Ayer fui a visitar la exposición que hace la Caixa sobre el itinerario del cuadro de Guernika de Pablo Picasso. Muy interesante, especialmente de cara a cuando se quiere interpretar una obra de arte. Pero hubo algo que me llamó especialmente la atención, sobre una mentira “oficial” y un error que se perpetuó. Ante lo cual me pregunto ¿no estará pasando algo parecido ahora?
Porque en su momento todo el mundo lo admitió como cierto y se luego se consideró que mentir por parte de los organismos oficiales fue necesario. A lo largo de la Historia se comprueba que es algo que se repite una y otra vez. Pero el problema de la mentira como estrategia de Poder es que sobre ella se construye la realidad.
Pasados unos años sabremos qué ha sucedido en la actualidad con el tema de la pandemia a nivel global, porque hay muchas cuestiones que no encajan, que no son razonables a la hora de tomar medidas contra la misma. Han creado una obsesión social dentro de un estado de histeria colectiva y una debacle económica sin precedente, en la que nada se destruye sino la economía en sí dejando desahuciada a una gran parte de la sociedad, mientras que refuerza los beneficios de los grandes negocios.
Una mentira, que se cuenta en la exposición aludida, es sobre cuando se pretendió trasladar el cuadro de Guernika desde Nueva York, donde estaba en el Museo de Arte Moderno (MoMA), hasta Madrid, después de que el Estado español ganara el pleito por adquirir nuevamente esta obra de arte. Se hizo secretamente para evitar que pudiera haber un atentado por parte de la extrema derecha en España, o también por ETA que pretendía que fuera expuesto en la población aludida de Euskadi, y que estuviera de manera permanente en suelo vasco.
El museo MoMA nunca se había cerrado hasta ese día para poder hacer todos los preparativos ( la otra vez fue posteriormente cuando los atentados del 11M.) Para justificar dicho cierre dijeron que se iba a hacer un reportaje sobre los expresidentes de los EE.UU. Que estaban vivos entonces, año 1981. Se informó sobre esto exhaustivamente en los medios de comunicación, se entrevistó a gente y se informó de un gran acontecimiento. Luego no hubo nada de ello, pero nadie preguntó, “será que es para la posteridad”, pensarían. Muchos años después se supo la razón y lo que realmente sucedió.
El error sucedió cuando una copia del cuadro se colocó en la sede de la ONU y unos años después se hizo una página web del lugar en el que se ubicó en la que se dijo que la obra representa una protesta contra los horrores del gobierno de la República española durante la Guerra Civil, cuando todo el mundo sabe que fue una masacre contra civiles llevados a cabo por la legión Cóndor a las órdenes de Hitler, como apoyo a Franco. Fue un error de quien lo puso, del que se disculpó oficialmente el organismo internacional, el año 2019. Lo curioso es que una página tan visitada, por millones de personas, un error de este calado permaneciera casi tres años sin que nadie dijera nada.
Asistimos en nuestros días a algo más que mentir, como es la construcción de una realidad social y otra psicológica en las personas a través de la mentira. Y además se reviste de ciencia y se aplica con técnicas publicitarias para influir en el comportamiento de los individuos. Tales mensajes mediáticos se ofrece como información. El espacio para el pensamiento, el debate se ha sustraído del panorama informativo. En las redes es tal el batiburrillo y el grado de agitación vacua que se establecen falsos conflictos, en general, como cortinas de humo.
Lo que está sucediendo es más que una mentira porque no se trata de engañar con ella, sino que pretende controlar a los sujetos y dirigir su conducta a través de un pensamiento inducido con una carga emocional con la que trasmiten los mensajes. Ya Platón trata el tema de la falsedad de lo real con el mito de la cueva. A lo largo de toda la Historia la creencia dominante ha establecido la realidad, la personal y la colectiva, a su antojo y conveniencia. Eso es el Poder. Para lograrlo tiene que silenciar a todo aquello que lo cuestione o distorsionar su mensaje y ridiculizarlo.
Tampoco es una mentira que pueda ser señala, sino que ha de ser razonada, pero socialmente no es posible si no es mediante la suma de individualidades críticas. Quienes fraguan la mentira acaparan los medios de comunicación, las facciones políticas que se enfrentan entre sí representan un teatro sin sentido que sirve para desviar la atención. Parecido a lo que hacen los prestidigitadores, tiene truco pero parece magia. La información dada sobre la pandemia tiene truco, pero parece real.
No se trata de negar que exista una pandemia, un virus o microrganismo que provoca en una parte de la población una enfermedad y en algunos la muerte. Pero esto se magnifica, se sobredimensiona hasta lo inaudito y se acaba actuando sobre la base de este espejismo sin que nada se solucione y, por lo tanto, cada vez se ha de sobreactuar más y más, además de hacer que se hace algo (aunque no sirva para nada.) Y buscar culpables, sesgar la información, etc. La mentira es lo otro: fake news, cuando son falaces las dos partes por regla general (apoyándose una en la otra.) Las fiestas ilegales aparecen en los medios de comunicación como la causa del contagio, cuando quienes fallecen o se han contagiado no han estado en ninguna, se supone, ni con nadie de las mismas. Alcaldes, ministros, periodistas, Parlamentarios se han contagiado. Se actúa “a ojo” culpabilizando a los bares, sin rastreadores suficientes, sin evidencias. Da lo mismo. Se pone el objetivo en quienes son hospitalizados siendo “negacionistas”, pero no en quienes no lo eran. Se etiqueta de “negacionismo” a quien plantee dudas o críticas y contradicciones a las medidas que se toman, admitiendo que existe la pandemia. No se diferencia a quienes mueren con la infección de los que mueren a causa de ella.
