Debemos distinguir dos tipos de documentos. Por un lado los públicos, que generalmente son revistas propagandísticas y que no dicen nada especial y libros de aparente investigación y que dicen parte de lo que se sabe respecto al Opus Dei, pero justificándolo y haciendo ver que carece de importancia. Este tipo de textos se los ofrecen a quienes van camino de integrarse, por indicación de sus superiores. También a sus padres, con el fin de evitar que se preocupen y resolverles las dudas que les puedan surgir, así como solucionar los “falsos rumores” que les puedan llegar respecto a la Obra. Lo cual despista notablemente a las familias afectadas que siguen viendo una actitud extraña y una gran despersonalización en el adepto.
Por otra parte están los documentos internos, estatutos e instrucciones que están escritos en latín y no se traducen. En el libro “El itinerario jurídico del Opus Dei. Historia y defensa de un carisma”, cuyos autores son A. de Fuentemayor, V. Gómez Iglesias y J.L. Illanes, aparecen algunos textos en lengua latina y comentarios que son de gran interés conocer.
No vamos a incidir en muchas cosas que se dicen o en comentarios que están en la vox populi, sino a parte de los hechos que hemos narrado, de testimonios concretos, damos a conocer textos que explican el porqué de determinadas actuaciones, los compromisos de los miembros de la Obra y sus intenciones. Nada de lo que sucede o de lo que organizan escapa a una estrategia diseñada, no es fruto de una labor personal, sino que es fruto de un entramado que coloca a sus peones para que funcionen con el fin de adquirir Poder para la organización, desde participar en un cargo público hasta la captación de determinados y determinadas jóvenes.
Al tratarse este trabajo de un informe técnico dejamos a un lado cuestiones ya sabidas y en las que no es necesario incidir. Lo que sí vamos a hacer es responder a algunas argumentaciones sibilinas que pretenden defender ciertas actitudes de los miembros de la Obra, deformando su realidad, al definirla de manera que es algo “normal” en cualquier organización. Tal es la función de los documentos públicos.
Se quiere hacer ver, por ejemplo, que porque fumen los miembros del Opus Dei, es debido a una manifestación de que son gente normal, como la que quiso para la Obra su fundador. “El cigarrillo sirva para ver que la vida del O.D. es normal”. Hacen ver que no mantienen una dieta vegetariana, y sí las sectas. Lo cual es de una simpleza manifiesta de cara a decir que no son fanáticos. Pero sirve para desorientar a las familias que pretenden informarse. El apostolado de amistad y confidencia, se ve como una prueba de discreción. Que sea invisible no se entiende como un ocultamiento, que sirve para que la manipulación eche raíces al hacerse a espaldas de quien está siendo captado., sino como un acto de humildad.
Desde las teorías de quienes defienden la Obra se descarta el fanatismo de sus adeptos como comportamiento que funciona específicamente, cuando es algo que detecta cualquier observador. Lo definen como “vivir la fe”. La cuestión no es el grado de coherencia, sino la manera de hacerlo y de llevar a cabo la militancia de forma cerrada en sus ideas. Dan un sentido sobrenatural a cualquier acción que emprenden, lo cual siempre es interpretable, pero no para los que ejecutan sus planes. En este caso hay que obedecer y hacer caso a los jefes sin rechistar. Insisten en que hay que estar inmersos en el mundo, pero ellos son ajenos a él. Están en él, pero de forma autista. Es una especie de autismo espiritual.
El adepto entra en una cadena de formación religiosa-doctrinal-espiritual- ascética-apostólica. Lo que les exige un plan de vida que refuerza la obsesión y no les permite salir mentalmente de su encierro psicológico: misa y comunión diaria, confesión semanal, oración mental una vez al día, lectura de las sagradas escrituras a diario, rezo del rosario, retiros espirituales periódicamente, más charlas entre los adeptos y con los directores. Práctica semanal de la confesión sacramental, todo lo cual forma parte del plan de vida espiritual de la Obra. Pero esto no sería sino una intensa vivencia de la devoción.
Además se añade, y ya como elemento psicológico, un diálogo con Dios, jaculatorias (oración breve y fervorosa, lo que introduce criterios emocionales), penitencia, que se considera indispensable para la purificación personal y el progreso de la vida interior. Tales medidas se relacionan con la eficacia del apostolado, de manera que quien no lleva a más personas a la organización entiende que es por su culpa y aumenta su castigo sobre sí mismo.
