Diario, otra vez de un disidente del coronavirus: Sexualidad II

28 de abril, 2020. Queda tiempo hasta que llegue el año 2022. Será cuando veamos los efectos de todo lo que sucede en estos días. Hay un pulso tremendo entre la construcción del Poder, mas allá de la contienda política (que es un reclamo), y la libertad. Es esto lo que está en juego hoy.

Robertito, ya lo leísteis ayer, me ha querido eliminar, dejar fuera de lugar, porque sabe que resistir es una forma de mantener vivo un discurso para el análisis, que él pretende obviar. Nos cuenta su felicidad sexual, de la que hablaré, sin alargarme demasiado, y establece unas pautas para cuya consecución necesita eliminar cualquier disidencia. Como dice Kalil Gibrán: “Podéis matar al pájaro, pero ¿quién podrá callar su canto?”

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No es nuevo este pulso entre el Poder y la libertad. Es una cuestión antropológica. Viene de principios de los tiempos. Al menos desde el comienzo de la civilización.

Agustín Franco Martínez, me ha facilitado una cita, aparte de documentación muy interesante, del libro “Masa y Poder” (1981) de Elías Canetti: “Se vive en una igualdad de atroz expectativa, durante la que todos los vínculos habituales de los hombres se deshacen. El contagio… hace que los hombres se aparten unos de otros. Lo más seguro es no acercarse demasiado a nadie, pues podría acarrear el contagio… El mantener las distancias se convierte en última esperanza«. ¿Cómo algo escrito hace cuarenta años puede ser tan actual?

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Las sociedades funcionan con unos parámetros biológicos y culturales que nos condicionan. La sexualidad es el gozne que relaciona lo natural y lo social, de ahí su conflictividad. Se trata de una cuestión que no es, del todo, ni una cosa ni la otra, pero sí las dos al mismo tiempo: biología y cultura. Por esta razón se precisa de una sexualidad unida a los sentimientos. Cuando no se encuentra el equilibrio una de las dos partes puede ser reprimida.

La pregunta que debemos hacernos es ¿cómo nos afecta la sexualidad?, desde los dos aspectos y cual es el referente social, porque el Poder es Poder cuando interviene y controla la sexualidad. No hay libertad sin libertad sexual. Implica liberarnos de la moral, de los complejos, de nuestras ataduras interiores… Según Wilhelm Reich, todo problema político es un problema sexual en la sociedad y en el individuo. En 1933 en “La psicología de masas del fascismo” (1933), concluye que la represión sexual fue la cadena de transmisión de las ideas fascistas entre las clases populares.

Para el filósofo Michael Foucault, en su obra «Vigilar y castigar» (2003): «El Poder moderno fabrica cuerpos sometidos de manera homogénea y, por lo tanto, cuerpos dóciles para el funcionamiento del sistema«. También analiza que los actuales movimientos de liberación (años 60 con los movimientos feministas y homosexuales emergentes), no logran encontrar principios sobre los cuales sustentar una nueva ética. «Aunque tienen necesidad de una ética, no consiguen más que pretendidos conocimientos científicos». Es en el terreno de la ciencia en el que estamos atrapados actualmente, porque no pensamos sobre su conocimiento, sino que  «creemos» lo que nos dicen.

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Todas las creencias e ideologías pretenden, y han conseguido, imponer un modelo de sexualidad a través de la moral. Sea religiosa, o bien de tipo ideológico o científico. Siempre imponen un valor dominante que acaba por establecerse a la fuerza y mediante la coacción. Es en lo que estamos, dando los primeros pasos.

Asistimos a un cambio en el mundo. La bisagra que hace que se abra una nueva etapa es la sexualidad como cuestión no visible. Supone la esencia de nuestro presente, de ahí la necesidad de verlo. Me da la impresión de que no sabemos adónde nos llevan quienes gobiernan.

Hagamos un pequeño rastreo, muy resumido pero significativo: Hace unos años leí la novela de caballería «Amadís de Gaula» (1508) Me impresionó observar cuestiones sobre el maltrato a la mujer, contra el forzamiento, otras relacionadas con la homosexualidad, el ir a folgar a la foresta y la relación cuerpo a cuerpo de dos enemigos irredentos. Todo esto como algo normal. Es la novela más nombrada en la obra de Miguel de Cervantes, «Don Quijote de la Mancha», que caricaturiza a los conquistadores, muy aficionados a la lectura de las novelas de caballería y creadores del mestizaje en el Nuevo Mundo. No me voy a explayar, pero sí decir que esta evidencia es algo que se niega desde los ámbitos académicos y universitarios, cuando es algo que consta por escrito, que cualquiera puede leer. Es una manera de mantener la represión desde la cultura oficial.

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Don Quijote es un casto caballero. Esta novela logró lo que el Poder eclesiástico católico intentó durante un siglo sin éxito. Hubo una lucha interna en el seno de la iglesia apostólica y romana entre el clero, cuando un Borgia, el Papa Alejandro VI (1503), por ejemplo, tuvo varios hijos que no escondió, y se regulaba el concubinato de los sacerdotes y obispos. Ganaron los que impusieron la castidad, cuya consecuencia llega a nuestros días con toda su carga patológica.

