Diario de un disidente del coronavirus: La paradoja

25 de marzo, 2020: La emocionalidad de las noticias, insistentes hasta la saciedad, sobre la enfermedad del coronavirus nos encierra en la realidad que ha sido creada como visión única. Cualquier razón que cuestione lo que se está haciendo no sirve para nada, aparentemente, porque lo que se quiere es resolver el problema como sea, por un único camino.

La información deja de ser sobre la infección del coronavirus, ni la epidemia es su objeto, sino que se ha convertido en el fondo del escenario  para anunciar la noticia que es la noticia misma como tal. Las novedades se suceden, sus efectos y sus consecuencias, en un guion que se superpone a la realidad, de manera que la información se convierte en una caricatura de sí misma.

Ante el drama de esta nueva epidemia viral y de su amenaza a la salud de las personas, lo predominante es la reacción de la masa social, la cual ha determinado las decisiones de los gobiernos. A su vez estas decisiones marcan las pautas que el conjunto de la sociedad , mayoritariamente, asume. Como son réplica del clamor de la sociedad encajan con el deseo de la masa social. Las ordenanzas de las instituciones, en un clima de terror colectivo, se han de recrudecer cada vez más por su propia dinámica. (La masa es la unión de la gente por lazos emocionales; El pueblo es esa misma unidad por la conciencia del mundo en el que viven.)

Bici

Es curiosa esta reacción que  estamos experimentando, que a su vez es por otra parte la normal. No por ello es la adecuada. Acaban llevando al desastre como demuestra la Historia.

Además de noticias sobre la enfermedad aparecen otras como consecuencia de la manera de reaccionar al contagio del coronavirus: Altercados, el atropello a un guardia civil por un coche en el que iban cuatro jóvenes que no quisieron parar en un control. Se ve a la gente cada vez más irascible. Lo percibo al salir a comprar el pan, escucho cómo reaccionan desde las ventanas. Veo la soledad de las calles. Presto atención a los casos que se televisan: Vecinos gritando contra el traslado de ancianos a su barrio. Aumentan las multas. Las detenciones se incrementan. La falta de material para evitar el contagio en los hospitales, tanatorios y geriátricos da lugar a otras noticias, como denuncias judiciales, la compra del material necesario en subastas.  ¡A estas alturas va a empezar a llegar! Hace días he dejado por escrito, que se debería haber comenzado por estas medidas  y no hacer estallar la irracionalidad: Había que haber  blindado estos lugares, hospitales y residencias de ancianos, los más vulnerables en caso de epidemia, que es donde se producen el 87% de los contagios mortales, y evitar el colapso de la economía y en las relaciones humanas.

Seguir dando vueltas con la curva de los gráficos, narrando cada caso, a la espera de llegar al máximo de muertes por el coronavirus y el de los contagios, “el pico”, hace que se refuerce un aislamiento que ha originado una catástrofe social y económica, sin resolver el problema sanitario. Para nada he planteado la mala intención de los responsables de esta situación, ni que sean unos gobernantes perversos, simplemente que han sido arrastrados de manera irreflexiva, y que ha su vez han empujado a la sociedad, en cada país, a un salto al vacío.

Atiendo al comienzo del debate de la nación, con propuestas de cara a la galería bajo el precepto de «y yo más». La supuesta izquierda solicita más restricciones en un futuro. Se han paralizado los centros de consulta de atención primaria, lo que hace que haya que acudir al hospital, que se satura más. Y cómo no pueden atender tanto, para evitar que se acumule más gente, ¡más restricciones! Desde la derecha se pide que las banderas institucionales ondeen a media asta y que se declare un funeral de Estado. ¿Y para otras enfermedades mortales? Es un dislate donde la única oposición a la sinrazón y absurdo que vivimos es usar el razonamiento.

¿Para qué razonar ya? Con el fin de que en el futuro se haga política de otra manera, de que cambien las pautas de la economía, de que las fuentes de información no alimenten lo espectacular y el sensacionalismo. Para que cuando salgamos de esta situación se haga con soluciones razonables y necesarias, pues de seguir en lo irracional lo pagará caro gran parte de la sociedad.

Hoy he tenido dos noticias lamentables. La muerte por coronavirus de la sobrina de una amiga, que me lo contó cuando la fui a felicitar por cumplir años. La otra ha sido que el familiar de un amigo, una chica joven, se suicidó ayer. Me afligen estos sucesos, más en un ambiente desolador. La vida sigue. El desánimo se intenta vencer haciendo música en los balcones, encuentros por internet, como el Ágora de la Poesía que celebraremos este viernes (último de mes), gracias a una aplicación que un amigo nos ha facilitado. Novedad que afrontamos con ilusión.