Practicar las medidas ascéticas y de oración llegan a convertirse en una obsesión. Tal característica es algo que se induce y fabrica en la mentalidad de los adeptos. Su aplicación absorbe la vida de quienes han sido atrapados en tal dinámica. Cualquier razonamiento o crítica se vive como una tentación, como la infiltración del diablo en el pensamiento y se rechaza. La anulación de la personalidad se hace sobre la base de autocastigos, que se consideran sacrificios necesarios o ofrecimientos a Dios. Sobre lo cual no se informa. No lo sabe quien entra. Quien participa lo oculta.
Una mujer que estuvo veintidós años en la Obra, salió de ella tras enamorarse de un hombre que le orientó para que se diera cuenta de lo que le había sucedido y cuál esa su vida en realidad dentro del Opus Dei. Esta mujer contó que se levantaba durante lo que llaman el minuto heroico, que consiste en saltar de la cama para no remolonear. Luego rezaba, luego meditaba sobre un texto y los días que podía se ponía un cilicio, el cual consistió en colocarse un aro metálico en un muslo y apretarlo con tornillos durante dos horas. Llegó incluso a sangrar en ocasiones. Ahora lo ve como algo horroroso, que no entiende como lo pudo realizar. Pero estando dentro lo vivió como un goce espiritual, propio de una manipulación psicológica, mas que como práctica religiosa.
El progreso de la vida interior se define y encamina en una programación mental que lleva a identificarse cada vez más con la organización, hasta el punto de llegar a ser Obra, más que persona con una identidad individual y subjetiva. El Codex por el que se rige la Obra, afirma que el espíritu de penitencia no excluye practicas ascéticas tradicionales, más al contrario, enseñan, las presupone. Hacerse sufrir a uno mismo busca la insensibilidad, para cumplir con el deber de la organización cueste lo que cueste a los demás. Con esta mentalidad no es extraño, sino más bien lógico que el Opus intervenga activamente, como misión espiritual, en dictaduras que han torturado y masacrado a miles de personas. Y entienden que lo hacen por el bien, por el bien de la humanidad.
A nadie que es invitado a participar en las actividades de la Obra, para ser captado, se le dice que va a acabar realizando mortificaciones y ponerse un cilicio. Si se supiera de antemano es una decisión personal. ¿Qué ha sucedido para que lo acepte al cabo de un tiempo de recibir consejos, la misma persona que si se lo dicen antes de entrar lo rechazaría y lo vería una barbaridad? Una vez que su mente es controlada lo entiende como una “oración de los sentidos”.
Los criterios fundamentalistas de la Obra se pretenden diluir en actitudes superficiales, triviales. El derecho a no comunicar que se es miembro deja que sus protagonistas se esconda y actuar así con mayor impunidad. Para ellos es un derecho a la intimidad. Tal doble lenguaje es una de las bases de la manipulación de cara a la sociedad.
La insistencia para que alguien reconsidere su decisión de dejar los votos es una manera de reflexionar en común, etc. Se deja, por ejemplo, bien claro que los socios del Opus tienen libertad en el campo de las doctrinas políticas y sociales. Pero luego aclaran a los que participan que dentro de los límites de la fe y moral católica. Lo que en verdad quiere decir es “dentro de los criterios de la organización”. Lo que es lógico, pero ya no lo es querer dar una visión para luego ser otra cosa. Es una táctica de despistar con la información. El problema de esta maniobra es que pretende imponer su criterio o su moral al resto de la población. Por ejemplo no vender pastillas que eviten el embarazo en establecimientos cuyos dueños sean del Opus, lo que deberá ser una opción personal de quien lo requiere. Esta pauta tiene una gran influencia y repercusión en pequeñas poblaciones.
Apologistas del Opus explican la eficacia de esta organización al conseguir la unidad de acción en su aspecto jurídico, al conseguir ser un ente autónomo, aunque dentro de la iglesia romana, espiritual y ascética. También se cuenta la relación del fundador con su ángel custodio, con anécdotas como cuando antes de saludar a alguien lo hacía a su custodio. Lo que se hace con esta concepción es experimentar una irrealidad mediante el traspaso de una técnica psicológica que genera sensaciones y sentimientos condicionados a la organización con una dimensión deformada de lo espiritual. Es el mismo método que cuando se invocan extraterrestres, seres de otras dimensiones, espíritus. Los efectos son los mismos. La fuerza que adquiere la Obra es que se realiza mediante una creencia dominante.
