5 de abril – 2020: Los casos de pobreza extrema van saliendo a la luz, al menos en León. Además del problema concreto es necesario resolver la cuestión social. No podemos dejar que continúen situaciones que son dramáticas, por dignidad. Hoy me llegó otro testimonio de una persona sin recursos, que he divulgado en las redes sociales.
Decir también, que ayer, de madrugada, se puso en contacto conmigo un concejal del Ayuntamiento de la ciudad de León, para comunicarme que se hará cargo la institución del pago del euro que cuesta la comida que se da a las personas indigentes. Es un paso, pequeño, pero sirve para tener en cuenta a los más necesitados, quienes para los medios de comunicación de masas no existen. No entra en la propaganda hasta que se hacen ver. Ha aumentado la pobreza en los últimos años, se les arrincona, sin otra respuesta que la caridad para hacer luego publicidad de las políticas sociales. No se les cae la cara de vergüenza a los responsables por su ineficacia y hacer que se expanda la miseria un año tras otro. Como no se tomen medidas con esta nueva crisis puede estallar un conflicto promovido por quienes no tienen nada que perder. Con las fuerzas del cambio y ese progresismo de la jet es aún más sangrante, porque sus relatos nada tienen que ver con las acciones concretas. Es necesario hacer visibles los márgenes de la sociedad, porque son los que nos definen como país.

Como consecuencia de la inmensa movilización para hacer ver las situaciones de precariedad, el gobierno plantea aprobar ayudas económicas a quienes reciban prestaciones de menos de 672 euros al mes. Las medallas serán para los generales pero, como dice Javier Cartago, lo importante es que se cumplan los ideales. Es insuficiente, pero es algo. Al menos reconocer que existe la pobreza extrema. Será el comienzo de nuevas políticas para establecer la justicia social y la Renta Básica como adaptación de la economía a la nueva realidad, definida por un mundo que es global, el desarrollo tecnológico y la necesidad de un modelo sostenible, tanto social como medioambientalmente.
Hay más asuntos invisibles que son el fundamento de lo que será el futuro. Al igual que el aire no lo podemos fotografiar y nadie repara en él, está ahí, siendo lo más necesario para vivir. Lo invisible es lo que permite que el progreso exista de una manera razonable, pero no prestamos atención al «aire» de la Historia, aunque como dicen los versos de san Juan de la Cruz, “oyendo las cosas no oídas”, a la espera del amado, en su sentido espiritual: Hay que estar atentos, nada más. En la realidad profana, lo invisible es más un concepto práctico si somos capaces de fijarnos en su influencia. Por ejemplo, algo que será imprescindible y supondrá un salto histórico, que no va a ser fácil, por las inercias y por la irracionalidad de no entender cómo se construyen los modelos sociales y territoriales, en definitiva la Historia: La formación del Estado de Europa. Caminamos hacia una nueva época, que puede ser como percibe y analiza Francis Fukuyama en su obra “El final de la Historia”, en el sentido de fabricar los acontecimientos con la violencia y pulsos de Poder. De ahora en adelante se podrán llevar a cabo sin batallas, trasladando los conflictos al terreno de la economía y la diplomacia.
En esta crisis se ha visto el dislate a la hora de coordinar criterios entre los diferentes países. Las políticas monetarias carecen de una estructura común para ser aplicadas con efectos equivalentes en cada territorio. Es algo que ya hace casi un siglo, formuló Ortega y Gasset: “España es el problema y Europa la solución”. La patria, como concepto, conlleva una carga emocional difícil de arrancar, si no es en un clima de razonamiento. Esta cuestión será uno de los temas de futuro, hoy invisible. Una nación es una construcción histórica, nada más. Se han formado como consecuencias de avances técnicos que hicieron necesario el crecimiento territorial. No se trata, pues, de una conquista imperial, sino de una unión de mutuo acuerdo, desde la racionalidad histórica y los intereses comunes, con el fin de fortalecer un territorio integrado a un Estado acorde a la globalización.
Las cuestiones invisibles son las necesarias, las que arrancan los motores, aunque lo que veamos mover sea la carrocería.
Otra idea que se está barajando, de cara a la salida del encierro, es obligar durante un tiempo a llevar puesta una mascarilla en la calle. Me preocupa, porque aparecen ideas asesoradas por expertos, sin estudiar, sin debatir, sino a modo de escenificaciones para reforzar lo que se ha hecho, lo cual es peligroso por hacernos sujetos obedientes sin capacidad crítica. Mañana nos dicen que hay que ponerse unas antenas sujetas a la oreja, y ante el miedo, asustados por comités de personajes ilustres y políticos que llaman a una acción necesaria y por ende obligatoria, todos en masa lo haríamos ante la incertidumbre que nos han inducido previamente. Podría ser el guion de una película imaginaria, en la que los grades accionistas de medios de los comunicación apuesten qué pueden hacer cumplir, por absurdo que sea, a una mayoría social. Ya contaré, próximamente, una pequeña historia en este sentido.
De momento han empezado a hacerse públicas encuestas sobre la aceptación de las medidas adoptadas por el gobierno. No aportan nada, pero cumplen una función: Establecer el pensamiento y sentir mayoritario de la población, no porque lo reflejen las respuestas dadas, sino porque crean opinión informando de unos resultados abrumadores, diseñados para este fin. De hecho se dice que el 93% está de acuerdo con la reclusión en casa y en que se amplíe el plazo. En realidad lo que recoge es la capacidad de los medios para convencer a la ciudadanía. Esto es lo que reflejan tales estudios sociológicos. Pero es el relato invisible lo que nos hacen creer, que es lo que dicen las encuestas que opinamos libremente cada individuo.
