El objeto de este análisis es exponer las bases sobre las que funciona una organización inserta en la iglesia católica y de la que se nos solicita referencias y noticias de manera reiterada: el Opus Dei.  Se recogen tres aspectos fundamentales  para situar el contexto de la presente exposición. El de los que han sido miembros y lo han dejado. Los familiares de personas integradas en la Obra y que se sienten afectados y, finalmente,  las repercusiones sociales. Hemos tomado nota sobre las experiencias de personas que lo han vivido directamente y  se ha relacionado con documentos que rigen el funcionamiento de la Obra.  No pretendemos interpretar ninguna conducta ni juzgarla, tan sólo mostrar unos textos y unos hechos, para que cada cual saque sus propias conclusiones.

Hay muchos libros al respecto, pero no se pretende  hacer un trabajo erudito, sino una herramienta práctica. No  se va a definir si es o no el Opus Dei una secta, pues nos llevaría a un debate interminable, que no es nuestro interés.

Hay sobradas alusiones al respecto. Lo dejamos a la resolución del lector. No vamos a insistir en detalles, sino sintetizaremos los elementos más significativos sobre lo que los afectados, bien por un  allegado o por ellos mismos,  han hecho partícipe a nuestra Asociación.

Se trata de ofrecer una explicación clara con el fin de evitar la trampa de caer en juegos de palabras, que es adonde los defensores de la Obra desvían el tema: sobre si las alusiones a ser discreto no es secreto o si guiar a un joven desorientado no es manipular, o si las  prácticas de dolor corporal son ascetismo o un salto a la liberación espiritual. Entendemos que el lector es capaz de dilucidar por sí mismo.

Es preciso que una serie de prácticas y conductas, que responden a instrucciones y exigencias concretas, se conozcan para decidir si se participa o no en tal dinámica,  antes de ser atrapados en una deformación adoctrinada. Aún así se pretende que quien coja este texto sea capaz de analizarlo y pensar por sí mismo.

El objetivo de esta asociación no es que los miembros de una organización la dejen, sino que sean conscientes de adónde están o adónde se meten, pues se han introducido ( o, mejor, les han metido) en una burbuja que les hace vivir en un espejismo alejados de su realidad personal, familiar y de la realidad social.

Lo primero a destacar es mostrar el  máximo respeto a la creencia de esta organización, como a la de cualquier otra. No es esa nuestra incumbencia, sino los resultados prácticos en sus componentes y las técnicas de cómo se aplica una creencia. Constatamos que la mayoría de los individuos afectados mantienen su fe.

Se quejan de los abusos., con la intención de que sean corregidos, ante lo cual se han encontrado, bien como ex-miembros o familiares, con un muro de silencio y de postración.  Lo que más desean es dar a conocer  ciertas mañas o artimañas, en las que han sucumbido en unos casos y en otros sus hijos, hijas o parejas.

Precisamente  ofrecer información va a permitir la posibilidad de que no se sientan engañados y defraudados muchas personas, como aquellas que se han puesto en contacto con nosotros y cuya queja fundamental es precisamente la falta de información.   Informar es el mejor antídoto contra la manipulación, bien sea hacia una persona, el entorno familiar o sobre la sociedad en su conjunto.

Esperamos que personas que estén entrando en la Obra, o estén ya dentro, vean que no se introducen en una organización sino, previamente, en un proceso. Queremos que sean conscientes de cuál es el resultado y el modo de perpetrarlo, cuyo resultado lleva al fanatismo. Inicialmente se admiten una serie de planteamientos maravillosos, a los que muchos jóvenes se sienten “llamados”. Pero esa atracción responde a una estrategia aplicada con meticulosidad y que además tienen repercusiones sociales de gran magnitud, debido a la influencia que la creencia base de esta organización, el Opus Dei,  tiene en España y en el mundo.

Para esta labor contamos con documentos internos de la Obra, aludiendo a sus estatutos y a libros propagandísticos de ellos, sin entrar a debatir para nada contenidos doctrinarios ni de  fe.   También hemos obviado cientos de anécdotas sobre contradicciones de miembros destacados, o actuaciones personales de algunos militantes de gran influencia que nos han hecho llegar ciudadanos y ciudadanas que las han vivido, como recomendaciones para dejar sin trabajo a alguien que deja de obedecer a un guía espiritual,  cazar piezas prohibidas, testificaciones falsas en los juzgados, etc. Pensamos que una argumentación informativa no debe caer en el chismorreo, ni perderse en nimiedades que enzarcen en la palabra de uno contra la del otro o provocar explicaciones de las que hay para todos los gustos.  No es ésta nuestra intención.

Una de las cosas más curiosas es  que todas las quejas e informaciones sobre experiencias que han llegado a la Asociación de Afectados son muy similares,  desde  familias y personas que no se conocen. Coinciden únicamente en conocer una participación común o la de algún conocido en el Opus Dei. Otra característica de semejanza es que cualquier información que se ofrece a personas que están dentro de esta Prelatura, por parte de personas cercanas a ellos, es considerada por el sujeto receptor como una ofensa, un ataque a su organización  y a él mismo. Admiten muchas veces una reflexión crítica, para la que están preparados para debatir, con argumentos teóricos, pero cuando se pone el dedo en la llaga se rechaza cualquier información que descubre los entresijos y los vericuetos por los que han acabado militando.

