Resumen y análisis de la obra y su relación con El Quijote, otras obras literarias, y el contexto social y cultural de la época.
Cuando leí la obra «Amadís de Gaula» observé que por una parte está el libro, lo que cuenta, y por otra la ocultación del mismo, que ha desaparecido como referente de la literatura. Dicha ausencia tiene mucho que ver con el contexto histórico en el que todo ello sucede y en su resultado, la modernidad. Si somos capaces de leer la obra «Amadís de Gaula» puede que veamos que la «modernidad» no es tan moderna como nos parece. Y para ello es necesario saber qué cuentan los textos de esa novela y no lo que se dice de ellas. Y tal es lo que pretendo hacer, sin caer en interpretaciones ni nada que no sea presentar una novela que a mí me ha resultado sorprendente. Es por ello que consideré necesario celebrar el V centenario de la edición de esta obra, durante el año 2008, para que sirva de oportunidad para descubrir otra manera de hacer literatura, tan válida como cualquier otra y ver lo relacionada que está con la cultura moderna.
Me parece importante hacer una reflexión sobre el contenido de esta obra y lo que ha significado su postración y olvido. Ha sido apartada de tal manera que lo que he mirado en internet, con trabajos, críticas y tesis sobre esta obra no hacen alusión a lo que realmente es su esencia, lo novedoso y aquello por lo cual, sospecho, esta obra ha sido eliminada del mundo literario y del acervo cultural. Algo en lo que en su momento se puso un empeño sistemático y que no responde al cambio de gusto de los lectores ni al libre mercado de elegir uno u otro libro, sino a la deformación de los personajes y a ocultar los contenidos del mismo, que aún hoy en día pueden resultar chocantes, demasiado modernos, cuando fueron escritos ¡hace cinco siglos!
Obras consultadas y ediciones usadas
La edición que uso como referencia de las citas del libro «Don Quijote de la Mancha» es de la editorial Juventud, Barcelona – 1966.
El libro «Amadís de Gaula», de Garci Rodríguez de Montalvo, editorial Planeta, Barcelona 1991.
«El Quijote apócrifo» de Alonso Fernández de Avellaneda, la edición de Alfredo Rodríguez López Vázquez (Ediciones Cátedra, 2011)

Editorial Juventud 1989

Otras obras consultadas son la enciclopedia de Historia de Literatura Española e Hispanoamericana (ediciones Orgaz – Madrid, 1980) y enciclopedia Durán – Bilbao, 1967) con estudios de los de literatura Manuel Fernández Nieto y Amancio Labandeira, ambos de la UCM,
De el Quijote a Amadís de Gaula
Cuando a lo largo del año 2005 se celebró el IV centenario de la publicación del libro «Don Quijote de la Mancha» de Miguel de Cervantes llegué a juntar en mi casa once ejemplares que regalaron por doquier.
Me pareció que tanta insistencia no me afectaba, pues ya había leído este libro dos veces. Una por decir que conocía dicha obra, considerada como la principal de nuestra literatura, lo que hace que sea una exigencia personal su lectura. La segunda vez fue para hacer un estudio sobre el Enamoramiento, el cual realicé tomando además notas de otras novelas y ensayos, siendo la obra de Cervantes la que desarrolla toda la esencia de este fenómeno sentimental.
Al asomarme por tercera vez al Quijote observé que la primera palabra, después del prólogo, antes del famoso comienzo «En un lugar de la Mancha….» aparece Urganda la desconocida, encantadora de la novela de Amadís de Gaula. También un poema de Amadís a don Quijote. Las últimas palabras de don Quijote se refieren a este personaje. Y también, de manera general, las últimas del autor. Recorrí de nuevo la obra del hidalgo caballero observando que cita unas cuarenta y dos veces a Amadís de Gaula, o en referencia a él.
Don Quijote se hace llamar de la Mancha, porque Amadís es de Gaula. Caballero de la Triste Figura, por referencia al nieto de Amadís, Amadís de Grecia, que se hace llamar Espada Ardiente y Caballero de la muerte. No firma las cartas, porque Amadís no lo hace. Dice: «Me guío del ejemplo que me da Amadís de Gaula que hizo a su escudero conde de la ínsula firme».
Todo lo cual me llevó a preguntar ¿quién es realmente ese Amadís de Gaula? ¿De qué trata esa obra a la que se critica, burla tanto y desprecia la obra cumbre de la literatura española y paradigma de la literatura universal? ¿Qué cuenta la novela de Amadís que se ha postergado y que tal es la intención manifiesta de Cervantes? Responder esta inquietud me llevó a leer «Amadís de Gaula», de Garcí Rodríguez de Montalvo, la cual según el filólogo José Manuel Lucía Megías (2003), del Centro de Estudios Cevantinos en Alcalá de Henares, fue el paradigma de las novelas de caballería y marcó las bases de su evolución. Siendo todas ellas en su conjunto un éxito editorial. ¿Por qué su desaparición?
¿Quién es Amadís de Gaula?
¿Quién es ese personaje, Amadís de Gaula? ¿De qué trata su novela que se quiere desbancar completamente? Su autor, Garcí Rodríguez de Montalvo, es regidor de Medina del Campo, Valladolid. La novela es impresa en Zaragoza, 30 octubre de 1508, a cargo de un alemán, George Coci. Debido a su éxito se edita otra vez en Sevilla, el año 1511. En Roma el año 1519. Y hubo otras ediciones posteriores. Fue traducido al francés, italiano, alemán, holandés. Fue una obra que tuvo una gran repercusión social y adquirió gran popularidad en todas las clases sociales y también entre las mujeres.
¿Quién es ese personaje, Amadís de Gaula? ¿De qué trata su novela que se quiere desbancar completamente? Su autor, Garcí Rodríguez de Montalvo, es regidor de Medina del Campo, Valladolid. La novela es impresa en Zaragoza, 30 octubre de 1508, a cargo de un alemán, George Coci. Debido a su éxito se edita otra vez en Sevilla, el año 1511. En Roma el año 1519. Y hubo otras ediciones posteriores. Fue traducido al francés, italiano, alemán, holandés. Fue una obra que tuvo una gran repercusión social y adquirió gran popularidad en todas las clases sociales y también entre las mujeres. El año 1510 se publican «Las sergas de Espladián» (Sergas son proezas ; tela de seda con cuadros metafóricas de hazañas de héroes) El año 1490 se publicó «Tirant lo Blanch» de Joan Martorell en catalán. Ante el auge de Amadís de Gaula, el año 1511 se edita en castellano, siendo impresa en Valladolid. Con esto quiero decir que son novelas que a le gente le gustó leer. Fue un auténtico fenómeno cultural, hoy postergado, incluso para análisis de esta obra. Los libros de caballería se han interpretado como una imagen sublimada de la realidad, pero bien se puede ver en ellos la referencia de una vida libre.
Las novelas de caballería provienen de leyendas que se trasmitieron originariamente de manera oral. Cuando Garcí Rodríguez escribe su obra «Amadís de Gaula» hace una refundición de textos de otras novelas castellanas de caballería. Victoria Cirlot dice que copia antiguas versiones. Y que las mismas varían según los autores. Para Santiago Sevilla (Diario de León, 10 – marzo – 2008) el auténtico autor de «Amadís de Gaula» es don Enrique de Castilla. Quien ha estado en Inglaterra y la conoce. Lo cual no es algo que se refleje realmente en la novela. Plantea que Garci deforma su narración, pues el original hace que Amadís sea asesinado por su hijo Esplandián, en venganza de haber sido bastardo y dejar que lo amamantase una leona. Todo lo cual se plantea como un demérito para Garcí Rodríguez de Montalvo. Considero que es una discusión baladí, que no tiene sentido y que da lo mismo. Pero es que, además, en la introducción a la novela Garci dice «corregir los antiguos originales que estaban corruptos y mal compuestos en el estilo».
Con aquello que se pretende descalificar de entrada la obra de Garci es una tradición en la literatura. En «El Burlador de Sevilla» de Tirso de Molina don Juan es condenado al infierno. Zorrilla hace una nueva versión de Don Juan Tenorio en el que amor de doña Inés le salva, arrepentido en el último momento. Moliere escribió «don Juan o el convidado de piedra». Goldoni: «don Juan Tenorio, el libertino castigado». El cineasta asturiano Gonzalo Suárez, escribe en 1934 «Don Juan de los infiernos», a cuyo protagonista presenta como víctima de su destino y le condena a vivir. Existe la Celestina de Fernando de Rojas y la de Feliciano de Silva.
