Diario de un disidente del coronavirus: El control

2 de abril de 2020. En el presente diario recojo dos reflexiones de sendos amigos que comparten sus ideas conmigo. Se refieren a las consecuencias del encierro en un futuro. Antes informaré de un análisis científico que es muy significativo, en consonancia con lo que cuento.

El doctor en Bioquímica y Biología Molecular, Javier Janes, enseña que hay dos cosas que pueden proporcionar la inmunidad al coronavirus: la infección a toda la población o una vacuna. “Dado que esta última aún parece estar muy lejana, lo único en lo que ahora puede confiarse a plazo más corto es en la inmunidad grupal, es decir, que la infección quede contenida cuando se haya contagiado una proporción suficiente de la población para extinguir la mayoría de las cadenas de contagios, reduciendo la tasa de reproducción del virus por debajo de 1”. Continúa diciendo: «Aún no parece haber acuerdo sobre cuál es esta proporción de población contagiada que puede apagar la epidemia. Los epidemiólogos del Imperial College de Londres han estimado que en ausencia de intervenciones el virus habría infectado al 90% de la población mundial, 7.000 millones de personas. Mientras no dispongamos de una vacuna, que fuerce la inmunización, el virus continuará avanzando hasta llegar a su máximo natural de contagios. Es por ello que debemos entender que esto no va a arreglarse con dos o tres meses de confinamiento. Este virus va a costar 20 millones de vidas en todo el mundo, y es algo que debemos asumir”. Un planteamiento razonable a partir de los informes científicos que estableció la comunidad científica internacional  en un principio, antes del ataque de histeria colectivo global que vivimos. Es lo que sigue vigente.

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Javier Yanes

En tiempos anteriores a la ciencia, con una mentalidad religiosa, se aceptaría “lo que Dios quiera”. Previo al artículo que escribe el doctor Janes, cuenta una lección de su profesor Melvin Cohn, del Instituto Salk, uno de los inmunólogos más reputados del mundo. Al ser preguntado por una vacuna para otro virus que no era el que hoy nos preocupa contestó: No lo sé, porque soy un científico. Si yo fuera un político o un sacerdote, seguro que podría darle a usted una respuesta. Pero un científico sólo puede decir lo que la ciencia sabe, y la ciencia no sabe eso que usted me pregunta”. La comunidad científica conoce cómo funciona el virus, tal como he razonado en otros diarios a partir de estos informes. Lo cual ahora se corrobora haciendo el seguimiento de la evolución del coronavirus. Sin embargo al final Javier Janes da un salto en su exposición. Una vez que implanta el criterio de autoridad, pasa del “no saber” de los científicos a saber el número de muertes que se han evitado con la cuarentena, cuando ha explicado que se va a contagiar el 90% de la población con seguridad, posiblemente en varias fases. Es el problema de la ciencia llevada a la opinión pública, la falta de coherencia con lo que uno mismo enseña. Podemos razonar que cuando haya una vacuna se podrá decir que ha salvado a tantos, restando el número de muertos sin ella de la muertes que ocurran cuando la población, al menos la de riesgo, se haya vacunado.

En su blog Almácigas de olvido, José Manuel Sánchez Ribas, con quien compartí unos años en Los Verdes, reflexiona sobre lo real y la realidad:Nadie se atreve a manifestar dudas, proponer alternativas o explorar diferentes vías: o todos acertamos o todos nos equivocamos. Y ello, aunque nos llevemos por delante el sistema político, el económico, sus empleos, su bienestar, su estabilidad, su libertad”. En su estudio parte de las consecuencias de los efectos sociales del coronavirus, lo cual implica a las ramas de la sociología y de la psicología. Y en su conjunto la filosofía podrá establecer los pensamientos posibles para interpretar lo que ha sucedido como un fenómeno mundial.

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La mayor parte de la información que recibimos se refiere a la realidad. A una realidad, ciertamente, que ha pasado a formar parte de un mensaje oficial, con sus variantes no discrepantes en el fondo. Ninguna de ellas realmente cuestiona nada de lo que ocurre, no hace nada respecto a lo real, el virus en sí, pero tampoco respecto a la realidad generada: el colapso al que nos ha llevado”. Y añade algo que Santy va a detallar desde su conocimiento filosófico. José Manuel abre un interrogante: “¿No será que lo que ocurre pretende generar otras consecuencias que no somos capaces de ver y entender? ¿La gestión de una realidad construida a partir de un elemento real, el coronavirus, que no es responsable de las decisiones que otros toman amparados en su existencia y propagación?”

Desde la filosofía Heidegger quiere hacer comprender que el propio pensamiento viene de fuera, que hay que replantear las ideas, los conceptos, la misma visión del mundo para elegir por uno mismo qué es lo que pensamos. De lo contrario surge la alienación, el vacío existencial. Habla este existencialista de la extrañeza con la que viven los seres humanos en un mundo dominado por las cosas, por la técnica que les priva de un contacto y comunicación directa con su verdad humana y la naturaleza. Sobre este pensamiento, el filósofo uruguayo Carlos Gurméndez refiere: “Sólo adentrándonos en el concepto de alienación podemos encontrar la posibilidad del futuro histórico de España.” (1973)

Sin casa
Hoy en Madrid.

