31 de marzo y 1 de abril, 2020. Ayer no pude ponerme a escribir el diario. Denuncié el caso de un pobre que duerme en la calle. Hoy he seguido haciéndolo con más indigentes. También ayer se anunciaron las medidas del gobierno para paliar los efectos de la paralización social, que está causando estragos desde el punto de vista económico. El gobierno habla de las empresas, de los autónomos, de los que se quedan sin trabajo (a medias), pero de los pobres y de los parados que no cobran prestación alguna ¡nada de nada!
Lo que ha propuesto el Consejo de Ministros para que apruebe el Parlamento no servirá para paliar los problemas que se han generado, sino que endeudarán más a quienes lo tengan que resolver con créditos o posponiendo los pagos de cuotas, alquileres y demás, aumentando de esta forma la cadena de afectados por la cuarentena. Para llevar a cabo una medida así hubiera hecho falta garantizar un ingreso básico el tiempo que dure, para sobrellevar los gastos cuando se ha perdido la capacidad de obtener ingresos. No se ha hecho, pero se resuelve con propaganda. Se construye de esta manera una gran mentira.
He informado en las redes de casos concretos de pobreza. Dando imagen y voz a quienes padecen estas circunstancias. Algunos opinan que son personas conflictivas, o que mienten. Son seres humanos con unos medios mínimos para sobrevivir, con sus problemas personales y familiares, pero si no son atendidos se les deja en la cuneta.
También ayer hubo un debate en Onda Cero, el programa de Julia Otero, un debate sobre la Renta Básica. El tema va saliendo a la opinión pública. Desde hace unos años ha sido una medida posible y necesaria. Hoy es urgente. El debate no explicó bien qué es, se tergiversaron conceptos y, de esta forma, no llega a la audiencia una información clara. Se quiere retorcer esta idea, para coger su nombre pero hacer otra cosa. La Renta Básica no es una medida de carácter social, sino económica. Tendremos paciencia. Cada vez hay más economistas y teóricos que la defienden, algunos después de no haber estado de acuerdo.
He recibido muchas reflexiones de amigos y enlaces para leer, que agradezco. Me lleva tiempo y varios pospongo citarlos para días venideros, con el fin de no alargarme. Hoy quiero analizar un tema al que no paro de dar vueltas: En este remanso de un tiempo y espacio entre paréntesis, además de leer y escribir, como algo práctico, me dedico, de manera espontánea, a pensar (conciencia), sentir (es curioso la manera en que los sentimientos tienen su historia íntima grabada en todas las personas), recordar (memoria) y soñar (imaginación.) Los cuatro espacios interiores que forman nuestro ser se activan casi simultáneamente.

Me parece interesante lo expuesto en un enlace que me ha enviado José Luis, del biólogo Rob Wallace, quien forma parte del Instituto de Estudios Globales de la Universidad de Minnesota. Plantea que el peligro no es sólo debido a una cuestión letal, sino del nivel de conectividad, que está siendo récord. Tenemos que luchar contra la denominada penetrancia o tasa de ataque comunitario (en cuánta la población mundial ha penetrado el brote.) «El miedo certero, se debe a que no son capaces los científicos de comprender la distribución del riesgo estadístico». Por otro lado advierte del peligro de que afecte al ganado en general, a los animales domésticos, lo que crearía una crisis alimentaria sin precedentes.
El peligro y la gravedad del coronavirus es evidente. De momento dentro de los límites de lo previsible, pero a ver cómo evoluciona. Pienso que lo calculado al principio se cumplirá y cuando esté la vacuna seguirá será letal, sólo que poco menos de la mitad. Lo malo es que sus efectos se han sacado fuera de lo razonable, se están engrandeciendo informando obsesivamente y sirve para desatar lo irracional.
¿Cómo ha sucedido? Se ha utilizado la ciencia como fuente de conocimiento, convirtiendo sus explicaciones en noticia, seleccionando siempre a los profesionales que tuvieran criterios que avalasen la decisión política emprendida. El gobierno lo ha decidido tras consultar con la comunidad científica, pero ¿por qué no se informa sobre criterios discrepantes? Después, mediante análisis de sistemas las hipótesis se han convertido en teorías. Como enseña Kant en su obra “Crítica de la razón pura”: “Si una hipótesis tiene que recurrir a otras lleva a una ficción”. Es lo que está pasando con los estudios matemáticos de sistemas.