El personaje Fausto proviene de cuentos populares, a partir de un personaje que se divulgó en cuentos y narraciones que se trasmiten de manera oral a finales del s. XV en centro Europa. Spiesz escribe una obra sobre el mismo en 1587. Marlowe escribe otra sobre el mito de Fausto, «La trágica historia del doctor Fausto», 1588. Sigue fielmente el mito de Spiesz y lo condena al infierno. Gotthold Lessing, redime a Fausto, en lugar de condenarlo. La obra de teatro de Goethe (parte I, 1808; parte II, 1833), tiene una enorme repercusión. Nos describe a Fausto como un filósofo racionalista dispuesto a arriesgarlo todo, incluso su alma, por ampliar el conocimiento humano, y que obtiene el perdón de Dios por la nobleza de sus intenciones y el amor a Margarita: «El eterno femenino nos impulsa hacia delante». Al margen de estas obras, el mito de Fausto ha sido objeto de numerosas versiones, entre otras la de Thomas Mann, «Doktor Faustus».
No voy a entrar en el análisis literario del texto de Garcí Rodríguez, ya que mi pretensión es simplemente que se sepa lo que dice textualmente. El mensaje que transmite esta novela. Cuando se ha leído es posible observar que perfila la modernidad, la modernidad que no ha sido. Y creo que hay que analizar las novelas de caballería, en especial Amadís de Gaula, como una sombra, algo que se ha ocultado, pues su desaparición no fue fortuita. Se puede comprobar cómo se deforma esta novela y a su protagonista, a la vez que en la misma época sucede lo mismo con autores de teorías filosóficas y científicas.
Hay algo evidente: Hoy nadie, prácticamente nadie, lee ni tiene interés por la novela «Amadís de Gaula». Yo creo que merece la pena acercarse a ella. Quiero dejar claro que soy un admirador de la novela de Cervantes, «Don Quijote de la Mancha», que me parece preciosa, desde muchos puntos de vista, pero no dejando a un lado Amadís de Gaula, porque lo que se hace con su abandono es limitar el espectro de la literatura, se limita el campo de reflexión de la cultura. Es como si nuestra sociedad anduviera coja. Todavía hoy la novela de Garci Rodríguez tiene mucho que aportar.
La novela de Cervantes, don Quijote de la Mancha, es considerada la primera novela moderna de Europa occidental. A partir de la cual se dejaron de desarrollar otras formas literarias, lo cual supone un empobrecimiento de la literatura y un estrechamiento enorme de la mentalidad social. Cuando el modelo de modernidad que se ha construido a partir de esa carencia decae, aparecen análisis, estudios que aún no llegan a lo que plantea Amadís cinco siglos atrás. Hay amagos, acercamientos, reflexiones desde el psicoanálisis y desde la teoría socio política más actual, que, sin saber nada sobre Amadís de Gaula, descubren lo que se atisba en el fondo de esta obra. De ahí su conexión con la modernidad.
Contra Amadís
Cuando alguien se decide a leer la basta obra «Amadís de Gaula», parece que le quieren quitar las ganas de hacerlo. En la introducción a la novela, José Enrique Ruiz Doménec dice: «El sermoneo del medinés es la ruina de su obra. Encajados a la fuerza, en ocasiones sin demasiada conexión con la historia que narra… con ideas-pensamientos que suelen asaltar en forma de horribles pesadillas de una mente provinciana, como la de este pobre regidor». Y: «… tarea inútil seguir las digresiones de Montalvo. Si su publico las acepta sin protestar, nadie debería culpar a este torpe funcionario…»
En la enciclopedia con la que se enseñó en España a mediados del siglo XX, editada en 1942, se lee: «La literatura sobre algunos tipos de caballería llegó a trastornar el juicio de muchos crédulos lectores, que daban por reales las fantásticas aventuras de ciertos libros de caballería. Nuestro inmortal Cervantes alumbró las influencias de estos funestos libros de caballería, al ridiculizarles magistralmente en la magnifica obra Don Quijote de la Mancha». No cabe duda de que la novela «Don Quijote de la Mancha» salió contra los libros de caballería, pero en especial contra la obra «Amadís de Gaula». Pero a quienes satiriza es a los que fueron influenciados por esta y otras novelas del estilo y se dieron en conquistar Las Indias, como veremos detenidamente.
También Juan de Valdés no tolera el papel que la novela Amadís da a la sensibilidad mundana. Pero otros devotos de la iglesia católica condenaron la lectura de este tipo de libros: Luis Vives, fray Antonio de Guevara, Pedro Mexía, Diego Gracián, Melchor Cano, fray Luis de Granada y otros. Juan de Valdés escribió refiriéndose a la obra de Garci Rodríguez de Montalvo: «libro mentirosísimo, que dice mentiras desvergonzadas y tiene estilo desbaratado, que no hay buen estómago que pueda leerlo». Otros moralistas de la época le acusan a dicho libro de ser «dulces ponzoñas» y «sermonario del diablo». Fue calificado como nocivo para jóvenes y doncellas y «provocativos de la sensualidad».
Incluso cuando la novela de caballería entró en declive se insistió en arremeter contra ellas para evitar su reaparición, pues aún coleaba su difusión, como la famosa diatriba de Benito Remigio Noyden, que recoge José Manuel Lucía Megías (2003), realizadas el año 1666: Huyan de los libros, novelas y libros de caballería, llenos de amores, estupro, de encantos y estragos». A lo que añade que «(A)tosigan el alma de veneno». Cuanta el caso de un señor que no lograba tener acceso a la mujer que deseaba y la invitó a leer este tipo de novelas lo que la llevo a «descomposición a ella y arruinar el honesto estado de su recato y de su vergüenza».
Por ejemplo el año 1577, tal como recoge Guillermo Sergé, el soldado y diplomático Bernardino de Mendoza, que estudió en la universidad de Alcalá de Henares y fue miembro de la Orden de Santiago, recomiendo su libro sobre lo sucedido en la guerra de los Países Bajos «para poder dejar los de ficciones de cuya lección no se saca otro fruto que el que llevan los que se ha puesto a escuchar la corriente de algún arroyo o río siendo quedarles atormentados los oídos del ruido y haber sin fruto gastado el tiempo».

Sigue Guillermo Sergé dando datos al respecto en sus comentarios a la obra del soldado conquistador Bernal Díaz, como que «tanto los erasmistas como los contrareformistas afirmaban que la fábula, la mentira es mala per se, especialmente en los libros de caballería, porque conseguía que algunos lectores la asumieran como verdad», algo improbable porque son historias fabuladas. Lo que hay en el fondo es acabar con lo que para ellos es inmoral. Sigue afirmando para atacar a esta literatura «porque extiende su descrédito al género histórico». Entonces ¿la Historia Sagrada?, o la Iliada y la Odisea tan recomendadas. Y afirma que las críticas de los libros de caballería tuvo antecedentes claros con Juan Luis Vives (1529), el obispo de Toledo, Alonso de Ulloa (1548) ya que ambos especifican que «los libros de caballería incitan al pecado y ofenden a Dios», cuando en realidad los protagonistas de tales novelas invocan a Dios y cumplen con los preceptos de la iglesia, excepto en la fornicación. Según estos críticos a tales obras literarias «peca tanto quien las engendra como quienes las reciben con agrado».
El capitán de los ejércitos del emperador Carlos V, Gonzalo Fernández de Oviedo (1535), en su Historia de las Indias escribe al respecto aludiendo a la obra de Garci Rodríguez: «no cuento los disparates de los libros de Amadís ni los que dellos dependen«. Este cronista de las Indias escribió en 1519 una novela de caballería: «Claribalte». Cinco años después escribió una epístola moral renegando de su afición a tales obras, a modo de palinodia: retracción pública y reconocimiento del error. El interprete de Carlos V, Diego Gracián (1551) en un prólogo a su traducción de las obras de Jonofonte escribe: «Las patrañas disformes y desconcertantes de estos libros (de caballería) de mentiras que se leen derogan el crédito a las verdaderas hazañas que se leen en la historia de verdad»
El soldado Bernal y los Conquistadores
Me sorprendió saber que en el relato sobre la verdadera historia de la conquista de la Nueva España, que escribió Bernal Díaz del Castillo, su autor fuera de Medina del Campo, y que su padre conociera y trabajase con Garci Rodríguez y que él leyera la obra de éste, «Amadís de Gaula».
Los nuevos pobladores y conquistadores de América siguieron leyendo libros de caballería. Sesenta años después de querer impedir su lectura se volvió a prohibir llevar libros de ficción a América, entendiendo tales los de caballería, con la excusa de no confundirlos con la Biblia. Se impide que los lleven en los barcos y que se lean este tipo de novelas. Lo que quiere decir que algo interferirían o influirían.
El amor, la pasión y la Homosexualidad
En la que se considera la primera novela de amor del mundo occidental, «Tristán e Iseo», s. XII, observamos los pilares de la novela de caballería: amor, lucha y sexualidad.
Por regla general las imágenes sexuales desaparecen de la literatura de manera general con el fin de la literatura caballeresca..
