoridades por sus decisiones tomadas en un contexto emocional, “ante la gravedad de los hechos”, “debido a las consecuencias mortales que suceden y su expansión”, y demás. Y se refuerza con que las personas, como opinión pública, ante la presión de unas imágenes y de noticias descontextualizadas, piden más contundencia, mayor rapidez, y la cadena crece, va en aumento. Sobre otros gobiernos cuyos científicos, también personas de ciencia, plantean otra estrategia (Gran Bretaña, Suecia), se ha originado una gran presión desde sus propios ciudadanos ante la oleada mundial de aislamiento, entrando en la dinámica de a ver quién más. Goldschmidt informa que el COVID-19 es una variante nueva, pero un virus común. Que no es razonable asustar a un planeta entero, pues su contagio no es superior a otros, y que se ha creado una psicosis colectiva. Lo que hace falta es seguir investigando en una vacuna.

Otra acusación que me hacen es que no me importan las muertes que ocurren. ¡Por favor! He decidido no contestar, sino expresarme en este diario de un disidente. No para salir a la calle, como algunos incitan, hartos del engaño, pues no es el momento y sería contraproducente, sino extender la razonabilidad y exigir responsabilidades a quienes dicen representarnos en todo el espectro político. Estoy abrumado y afecta a mi estado de ánimo, pero entiendo como un deber, en el sentido kantiano, manifestar lo que pueda ser razonado.
Ayer conocí dos casos cercanos. Uno es el de una médico, vecina de la casa de mis padres, que está en cuarentena. Como todos los años ha pasado la gripe por estar en una situación de riesgo con pacientes con alguna enfermedad contagiosa, pero en esta ocasión se ha generado una alarma injustificada. Todo el vecindario asustado. Mi madre reza por ella, cuando otros años no, pero si escucha la noticia repetida, insistentemente, de que un guardia civil ha muerto con el coronavirus, que un joven… se le encoje el corazón. También hablé con una mujer hospitalizada, grave, que ha dado positivo en el coronavirus. Llevaba una semana enferma, sangró al toser. La operaron hace unos meses y está mal, grave y es consciente de ello. Mi pena, mi tristeza vital es enorme. También conozco a dos personas, una ingresada en la Regla con cáncer terminal, y otra amiga en el hospital san Juan de Dios con otro cáncer, con cuidados paliativos. También me apena mucho. Y un amigo con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA.) Son problemas sanitarios, con consecuencias familiares y con una interrelación social para lo que todo que se pueda hacer es poco. Pero no se deben sacar las cosas de quicio, y hacer que un mal se resuelva con otro mal superior, porque se suman dos peligros. Es una reacción a lo desconocido, dicen, pero al menos lo que hay que hacer es no alterar de forma maximalista aquello lo que sí conocemos, nuestra manera de vivir, de la que depende la vida de las personas y de las familias. Habrían hecho falta cambios paulatinos de calado y con medidas compensatorias desde hace tiempo, ahora las medidas adoptadas por el gobierno español resultan insuficientes, rancias y no compensan el problema que están generando.
¿Es ético plantear dudas ante las medidas adoptadas por nuestro gobierno y el de otros países? La otra pregunta paralela sería ¿es ético reforzar la ola de irracionalidad? Parto de una idea de Nietzsche, que me parece acertada: “No hay fenómenos morales, sino una interpretación moral de los fenómenos”. Y de la orientación que hace Kant sobre ¿qué podemos hacer?, en su obra “Crítica de la razón práctica”, con dos cuestiones que definen la ética para este filósofo. La primera es que nadie pueda ser un medio para otros fines, ni siquiera fines superiores. La segunda que la conducta individual pueda ser admitida como comportamiento universal. El problema es que la ética es individual, pero cuando afecta a un colectivo, a una población ¿qué decidir y cómo?

En una sutuación límite como en la que estamos, por un nuevo contagio a nivel sanitario y por las medidas tomadas a nivel social, es cuando hay que echar mano de lo que hemos leído, pensado y ponerlo a prueba. Si no ¿para qué?