Tal actitud no es una conclusión a la que lleguen por sí mismos.  Hemos comprobado que se ofrece en la formación y cursos unas pautas de conducta a modo de vacuna. El Opus construye  un mecanismo de defensa contra cualquier información crítica que venga de fuera para, con cualquier justificación, evitar que el adepto preste atención a quien le quiera informar. La respuesta la suelen resumir en contra de quienes ofrecen un punto de vista diferente y siempre respetuoso con sus creencias. Dicen, sobre las críticas,  a modo de coletilla:  “odian a la iglesia católica”.

Cualquier diálogo ya es inútil. Ante las cámaras de televisión, por ejemplo, los adeptos a la Obra, no refutan, sino que se desmarcan de cualquier critica diciendo «siempre van a hablar mal de nosotros». El  adepto a la Obra se vuelca más si cabe en su militancia de santidad y ve como un reto superar cualquier tentación de la razón.  Por eso es necesario dejar tiempo para que reflexione la persona que se obceca,  porque debe ser capaz de pensar por sí mismo.

Es muy interesante ver cómo cuando se acepta estar dos o tres meses fuera de la dinámica de participar obsesivamente en las conductas que marcan desde la organización se ve todo desde otro punto de vista, manteniendo firme la fe. A lo que sea alude es a una técnica de control psicológico, no a una doctrina. Un paréntesis en el ritmo que impone la Obra está mal visto por los superiores jerárquicos y es difícil que se consiga.  La distancia, aunque sea temporal siempre da una perspectiva más personal sobre la propia experiencia de uno mismo. Sin embargo los instructores del Opus Dei hacen justo lo contrario, un seguimiento muy cercano, “pegajoso”, de la trayectoria de sus miembros.  Sus consejos cargan de culpabilidad al adepto, de miedo a salir y no le dejan otra salida psicológica que seguir y seguir ciegamente, pero, eso sí, libremente. Cuando han logrado que sólo les quede un camino les permiten elegir con libertad cuál seguir. Está es la gran trampa mediante la cual arrastran no sólo a los miembros sino a muchas familias de los mismos.

La “vacuna” a la que hemos aludido  consiste en el desprestigio al que someten a quienes informan sobre las bases técnicas de la organización. Es de sentido común que una persona para participar en algo debe conocer en qué se va a meter o en qué está metido. Información que dentro de la organización se dosifica para que se acepte a medida que se logra adaptar la psicología del futuro miembro a las características de la organización y finalmente adapta su personalidad entera a tales peculiaridades.

Lo cual no sucede por azar, responde a unas instrucciones concretas. Entre otras comprobamos lo mal que se habla de las asociaciones que informamos sobre determinadas organizaciones, lo que se hace únicamente a requerimiento de personas que solicitan información sobre alguna porque ven algo raro. Pues bien, esta labor nos convierte en enemigos per se, por definición.  Lo hemos constatado en  comentarios de personas que han salido y nos han contado su experiencia dentro de la Obra. Pero es evidente que cada cual cuenta la feria según le va. Por lo que nos apoyamos en documentos escritos que se pueden constatar, para quien quiera corroborarlo.

Uno de los libros que ofrecen desde la Obra, es la de Vittorio Mesori, “Opus Dei, una investigación”. Se suele ofrecer como una crítica al Opus Dei, y para que los que empiezan vean lo que se dice de ellos sin que haya nada malo. Hace ver  que una vez que se “investiga” todo queda resuelto y justificado. En este libro se cuenta que para “el movimiento anti-sectas” es sectario quien no acepte el relativismo y que se aplica en quien cree que existe una Verdad.

Afirma Messori que se pasa de criticar a las sectas a la religión en general.  Lo que no hace es aportar ningún dato.  Lo suelta para ser creído y hacer que los miembros de la organización a la que hace propaganda lo admitan. Otros libros igualmente amañados constatan que los miembros del Opus no son vegetarianos y por lo tanto no son sectarios. Algo totalmente absurdo, pues nada tiene que ver una cosa con otra. Hay que indicar que dentro de las organizaciones que descubren los entramados de las sectas y ayudan a los afectados más de la mitad son creyentes y la mayoría de estos católicos. Hay de todas las opciones, pues el afectado lo es de una técnica.

Nunca ha habido ninguna manifestación antirreligiosa ni ideológica, sobre ninguna organización, ni en cuanto a creencias.  Puede ser a título personal,  pero no se puede honestamente generalizar.  La fabricación de una imagen de persecución  sirve para cultivar el victimismo en el seno de una organización, para lograr la cohesión entre  sus miembros. Lo importante no es que sea cierto o no, sino que los adeptos se lo crean. Para más inri , el citado autor indica que los movimientos antisectas surgen de ambientes de protestantismo radical, liberalismo agnóstico, hebraísmo fundamentalista o masónicos.