La homosexualidad no es tema ajeno a la época en la que escribe Miguel de Cervantes. Tampoco es un asunto ajeno a otras novelas de caballería, sobre lo cual se pone un tupido velo, aún hoy en día…
El libro del Buen Amor

Esta lucha para la relación con nuestra naturaleza vino de lejos, lo cual no se quiere dar a conocer, sino que «supone» que es algo hecho, fruto de una evolución social y no como consecuencia de imponer unos criterios. No es únicamente con Amadís de Gaula, sino que un siglo antes hay otro libro cuyo contenido está absolutamente tergiversado en la actualidad, el libro, escrito entre los años 1330 y 1343, «Buen Amor» de Juan Ruíz, el Arcipreste de Hita, del cual Claudio Sánchez Albornoz en su libro «España, un enigma histórico» afirma: «El Arcipreste sonreiría si pudiera leer las sutilezas interpretativas con que los críticos han bordado un nuevo y maravilloso «Buen Amor» que nunca fue escrito, porque lo que se dice de él ¡es mentira! y mentira lo que se enseña en los institutos sobre esta obra, que se dice es moralizante, cuando tal moral es una ironía permanente, pero ¿qué ocultan los tergiversadores?, la sexualidad, el disfrute de la sexualidad». Un libro que el Arcipreste, sacerdote encargado de dirigir y administrar varias parroquias, escribió en román paladino, en el que el vulgo fabla a su vecino, para que fuera entendido por el pueblo llano y con tal intención lo hizo, a lo que algunos alegan que no lo escribió en latín porque no lo supo bien.

Podemos leer en el libro del Buen Amor: «En la cama loca, en casa muy cuerda / no duda tal dueña más d’ella te enamora. / Si fueras fría, si demande cuanto barrunta / al nuevo drise sí, atal muger te ayunta». Es una obra muy sensual incompatible con ser moralizadora, pues enfrenta el amor loco, el pasional, al buen amor, casto y comedido, y cortés, que es precisamente de lo que se burla. Si bien pone un velo de ver que las historias amorosas acaban mal a veces porque el autor ha de disimular lo que descubre para conseguir su publicación, con una coletilla repetida que dice «mira lo que no hay que hacer», con el fin de enseñarlo, pues su intención queda clara y es lo que se lee, tal como comenta Claudio Sánchez Albornoz: «Iluminó la gran comedia humana de su época y se burló de la vida religiosa, de las prácticas piadosas, de los ejércitos y batallas, de la justicia y hasta del mismo buen amor». Llega a exculpar al pecado «è ama el buen amor que no es el de Dios«. En su época le llamaron al orden, pero en la actualidad se ignora su contenido, se pasa de largo, cuando es importantísimo ver y analizar el retraso que supuso acabar con la literatura real, la de los sentimientos y actores reales, no la palabrería que inventaron para fabricar un tipo de ser humano incompleto.

A través de su obra se ve a Juan Ruiz, el Arcipreste, una persona sensual, alegra y amador de la vida. Cita a Aristóteles para decir que el mundo trabaja por dos cosas, por la mantenencia y por «aver yuntamiento con hembra placentera». En aquella época, casi un siglo antes de ser publicada la obra de Garci Rodríguez de Montalvo, los sacerdotes escriben sobre el amor carnal sin tapujos, aunque hubo un debate al respecto que ya desde entonces sectores de la Iglesia quisieron tener el control absoluto sobre sus miembros activos y luego sobre los demás creyentes, de ahí la discusión entre don Carnal y doña Cuaresma, de la cual se burla el Arcipreste, quien describe escenas de amor cortés como forma de hipocresía social, defendiendo el «amor loco», que es el amor carnal, la pasión como disfrute de la vida.
Para que no haya dudas sobre interpretaciones Juan Ruiz protesta del hecho de que desde Roma se quisiera extender la doctrina del celibato, cuyo triunfo apoyado en el arte y la cultura, ha producido una de las más grandes patologías sexuales de carácter colectivo, la pederastia cuyos casos que se han hecho visibles son la punta del iceberg. Hubo en el clero una tradición de barraganía, según la cual los sacerdotes podían convivir y mantener relaciones con una mujer, con unos fueros que evitasen hacer ostentación, ni casarse, aunque tuvieran hijos, sobretodo para que la herencia de los sacerdotes pasara íntegra a la iglesia.
Fue una cuestión económica y de Poder. La relación del clero con mujer fue la manera saludable de satisfacer los impulsos biológicos y no deformarlos en monstruosas prácticas con menores. Se llegó incluso a prohibir la masturbación, el «vicio solitario», que Juan Pablo II aceptó que no fuera pecado mortal para los sacerdotes consintiendo de esta manera un desahogo, pues no pocos casos hay documentados sobre la castración de monjes para evitar tan grande y permanente tentación, «si tu mano te hace pecar arráncatela». La ley que regulaba tener una barragana se quiso abolir sin lograrlo en el Concilio de Valladolid el año 1228, pero se trabajó desde dentro de la curia en este sentido insistentemente hasta conseguirlo dos siglos después. En la misma ciudad otro Concilio el año 1322 hizo unas medidas contra la inmoralidad literaria, empeño en el que no cejaron hasta conseguir canalizar los sentimientos de las personas a sus intereses.
La Iglesia de la época
Es necesario entender el contexto en el que se escribe y divulga la obra de Cervantes, como escritor de su tiempo, para entender por qué estorban las novelas de caballería y para qué se quiere eliminar su influencia. No es algo, como vemos, que surja de repente, sino que se fragua con el tiempo. El año 1450 el Papa Nicolás V decide enmendar las costumbres de la iglesia, empezando por las órdenes monásticas, así como una renovación espiritual, lo cual va a ser todo un proceso que durará siglos.
El año 1433, Nicolás de Cusa hubo escrito «De concordentia Catholica, sobre la unión de los católicos», fundamentalmente entre el emperador y el papado. Lo hizo como informe para el concilio de Basilea. Plantea quien luego fue cardenal y se consideró una especie de vice Papa, una tesis reformadora para preparar una reforma del mundo, pero reconoce que «la iglesia jamás había llegado a tanto desastre como en el que se halla».
Plantea que el Papa pueda ser depuesto y que ha de estar obligado a obedecer los decretos reformadores, lo mismo que los reyes que se digan católicos están obligados a las leyes de la fe. Dice en su obra aludida: «En el cuerpo de la iglesia está la deformidad, pero no habría deformidad si no hubiera exceso o abuso; y cuando la cabeza está enferma duele todo el cuerpo».
Plantea prohibir mezclar lo espiritual con lo temporal. Para ello plantea «reprimir y expulsar los adulterios y robos: todo arrancado de raíz y hacer que se guarden las fiestas divinas«; «si somos tibios y nos encenegamos en las viejas y corrompidas costumbres llegará el fin de nuestro sacro imperio», lo cual le lleva a exigir que se supriman los malos caminos que han introducido en la iglesia las pasiones, la ambición y la avaricia. Lo que trataron las altas dignidades de la iglesia se propagó en la sociedad desde los púlpitos para influir en la conciencia, la conducta y la mentalidad de los creyentes, la inmensa mayoría.
Johan Huizinga observa que las disputas de la iglesia también se van a llevar a la literatura. Sería su capacidad como la de los medios de comunicación hoy en día. Dice: «la literatura ejerció una influencia normativa sobre la vida erótica». Los torneos fueron luchas para poseer a una determinada dama, fueron juegos con una recompensa erótica, hasta tal punto que el año 1389, y de ahí en adelante, Dionisio, que luego fue santo, defendió la prohibición de los mismos, y no precisamente por ser violentos. Lo que la iglesia no logró con prohibiciones contra las «lascivas licencias» y las «obscenidades epitalámicas», para suprimir por completo la antigua concepción del amor (erótico) recurre al ámbito del arte y de la cultura.
Lo que ironiza Cervantes con su obra es a los conquistadores, que representan el prototipo de los protagonistas. Falsificó el amor caballeresco para desde la ficción construir un amor «real», aunque inalcanzable, pero que ha de darse dentro del sacramento del matrimonio, que no fue sacramento (como algo espiritual a modo de una gracia de Dios) hasta el s. XIII, en el concilio de Letrán de 1215. Hasta ese momento la iglesia no interfirió en las bodas, sino como corolario de la boda. Al ser sacramento se tuvieron que elaborar las reglas canónigas para la celebración. «Lo que Dios une sólo Dios lo puede separar», es un principio judío, que permite el repudio.
El propósito de la novela «Don Quijote» no fue nuevo, sino la culminación de otros intentos tanto en la literatura como en el marco jurídico. Lo cual había fracasado. Para lograrlo se llegó a falsificar la literatura caballeresca deformando sus características. Así decide escribir, con tal intención, Gonzalo Fernández de Oviedo, lo que le hace entrar en algunas contradicciones dentro de la trama que desarrolla contra el semblante inmoral de las novelas de caballería.
