Diario de un disidente del coronavirus: Dinámicas sociales

2 de mayo, 2020. 238.000 decesos en el mundo por el coronavirus, en los dos meses de pandemia. Dato que recoge la prensa de la Organización Mundial de la Salud (OMS.) La misma fuente informa que 540.000 personas fallecen de hambre, cada MES, en el mundo.

Me ha llamado la atención que cuando comienza a desactivarse la epidemia, y entramos en otra fase llamada “desescalada”, la prensa que usó la palabra “muerte” hasta hoy, utiliza el término “deceso(El País), sin importar a los redactores jefes que sea incorrecto. Porque significa “muerte de una persona”, ¡de una!, y nadie puede morir 238.000 mil veces. A partir de hoy no morirán, sino que “perderán la vida”, a ver quién la encuentra… Como aparece en otros periódicos

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En la foto del cartel electoral, ¿no aparece la cara del actual presidente del gobierno de España un poco rara? ¿Han colocado en esta imagen retazos de Felipe González cuando se presentó en las elecciones de 1982? ¿Un mensaje subliminal? No lo sé.

El siguiente paso consiste en desdramatizar el efecto de la enfermedad vírica y aumentar la exageración del peligro al que nos enfrentamos. Mantener la intensidad dramática de la enfermedad es el nuevo objetivo, pero en referencia a un próximo final del estado de alarma. En la comparecencia de hoy el señor presidente del gobierno usó palabras nuevas (nueva fase), nunca antes pronunciadas: «Estamos venciendo a una amenaza brutal”, “A una enfermedad feroz”, “a algo monstruoso”. ¿Por qué antes no se usaron estos términos?, ¿por qué este cambio en la utilización del lenguaje?

Nos llega la alegría carcelaria, dejan salir a pasear y a correr un ratito. Como cuando al preso le privan de libertad y el paseo por el patio le sabe a gloria bendita. A quien le quitan su empleo y luego recibe una limosna lo agradece, aunque sea la misma persona quien le haya llevado al paro. El Ministerio de Interior diseña un diploma para que los padres se lo den a sus hijos por haberse quedado en casa. Y conciertos por YouTube gratis de los The Rolling Stones. ¡Que bien!, ¡chupi guay!

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Ayer hubo otro hecho que hay que mirar atentamente. La despedida del hospital de campaña en el Instituto Ferial de Madrid (IFEMA.) Se ha dicho que es indignante, que los políticos no dan ejemplo, en un contexto de trifulca política. Los políticos y hombres prominentes no guardaron la distancia de seguridad, la inmensa mayoría no llevaba guantes y la mascarilla formó parte de la parafernalia, porque se la ponían al llegar y, a no pocos, se les olvidó este detalle quedando a cara descubierta. Arrastraron a los trabajadores y personal sanitario que se olvidaron de los protocolos y de las normas. A muchas personas por saltárselas les han multado.

El mismo señor vicepresidente, siendo población de riesgo por haber tenido a una persona contagiada en su entorno, fue a reuniones sin guardar la cuarentena obligatoria y anduvo sin mascarilla en un supermercado. El anterior señor presidente paseó a sus anchas por las calles, mientras que el resto de los mortales se quedaban encerrados en casa obligatoriamente. La multa que él pague es lo que gasta en una cena con amigos. La misma que se pone a un obrero, por llevar a un familiar algo que el agente de turno no considere de primera necesidad, le supone el sueldo del mes, con el que come su familia.

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Los mandamases se ríen de la gente. Saben que no pasa lo que han hecho creer con esta epidemia. Además ellos se hacen test para ver si son portadores de virus, mientras que a los ciudadanos se les priva de tal derecho. Si tuviesen miedo cumplirían los consejos que dan y que obligan a cumplir a la ciudadanía. Si hubiera un peligro inminente serían los primeros en escapar. Pero tienen información. Saben que no les va a pasar nada grave por ello. Que sin una enfermedad previa (quienes la tienen no asistieron) o sin tener las defensas bajas, como sucede en personas mayores, no les afecta. Los que nos gobiernan comen bien, se hacen chequeos periódicamente. El miedo se lo meten en el cuerpo a los demás, como ellos dicen: “a los de abajo”, “a la plebe”. Convierten la enfermedad y su tragedia en un teatro mediático.

La comunidad científica de Suecia dijo ayer:El confinamiento masivo de la población, practicado en casi todo el mundo, carece de fundamento científico y responde a la necesidad política de hacer algo y que parezca contundente. Lo correcto sería proteger únicamente a los más mayores y a los más vulnerables y dejar que el virus circule libremente en el resto de la sociedad, lo cual con el tiempo conduce a la inmunidad de grupo, que finalmente anula sus efectos”. Esta última parte es la que plantearon muchos hombres de ciencia, médicos e investigadores, al comienzo de la epidemia en sus respectivos países. También en España. ¿Por qué no se dice?

¿Qué está ocurriendo? Experimentamos la nueva realidad que viene, que ya empezó hace años. Hemos sido incapaces de analizarla. Ni siquiera de estudiar los nuevos acontecimientos con criterios de futuro, sino manteniendo esquemas del pasado, es decir universitarios, simplificados luego en los medios de comunicación. Y en las redes sociales se esparcen como una borrachera de opiniones sin criterio.

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Estudiantes de la universidad de la Sorbone, en París, junto a Sartre y Foucault.