Las bases de la dominación psicológica se basan en fomentar la ansiedad. Estar descontento con uno mismo, pues siempre se puede uno perfeccionar. Aspirar a la perfección es una manera de estar siempre dominado por la necesidad de esforzarse para la organización. Se emula al fundador: “José María no está contento con José María”. Ese aspirar y no llegar engendra culpabilidad: “porque soy un pecador” El ejemplo mítico origina la proyección psicológica en los modelos de conducta a seguir y seguir los dictámenes externos para cualquier decisión.
Incertidumbre, inestabilidad, se vuelven servidumbre al inducir conductas y mantener vivo ejemplos que lo que logran es un proceso de identificación con la organización: “sé tú mismo Opus Dei”. Da lugar al vaciamiento y depersonalización bajo la coartada de la espiritualidad. Cualquier critica se rechaza, no se piensa pues proviene de un pensamiento bajo, material o engañoso. De esta manera quedan atrapadas las mentes en los esquemas de una organización. Uno de los sentidos de fundar la Obra fue precisamente “difundir la identificación de la propia persona con el querer de Dios”. El problema es que ese “querer” lo indican los directores espirituales.
En la estrategia de la ejemplarización que desarrollan los estrategas de la Obra está la beatificación de su fundador y la posterior canonización. Algo que la organización mueve como tal lo presentan como una elección «neutral» y que cumple todos los requisitos, de manera que se presentan como ejemplo dentro de la iglesia católica, al tener su líder el máximo reconocimiento dentro de su contexto religioso. Utilizan este hecho interno de la iglesia y que se trata de un dogma fundamentado en la infalibilidad del papa, en que quien critique o la Obra arremete contra la iglesia católica universal. Cuando así lo han expuesto y presentan lo de santificar al fundador como un triunfo, hay que recordar que , por ejemplo, Bin Laden es visto como un santón y un Madhi entre muchos fieles musulmanes, de carácter integrista. Lo cual no puede servir para dar validez a sus atentados ni a su organización Al Qaeda.
Habría que salvar las distancias, pero no olvidemos que el fanatismo religioso se diferencia, de una religión a otra, en el objetivo de la fe, pero poco en sus métodos. El apoyo que ha dado la Obra a gobiernos autoritarios y que han asesinado impunemente, que han hecho desaparecer a miles de jóvenes en Chile o Argentina en sendas dictaduras, cuando la etapa de Pinochet y Videla, debe hacernos reflexionar. A parte de reconocer que su poder actual es el resultado de guerras y actos de tortura y asesinatos a lo largo de su historia como religión universal.
Por otra parte observamos un elemento común del proceso de canonización con las manipulaciones de curanderos y sanaciones que realizan los telepredicadores, al exigirse una curación milagrosa para convertir en santo al fundador del Opus Dei. Lo cual no es más aplicar una función manipulativa. La tradición basada en épocas carentes de desarrollo científico no puede ejercer medidas de objetividad para señalar seres ejemplares, que lo único que va a conseguir es reforzar el fanatismo en una creencia religiosa y que entra en semejanza con el más puro estilo de las sectas destructivas.
La influencia de la Obra traspasa el apoyo a un gobierno totalitario determinado. Actúa mediante influencias in directas que se hacen sentir, por ejemplo en España con la reforma educativa, en la Ley de calidad, en la que se propone calificar la asignatura de religión y ofrecer como alternativa la Historia de las religiones, sin observar que es algo propio de la asignatura de Historia y otras. ¿Por qué no se estudia la historia de la Ciencia o del arte?. El presidente democrático de Chile manifiesta (El Mundo, 12 – V – 2002) «La batalla de la libertad en Chile es una tarea muy difícil. Chile es un país con una clase dirigente muy intransigente. Con mucha presencia del Opus Dei» (¿Santa intransigencia?)
La anulación como individuo es un proceso que se refuerza y mantiene con las mortificaciones. Se viven con heroísmo, para dar lugar a una psicología sadomasoquista. Aguantar el sufrimiento propio entrena para aceptar el de los demás. De esta manera se considera un deber aplicarlo, por el bien de los otros y del mundo. La Obra mantiene un sentido nupcial con la muerte, y lo que es un gesto de quien impulsa la Obra, se hace cuerpo en la organización y sale afuera cuando adquiere poder. Una democracia tiene el derecho y el deber de defenderse ante este tipo de estrategias, mediante la información, para desmantelar los efectos de lo ocultado. Afectados y sus familias deben conocer la metodología de captación, de adoctrinar y de hacer social.