Este autor que fue cronista de las Indias, según comenta en su prólogo, que dirige al dique de Calabria, don Fernando de Aragón, de su obra «Claribalte» (1519). Allá fue como veedor de las fundiciones de oro por mandato oficial del rey católico don Fernando el Quinto. Como veedor de la armada participó en la expedición con Vasco Núñez de Balboa, del descubrimiento del Mar del Sur, la otra costa tras atravesar la Castilla de Oro, Panamá (1514). Y escribió las crónicas al respecto. Alega contra las novelas de caballería que toda recreación novelesca «os han traído los pecados de vuestros servidores y criados» y quiere hacer ver lo que en la Fortuna perece. Se trata de una retractación de tales novelas de lujuria y fanfarronería, de las que él fue aficionado y autor de una.

Un año después volvió a España: «por dar noticia a mi Rey, e por vivir en tierra más segura para mi conciencia e vida», como recoge en su biografía sobre Hernan Cortés, el diplomático mexicano Juan Miralles (2001) En su novela de caballería, Oviedo ya marca una disyuntiva, en cuanto no romper una lanza por otra dama, por más que sea un aventurero el Caballero de la Rosa, Claribalde, a quien su escudero, más mayor que él, de cuarenta y cinco años, le advierte que «comienza a provar los dardos de Cupido«, advirtiendo del cuidado que ha de tener con la «religión del amor» que tanto sojuzga a los fuertes y vence a los sabios y prudentes. Define así: «las órdenes de los cavalleros aventureros son amores, unos vanos y otros lícitos y onestos; por uno d’estos dos caminos aviedes de seguir«..
En el terreno literario se estaba dando una batalla en este sentido, de ahí la importancia dada a la obra de Cervantes, porque ensombreció las demás, las que estudio Antonio Cortijo Ocaña (2002) circulan sobremanera durante los siglos XV y XVI sobre el deleite amoroso de monjas y clérigos. Obras como «Tratado y despido a una dama de religión» de Francisco de la Torre; «Fuentesol» de fray Melchor de la Serna, en el que cuenta de una casa de monjas en las que se practica el amor carnal; «Diálogo de las mujeres» de Cristóbal de Castillejo. Así como recoge canciones populares con letras que dicen: «Cuando chiquita / yo entré en un convento / de tanta alegría / yo me quedé dentro…»; «Dice mi madre que me meta monja / que me dará fraile cuando yo lo escoja»; «…en el convento me quitaron el cabello / que yo lo quería dejar a mi novio de recuerdo«.
La modernidad de la obra «Amadís de Gaula»
Algo que llama la atención en la lectura de «Amadís de Gaula» es la referencia que hace contra hombres que llama «forzadores» y que encierran contra su voluntad a mujeres en sus castillos. En el libro «Flor de caballerías» (1599) también se alude al tema, rechazando tales prácticas, como cuando seis caballeros quisieron forzar a una doncella. El príncipe se apeó y dio a uno con el puño, a otro quebró y así una por uno los mató antes de que huyeran. Siendo la doncella admirada ante tal defensa. Avanzando en la lectura de este libro aparece otro caso en similar sentido. cabalgando por la foresta los primos Furiabel y Tirisidón, oyeron dolorosos gritos de una dama, a la que otro caballero quería matar. Al cual advierten: «No está bien, caballero, a los de orden de cavallería tienen a usar semejante villanía con las doncellas, por tanto idos vuestro camino y dexadla». El caballero agresor, Felermo, responde que no está bien a los caballeros andantes saber las cosas que entre algunos pasan. La dama Rondelia pide socorro. Batiéndose uno de los primos mató al caballero abusador.
Incluso en esta novela de Francisco de Barahona, las mujeres pelean como lo hacen los caballeros, como Rubimante, la amada de Berlinflor, el caballero Griego, contra la reina Oriana, Hemiliana, Zenobia, Rosamubndi y otras: «Gallarda dama Rubimante, la varonil y esforzada», que se bate contra otras mujeres para lograr la Palma de Venus, la palma de la hermosura, entregada finalmente «a la sin par», que «con la espada en las dos manos hirió a la bella dama, volviéndose en sí como una leona». O cuando la reina de las Amazonas, Florarazara, «partió de su tierra a recibir la orden de caballería a a la mano de algún valiente caballero que luego la habrá de otorgar un don». Berlinflor al ver la hermosura de una dama «no tenía poder para más de mirarla»; «conociendo el merecimiento del dueño de su alma», que desde entonces dio por mal empleado el tiempo que sin amor ha vivido, «rendido a la hermosura d’esta figura por ella al natural».
En otro pasaje otros personajes especifican más la relación no tan en la distancia: «Aquel día estuvieron con el contento que pensarse puede y a la noche la hermosa Xarcira y Amán durmieron juntos con mucho gusto de ambos y por aquella ocasión el de Tría no quiso ir a la corte a hacer la batalla en ocho días». Al final de la novela otra escena viene a salvar a dos doncellas de ser apaleadas, matando el caballero del Arco al agresor, «ha pagado su descortesía«, tras ciertas historias fantasiosas que llevarona tal situación, pero la idea que refleja es la de no admitir el comportamiento violento contra las mujeres.
La libertad en la relación del hombre y la mujer ya aparece de lleno en aquella época con esta novela, sin idealización alguna ni decir que fuera la norma, sino en el plano de lo concreto y material. Igualmente Bernal del Castillo (vemos otra similitud) cuenta de que los soldados de la conquista trataban bien a las mujeres indias que sus padres y caciques las dieron como muestra de paz y para la mezcla de los pueblos. Si alguno tratara mal a alguna hacían desaparecer a la mujer que no estuviera conforme o se quejara y el maltratador no la volvía a ver, pues dice «había de buscarla como a Mahoma en Granada» o «como a mi hijo el bachiller en Salamanca».
El caballero, andante o no, busca acabar con las injusticias, pero actúa él, no la ley, no la organización social. Se trata de ser un sujeto activo, el caballero, lo que hoy sería el activista. De esta manera cargarse las novelas de caballería supuso la anulación de la figura del héroe, como sujeto, aquel que representa la individualización de la persona. Tristán «por su cuenta y riesgo va a luchar contra el dragón»; no espera a que se organice un ejército, actúa de manera solitaria. Se elimina esta actitud en la sociedad y se desprecia la acción individual en favor de la colectiva, la organizada, aquella que forme parte de un engranaje, la cual es la que adquiere poder. Las ideas dejan de ser un referente de los sujetos y se organizan en ideologías u opinión pública. El individuo como tal quedará supeditado a una organización. Todo lo cual es un proceso que se construye socialmente. El sometimiento, la obediencia a una organización, sea una empresa, un partido político, una institución, incluso corrientes culturales es lo que propicia el éxito, prosperar dentro de la misma y en la sociedad. La iniciativa individual queda supeditada a los márgenes que dé la organización, lo cual es un aspecto que define la modernidad.
Algo en lo que coinciden diversos estudiosos de las novelas de caballería es sobre el dilema entre el modelo antiguo feudal, con la acción de los caballeros que actuaban por su cuenta y el surgimiento posterior de la figura del soldado profesional: «obedecer y dejar de ser un caballero o mantenerse firme en sus ideales y enfrentarse al poder monárquico». A partir de convertirse el Quijote en un paradigma cultural y eliminar otras referencias posibles se normaliza el sometimiento al orden establecido. Por la fuerza o por la mentalidad. Don Quijote es un rebelde, pero mientras que está loco. Un político que participó en los años de la transición en España, respondió a cuál es la diferencia entre los políticos de aquella época con los de cuarenta años después: en que no existían instituciones democráticas y hubo que hacerlas, contaba mucho la impronta personal de quienes tomaban las decisiones. Luego han sido equipos de asesores, según encuestas y demás. Respondió desde su experiencia: antes las personas hicieron las instituciones, mientras que hoy son éstas las que hacen a las personas.
En la obra del Quijote la lucha ya no es por una dama, por una persona, sino por la conceptualización abstracta de la mujer. Y esto va a tener una influencia posterior en la mentalidad social de gran calado. El Caballero de la Blanca Luna ( el bachiller Sansón), reta a don Quijote a un duelo final: «Vengo a probar las fuerzas de tus brazos en hacerte confesar que mi dama sea quien fuera, es sin comparación más hermosa que tu Dulcinea del Toboso», exista o no, de hecho la suya no existe como él la ve, pero actúa o funciona como si existiera realmente. Este proceso psicológico que genera esta novela paradigmática, influirá en la literatura y cultura posterior. Forma los cimientos de la modernidad, siendo la base para defender conceptos abstractos como si fueran algo tangible, lo que a la larga impedirá que se pueda aplicar el razonamiento sobre ello: la patria, los estados, las ideologías, la fe, no la vivida como algo concreto sino abstracto.