Lo que circula a modo de bulo confidencial internamente en el Opus Dei. Para no caer en un análisis inconsistentes matiza  Mesori que se trata de facciones incontroladas de estas corrientes, cuyo objetivo apunta contra el Vaticano.  Aclara, para explicar que dentro de la iglesia hay mucha controversia sobre dicha organización, que los católicos adversos al Opus Dei apoyan a los movimientos antisectas.

Hay que tener en cuenta que la información plural de la sociedad no es la que se da dentro del Opus Dei. Los directores de los centros evalúan los libros de 1, recomendable, a 6, gravemente peligroso para la fe. De manera que nadie va a leer lo que pueda poner en cuestión el adoctrinamiento, es decir la interiorización de una doctrina, que hace que sea más una cuestión psicológica que de fe o creencia.

No vamos a entrar  a una pregunta que no aporta nada. Es adonde se desvía frecuentemente el análisis de las sectas para evitar analizar la realidad concreta: ¿qué es ser una secta? . Entraríamos en su significado etimológico, o en el origen de las religiones y hasta el sentido antropológico e histórico de la palabra. A lo que nos referimos no es tanto a una modalidad de creencia, sino a unas prácticas de manipulación que pasan desapercibidas, en primer lugar para quien las padece y que las iremos desglosando poco a poco.

Sí  que es necesario salir al paso, cuando expertos en sectas, pero partidistas,  ofrecen una definición de éstas tendenciosa y poco neutral, como lo hace un sacerdote del Opus Dei, con muchas publicaciones a sus espaldas sobre el fenómeno sectario, pero con cierta intencionalidad. Insiste en calificar por definición a las Asociaciones que informan sobre sectas como movimientos antisectas, expresión por otra parte gratuita pues no hay ninguna asociación que se denomine de esta manera, pero pretende englobar a todas  en el mismo saco, considerando que asociaciones como la nuestra son de naturaleza laicista e inspiración masónica.

Lo que se traduce de puertas para adentro como una mala intención hacia el Opus y un intento de desprestigiar a la iglesia católica cada vez que se critica algo sobre la Obra  o se la compara con otras organizaciones de tipo sectario, por la similitud en el empleo de métodos manipuladores.  Pero lo ostentosamente grave es la definición de secta que pretende dicho autor al eximir de cualquier responsabilidad a las que hagan lo que hagan lo realicen en nombre de su misma fe: “secta es un grupo autónomo, no cristiano, fanáticamente proselitista, exaltador del esfuerzo personal y expectante de un cambio maravilloso ya sea colectivo e  individual ”.  Quedan excluidas las cristianas, y por su puesto organizaciones católicas, no porque no funcionen igual, sino porque, aunque empleen métodos sectarios y degenere en un fanatismo manifiesto, ocurre en nombre de la fe “verdadera”.  Queda entonces libre de culpas.

Ocurre que este tipo de libros pueden tener un fin informativo, no deja de ser un punto de vista, pero son utilizados por la organización para ofrecerlo a las familias preocupadas cuando ven los cambios de despersonalización que sufren sus parientes y cómo  son dirigidos por una organización a la que se entregan irracionalmente.  Para quien va ingresando poco a poco en la dinámica del adoctrinamiento tales planteamientos le llevan a un posicionamiento maximalista, la realidad se divide en dos, los de fuera y los de dentro, los buenos y los malos. Seguir ya no es una cuestión de interés personal, sino un reto, se trata de vencer o ser vencidos, de pertenecer al bando de los  que tienen la verdad o al de los ignorantes y débiles.

Por ende han de luchar, ser fríos y no dejarse llevar por la sensiblería de sus allegados.   Se logra así activar una serie de mecanismos psicológicos que van a guiar, sin que se percate el afectado, desde una dirección “espiritual”.

Se utiliza la vanidad intrínseca de cada ser humano, las ambiciones (la cual  se refuerza en ambientes selectos y hacer ver de las posibilidades de llegar a una buena posición sobre todo si se tienen carreras universitarias, con ejemplos de personas con prestigio que ocupan cargos públicos y dan charlas en los clubes de la Obra), el amor propio, y demás, de manera que llevan chicos y chicas animados en un principio por un ideal altruista a un callejón psicológico sin salida, de manera que sólo les queda ceder a los consejos de sus guías o confesores, que les van a orientar en beneficio de la organización.  Ésta es el fin de cada actuación de la Obra y  la de sus adeptos medios para engrandecer su Poder.

Observamos un afianzamiento de esta organización, que ha logrado penetrar en la estructura de la iglesia y pretende calar en la sociedad indirectamente, sin ser detectada. La táctica de los últimos años es una mezcla de imagen pública, que cuidan permanentemente y de actuación psicológica, sabiendo muy bien cual es el tono social. Lo hacen a nivel personal con los miembros que captan y a nivel colectivo. Se trata de normalizar, y hasta ver que es necesario, confiar en la actuación de los miembro del Opus Dei ante las crisis que viven  los ciudadanos y ciudadanas.  Esta actitud la resume la titulación y especialidad del portavoz de la Santa Sede desde 1983, el  miembro del Opus Dei, Joaquín Navarro Valls, psiquiatra y periodista.