Otra característica de quien ideó tal modelo de organización es la obsesión, cuya conducta se contagia a cualquier miembro. Luego una vez que se introduce casi como tic nervioso el afán de estar pendiente de lo que le exigen a uno dentro y la atención por mantener un tono espiritual digno de la Obra en todo momento se convierte en una necesidad y un hábito. Lo cual desemboca en tener a flor de piel los sentimientos, que se desubican y por cualquier bobada las chicas de la Obra se emocionan, ante un discurso estudiado para culpabilizar más a las adeptas, ante el atropello de un gatito, al ver pasar la precesión las imágenes originan llantos convulsivos. Un gesto de devoción hace que los chicos tengan ganas de llorar. Algo que, según enseñan, sintió el fundador cada vez que subía al altar.
Esa deformación sentimental se traduce e interpreta como una prueba de lo que se siente internamente. Se analiza como una comprobación de que están en el camino de la verdad, y ante tal sensación, que se toma como una prueba, la mente del adepto queda atrapada para servir a la organización con un carácter histérico bastante acentuado.
En algunos debates se suele aludir a que muchas de las citas y documentos datan de hace muchos años. Una característica del Opus Dei, como de cualquier organización de esta índole es el inmovilismo. Los cambios exigen autocrítica, relativizar las verdades, según en qué momento y lugar se aplican. El fanático pretende transformar la realidad para adaptarla a su fe, creencia o ideología, en lugar de lo contrario.
En el Opus Dei se entiende que no hay nada que cambiar, nada que alterar. Cualquier invitación a ello se considera que no se entiende el espíritu de la Obra, que se trata de pervertir su misión. Quienes lo han intentado desde dentro han sido expulsados o se les ha arrinconado hasta que se han ido. Si se hace desde afuera son considerados personas hostiles, dentro y fuera de la iglesia.
Por otra parte los textos originales durante la conformación de la organización se mantienen vivos, mediante su lectura, al ser citados cotidianamente, cuando se toman como una indicación del camino a seguir permanentemente. Lo cual se afianza con el culto al fundador, otra característica ésta de la Obra.
El 19 de Marzo de 1983 el Opus Dei se convierte mediante una Bula Ut Sit en una Prelatura Personal. Su andadura se inició el 2 de Octubre de 1928, que en principio se limitó a un apostolado para varones, pero desde el 14 de Febrero de 1930 también para las mujeres, pero con estructuras organizativas propias que se unen en el Presidente general, común para ambas partes En 1941 un nihil obstat pontificio da lugar a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz , que es para sacerdotes exclusivamente. Va a permitir añadir un modelo de organización de vida en común sin votos. En 1947 de regula como Instituto Secular.
La estrategia de su expansión consiste en integrar en una misma acción a sacerdotes y laicos. Al comienzo el fundador pidió al Papa su aprobación, a modo de solución provisional, como una Pía Unión, al no querer ser ni una Orden, ni Cofradía, ni Hermandad de culto. Al necesitar un organismo director y formativo se constituyó la Sociedad sacerdotal, a quien corresponde la dirección de la Obra. Pero la mayoría de los miembros son laicos, cuya labor primaria es santificar el trabajo profesional. Los Institutos Seculares donde se agrupan se convierten en apostolado.
Lejos de ser considerado una iniciativa de su fundador que va ofreciendo unas pautas de acción, se interpreta como el fruto de la intervención de Dios en la Historia. Lo cual va a justificar y potenciar todo su despliegue posterior y, desde luego, su falta de autocrítica. Se concibe la Obra en un fenómeno pastoral en medio del mundo, que promueve la llamada a la santidad y el apostolado en medio del mundo. Lo que va a traer consecuencias claramente políticas, sobre todo en los cargos públicos y trabajos relacionados con los mismos, por mucho que se quieran disfrazar de cara a los adeptos como misiones espirituales. A la vez que adaptan la acción personal a la realidad, a la que pretenden acaparar con la estrategia de un apostolado personalizado “de amistad y confidencia”.
La Obra explica la táctica de usar las relaciones personales para lograr un primer círculo favorable a la organización, luego otro y luego otro…. hasta expandir sus objetivos a la mayor parte de la sociedad, pero siempre de una manera indirecta, no claramente. Nunca dicen: “mira soy del Opus Dei y quiero que te metas tú también”. No, es mucho más sibilino y por lo tanto engañoso y corrosivo.
Los textos de la Obra , en las instrucciones de 1934, impulsan la misión de la organización ante una situación caótica del mundo actual, “un cataclismo sólo comparable al que produjo Lutero”. Los ideólogos del Opus insisten en considerar que la crisis espiritual que atraviesa Europa data de los tiempos de la Ilustración por la difusión de actitudes laicistas.