Amadís sin embargo defiende y se relaciona con lo material, con lo tangible, y así son sus relaciones personales de pareja. Nada que ver con la imagen que se hace de él y los caballeros andantes. Ella, Oriana, su referente femenino, no quiere abandonarle cuando es llevaba por causa de unos intereses de Estado. Es contra éstos contra lo que lucha Amadís. El Quijote construye una mentalidad que parte de falsificar la figura de un personaje, el de Amadís. ¿Por qué? Y sobre todo ¿Cómo lo consigue? No sólo la obra de Cervantes, que será un apoyo fundamental, sino todo el proceso social que se impulsa desde entonces y que ha llegado hasta nuestros días.
Llega a nuestros días el desprestigio, la deformación sobre la literatura de caballería, que yo no voy a defender, sino que vengo a contar que el personaje Amadís no es como se nos ha hecho creer y que es una opción más de lectura y que forma parte de una visión de la realidad, la cual se ha eliminado. Se ha arrancado del imaginario colectivo.La modernidad es heredera del mundo que ha triunfado: el de la organización frente al sujeto. La vida que no esté al servicio de una organización se presenta como el ejemplo de lo inútil. Ruiz Doménec escribe: «Muchas vidas se torcieron al creer el equívoco destello moral del medinés. Cervantes, tan atento a lo que emergía de esta literatura va a acabar con esta confusión: vidas imposibles, como la de Amadís y opaca realidad dominada por los más conservadores principios morales». Y añade: «el medinés comparte la aversión de los moralistas por las efusiones afectivas». ¿En qué parte de la obra se puede deducir esto? Hay algo que hace que se quiera eliminar esta novela de caballería y no es lo que se cuenta sobre ella de ser una narración fantasiosa.
Resumen de la obra
Un resumen de 1.187 páginas, muy esquemático, de la historia que cuenta la novela de Amadís. Sucede en Inglaterra. El rey Perión de Gaula tiene un hijo bastardo con Helisene. Él se tiene que marchar. Dejan al vástago en el río, por eso le llaman «Amadís sin tiempo» o «Doncel del mar» porque en el mar nació. Luego se casan y tiene dos hijos, Galaor y Melicia. Al rey Perión le ataca el rey Abiés, de Irlanda. Amadís le defiende sin saber que es su padre, por bondad de armas. Oriana, hija del rey Bretaña, Lisuarte, ama a Amadís, sin él saberlo. Va adquiriendo fama de valiente y caballero. Se cuentan diversas aventuras. Corta piernas, orejas y muertes detalladas por doquier. En Amadís se cogen los escudos de los vencidos en lugar de las cabezas, como fue en la novela artúrica. Su cruzan en los caminos con otros caballeros que guardan un paso. Peleas y duelos en los que una vez tuvo que matar a su caballo para no salir del campo de pelea y evitar perder. Le suceden muchas aventuras y tentaciones de otras mujeres que hacen que Oriana crea que le ha engañado. Amadís se angustia por esa razón, anda sin sentido, errante, se aparta del mundo, aunque no le faltan aventuras. El rey, Lisarte, padre de Oriana , promete a ésta que no la casara contra su voluntad. Amadís se encuentra con un ermitaño (Narciano). Amadís se hace llamar Beltenebrós. Oriana le perdona. Queda preñada por estar con Amadís y disimula su embarazo. Basagante, hermano del gigante Fongomadán, quiere casarse con ella, a cambio de paz: «mejor guerra peligrosa que paz deshonrada». Vence Amadís, contra el gigante que maldice a Dios. Amadís quiere que el gigante se haga cristiano y haga en su señorío iglesias y monasterios. Un senador romano amenaza al reino de Gaula y a la ínsula: «no queremos, los romanos, lostesoros, sino sojuzgar y mandar a los señores de ellos». Piden llevar a Mabilia, la pareja de Galaor, para el emperador romano. Oriana tiene a su hijo, Esplandián, que se lo da a mamar a una leona. Se lo deja al ermitaño Narciano (esto hizo que en otras versiones termine con la muerte de Amadís de manos de su hijo, tal como había profetizado la bruja Urganda) Amadís lucha a favor del rey Lisarte, padre de Oriana. Tras vencer Amadís se va a Alemania, reino de Bohemia, donde se hace llamar «Caballero de la verde espada». Recorre Rumanía, Grecia y España y vuelve a Bretaña. Ofrecen a Oriana casamiento con el emperador romano, con quien mandara sobre los reyes. Ella está en contra. Salusdanquidio lleva el mandato del emperador de que le lleve a Oriana. Su padre, rey Lisarte, accede, para tener el emperador de su parte y la hija pequeña, Leonoreta, será la heredera de Gran Bretaña. Amadís está en contra. Se enfrentaría contra su hermano Galaor. Nadie convence al rey Lisarte. A Oriana le informan de las grandezas de Roma. Son los romanos los mejores caballeros. Meten a Oriana contra su voluntad en las naves, para ir a Roma y casarla con el Emperador, Patín. Amadís organiza una flota para socorrerla. Matan a Salustanquidio y destrozan sus naves. Se encuentra con Oriana. Le cuenta que tienen un hijo. Viene el mismísimo emperador, Patín, con 10.000 caballos, a unirse con el rey Lisarte el de Suerza y el de Cildadón (descripciones de escudos, trajes….) En la lucha mueren miles de caballeros de un lado y otro. Para evitar más derramamiento de sangre Narciano, el ermitaño, le cuentan a Lisarte, el rey, el secreto del hijo de Oriana y Amadís. El nuevo Emperador insiste en que todo está sujeto a él. Batalla, muere el emperador. El rey Lisarte quiso desheredar a su hija, Oriana. Entre medias les ataca el rey arábigo, que vence a Lisarte, pero el rey Perión y su hijo, Amadís, salen en su socorro. Lucha también Esplandián, hijo de Amadís. Debilitados, llega el nuevo emperador: Arquisil. El rey Lisarte acepta que se case con su hija Oriana, pero le ofrecen que sea la hermana, Leonoreto. Esplandián descubre que es nieto de dos reyes e hijo de Oriana y Amadís. El rey Lisarte está cansado de tantas muertes en la batalla, por causas mundanas y perecederas. Llegan a un acuerdo el emperador y Amadís. El Emperador se casa con Leonoreta y Amadís con su amada, Oriana. Se casan en el monasterio de Lubaina, por el ermitaño y a la vez el Emperador y Leonoreta. El rey Lisarte fue preso por encantamiento y muerto por hecho natural.
Esta historia contada así es una más y posteriormente ha habido muchas historias basadas en enredos, malos entendidos. Se trataría de un culebrón más, de esos que originan guerras y tragedias, en donde al final todo se arregla. Y contada de esta manera es como se divulga la novela de Amadís en versiones resumidas. Siendo así no habría nada que censurar en ellas. Gustarán más o menos.
Influencia de las novelas de caballería
Se ha comentado mucho sobre la influencia de la novela de Cervantes, don Quijote de la Mancha, en la literatura posterior. Me pregunto ¿en las obras de Galdós, de Zola?, ¿En Clarín?, ¿en Flaubert, Balzac, Proust, Joyce? Quizá algo en Kafka, pero la literatura de este escritor surge de dentro de sí. ¿En Juan Ramón Jímenez, Blasco Íbañez, Cela? Son tópicos que no responden a la realidad. Para nada ha influido. Otra cosa es que llame la atención a estos y a otros autores, que les guste, que reflexionen al respecto.
Lo que sí ha logrado la novela de Cervantes es hacer que la novela de caballería sea un género en extinción, de esta manera se ha trasladado a lo largo de siglos trasladar la escritura al ámbito de la cultura, de lo culto de manera que ha generado una nueva función del libro, lo cual hace que cuando la cultura es consumo y espectáculo la literatura se convierte en un negocio, como se hizo que fuera un instrumento para la fe en otras épocas o para las ideologías.
Se ha roto con la relación directa del libro con el lector, escribir ha quedado despersonalizado al considerarse el escritor como una «estatua», un divo, o una obra medida por la fama del autor. La literatura como comercio o Poder necesita de una red de críticos y convencedores de lo bueno que es un libro. Por este motivo es necesario recuperar la novela de caballería, su lectura, para contraponer lo fantástico y la pasión a lo académico y erudito, para que contraponga la creatividad del lector a que sea éste entretenido simplemente.
Alusiones de Cervantes a Amadís
Si nos fijamos en el contexto en que Cervantes escribe, observamos que hay un ambiente en el que los viejos conquistadores, los que quedan, reivindican sus derechos como esforzados, quieren su «ínsula», tierras sobre las que gobernar, las encomiendas de los indios de América, ser reconocidos como hidalgos y que sus títulos sean hereditarios. El autor del Quijote conoce también las obras de caballería a través de las narraciones de los conquistadores y a sus descendientes a los que también ridiculiza en la figura de Sancho Panza.