No se trata de un concurso de respuestas, a lo que nos tienen acostumbrados, o buscar argumentos automáticamente, casi por acto reflejo, sino pensar las consecuencias, contrastar criterios e informaciones y que sirvan para orientar la manera decidir, a nivel personal y colectivo. Unas estadísticas y previsiones sesgadas hacen que la propuesta adoptada fracase, por precipitada y por carecer de una visión de la realidad en su conjunto. El problema es que en el auge de los hechos, siendo la realidad la información focalizada en uno como un todo que funciona a modo de un tsunami irracional. La razón queda fuera de lugar, aplastada una vez más. Pero será el clavo ardiendo al que agarrase cuando las medidas adoptadas vayan de mal en peor, a sabiendas de que será demasiado tarde, pero los tablones más humildes son a los que se agarran los náufragos cuando se hunde el barco. Y no es por pesimismo que diga esto, sino porque se ha desatado una cadena imparable que hay que parar.
Considero que hay una irresponsabilidad con la manera de gestionar los datos, np es ético seguir en esa línea. No es ético, que por ganar audiencia se haga una información sensacionalista, cuya consecuencia máxima la estamos viendo. Y que ya viene de lejos. No es ético evitar contemplar otras formas de ver y de abordar el problema, lo mismo que dejarse llevar, pues esta actitud es la que propaga una equivocación que pagaremos con creces. Sin embargo cuando la dinámica social se ha apoderado de la realidad única (unificada) también se fragua su propia lógica con la que crea el modelo de pensamiento de masas, y quien resulta inmoral es el sujeto que no se deja llevar por la corriente. Entonces se pone como referente el bien común, la salud de todos, la de los demás, y a eso se define como lo responsable, lo solidario, cuando está haciendo un enorme daño a la sociedad en su conjunto. Pero no se ve. Lo irracional ciega la reflexión. La ética queda a un lado y se actúa por obediencia, que se trata de adaptar a una ética artificiosa del momento, ficticia e inventada, pero que es la que funciona y a la que debemos plegarnos, o cumplir a la fuerza. Y ésta será muy difícil de desarraigar.
¿Por qué me ha surgido este tema? Una prima de mi padre, vive sola, con 91 años. ¿La voy a ver? Pienso que sí, para hacer que se sienta acompañada, para hablar con ella, hacer si hace falta alguna compra. Pero ¡la pongo en riesgo!, ¡es una irresponsabilidad!! Si tuviera la certeza de testar contagiado podría plantearse, pero ante una sospecha, ante un miedo, o por si acaso, no puedo fundamentar una decisión. La certeza es que ella agradece mi visita, al no poder salir, al no poder jugar su partida diaria de cartas con amigas que viven en una residencia. No la beso al saludarla, sino en bromas hacemos el «sayonara» y medidas higiénicas normales.
No es un tema baladí. Y la ética es compleja. En algunos países se debate, entre filósofos y teólogos, la ética de nuevas realidades, sin que haya una solución clara. A parte de la eutanasia, el aborto, que depende de un posicionamiento moral, es decir de la creencia previa o según la concepción de la vida, con la que luego se interpreta el hecho (Nietzsche), se plantean nuevas cuestiones éticas como es el caso de los coches sin conductor, que empezarán a circular no dentro de mucho. ¿El vehículo debe priorizar la seguridad a los que van dentro del coche o a los que están fuera, en caso de un accidente? Depende de cómo sean las medidas antichoque. Hay planteamientos para ambas posturas. Es difícil de dilucidar.

Hay un caso que ponía de ejemplo para que mis hijos vieran lo difícil que es juzgar un hecho por duro que sea y que suscitó enormes discusiones familiares. Lo cuento en un libro reciente, pero me parece ilustrativo en este tema: Van a juzgar a un hombre que ha matado a su hijo. ¡Es algo tremendo!, echó a un vástago suyo a los lobos. Si nos quedamos en esta acusación, sí, lo ha matado, pero veamos su contexto. A mí me contó este caso, o cuento, un amigo que siempre terminaba las conversaciones con la frase “un problema sin solución”, en la residencia psiquiátrica San Juan de Dios en Madrid. Este hombre iba con su mujer y sus hijos de poca edad en un trineo. Les persigue una jauría de lobos hambrientos, se acercan cada vez más y no va a poder escapar. No llevan comida. Si no hace nada matarán a todos. Si él se tira para que los lobos le coman a él y dejen a los demás, nadie podrá llevar el trineo y serán presa de las fieras. El bebé que lleva su mujer en brazos es demasiado pequeño para que se conforme la manada. Si se lanza la madre no podrá dar de comer con su pecho al retoño y serían dos los muertos. Salvó a toda la familia menos a uno. ¿Qué es lo legal y qué lo ético? Y a veces hay que aceptar un mal, cuando es inminente y no ocasionar males mayores e irreparables.