Este mismo filósofo advierte que la razón humana tiene una natural inclinación a salirse de la realidad, de ahí la importancia de razonar. Porque no nos enfrentamos a una mentira que repiten o propagan, sino a la construcción de una creencia y, por lo tanto, irracional. Se extiende de la misma manera que se propagaron universalmente (catholĭcus) muchas religiones. Para hacer realidad que Dios es uno y tres a la vez, o que Dios se hizo hombre siendo su madre virgen, y en otras creencias otros dogmas o “experiencias”, se contó siempre con una pléyade de teólogos. Así se hizo visible, o sea realidad, construyendo iglesias, catedrales, mezquitas, sinagogas, templos, arte en relación a los preceptos religiosos. Y junto a costumbres, rezos, misas, ritos y ceremonias se estableció una mentalidad. El arte, universidades, costumbres y demás se retroalimentan en su conjunto. Nada que criticar a la fe, lo único que una creencia es personal, nadie puede ver la realidad por otro. Alguien puede negar lo evidente, pero otra cosa es imponer una verdad única. Algo parecido es lo que se está haciendo.
Se comienza a hacer creer que cuando descienda el grado de contagio y mortandad del coronavirus habrá sido gracias a la cuarentena, lo que no se podrá saber. Obviando que la evolución natural del virus tiene este ciclo en sus efectos patológicos. Se puede inducir que sí, afecta a la velocidad del contagio, pero nada más. Si se admitiera como cierta que gracias a la cuarentena se han evitado muchas muertes (que ya se empieza a diseñar, a construir) se debería hacer cargo de las muertes ocasionadas. Cuando tampoco sería cierto, sino que la causa es la reacción del coronavirus en el cuerpo humano, diferente en cada individuo. De esta manera asistimos a una falacia más.
Se está construyendo la creencia de que ha sido necesario el encierro masivo con una cadena de mentiras que casi nadie pone en duda, lo vemos como algo obvio, y más cuando se repite esta medida en casi todo el planeta. Para sostener en el tiempo lo que han decidido los gobiernos hace falta rechazar cualquier otra cuestión que ponga en duda la creencia irracional que se ha establecido, considerada la mejor de las opciones. Entre otras cuestiones se empieza a afirmar que comparar las cifras de muertes y hospitalizaciones con lo padecido por culpa de otros virus es un recurso retórico. De esta manera se aísla lo que os hacen creer del resto que lo pondría cuestionar y se establece la visión única. Por eso las religiones o ideologías totalitarias queman libros e implantan la censura. Quedan fuera los herejes o los disidentes. Hoy se recurre a silenciar en los medios de comunicación de masas a los discrepantes, o se generan falsos debates, siempre entre planteamientos que encajen con los datos ofrecidos sin su contexto.
Un ejemplo puede ser cuando en EE.UU. asesinaron al presidente John F. Kennedy. La teoría oficial, que fue creída por la mayor parte de la población es que una sola bala ocasionó todas las heridas. Se llamó la “bala mágica”, que se movió de un lado a otro dentro del cuerpo. Se demostró medio siglo después, aún con muchos documentos sin haber sido desclasificados, que fueron más de uno los que dispararon. Dejando a un lado las interpretaciones, la sociedad lo validó, porque se había creado, construido, una creencia en la autoridad de manera irracional a lo largo de muchos años. Expuso los resultados la Comisión Warren, formada por expertos y gente de conocido prestigio, para explicar qué sucedió «realmente». Algunos forenses discreparon en este resultado, pero dieron por válida la teoría y se aceptó, porque se divulgó en los medios de comunicación de todo el mundo. Durante años se modeló la percepción de la información a través de la publicidad, de manera que el razonamiento se dejaba a un lado. Es un ejemplo de la construcción de una mentira sin que mienta quien lo divulga, sino que la sociedad en general construye la creencia en la autoridad y desde esta especie de «fe psicológica» se ve y se vivencia la realidad. Escribiré en otro momento sobre el interesante análisis que hace en este sentido José M. Sánchez Ribas en su blog “Almácigas de olvido”. Mientras tanto quede el enlace.
Las medidas adoptadas por la cuarentena colectiva forman parte de esa irracionalidad que se acaba creyendo, porque no analiza lo que repercute y el daño que hace sin paliativo alguno. Especialmente nos ha llevado a una nueva dimensión de control, imbuidos de una visión que es incapaz de entender la realidad fuera de lo que se nos ha hecho creer. Desde la razón nada, o casi nada, encaja, pero de manera emocional, en la vida cotidiana y en los mass media se forja y comparte una creencia que se razona a posteriori y se propaga (propaganda) mediante el miedo, dosificando la incertidumbre sin que nadie lo haya planificado, sino que es un fenómeno espontáneo de la psicología de las masas. La parte de verdad y la porción de mentira que forma lo que estamos viviendo, se convierten en la pieza fundamental de una creencia. Por ejemplo: Los pobres están siendo todos atendidos. El paso de la pandemia a la crisis socioeconómica es un salto mortal. A no ser que en algún momento se entre en razón.

Salud y resistencia.
(Cuadro de la portada de Magdalena Luque)
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El otro día un amigo me reenviaba este enlace donde se explica brevemente la renta básica.
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