Por un lado a los conquistadores como pedigüeños de sus derechos materiales y por otro el espíritu caballeresco que les lanzó a la aventura de abrir se camino en un mundo desconocido, con la dualidad del idealismo y el egoísmo, que el propio Bernal D. del Castillo reconoce en su capitán Hernán Cortés, convertido tras la conquista en Marqués del Valle. Y Bernal mismo llegó a ser gobernador de Guatemala. Todo en pro de lo que se estaba formando, como mentalidad y como Poder que se establece para perpetuarse al crearse durante el renacimiento las bases de lo que será el ejército moderno basado en la organización y la disciplina por encima de lo individual. También Alberto del Río (2001) comenta en su introducción a «Caribalde»: «La evolución del caballero medieval hacia el soldado renacentista deja también sus huellas en unos libros que, como todos los de caballería, se vuelcan en destacar las proezas guerreras de sus héroes».
Leamos lo que escribe Cervantes en su obra magna, cuando don Quijote vence al vizcaíno. Sancho le vuelve a manifestar su deseo de gobernar la ínsula, que afirma lo hará tan bien como otros que las han gobernado, lo cual es una parodia clara del afán de los viejos conquistadores. Don Quijote le dice, lo que a los soldados de la conquista, que estas aventuras no son de ínsulas, pero para contentarle añade que será «más adelante». Más adelante Sancho insiste, si no ínsula sí, al menos, el pago de sus muchos y buenos servicios. Don Quijote volverá a ponerle el cebo de la ínsula en un futuro prometedor. Cervantes menosprecia a los soldados conquistadores refiriéndose a su actitud reivindicativa de su fama y justa recompensa, así como aquella que les inspira, las novelas de caballería, a las que ataca en su esencia y a su consecuencia. Lo veremos en detalle en la otra obra de don Quixote de parte de Avellaneda.
Otra referencia la leemos en la obra «Don Quijote» es cuando el hidalgo caballero ofrece a Sancho, su escudero, algún título, lo cual no puede ser y es algo que no sucede en las novelas de caballería, porque los títulos nobiliarios proceden del linaje por sangre o actos heroicos. La promesa de don Quijote es baladí, ávido Sancho de una ínsula, a quien ofrece algún título nobiliario «de conde o marqués, de algún valle o provincia«, siendo que Hernán Cortés es nombrado «Marqués del Valle» y así se refiere a él Bernal en su obra después de finalizar la conquista. Siendo que el conquistador de México quiere un título sobre un territorio y aspira a ser virrey.
En la lucha contra los gigantes hay otra alusión clara, en referencia a lo que fue una obsesión de los conquistadores, lo cual los caballeros actúan por el honor, la fama, cuando don Quijote advierte que «con los despojos (de los gigantes) comenzaremos a enriquecer...». Lo cual los lectores de la época supieron a qué se refiere, de ahí que fuera una obra tan de su tiempo. Al no tenerlo en cuenta hoy se pierde el sentido satírico y real de esta novela, que no es en abstracto, por lo menos en un principio. Ocurre que Miguel de Cervantes se encuentra con una obra de arte en sus manos, que luego va a desarrollar y finalizar como tal. Pero del contexto de la época es el que recoge.
De lo que hoy casi nada se sabe, ni se quiere saber, fue un tema que está en boca de la sociedad. Es el hecho de que a mediados del s. XVI Hernán Cortés solicitó el hábito de Santiago (Juan Miralles, 2001) «Le fue otorgado el grado de caballero negándole el de comendador; aquello parecía una afrenta premeditada, un afán de disminuirlo, y en esas condiciones resolvió no aceptarlo». Tales acontecimientos y noticias eran comentadas y discutidas por el pueblo llano. Que no como hoy dura una semana cualquier hecho, solapado por otros, sino durante años yendo de boca en boca por toda la geografía española y más.
Otra referencia en la obra «Don Quijote» es cuando Rocinante, don Quijote y Sancho han recibido una paliza por los gallegos, dice el hidalgo caballero: «Han de saber que en los reinos y provincias nuevamente conquistadas nunca están tan quietos los ánimos de sus naturales, ni tan de parte del nuevo señor, que no tenga temor…». En este párrafo sí puede ser cuestión de interpretación, que se refiera a las tierras de ultramar o de la península, pero ciertamente a los árabes no se les consideró nunca los naturales, después de ocho siglos de asentamiento, cosa que a los nativos de las Indias sí, cuyo mando del territorio estuvo a manos de a quienes llamaban «señor», cuando en la península sería el rey. O cuando el cura va a buscar a don Quijote a Sierra Morena con Cardenio, Sancho y el barbero y el licenciado, alude a un familiar «que pasó a Indias». O uno de los hermanos del cautivo, de tres que fueron de una familia de León, también se fue a Las Indias.
Una alusión clara a esto que venimos diciendo: «¿Quién duda acaso que en los venideros tiempos, cuando salga a la luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escriba no los ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida…?» Don Quijote insiste en este sentido de lanzar pullas al respecto: «nunca hazaña de escudero se escribieron». Y cuando habla sobre los escritos de su primera salida dice el famoso hidalgo: «habrá puesto unas cosas por otra, mezclando verdad con mil mentiras» y «las acciones que no alteras la verdad de la historia no hay para qué escribirla, si han de redundar en el menos precio de la historia«. Son alusiones, como la que hace Sansón Carrasco al comentar en la II parte sobre lo escrito de las primeras andanzas, cuando acusa a Sancho Panza de lo que escribió el moro Cide Hamete preguntándose sobre dónde están los cien escudos que encontró en Sierra Morena, lo cual es un reflejo de lo que se echó en cara a los conquistadores sobre el tesoro de Montezuma, que Panza explica, en consonancia con Bernal y otros cronistas que piden para sus hijos, que lo dedicó a su mujer e hijos.
Don Quijote insiste en convencer sobre la veracidad de sus aventuras y Sancho insiste en querer ser gobernador de una ínsula. También estando en su casa don Quijote, a la espera de la tercera salida, pregunta al estudiante de Salamanca, Sansón Carrasco, y al cura sobre las noticias que se escribieron de él como caballero andante. Afirma que lo que escriban sus enemigos «será para aniquilarles y ponerles debajo de los más viles»; «que nunca hazañas de escuderos se escribieron. Y si fuera verdad se escribirán de manera «grandilocuente, alta, insigne, magnífica y verdadera«. Nadie creyó nunca que las novelas de caballería (ni fue pretensión de sus autores) fueran ciertas, pero sí la de los conquistadores, en las que se refleja un espíritu caballeresco del que hacen gala y que reconocen.
Otra burla manifiesta es cuando el caballero andante arremete contra una procesión que lleva la imagen de una virgen llorosa para liberarla, creyendo ser una dama. Y continua, como cuando el barbero, la voz de la sensatez afirma: «los arbitrios (conflictos) que se dan a su majestad o son imposibles o disparatados o en daño del rey». Bernal escribió a Carlos I y luego a Felipe II reclamando sus derechos de conquista, así como Hernán Cortés que quiso ir a encontrase con el primero. Tras haber pasado la «aventura» de los que van de noche a enterrar un cadáver, ocultos en un bosque, Sancho comenta a don Quijote en cuanto a que poco se gana en las aventuras, que será mejor servir a algún emperador o príncipe, «que tengan alguna guerra a los que mostrar el valor». La aventura da fama, pero lo que se remunera son los méritos.
Este tema fue central en aquella época sobre los conquistadores, en gran parte hijos de la novela de caballería, como Bernal Rodríguez comenta al compararse con el espíritu aventurero de los mismos. De hecho Hernán Cortés al volver a España va, invitado por don Enrique Enríquez, a la guerra contra Argel (1541), con tres naves a su cargo. Quiere avanzar a pesar de la tormenta, pero el emperador da la orden de volver sin tener en cuenta los criterios de Cortés que quiso mostrar sus dotes militares, y minusvaloró su experiencia militar. Ni tan siquiera le invitó a la reunión del Consejo de Guerra. Hernán Cortés perdió una nave en aquella contienda que no llegó a finalizar, porque se retiraron por orden del Emperador Carlos V, en contra del criterio de Cortés, que estuvo seguro de conquistar Argel.
Las crónicas del momento aluden a que de España fue «una armada con aventureros, oficiales, labradores, caballeros e , nobles e ilustres. Entre ellos Hernán Cortés». Las otras naves habían acudido desde Sicilia. No quisieron escuchar al conquistador de la Nueva España, incluso según cuenta Salvador de Madariaga «algunos hicieron burla de él». En aquella época forma parte de lo que se contaba, con bulos, exageraciones y demás. El cronista Fray Prudencio de Sandoval, obispo de Pamplona, se hizo eco de todo ello. Editada su obra el año 1634.