Cdr botlla

Establecer un ingreso mínimo vital se abre paso, con debilidad, a pesar de la campaña de los movimientos sociales. Todo porque los sucesivos gobiernos que ha habido en España, desde 1999, han incumplido la Carta Social Europea. Ahora es una necesidad imperiosa que se aplique. Las auto-denominadas «fuerzas del cambio» se quedan cortas, incapaces de plantear grandes debates y que no están aportando nuevos puntos de vista con los que se supone que emergieron. Han elegido los pasillos palaciegos, allá ellos.

Vivimos tiempos paradójicos, de enormes contradicciones cuyo choque podrá permitir sacar conclusiones. Una paradoja es lo contrario de la opinión común, una proposición en apariencia falsa pero que no conlleva una contradicción lógica. Permiten buscar nuevas realidades. Como decía mi tía Lola, “todos tenemos razón, pero nadie la tenemos completa”. En este matiz hay que buscar soluciones.

La primera gran paradoja se enseña en los institutos, como comienzo de la Filosofía, a partir de la cual surge lo que ha sido la historia de la filosofía y del pensamiento occidental. El oriental se quedó principalmente con una parte, la de Heráclito: “El Ser no es y el no ser es”. La otra es la tesis de Parménides: “El ser es y el no ser no es”. Metafísica, diversos tipos de idealismos, el materialismo, y múltiples corrientes filosóficas parten de aquel contrasentido entre ambos filósofos..

Es en el terreno de la Filosofía en dónde se debe buscar el pensamiento, ¿para qué sirve la filosofía si no? Se ha convertido en una asignatura que se resuelve en hacer exámenes y no como aqueloo que enseña la materia y la forma del pensamiento. Nos enseñan a saber, a conocer, pero ¿a pensar? ¿Dónde están quienes se ocupan de esta tarea? Las ideas, las enseñanzas de quienes se han dedicado a construir teorías de pensamiento hay que ponerlas a prueba, jugar con ellas en el tablero del mundo. Lo mismo que habrá que preguntar a los matemáticos, tecnificados en «modelos de sistemas», ¿dónde está la visión del conjunto de los problemas?, como a mí me enseñó el profesor Navarro en el instituto San Isidro de Madrid. En él tuve a un profesor de filosofía, el señor Mañero, tomista a rabiar, pero que hacía estar en silencio a sus alumnos, antes de empezar la clase, para pensar sobre el tema  que luego impartía. “Pensad en lo que os he dicho” y nos dejaba copiar en los exámenes (menos a uno que creyó que se podía hacer a la vista.) «Lo importante es pensar sobre lo que habéis aprendido y eso nadie lo puede juzgar», decía. Don Josemaría, el Popeye, en el colegio Nuestra Señora de Begoña, en BUP, siempre preguntó cuestiones de la vida para relacionarlas con Kant, Hegel, Platón, oh ¡el amor!, Sócrates, ¿por qué se llama materialismo a lo que cuenta Marx?, «que por cierto está tan de moda ahora», decía.  Daba respuestas a nuestras inquietudes desde las teorías del programa educativo.

Cd monica aramburu
De un cuadro de Mónica Aramburu

Pero quienes enseñan sobre las ideas, algunos quizá a pensar, han renunciado a ejercer su campo de amor a la sabiduría. Delegan la visión del mundo a la ciencia, como fuente de realidad. Se pliegan a la Historia como única posibilidad, igual que si fuera una caja cerrada, sin horizonte. Sin pensamiento todo aquello que conozcamos es aplicado erróneamente. Los filósofos y ¡tanto catoblepas! han renunciado al saber como descripción de hechos, dejan que la filosofía se agote sin aportar nada de su potencial, sin ponerla a prueba con la realidad. Ya se sabe lo que hay que saber y se conforman, que hay virus. Si los científicos lo aseguran, dicen, que hay que seguirlos. Pero también nos han dado a conocer cómo funcionan los procesos víricos y, en consecuencia, es necesario pensar, desde la razón, qué podemos hacer, y no conformarse con una visión plana y compleja de conocimiento, pero simple en el pensar.

¿Dónde los filósofos para ser consejeros, asesores, “expertos” de quienes se dedican a regir el destino de las naciones? Al menos para dar su opinión. De tan puros que se presentan no se pringan con la realidad, se dejan llevar por ella. ¿Dónde están que no salen en tropel? ¿Dónde se esconden que no se les oye? Las ideas les parecen ideologías y se han convertido en funcionarios que mandan a tomar por el saco a la filosofía mostrando al mundo un museo de ideas disecadas y de autores convertidos en estatuas, en lugar de entenderlas como personas que pusieron sus pies en el barro, aunque fuera en el de las mazmorras o en las gavias donde encerraron a muchos de ellos. ¡Qué paradoja!

Salud y resistencia.

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2 comentarios en “Diario de un disidente del coronavirus: La paradoja

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