Al comienzo de la crisis la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), estableció un criterio, que luego se ha saltado: “Minimizar los efectos económicos a la hora de tomar medidas contra el contagio del nuevo virus”. Ante un estado de alteración emocional colectivo ha cambiado su criterio, aceptando lo que ha sucedido sin estudiar las consecuencias.
Se ofrecen datos tremendos cada día, reforzando esta conducta, sin analizar comparativamente, es decir sin relativizar los hechos. Ayer hubo en Castilla y León 211 casos hospitalizados. Solamente en el hospital de León se disponen de 795 camas. Harán falta más medios, más personal. Y ya de siempre hubo lo que se llamó “infección hospitalaria”, que hacía salir pronto a los pacientes para evitar el contagio de otra patología. El contagio es masivo, se quiere relentizar, pero se precisa una medida de salud, de medidas higiénicas más severas con la población de riesgo, no añadir el pánico y la angustia de una crisis económica y que afecta a lo personal y familiar, cuando continúa su expansión, porque la realidad vírica tiene su desarrollo. Hay que poner medios técnicos, sanitarios y de investigación para una emergencia sanitaria evitando los males colaterales.

El «pánico de Estado» ha llevado a establecer una medida de seguridad con carácter militar, que en EE.UU lleva al jefe del estado a declarase presidente en tiempos de guerra. Algo inaudito, pero aplaudido masivamente, dentro y fuera de su país. La aportación sanitaria militar será imprescindible, que en EE.UU. y en China se hace, pero confinar a toda una población y para ello militarizar la sociedad es un paso que impone una medida que presiona a la sociedad, que en China ya estaba establecida, ¡ojo!, de manera que se abre la puerta a un nuevo orden totalitario, justificado en un bien superior: la salud pública y la ciencia. Y no digo que se haya hecho para esto, sino que forma parte de una dinámica irracional y obsesiva a causa del miedo, que acaba imponiendo su lógica más allá de la pandemia, porque se ha sacado ésta de su contexto sanitario.
Un señor se puso en contacto conmigo, muy correcto, comimos juntos y hablamos sobre mis anteriores páginas del diario. Surgió en la conversación este punto sobre si es ético lo que está pasando. “¿Y si es necesario?” Me planteó. No íbamos a volver a reiterar lo que ya estaba claro desde el punto de vista de cada uno, pero “¿y si es un atentado?” Le dije que para mí es improbable, porque un Estado no lo haría pues le acabaría afectando igualmente a él. Se han cometido asesinatos de Estado a disidentes inyectando una sustancia radiactiva o una carga bacteriológica al hermano de un presidente de un Estado. ¿Cómo parte de una guerra económica sucia y secreta por la hegemonía de un mundo global? No hay datos que lo avalen. Pero, me dijo: «plantéese que un grupo terrorista decide poner en jaque a todo el mundo, ¿sería ético hacer lo que hemos hecho?» Le dije que no le podía responder de sopetón. Divagamos. Planteado como una hipótesis, no una certeza, habrá temor a una segunda fase, a una amenaza superior de reiterar el acto con más virulencia, y habría que dar tiempo a que fueran localizados, para lo que estarían los servicios secretos actuando. Por eso se habría militarizado la solución a la epidemia. Pienso que lo que estamos viviendo se explica de manera directa y simple para hacer cumplir el orden establecido de alarma y emergencia, sin más, ante el aumento de casos de contagio, sin ver que el coronavirus como todos los agentes infecciosos acelulares y microscópicos se acabará extendiendo a toda la población. En el caso de la hipótesis ¿el fin justificaría los medios? Pienso que en tal hipótesis habría que haber informado a la población para que resultaran comprensibles y razonables las mismas medidas y más. Claro que, para justificarlas, se puede inventar este móvil cuando fracasen las medidas de confinamiento.
En cualquiera de ambos casos, el real y el hipotético, habrá que poner los medios económicos en manos de cada persona que se vea afectada por la perdida de sus ganancias para sobrellevar las medidas drásticas de aislamiento. Se lograría mediante una subvención mensual específica de cuarentena y no con incentivos crediticios o aplazar el pago de impuestos, sino una cantidad que permita sobrevivir a las personas y disponer de medios de supervivencia a todas las familias. Hay colectivos, como la Marea Básica, que lucha por ello. Por eso el confinamiento es una medida aplicada injustamente, sin la ética que precisa una situación de esta índole y se deja por contra a muchas personas en la estacada.