En los apuntes íntimos de 1930 del fundador va a instar a una estrategia que debe ser conocida para saber cuál es la función de los sujetos al servicio del Opus Dei y que desarrollan en sus puestos. Y debe de saberlo quien ingresa, para ser consciente de en qué le van a utilizar y cómo. Dice: “Es necesario luchar contra el laicismo con un aparente laicismo. Contra el indeferentismo, con un aparente indeferentismo”. De manera que lo hacen disimuladamente, en secreto, a modo de lo que el apunte n. 14 específica que los miembros del Opus Dei “actúan a modo de inyección intravenosa en el torrente circulatorio de la sociedad”.
Enseñan a quienes captan que Dios quiere un puñado de hombres suyos en cada actividad humana (Camino . 301), claro que es la organización quien lo quiere. Para que no quede duda, en los apuntes n.1225 se lee que el apostolado y la decisión de dedicar la vida a la santidad es según el espíritu de la Obra. Espíritu que recogen sus estatutos y documentos fundacionales y doctrinarios.
No hablamos sólo de una experiencia subjetiva, sino de textos que definen la dinámica de una organización. En otra nota íntima se indica: “La Obra de Dios será un ejercito admirable y disciplinado”. Lo que es adonde desemboca la vida de un chico o chica que comienzan por participar en una fiesta, unos cursos universitarios.
Dentro de la iglesia católica fue en un principio muy criticada esta organización, que ha tenido sus dificultades para llegar a imponerse. Pero su disciplina y obcecación han superado los obstáculos, sobre todo al lograr obtener gran Poder económico y de influencias en la sociedad.
Antes de ejercer tal dominio logra seducir a una parte de los creyentes, apartando cualquier crítica o análisis al despreciar las valoraciones hechas con ojos humanos. Este mecanismo que les permite avanzar es el mismo que impide salir de su atadura mental a los adeptos. Lo cual es una constante en los textos internos, es decir reservados para los miembros de la Obra.
También insisten sus textos originales en quitar la leyenda que entorno a ellos circuló sobre el secretismo, ironizando sobre tal. Tuvieron la preocupación de no calar en el seno de la iglesia, pues fueron acusados de ser una especie de masonería dentro de la iglesia y hasta de convertirse en una secta herética. Lo cual ha quedado muy lejos al lograr la expansión en número de miembros. Ahora bien tales recelos tuvieron sus fundamentos en la manera de actuar. A P. Gemelli, ya en 1939, le preocupó que existiera una organización dentro de la Iglesia que escapa a cualquier control y que es de carácter internacional.
Los socios tienen diversos escalafones. Los Numerarios son célibes y se encargan de las tareas de gobierno y formación de los demás miembros. Suelen vivir en Centros del O.D. Los numerarios que se dedican a trabajos manuales o al servicio doméstico en los centros de la Obra se les llama Sirvientes o Auxiliares. Para los laicos “se exige el celibato apostólico para dedicarse con todas sus fuerzas y máxima responsabilidad personal a las labores apostólicas peculiares del la Prelatura”.
Ordinariamente residen en la sede de sus Centros. Este dato es muy importante a la hora de valorar la gestión de los Numerarios en la Administración Pública o en puestos institucionales y de responsabilidad social. Las Numerarias Auxiliares, con igual disponibilidad se dedican a las labores manuales o tareas domésticas en la sede de los centros de la Prelatura, asumiendo esa tarea como su propio trabajo profesional. Dentro de la formación de la Obra el numerario debe cubrir dos años de estudio filosófico un cuatrienio teológico, con nivel universitario.
Los Supernumerarios pueden estar casados o ser célibes. Son fieles al apostolado. “Convierten su vida y trabajo en un medio de santificación”, lo que nuevamente es una misión un tanto discutible. Pues el resultado es que tanto en la vida familiar, como en la vida social actúan en pro y con los únicos criterios de la Obra, y cualquier crítica, reproche o sufrimiento que generan lo viven como una necesidad para santificarse, imitando a muchas historias de santos. Se creen mártires e incomprendidos. Lo cual les impide razonar para ver y analizar la realidad de sus actuaciones y sobre cómo es realmente el mundo que les rodea.