El presente nos afecta, porque desde él manejan nuestro futuro. ¿Quién? Es algo que ya Foucault intuyó al plantear que no es posible señalar quién detenta el Poder. Lo que tenemos que preguntarnos es cómo funciona, porque no existe en algo concreto. Es difuso: El Poder se ejerce. No ofreció una respuesta, dejó esbozado su pensamiento, porque lo que ocurría en aquel momento era algo incipiente, sin posibilidad de reflexionar sobre casos empíricos.

Han pasado los años y, de manera paulatina, se ha producido un desplazamiento de la realidad. Nuevos sucesos (cisnes negros) pusieron en jaque a gobiernos, como en España con el 15M, con las Marchas de la Dignidad, las Mareas de todos los colores. Desbordaron al mismo Parlamento. Sirvió de impulso para un cambio tremendo en la representación de los partidos políticos. Algo nunca visto desde la Transición. Aquellos movimientos no eran promovidos por organizaciones al uso, aunque alguna quisiera monopolizar el maremágnum surgido con mucha gente unida y referenciada entre sí por Internet.

No eran las organizaciones quienes convocaban actos, ni los propusieron, sino que iban a remolque de los hechos. Los servicios de inteligencia quedaban desfasados, podían controlar a los partidos, asociaciones, pero se les escapó la nueva manera de actuar del pueblo. Ayer dieron un reportaje por televisión sobre cómo los sindicatos, CC.OO y UGT, en los años 60 se infiltraron en el sindicato vertical, para trasformarlo desde dentro y destruirlo. Observé que no atisbaron que, al mismo tiempo, quienes estaba en contra de la libertad de elección de los representantes, se estaban infiltrando en ellos. Crearon impronta y de aquellos lodos estos barros: Un sindicalismo mayoritario pactista y colaborador del desmantelamiento del movimiento obrero.

Desde no hace muchos años se crean protestas ciudadanas, a veces por la confluencia de hartazgos, como sucedió previamente al 15M: la indignación social, pequeños grupos que se ven apoyados por una masa de gente. Es lo que funciona: las dinámicas sociales. Es algo que no ha pasado desapercibido a quienes gestionan el Estado, pero más en concreto a los de las grandes fortunas, que ven amenazada su prepotencia en la economía y en la política. Con los casos de corrupción que se están juzgando se ha visto, sin que se razone al respecto, la íntima relación de los servicios secretos con las grandes empresas, en las que acaban los ex-ministros, directores generales, presidentes de los sucesivos gobiernos, líderes de la oposición. Esta confluencia se conoce como las “cloacas del Estado”. Pero no son tales, sino que lo que vemos es solamente lo residual de lo que en verdad funciona: una auténtica fábrica de Poder. Una maquinaria que promueve partidos y noticias serias para despistar. Crean un teatro socio político en el que actúan mientras que nos distraen construyendo la realidad que nos envuelve.

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Esta política de Estado y empresas tiene un presupuesto con dinero público y con inversiones de bancos. Las denominan “inversiones estratégicas”. Se puede comprobar con la punta del iceberg que se ha hecho pública: caso Villarejo – Banco Bilbao Vizcaya. El señor Juan Manuel Villarejo fue agente operativo o encubierto de la Secretaría de Estado del Ministerio de Interior. Una pléyade de estos agentes hacen su trabajo. Pero hay otro ejemplo de la relación empresa – Estado: Las comisiones de su majestad el rey, ahora emérito, que cobró estando en funciones por obras adjudicadas en el extranjero a empresas privadas. Cerca de dos millones de dólares. O el caso de su yerno. Hay suficientes elementos de análisis que debemos incorporar a la reflexión de lo que está pasando aquí y ahora.

¿Y qué es lo que ocurre? Que se han creado dinámicas políticas y sociales dirigidas por profesionales. No constan como tales. Para evitar que les sorprendan las que surgen del pueblo, crean las suyas propias y fortalecen el control social con imperativos legales como la Ley Mordaza. Sigue vigente, amparada por quienes se manifestaron en contra de la misma y hoy gobiernan. La mayoría de las multas que se han puesto en el estado de alarma han sido amparadas en ella. Miedo, castigo, control.

Antes se intervenía en las organizaciones políticas, culturales y de todo tipo. En la actualidad generan dinámicas de actuación. Como la que han impulsado a nivel global con la pandemia. Se les ha ido de las manos, la tienen que justificar y enmascarar. Para hacerlo se llevarán por delante a los partidos que las han gobernado, mediante otro vodevil mediático que tapará el anterior. La ola de irracionalidad que se han creado los gobernantes se volverá contra ellos. Se hablará de las mascarillas y los test y nos preguntaremos ¿para qué eran las mascarillas y los test?, algo que a día de hoy parece inconcebible. Tiempo al tiempo. O “cosas veredes, Sancho”.

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La única opción, que tenemos como pueblo, es generar pequeñas dinámicas a contracorriente, fomentar pequeños debates y funcionar como termitas. Hasta que surja otro oleaje histórico (cisne negro) y seamos conscientes de lo que hacemos. Pasamos de la realidad objetiva, de la que tanto sé habló o al menos se pronunció mucho este término, a una realidad subjetiva.

De la posverdad a la posrealidad. En ésta nos encontramos inmersos: Una realidad que, desde influencias emocionales, ha distorsionado de manera deliberada la realidad en la que los hechos objetivos influyen menos que lo emocional. En donde funciona la creencia personal, conformada para dirigir la opinión pública. Desde ésta la conducta social será controlada sin que se note. Para que funcione la nueva realidad son necesarias las dinámicas sociales. Unas las crearán los poderosos. Otras el pueblo. Es la nueva tensión en la lucha por la libertad.

Salud, resistencia y paciencia.

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