¿Por qué se quiere acabar con las novelas de caballería?, ¿por su violencia?, cuando fue el pan de cada día y las guerras el hábitat de los pueblos por aquel entonces. Fue para reconducir la sexualidad que hacían visible. Cervantes logró acabar con la sexualidad en literatura, que quedó castrada. Posteriormente a él se narran situaciones eróticas, sí, pero con escenas sentimentales, sin señalar directamente el acto sexual. Se deja suponer. Cuatro siglos después, a comienzos del s. XX, se libera el mundo literario de esta carencia con autores como Proust y Joyce, y más adelante Henry Miller, y otros que les siguieron.

La sociedad industrial necesitó adiestrar los cuerpos de los obreros para que fueran aptos en los trabajos de las fábricas. Para aguantar la rutina de los movimientos en serie, de las tareas en cadena, y cumplir un horario estricto. No se tuvo en cuenta la luz solar que rige las estaciones y el día y la noche, como sucede en el mundo rural. Fue necesaria una sexualidad disciplinada para procrear y que se adecuara a las ciudades que empezaron a florecer. Las relaciones de pareja tenían que ser poco románticas. Se puede decir que hubo una sexualidad obrera y otra burguesa, con todo tipo de excepciones. El Poder marca una línea. En la actualidad es lo que está haciendo.

Asistimos al umbral del tránsito del modelo industrial al tecnológico. Implica una nueva sexualidad. Se aceptará como algo maravilloso porque encaja con los demás factores del mundo al que estamos abocados. En cada época ha habido una patología mental dominante, con la que se ha activado la visión de las sociedades en las que se desarrolló y en donde encajaba.

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Alguien que tuviera delirios hoy sería tratado como un enfermo, pero fueron quienes veían santos, vírgenes y a Jesucristo aparecer en algún lugar. En los sitios donde fueron «testigos» de aquellos «hechos» se levantaron templos: «Begoña«, quiere decir en vasco «donde se paran los pies», de manera que donde el visionario vio la aparición fue el lugar en el que se levantó la actual catedral de Bilbao. O un pastor lanzó una piedra para indicar el lugar en el que vio a la Virgen, cerca del camino de Santiago, y allá se hizo la basílica de la Virgen del Camino, en León.

En épocas de represión a lo largo de la Historia los, hoy llamados, paranoicos fueron agentes de los servicios secretos y de inteligencia para depurar a sospechosos. Sin necesidad de juicios ni nada, porque ellos sabían quién estaba traicionando al Estado. Las depresiones vividas socialmente dieron sentido a las masas que creyeron que la vida es un valle de lágrimas. Hombres violentos y violadores fueron héroes durante las guerras. Personas con esquizofrenia, según el argot científico, fueron místicos que se desdoblaban pata vivir diferentes niveles de existencia. Y sentaron cátedra. Son creídos y adorados todavía hoy.

Entender esto nos permite comprender lo que estamos viviendo: El advenimiento de una nueva sexualidad, sin que nos estemos dando cuenta. Robertito lo contó ayer:  El voyeurismo. Ha existido siempre, pero individualmente. Ahora se va a convertir en una modalidad dominante, como miedo al contagio y para evitarlo. Se rechazan los abrazos, el contacto físico, los besos. Parte de una recomendación, que pasará a ser norma y luego ley.

Según explica Émile Lacan, médico psiquiatra y psicoanalista francés, «el ser humano nace con la necesidad de mirar, de subjetivar su contexto a través de la mirada». Todas las personas tenemos la necesidad de mirar y gozamos con ello, según su punto de vista psicoanalítico. Este es el aspecto biológico. Pero hacer de esta característica sexual una conducta dominante y establecerla socialmente, es un paso que se hace a través de la cultura.

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Cuando el goce de mirar al otro se convierte en excitación sexual, se llama voyeurismo: Observar a personas desnudas o realizando alguna actividad sexual, sin el conocimiento de éstas, se podrá imponer como sexualidad dominante mediante el consentimiento mutuo. El complemento a este modelo será la practica del onanismo como un deseo en sí mismo, al ver en la imaginación escenas que en la realidad son «perjudiciales» porque pueden contagiar una enfermedad, y nos acabará dando repugnancia el contacto físico. Dejará de ser una variante sexual cuando sea algo impuesto por la moda, la educación, la costumbre. Se convierte en una forma de control.

Supone la adaptación a la sociedad tecnologizada. No es algo que elijamos, sino que nos arrastran a ello. Se hace desde la ciencia y el miedo. Nos encadenaremos a las pantallas, en el mundo que viene, si no somos capaces de rebelarnos: Compramos a través de las pantallas, el trabajo será por ordenador en gran medida, la educación ya se empieza a diseñar online, las transacciones económicas, ver películas, atender a las noticias, pagos de facturas, sacar dinero del banco y  reuniones de amigos, juegos individuales y compartidos, recuerdos de fotos, escribir, leer. Prácticamente todo.

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Todo es pantalla. Y para criticarlo hay que meterse en ella. Me sucede a mí. Aunque escribo a mano, en un folio, lo paso a word (pantalla) para copiar y pegar al blog. Mi origen es el papel. Sin embargo Robertito sabe que este mundo morirá, a no tardar. Y nos ha contado cómo es su sexualidad. La cual nunca será libre si es impuesta, si no la elegimos. Para hacerlo es necesario pensar previamente.

Como individuos y como sociedad ¿seremos capaces de darnos cuenta de lo que a la vista está? ¿O es que más allá de la pantalla no vemos nada?

Salud y resistencia. Hoy más que nunca.

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