Pienso que una alusión a este pasaje histórico es a lo que Cervantes, en tono burlesco, se puede referir cuando don Quijote pasea por Barcelona y pide a don Antonio que le pusiera a él en Berbería con sus armas y caballo, que él sacaría a don Gregorio a pesar de toda la morisma. Igual que hubo hecho Gaiferos a su esposa Melisandra. Las novelas de caballería son el escenario, pero los actores son los conquistadores en sus dos vertientes de antes y después de evangelizar y poblar las tierras del recién descubierto continente. Pensemos que a pesar de toda la conquista y riqueza que aporta al erario Cortés, por envidias e infundios fue blanco de injurias, calumnias y desprecio. Acusado de muertes como la de su primera esposa y personajes que fueron en su contra, sin que le condenaran por ello ante la falta de pruebas y gracias a testimonios que hicieron ver que no fue autor de tales asesinatos.
¿A qué escudero se hace gobernador de un territorio en las novelas de caballería?, sin embargo sí a los soldados conquistadores que adquiriesen méritos. Un escudero no podría ser si antes no fuera nombrado caballero y en su caso pasara a formar parte de la nobleza. Don Quijote cuando sale de la jaula para hacer sus necesidades, responde al canónigo que es para defender las novelas de caballería, que da por ciertas. Los lectores de las mismas se inspiran en ellas en cuanto a una manera de ser, pero no se las creen, so pena de un pensamiento delirante, como sucede a Alonso Quijano. Para el canónigo se trata de invenciones y fantasías que engañan a los lectores, cuando esto mismo es lo que se achacó a las narraciones sobre los conquistadores que sí buscan sus autores dar a conocer sus historias vividas y convencer de que son ciertas. Luego se exageró mucho por parte de quienes hablaron de oídas y alimentaron las envidias y la imagen idílica de la conquista.
Cuando el canónigo analiza las novelas de caballería no se ajusta a lo que en ellas sucede, dice: «lugares con bosques, plantas, ríos y de repente aparece oro, perlas, jaspe, diamantes, rubíes, esmeraldas y doncellas iban con los caballeros, lo desnudan y bañan e impregnan olores y perfumes, que le sirven manjares y se mondan después los dientes«, lo cual, esto último, es impropio de un caballero andante, sino algo burdo. Más bien parece que describe la imagen colectiva que se tuvo de los conquistadores, lo cual se exageró, como si llegasen a la Tierra Dorada. Critica Cervantes la credulidad de la gente. Así al final de la primera parte en un soneto escrito en el manuscrito de Benengeli leemos: «¡Oh vanas esperanzas de la gente! / ¡Cómo pasáis con prometer descanso / y al fin pasáis en sombra, en humo, en sueño!».
Siendo cierta la riqueza que vino del nuevo mundo, al ser contada aquella epopeya de unos a otros se mitificaron tales rasgos, pero sus protagonistas fueron despreciados en gran medida, sin ver el esfuerzo que tal supuso y los riesgos que pasaron, hasta el punto de que los soldados que lucharon contra el Gran Turco despreciaron a los co0nquistadores. Cuando habla de ríos el canónigo en la obra «Don Quijote», pensemos que al conquistar México vieron que las calles fueron canales con agua y con un lago en el centro, que tuvieron como defensa los mexicanos. El canónigo llama a los «caballeros andantes», «Caballeros del Lago», lo cuál más parece una sátira a aquello que estuvo en la mente de la gente de la época, donde todo tipo de historias sobre la conquista de la Nueva España circulaba, por entonces más que sobre las novelas de caballería.
Recuerda Juan Miralles que ni uno solo de los conquistadores que regresaron a España se le ofreció un mando en los ejércitos de Flandes. Lo cual es significativo. Aparte de a Cortés y a Pizarro, Marqués de la Conquista, nadie de los que participaron en la epopeya de América obtuvo títulos nobiliarios de parte de la Corona. Esto tiene algo que ver con esa mofa de «Caballero andante», del personaje don Quijote, pues al ser caballero es porque va a caballo. Es decir títulos sin honores, soldados conquistadores «andantes» sin reconocimientos y mal pagados, que fueron a la aventura, como así fue, sin un plan preconcebido, sin una estrategia previa. Y funcionó. Se consideró en su momento una «locura», pero que de no haber sido así hubiera costado muchas vidas más y no hubiera sucedido el mestizaje como ocurrió en verdad.
El catedrático de la universidad la Sorbone, Michel Crousset, afirma de la novela de Sthendhal, «La cartuja de Parma»: «esta novela de novelas es una novela cómica. Que se burla de todo, y de ella misma». La presenta como la última novela novelesca. Pues tal descripción se puede aplicar a la que fue la primera novela, «Don Quijote de la Mancha», que, por otra parte, influyó notablemente en Sthendal. Recogiendo las palabras de Crousset, las hacemos válidas para la que escribió Cervantes: «La novela sólo es accesible desde su ironía, desde la burla ontológica que hace que el ser humano se burle de sí mismo«.
Recuerda Ortega y Gasset que a comienzos del s. XIX Friedrich Schlegel, crítico literario y poeta alemán, proclamó la ironía como máxima categoría estética. También algo que tiene que ver con la novela de Cervantes, que supuso una revolución en la literatura, en cuanto que para Ortega la revolución en el arte sucede ante la fatiga de lo anterior. Ciertamente las novelas de caballería, aunque contasen con lectores asiduos, estaba provocando hastío y como que se esperaba algo nuevo, en lo que Cervantes acertó.
En su obra «ideas sobre la novela», Ortega plantea que los géneros literarios se agotan. Observemos que las narraciones anteriores se llaman «libros de caballería». El Quijote de Cervantes lanza la «novela», es decir la «novedad». Sobre lo que Ortega, refiriéndose de manera general, pero que encaja con lo que venimos apuntando dice: «Como en las batallas el vencedor es siempre a costa de haber dado muerte a sus enemigos, en el arte el triunfo es cruel, y al conseguirlo una obra aniquila automáticamente legiones de ellas que antes gozaban de estimación«. Lo cual sucede literalmente con la novela de Cervantes en relación a los libros de caballería.
Cómo se cuenta la historia
¿Cómo se cuenta la historia de Amadís de Gaula? He aquí la cuestión.
Tal es la pregunta clave que hace que debamos prestar atención a la novela «Amadís de Gaula» y a su olvido en el mundo literario, de lo que queda una vaga referencia y sobre la que las asignaturas de literatura nada dicen al respecto, en cuanto a su singularidad.
Antes de referirme a este apartado quisiera citar una reflexión que hace Sigmund Freud en su obra «Introducción al psicoanálisis»: «Yo no inventé el inconsciente, ni acceder a él, lo cual ha hecho y hace la literatura. He inventado el método científico de hacerlo«. Tened en cuenta esta referencia, es muy importante porque nos permite vislumbrar la influencia que ejercen el conjunto de las obras literarias en la cultura y en la formación de la mentalidad social.
Una de las cuestiones que me llamó la atención con la lectura de Amadís fue la riqueza de nombres que tiene. Cuando en 1988 quise poner a mi hijo el nombre de Rayo no pude. Se me dio la opción de llamarlo José Rayo o Rayo María. Pues tenían que ser nombres que estuvieran en el santoral católico. Y estoy hablando del registro civil, en el que es obligatorio inscribirse. Yo no me lo pude creer ni dar crédito en un principio, hasta que vi que la cosa iba en serio, de manera que no registré a mi hijo, con el coste que eso supuso en aquella época al carecer, entre otras cosas de asistencia en la Seguridad Social. Establecí un pleito que obligó a que el Parlamento votase un cambio de ley sobre el registro civil. Lo cuento porque es significativo, pues hasta ese momento pareció normal. Resultó que muchas personas que se llaman Yolanda o Nieves, etc., van con el «María» delante

Otra cosa que me sorprendió fue el descubrir un lenguaje cinematográfico, con descripciones muy detalladas de las escenas, sobre todo las violentas. Cuenta, por ejemplo, que un caballero clava la espada entre la cuarta y tercera costilla, o salen las venas del cuello de un tajo de la espada. Narra imágenes impactantes, como si quisiera que el lector las visualice. Y lo hace con toda intencionalidad. El soldado del ejército de Hernán Cortés, Bernal Díaz en su crónica de la conquista de la Nueva España se refiere a este aspecto haciendo especial mención de la obra Amadís de Gaula que destaca respecto a otras obras de caballería. Plantea no entrar tanto en pormenores de las batallas «ni demasiada prodigalidad y esa cosa de nunca acabar pues parecería a los libros de Amadís o caballería«.
Otra cosa que adquiere especial relevancia es leer el prólogo que escribe a su obra Garci Rodríguez después de haber terminado de leer la obra. En la página 4 escribe Garci Rodríguez: «Titus Livio ensalza honra y fama a los romanos, aquellos que menospreciando las vidas quisieron recibir la muerte por a otros las quitar (…) podemos creer lo suyo que leímos, por muy extraño que parezca. (…) en toda la su gran historia no se hallará ninguno de aquellos golpes espantosos… bien se puede creer cuando Troya, cercada y destruida por los griegos, y así mesmo la conquista de Jerusalén, con otros muchos lugares por esos mismos golpes«.