Hace ya unos cuantos años, viajé a Moscú con una delegación de Los Verdes. Fue en la época de Gorbachov, durante la perestroika. Debatimos sobre esta reestructuración del modelo comunista, analizando la importancia de las cuestiones ecológicas y el pacifismo. A raíz de aquello planteamos la “ecoperestroika”, que con los años ha evolucionado en mis estudios sobre la economía, concluyendo con la “perestroika del capitalismo”, a modo de fundamento para la economía política de cara a la aplicación de la Renta Básica. Viene al caso por lo que quiero contar sobre la invisibilidad de los mandatos sociales. Asistimos, en aquel viaje, al primer concierto de música de rock and roll en aquel país. Se realizó en un teatro. Estábamos sentados en las butacas cuando Marc Viader se levantó para bailar, reivindicando que este tipo de música es para moverse colectivamente. Le acompañamos algunos en los pasillos. Un señor que estaba en el escenario daba órdenes con las manos y gestos para que jóvenes rusos nos acompañaran en esa acción. Y cuando había que dar palmas o gritar lo dirigía como si de una orquesta se tratara. Fue una imagen chocante para mí.
Meses después estuve en París, también con el partido ecologista, para la creación de una coalición europea. Por la noche fuimos a un espectáculo musical. Todo era más parecido a nuestro estilo en España. Me quedé al fondo de donde estaba el público, por razones que no vienen al caso. Los organizadores estaban justo detrás de donde yo me había colocado. Me fijé y vi como un “coordinador” o “realizador” dirigía a quienes actuaban, y también a los técnicos que movían las luces y activaban los micrófonos. Los músicos y el cantante hacían lo que este líder (invisible para quienes miraban solamente al grupo del escenario) indicaba, con el objetivo de animar a que los asistentes dieran palmas, gritaran o que se moviesen colectivamente de una determinada manera «espontánea». Observé la invisibilidad de manejar al público.
Me hace gracia que nos riamos al ver escenas de India y otros países en los que los guardianes de la ciudad van con un palo o una porra para castigar a quienes salen a la calle, obligándoles a hacer fondos, sentadillas, flexiones y demás. Acá no paran de salir imágenes en las que en casa las personas hacen lo mismo siguiendo las pautas de las pantallas de ordenador o vídeos, un, dos, un dos… Obedecemos de manera imperceptible, pero lo vemos como algo lógico y positivo. Asumimos ese control remoto pues consideramos que lo hacemos porque es nuestro deseo. Previamente nos han invitado a que mejoremos nuestro estado físico, saturado por la información de cómo aguantar el encierro y definiendo lo que hay que hacer. “No es lo mismo”, dice la mayoría. Puede ser, pero hay un algo, no sé. Que cada cual piense lo que considere oportuno.
Salud y resistencia.
(Foto de portada: Coche invisible, expuesto en el MUSAC de León)
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Leo, Ramiro, con retraso estas líneas tuyas y al instante me percato más de cuanto se resiente la memoria en proporción a la edad, puesto que a mis 77 años distantes de los bastantes menos que has alcanzado tú, no guardaba recuerdo alguno de la ocasión aquella cuando me puse a bailar espontáneamente a ritmo de rock en el Moscú de la perestroika. Ha sido el que tenías y has explicado la causa de retornar a mi mente este y otros dentro del activismo político ecopacifista, compartido en la década de los 80 del pasado Siglo XX, cuyo basamento de reflexión me parece aflora en diversidad de pensamientos tuyos cada vez que tengo ocasión de leerlos. El conjunto del contenido de esta vez con el titular LO INVISIBLE creo que es un ejemplo.
Hoy tras lo que llevamos transcurrido del presente milenio, las y los que no rehuyen aprender del conocimiento del pasado, pueden percatarse con examen de lo que las hemerotecas muestran acerca del abundante activismo cívico y político del ECOLOGISMO en los años 80, LO INVISIBLE que este ha devenido, así como donde reside el interés de que siga y no finalice. Cuando acontece difusión mediática acerca de dicha década se repiten mismas imágenes y relatos, preferentemente del ámbito político, hasta el punto que, fuera del mismo, cunde mucho más la expresión «movida de los 80», sin duda exitosa y definitoria, pero ceñida al influjo juvenil en torno a las/los cantantes y grupos musicales en aquel tiempo.
Respecto de lo que ha venido generando el rico Diario tuyo, pienso que la Administración y los gobiernos del eEstado español dejaron de tener previstos medios para hacer frente a la necesidad de controlar la expansión de una epidemia. No hay desde mascarillas suficientes hasta elementos para llevar a término los esenciales análisis a TODA la población. Ahora, asustados los políticos, lo centran todo en poder conseguir que el máximo de personas cumplamos el deber de quedarnos en casa confinados. ¡Qué tragicómico sería que el jefe de gobierno del Reino Unido no pudiera sobrevivir al contagio que él mismo minimizaba!
Un abrazo.
Marc
Estimado Ramiro: Enhorabuena por tus reflexiones, respecto al artículo de hoy, quisiera comentarte, que es obvio que en India castiguen con Palo, si solo hay pobreza, no hay dinero y es imposible poner una multa, el castigo deviene físico. En las sociedades avanzadas, se pone una multa, que para el pobre es castigo, no para el rico. Es también una forma de control.
Ese control que mencionas, todos están controlados, también nuestro gobierno está dirigido. Y para evitar esa dirección es necesario ser más inteligente y superar tus propios paradigmas.
Eso es lo triste, el poder económico es el que realmente gobierna, desde la distancia.
Un saludo
En efecto, el otro día escribía una reflexión parafraseando el famoso «resistiré», cambiándolo por algo más acorde a lo que realmente sucede y no se ve: ‘obedeceré’.