En la discusión que nos concierne, con la terminología kantiana, en el caso de la hipótesis, con la parálisis social se hubiera actuado por un imperativo hipotético, es decir dependiendo de una condición que hace imprescindible la acción, lo mismo que dar a conocer la causa a la población. Lo ético o no ético sería la manera de aplicarlo. En el caso real se ha hecho como imperativo categórico, que se implanta como un deber colectivo, pero esto exige un análisis razonando y atendiendo a más puntos de vista y no empujadas las decisiones por la presión emocional, lo cual es un error, por dar una respuesta más en relación a las noticias engrandecidas que a las necesidades médicas. Y se seguirán narrando casos, de famosos, de muertes excepcionales, aislada esta información del resto de casos por otras causas, con lo cual la realidad ha desaparecido, se desvanece, y funciona una lógica irreal, que juega con la trampa de que si no se hubiera hecho así sería peor, avalada por algunos expertos para ofrecer una respuesta mediatizada y no la que se debiera haber tomado. Por estas razones no es ético. Pero dentro de la burbuja irracional no es ético actuar contra la ley establecida, lo cual es una imposición a la conciencia de las personas.
Y no es supeditar, como algunos critican, la economía por encima de las personas y de la salud publica, ¡no!, sino que se trata de situar lo real en sus términos y actuar en consecuencia, con el mínimo daño posible a la sociedad. La acción de un virus afecta al 90% de la población, por lo que seguirán saliendo casos, su contención es médica y se disminuirá su morbilidad a medida que se descubra la vacuna correspondiente. Entre tanto habrá que tomar precauciones con la población de riesgo y no exagerar para hacer que se hace algo, cuando se opta por un mal mayor, en lugar de por un mal menor, siendo éste un principio ético fundamental. Y lo peor son las consecuencias de haber logrado una sociedad domesticada con el temor y obediente ante el espejismo que nos pongan por delante.
Hoy ha sido el Día del padre, a pesar de todo la vida sigue, plutôt la vie. Hay que buscar los rincones de cariño, de superar las circunstancias entre el humor y la reflexión, apechugando la pena y tristeza de casos de afectados que cada cual conocemos, que de una u otra manera son la vida misma. Por eso no podemos hacer un mundo de ellos, porque el sentimiento no es una razón. La ética nos obliga a pensar, de manera que una decisión ética exige ser contrastada y valorada en su justa medida.
Salud y resistencia.
Ni por asomo se nos ocurriría pensar, a los que te conocemos personalmente, que vayas a desear la muerte de miles de personas. A esos, oídos sordos, sin más. Dicho esto, me gustaría matizar que es cierto que otras enfermedades, como el cáncer, el infarto o los accidentes de coche, producen más muertes al año que las que se producen por coronavirus. Lo verdaderamente alarmante es que se haya alcanzado una cifra tan elevada de contagios y de muertes en tan solo una semana. A mí me parece, incluso, que el gobierno ha reaccionado mal y tarde frente a algo que, a diferencia de China, nosotros sí podíamos prever. Por otra parte, no tengo tan claro que el coronavirus nos haya hecho más insociables. Por el contrario, tengo la intuición de que esta epidemia, como en la novela de Camus, nos puede hacer más solidarios y conscientes del vacío que nuestra sociedad venía alimentando desde hace… ¿décadas?, pero que se había hecho más profundo desde la crisis de 2008, con lo de salvar cada uno su culo siendo más competitivos y demás monsergas de la cultura emprendedora. En lo que sí estoy de acuerdo, contigo y con ese señor Nietzsche que debe de ser muy listo, es en que el coronavirus no tiene la culpa de nada. Es un mero bicho viviente, que se limita a sobrevivir, como es su obligación. Igual que hacemos los demás bichos vivientes. Un abrazo y que sepas que te sienta muy bien la monarquía, esto es, el gobierno de uno.
Después de leerte todo seguido en un día puedo seguir pensando que también esto se debe a un estudio sociológico de como afecta tanta red social y la mala información, de lo manipulables que podemos ser y de que cada vez hay gente que razona menos.
Gracias por hacerme ver que aún hay gente que de verdad «piensa».
Quizá tengamos que rectificar. El pico de infectados no es normal.
https://www.burbuja.info/inmobiliaria/threads/tenemos-al-fin-imagenes-terribles-de-un-hospital-italiano-en-bergamo-comentemos.1310836/#
Los dirigentes chinos asumen que ha sido un ataque de EEUU y que viven bajo una guerra híbrida desde hace tiempo.