El debate ha desaparecido de la escena política y social y la histeria ha llegado al ámbito de la ciencia y de quienes interpretan gráficas que las trucan, porque no aportan lo que reflejan en su conjunto ni en el contexto en el que suceden los datos. Son los expertos y adoctrinan a la población. A lo más discuten para imponer la autoridad de ser la única fuente oficial, sin razonar. Se dice el número de muertos diarios, siendo toda muerte lamentable, pero nunca se manifiesta en el contexto de que de media en España cada día mueren a lo largo de los últimos doce años 1.071. Y al resto no los contabilizan en la información dada ni informan de ellos.
Se entrevista a familiares que mueren por el coronavirus, pero no a los que mueren por otras causas, siendo el mismo dolor el fallecimiento de un ser querido. Se socializa el drama de una parte. O se dice que los que ponen en duda la crisis sanitaria deberían ver las UCIS, lo cual es terrible, pero lo mismo que hace años y que por enfermedades a causa de otras patologías. Y ¡cuidado» que pueden venir pandemias mucho más agresivas y será necesaria una racionalidad para establecer criterios sobre los datos y las verificaciones. De lo contrario sucederá como en los incendios en locales cerrados, donde cunde el pánico, y mueren más por la estampida que p como consecuencia del humo y del fuego.
En este maremágnum informativo todo falla: Las vacunas que no llegan, pero no se dicen los resultados sobre el cuerpo0 humano y su sistema inmunológico a falta de saber los efectos al cabo de un año. Da lo mismo. Se crea una presión tremenda para que se vacune todo el mundo, lo cual critican no sólo quienes están por sistema en contra de las mismas, sino también quienes plantean que hay que hacerlo con una estrategia sanitaria, es decir a quienes sea necesario, de otra manera puede acarrear graves consecuencias. Ha habido colectivos que han adquirido la enfermedad después de la vacuna, lo cual se ignora o trivializa y se quita importancia, o se silencian los que han fallecido tras habérselas puesto. No entrevistan a sus familiares, se dice que eran mayores y con enfermedades previas, lo mismo que quienes mueren de coronavirus en su gran mayoría, pero en un caso es un drama y en otro algo sobrevenido. Simplemente planteo la manera diferente de informar sobre un caso y otro cuando es lo mismo: la muerte de una persona. Según la OMS quienes mueren tras vacunarse: “Están en consonancia con las tasas de mortalidad por todas las causas y las causas de muerte esperadas en la subpoblación de personas ancianas”. Pero no se informa de la misma manera.
Por culpa de la histeria colectiva que se ha inducido, el remedio, necesario, puede ser peor que la enfermedad por aplicarse en un estado de alteración social en la que los representantes políticos se convierten en actores que dramatizan en lugar de razonar. De esta manera se ha creado una tragedia económica que forma parte esa puesta en escena de algo que se nos está yendo de las manos, y se está utilizando la pandemia para justificar una debacle anunciada de la economía, que simplemente se acelera y evita se organice una lucha contra tamaña injusticia. Se usa la propaganda como es palpable con lo del Ingreso Mínimo que es una estafa, como muchas otras cuestiones que aprueba el gobierno. Bastaría haber aplicado hace unos años la Renta Básica para que se evitara el descontrol medioambiental y mermar los efectos del cambio climático, y con la pandemia evitaría la falta de recursos para sobrevivir como sucede a muchas familias. Y no se ha establecido a sabiendas. Así como el esperpento que se nos viene encima a la hora de aplicar las ayudas de los fondos europeos para apoyar a las grandes empresas y no a las personas y, como consecuencia, más crisis y más propaganda. O sea: mentira tras mentira para sostener todo aquello que mienten en su conjunto. Las fuerzas del cambio lo que están haciendo es cambiar las palabras con las que mentir.
Se mintió en muchas guerras, incluso para iniciar muchas de ellas, en campañas comerciales y políticas y se sigue haciendo. Descubrimos las mentiras de ayer, que casi nos hacen gracia, pero las de hoy se descubrirán mañana, cuando sea tarde, sobre todo porque han impedido razonar y resolver los problemas. ¿Por qué la gente las cree mayoritariamente y se ponen a controlar desde su vida cotidiana?, porque previamente ha sido sometida con el miedo.
¿Qué sentido tiene tanta falacia? Es la inercia de mentir y la manera de ejercer el Poder. El poder sobre el individuo, mientras que la razonabilidad es el poder del sujeto, de las personas. La razón es el fundamento pues de la democracia, lo otro, lo irracional es lo que nos lleva a modelos de control en los que la democracia es un mero decorado. Vaciada de contenido viene lo otro, la dictadura sin disfraz. es por ello resistir desde la razón.
Suerte.