29 de marzo, 2020. Es domingo. Me doy cuenta porque lo marca el calendario. Los días se parecen mucho unos a otros en este encierro masivo. Para definir la diferencia, en casa ponemos una película de cine. Ayer vi “Amanece que no es poco”, tiene cierta gracia, se parece a la situación surrealista que estamos viviendo. Existe un fondo en la película que pasa desapercibido. En una escena se da la pista, cuando sale fugazmente el retrato de Freud. Ese segundo supone para mí el epicentro de una onda expansiva que recorre toda la historia, sin que apenas se vea.
He llevado el pan a una prima de mi padre que tiene 90 años. Está sola. Hablo un rato con ella. Mantenemos la distancia precisa y nos saludamos y despedimos con el saludo japonés, “sayonara”. Le hace gracia. Se quejó hoy de que vamos a acabar como los musulmanes, tapándonos la cara. En la radio alguien habló de las predicciones de Nostradamus: «Una enfermedad asolará al mundo en el año gemelo», ¿20-20? Otra predicción es que el poder amarillo y el de la media luna se unirán contra el mundo de Occidente y la cristiandad. Dice todo lo que puede ser previsible, por eso en algo tiene que acertar.
Todavía me queda el eco del Ágora de la Poesía por Internet. Para mí fue una experiencia, en la que he comprobado la utilidad de este espacio que ha abierto la tecnología. Es un gran avance que se ha socializado. Deja de ser una herramienta y poco a poco se convierte en un mundo, primero paralelo al que vivimos, luego nos está invadiendo hasta absorber nuestra vida. Es útil, necesario, pero cuando lo ocupa todo nos aplasta porque despersonaliza.
En este encierro me doy cuenta de su valor en general, pero a la vez percibo la diferencia entre generaciones en relación también a este medio. De alguna manera está siendo una tabla de salvación la comunicación por wasap, las redes sociales, los correos electrónicos, ¿o si no de qué otra manera? Estoy seguro de que más insoportable y con más reacciones violentas resultaría un apagón de la red de redes, internet. Sobre todo para la juventud. Sería para ellos una auténtica tragedia, mucho más que la cuarentena social.
Nuestros abuelos asocian lo que vivimos, encerrados en las casas, a la guerra. Ahora el miedo no es a las bombas, sino a la enfermedad. Como consecuencia de la guerra hubo más escasez, se pasó hambre en general. Hoy también muchas familias lo pasan mal, algunas están en una situación límite. En nuestra sociedad de consumo hay productos de sobra, incluso excedentes que suponen un problema a la hora de establecer los precios en un mercado global, como sucede en el sector agrario. Lo que falta a mucha gente es dinero para comprar lo que necesita. Mañana la Marea Básica convoca a una cacerolada para exigir un ingreso mínimo, Renta Básica de Cuarentena, por el derecho a la vida, artículo 3º de los Derechos Humanos y en cumplimiento de la Carta Social Europea. He difundido esta acción.
¿Cómo es la comunicación en estos días? Por Internet. Ya lo era antes de esta cuarentena, pero ahora no hay elección. Antiguamente la hubiéramos realizado pegando carteles en las calles clandestinamente o con llamadas telefónicas en cadena.
Mientras que la juventud vive en su universo y les aturde estar encerrados, a los adultos lo que nos desconcierta es no poder salir. Estar en casa mucho tiempo forma parte de nuestra manera de ser, más tranquila en las personas de mediana edad, pero encerrados nos falta la comunicación y el encuentro con el otro, quedar a tomar un café, ir a actos, siendo la pantalla una herramienta que admiramos, pero que no nos llena como a los jóvenes. Las personas más mayores, de la tercera edad, viven esta situación actual rememorando su juventud. Aislados muchos por la sordera, por la lentitud de sus pasos y la torpeza del cuerpo, las enfermedades crónicas y saber que para ellos es peligroso el contagio al oír reiteradamente que son población de riesgo. No entienden que se les deje “abandonados”, para protegerles, pero solos o rodeados de otras personas “solas”, porque las redes o la imagen en ellas de familiares les asombra, pero no les dice nada. Para los de la segunda edad es un instrumento. Para la primera la realidad comunicativa primordial.
El modelo de conocimiento se ha invertido. Nuestra generación aprendía primero para luego llevarlo a cabo. Ahora los jóvenes manejan el ordenador, operan con él, ejecutan órdenes y buscadores por un juego de funciona / no funciona y como consecuencia de ello aprenden. Cuando alguno de mis hijos me dice cómo se hace algo y quiero tomar apuntes, se ríe. A veces he logrado aplicar un programa y no sé cómo lo he realizado. Aparece después de maniobrar con el ratón de un lado a otro.

El nuevo modelo de sociedad que surgirá de este cambio que se avecina, cuyo punto de apoyo ha sido esta pandemia engrandecida por los medios de comunicación, ajusta el control sobre el individuo al ser aplastado por la masa global. No es porque se haya hecho con esta intencionalidad, sino que se trata de la reacción del Poder para que el sujeto quede supeditado a los designios colectivos. Para ello han de colocar la conciencia, otra vez, fuera. Como siempre. En esta ocasión en manos de la tecnología. Estamos fabricando la nueva alienación donde Internet será el espejismo. Tan absorbente es, como todos los que ha habido la historia de la Humanidad, que se convierte en la realidad, fuera de la cual no es posible comunicar. Bastaría no usar esta tecnología, pero además de vaciado el sujeto, la comunicación quedaría muerta. El intento de concienciar es para llenar el vacío (alienación.) Tarea inútil, pero es la que ejercen quienes quieren sobrevivir cuando tienen puesta la mirada al mundo más allá de lo tecnológico.
Lo explica José Manuel Sánchez Ribas, antiguo compañero de Los Verdes , en su blog “Almáciga de olvidos”: Nos hacen creer que la pantalla es la realidad, al modo del totalitarismo. “Si lo real, como afirmaba Lacan, permite profundizar allí donde el positivismo zozobra, y además, permite profundizar manteniéndose dentro de criterios racionalistas y científicos, ¿cómo hacerlo enfrentado a un mundo donde la realidad surge de las pantallas que nos rodean y no tenemos capacidad ni medios de falsación de lo que nos plantean?” Refiere al final que nos encontramos, otra vez, en la cueva de Platón. ¿Qué es esta cueva? Nadie se lo contará a las nuevas generaciones, no leerán sobre ella los sujetos del futuro, ni los Diálogos. Buscarán en Google, que da la respuesta.
Con mucha sorna también cuenta Jose Luis Cuerda la construcción de la realidad, incluida la revolucionaria, en la película que he visto hoy: “Tiempo después”.
Salud y resistencia.
.
Gracias, Ramiro, por la cita y por la entrada. Que no te comente el blog no significa que te siga cada día con más interés. Tu reflexión es cada día más oportuna en este tiempo de debilidad del pensamiento, mentira, engaños, negligencias e incompetencias. Nos encontramos en el pensamiento. Abrazos, amigo.