Los Oblatos o Agregados tienen el voto de celibato pero suelen residir con sus familias, en cuyo seno viven su dedicación apostólica. Y luego están los inscritos que se afilian, pero no viven en comunidad ni de una manera tan insistente. Los Cooperadores son quienes no se incorporan jurídicamente, pero colaboran con limosna o mediante apostolado. Pueden ser no cristianos. Esta es una curiosa modalidad, que si se analiza bien es curioso que da lugar a asociarse con “mercenarios”, que a cambio de determinado poder u otras prebendas, económica y políticas, permite asociarse a personas ambiciosas y sin escrúpulos para que hagan el trabajo sucio, saquen información en determinados medios de comunicación, realicen propuestas, sobre todo contra enemigos de la Obra y personales. Este tipo de individuos funcionan en el periodismo, en la política, en el mundo empresarial.
La eficacia del Opus Dei de infiltrarse en la estructura del Estado y de la sociedad proviene de activar un mecanismo que no es controlable. No actúa en grupo, sino individualmente, con sus miembros, según su propia iniciativa, la cual está diseñada y controlada por una especie de club privado, de manera que no se pueda acusar de actuar para una organización, cuando sí lo es de hecho. Esta sutileza es la que es preciso desenmascarar. Cada miembro del Opus es una herramienta activa de la organización. Lo cual es preocupante cuando se exime de toda responsabilidad a quien ejecuta una orden para beneficio de la organización, tal como recoge Peter T. Malinoski, exnumerario de la Obra, pues “no seremos culpables de nada si obedecemos”.
El Codex n. 2 – 1y 2 establece que la Prelatura busca trabajar con empeño para personas de toda condición, dejando claro que en primer lugar los intelectuales, para que lleven a la práctica los preceptos católicos en medio del mundo. De manera que deben formar a sus miembros para hacer el apostolado en la sociedad civil. La labor formativa se encamina para desarrollar con eficacia un hondo y fructífero apostolado en el lugar en que viven y trabajan (Codex 3. 1,2 y 27. 1). La injerencia en la vida de los demás se excusa en el deber de “santificar a los demás por medio del propio trabajo profesional”. (Codex 86 – 2). Uno de los aspectos de la pedagogía del Opus es convertir en oración todas las ocupaciones de la jornada, con el fin de conducir al mundo hacia Dios. Consideran que el resto de la iglesia lo que hace es mundanizarse, de ahí el encerramiento del Opus.
Una de las cuestiones en que más insisten a los miembros de la Obra es que son levadura escondida en la masa de la sociedad humana, mezclándose con ella hasta que fermente por entero (Codex 111, 2). No sólo se forma un espíritu de salvadores y por lo tanto de superiores al resto de los mortales, sino que es de manera encubierta. Más claramente se puede entender en la afirmación del fundador: “queremos ser fermento o sal que desaparezca en la masa”. Lo que no cabe duda tras estudiar el itinerario jurídico del Opus Dei es que, tal como sus propios juristas aprecian, es que sus estatutos y configuración dentro de la iglesia resulta adecuada, cuando además de la realidad que pretende regular, contribuye a su conexión con el conjunto del tejido social. Lo que no deja de ser una intromisión, una grave intromisión, teniendo además en cuenta que la Prelatura del O.D. depende inmediata y directamente de la Santa Sede.
El Opus ha logrado copar la iglesia en buena medida. Su estrategia es hacer lo mismo en las instituciones democráticas y en todo el aparato administrativo, desde el sector militar, al económico, cultural, educativo, etc. Disecar la pluralidad política y encauzar a la sociedad entera por su camino.: “Nuestra labor no es trabajar como un grupo más, sino abrirnos en abanico ”. Su pretensión es “estar en todas partes”, para lo cual han diseñado la estrategia de “estar presentes personalmente, no en grupo, vivificando los ambientes con vibración apostólica”, de manera que se encubren más y cualquier responsabilidad es de los adeptos, que son dirigidos por la organización, pero ésta queda más allá del bien y del mal. Así se reitera en la carta de Álvaro del Portillo dirigida a los miembros de la organización, 8 – XII – 1981: “El Señor nos quiere como fermento en la masa. Allí donde está uno de nosotros trataremos de ponerlos por la Obra y nos esforzaremos por meterles en un apostolado continuo en la existencia de los que nos rodean….. Estáis hijos míos en todas partes: en los ambientes académicos, en el mundo del trabajo, en las parroquias, en las iniciativas civiles, educativas, asistenciales”.
Es un derecho de todos los ciudadanos y ciudadanas conocer los aspectos internos y los mecanismos de funcionamiento de organizaciones que se extienden y acaparan suficiente poder como para afectar a nuestras vidas.