Entre la ciencia y la filosofía están los hechos. Hoy han sido detenidos grupos de apoyo mutuo en Barcelona cuando iban a llevar comida a indigentes, a los que nadie atiende. Aplicaron la Ley Mordaza, cuando gobiernan partidos que estuvieron en contra de esta ley, la cual “priva de libertades”, dijeron. Me han seguido llegando fotos de personas que duermen en la calle, que carecen de un lugar al que ir. Nadie les atiende. Hemos iniciado una campaña para que Cáritas no cobre 1 euro, al menos en este periodo de cuarentena, por la comida que dispensa. Las iglesias están cerradas y no hay gente en las calles para dar limosna. Partiendo de que es un derecho básico. Cuando se niega la dignidad a una sola persona se la están negando al resto de la sociedad.

Esto nos lleva al estudio que hace Santiago Hernández. Le conocí en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Él en la actualidad imparte clases. No participa en redes sociales ni tiene blog ni nada. Un correo electrónico que mira de vez en cuando. Yo dejé la carrera. Gracias a él supe de Michel Foucault, a quien sigue teniendo como apoyo teórico: “Durante los siglos XIX y XX, se ha realizado un control de las personas a través del cuerpo”. “Una vez que la religión ha perdido su peso como sistema simbólico de control social, sobre la base de premios y castigos en toda la eternidad, hacía falta un sistema de control novedoso, éste es el basado en la disciplina del orden cerrado: en el ejército, el panóptico en la prisión, los electros en el psiquiátrico (Foucault.) También la familia como garante de este control de los cuerpos de los hijos (Donzelot.) Es decir, el control de la corporeidad, para así controlar el alma”. Pone un ejemplo: Mientras que corres con un fusil de asalto, siguiendo el paso y cantando, no puedes pensar en otra cosa y te estás disciplinando a las órdenes de mando.

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Michel Foucault con Sartre, en las movilizaciones del mayo del 68.

Observa Santiago que con un mundo globalizado, o sociedad de la información, todo ha cambiado: “Si lo anterior era un control basado en la biopolítica, el actual está basado en la psicopolítica. Con ésta todo se controla a través de rutinas de inteligencia artificial”, de tal manera que hace una reflexión: “El teletrabajo es una técnica de control psicopolítica, en la mayoría de los casos pagada por los propios trabajadores”. El controlador ya no será sólo un jefe, sino todo el equipo con el que el empleado esté conectado”.

La enfermedad psicológica más abundante después de la guerra fue la ansiedad -continua Santiago-. En el principio de la globalización, la depresión, pero ahora será la bipolaridad».

Se da cuenta Santy de que con las ayudas anunciadas por el gobierno, progresista y del cambio, se ofrecen apoyos económicos específicos para mientras que dure el estado de alarma. Pero habrá que pagarlo algún día. Además la deuda de todos los países, está muy por encima de lo que se puede pagar. Con esta crisis va a aumentar considerablemente y después ya no habrá dinero, por lo tanto, la gente se tendrá que buscar la vida, aunque durante un tiempo se le acostumbrará a alguna bonificación y, como en el cuento de la rana y el caldero de agua caliente, poco a poco se acostumbrará a que sean recortados los medios económicos y la libertad.

chiste hambre

Es preciso advertir, a raíz de esto que cuenta, que a los pobres no se les ofrece nada. No se les nombra, no existen. Ni siquiera se les exime de pagar 1 euro por la comida que da Cáritas. Muchos no lo tienen. Continúa Santiago: «Pagamos en algo más importante que el dinero, que es un medio, lo hacemos con nuestra alma, como actualización del Fausto de Goethe. Pagamos al fin primordial«. «Se puede plantear el absoluto control para contrarrestar un posible estallido social, en caso de que aquellos menos afortunados después de esta crisis se rebelen. Pero ¿cómo rebelarse si para hacerlo nos han acostumbrado a utilizar una red en lo virtual? Con la red puedes ser solidario y transmitir información, pero no estás conviviendo con el otro, sino actuando con las dos vidas, la real y la virtual, dirigidas a una finalidad. Como mucho compartes opiniones y luego las mandas en la red para que otros también compartan opiniones, pero no conviven unas personas con otras».

Y concluye: «No creo que la revuelta social, el conflicto, se dé. Para esto se necesita la unión de la corporeidad entre personas, y lo que están consiguiendo es la unidad de lo incorpóreo. ¿Cómo lo incorpóreo va a cambiar una realidad física, corporal? Ya sé, las convocatorias a través de la red han convocado manifestaciones, caceroladas. Si; pero no huelgas. Si se consiguiera pasar del alma al cuerpo, de la convocatoria en la red a la acción, es verdad que el poder de las nuevas tecnologías será brutal, pero se han adelantado quienes controlan los resortes del Poder con la esencia de la tecnología virtual: Reconocimiento facial por vídeo, localización por el móvil, seguir al segundo las actividades del individuo con los datos oficiales y con los de la red». Etc.

Salud y resistencia.

(Foto de portada, hoy en Palma de Mallorca)

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Un comentario en “Diario de un disidente del coronavirus: El control

  1. Lo que planteas me lleva a otra reflexión: Si la filosofía es el ámbito del pensamiento, de las ideas, la batalla en el terreno de lo virtual e incorpóreo será filosófica o no será. Pero si la filosofía está fuera del entorno virtual y fuera del sistema educativo, quién hará la revolución??

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