Hace una alusión a las cruzadas y vemos como quiere que se vea el aspecto negativo de las guerras, su dolor, para estremecer al lector. Lo dice el autor, quiere que así sea, desde su propia experiencia porque formó parte del regimiento de Medina desde el año 1481. Nada que ver con quienes afirman que esas descripciones son para enseñar cómo usar la espada y educar en la violencia a los futuros caballeros, lo que justificaría que se dejasen a un lado este tipo de novelas, pero es exactamente lo contrario y además luego ha seguido habiendo novelas violentas y de enredos amorosos muy valoradas y que han quedado registradas en el mundo literario

En la novela de Amadís hay una escena sobre un paso que guarda un caballero, el cual se encara a Amadís: «no pase más adelante si no otorgáis que es más fermosa la amiga de aquel caballero que la vuestra». En respuesta el protagonista saca la espada de la vaina, «diole un golpe tal en el pescuezo que la cabeza le hizo caer a los pies». Es decir arranca esta idea de cuajo, que no acepta. No se anda con discusiones ni nada.
Sin embargo en el Quijote cuando su protagonista, el hidalgo caballero se acerca a los mercaderes toledanos que van a comprar seda a Murcia, les dice: «confesar que en el mundo no hay doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso». Una de los mercaderes le dice «¡Mostrásnosla!». El valor que resalta el Quijote es que lo importante consiste en que sin verla creer, confesar, pensar ella y defender su hermosura. Tergiversa completamente al personaje de la caballería. Se inventa un esquema para ocultar la realidad. Cuando Amadís dice: «El buen entendimiento y esfuerzo es el tesoro de los Hombres». Y a la mujer defiende y guarda de tuertos (peligros) y desaguisados que les hicieren. Es decir ante hechos concretos.
Sin embargo es justo lo contrario lo que se critica en la obra del Quijote sobre la imagen de caballero andante. El estilo de novela a la que critica y parodia poco tiene que ver con lo que es en verdad. ¿Qué se quiere ocultar? ¿qué se quiere eliminar y hacer que no se lea

En la introducción a la obra «Amadís de Gaula», Ruiz Doménec comenta sobre peligrosas relaciones que acaban con inoportunos embarazos. Sin embargo Garci Rodríguiez de Montalvo lo describe de otra manera: «En el vicio y el placer moró el rey Perión, diez días folgando todas las noches. Casados ya folgó más de lo que solía y de ahí vinieron sus otros dos hijos«. La palabra «vicio» la utiliza en un sentido positivo. Pasada esta escena describe que los mismos caballeros «van a misa, como caballeros católicos»
Otra referencia con la modernidad es que Amadís no acepta en su círculo de amigos a quien no jure que no tomará dueña ni doncella contra su voluntad. Amadís se entiende con Oriana habiendo ella otorgado su voluntad, algo en lo que insiste el autor, el deseo expreso de la dama a la hora de establecer una relación amorosa. Y en tales describe «fue tan turbado de placer y de empacho que sólo catar no la osava, asis en aquella verde hierba, más por gracia y comedimiento de Oriana, fue hecha dueña la más fermosa doncella del mundo«.
Vemos que hay una relación concreta y material entre el hombre y la mujer. Que ésta participa activamente. Nada tiene de ideal. Pero sigamos, en Alemania el padre de Amadís, el rey Perión se encuentra con una mujer, la hija del conde de Selandia, quien le dice: ¿no folgáis mejor conmigo en ese lecho que no sólo? (….) de aquella noche vino Florestán». Galaor, hermano de Amadís, mantiene relaciones con muchas damas. Don Quijote afirma que una, su dama, la tiene en secreto, lo cual le hace ser caballero. Le hace una pequeña concesión cuando afirma: «una golondrina no hace verano».
Después de vencer Amadís al gigante Fongomedán y a su hermano Basagante, se reencuentra con Oriana, y cuenta (pg. 439): «estuvo ocho días con el sabroso plazer y todas las cosas que en el mundo dezirse y facerse pudieran«. A continuación afirma que Amadís y los caballeros que lo acompañan toman sus batallas en nombre de Dios y mandaba las armas a la capilla de la iglesia, para armarse ante la virgen María. Casi siempre que describe una relación placentera entre hombre y mujer aparece luego otra en la que afirma la religiosidad de quienes participan de tales relaciones, sin que tenga que ser algo antagónico.
Amadís vive otras aventuras en las que otras mujeres le quieren seducir. Él se mantiene fiel a Oriana, porque ella le satisface. Y porque ella le ama. No se anda con quimeras. El amor es para él por lealtad, no por fuerza de armas ni por defender una quimera. En la novela de Amadís se comenta que quienes no sacan la espada son herejes del amor. En otro momento se describe que una doncella cató a Galaor y la otra a don Florestán. Folgaron aquella noche y a la mañana tornaron su camino. Florestán salvó a una mujer de ser forzada. Esta mujer le dice: «podéis facer de mí lo que pluguieseis». A lo que él responde: «Yo os hago libre para que hagáis vuestra voluntad». Vemos que las aventuras nunca son gratuitas, ni porque sí. Buscan la libertad concreta. Y valoran la libre decisión de las mujeres.
Gaula es descrita por el autor como tierra viciosa, en la que abundan todas las cosas y la mujer hace a los caballeros lozanos y orgullosos. Amadís estuvo con su señora Oriana, en el castillo de Miraflores ocho días. De aquel ayuntamiento Oriana quedó preñada, sin sentirlo ella hasta semanas más tarde, que la mudanza de su salud se lo manifiesta. Después de ser llevada Oriana en las naves de los romanos y ser salvadas por Amadís: «Cuando Amadís se vio ante su señora, todas las carnes y el corazón tremían con placer de su fermosura. Ella le tomó las manos.» Vemos que es ella quien participa también. En otra escena se cuenta que la reina Briolanza y Mabilia dormían juntas y aquella noche descansaron y folgaron (….) por la mañana los caballeros oyen misa.
Es evidente que no cuento estas escenas para resaltar una narración erótica, que en sí misma podría ser curiosa, pero no algo significativo. Lo hago para seguir el hilo conductor de la novela y de los textos, para entender adonde nos lleva la historia de Amadís y qué es lo que combate la escritura de Cervantes y qué es coincidente con los conquistadores y que los estimula e inspira. Sin hacer ese seguimiento no sería posible entender su desenlace, en el cual es donde está la importancia de descubrir nuevamente esta obra de caballería y en donde se puede ver su conexión con la modernidad. No voy a hacer ninguna interpretación, sino mostrar los textos, hacer ver lo que dicen y que no tiene nada que ver con la idea que se ha hecho tener de ella y tal vez, de esta manera entendamos porque es una obra que se ha querido eliminar. Y, repito, no con ello quiero despreciar al Quijote, que es una obra maravillosa y que me encanta, pero creo que es necesario y positivo tener en cuenta a las dos, no sólo una, para rescatar la esencia y el valor real de lo que escribió Cervantes. Y reconocer el valor literario de la segunda parte que escribe Avellaneda..
En el libro “Flor de caballerías” de Francisco Barahona (1592) leemos al comienzo que cuatro gigantes asaltan el reino del emperador Valeriano, mientras que éste disfrutaba en una “casa de placer”. Lo mataron y el esposo de su hija Oribella vengaría su muerte estando la infanta preñada. Nada que ver con el amor idealizado ni quimérico. El rey Vepón tomó por esposa a la bella Amaltea y hechas las bodas estuvo cinco meses gozando de su hermosura. Cuando quedó preñada volvieron a Constantinopla. .
Observemos que don Quijote no se lanza a las aventuras por leer libros de caballería, la «locura» la llevó dentro por ser fruto de su enamoramiento. Lo que hacen tales narraciones «fantásticas» fue impulsar a vivir ese sentimiento, vivido en la distancia, que llevó en su interior. Las novelas de caballería vivencian en sus personajes la pasión entre hombre y mujer, por regla general. El enamoramiento sucede sin contacto con el sujeto que estimula tal sentimiento mediante su imagen y es unilateral, mientras que la pasión exige el contacto y la reciprocidad. De no ser así surge la frustración, el desencanto, el desánimo, nunca el enamoramiento..
Las novelas de caballería lo son de pasión, no de enamoramientos, como sí lo son otras que no de caballería, como por ejemplo «Don Quijote de la Mancha». Esta obra trata del delirio, el cual se contagia en la religión, en las campañas militares, la conquista, pero viste la historia de novelas de caballería, que al fin y al cabo inspiran cuestiones fuera de la realidad como fue la conquista del nuevo mundo, que sin embargo hizo que se convirtiera en un fenómeno histórico de primer orden. Bien pudiera verse la aventura de don Quijote contra el «gigante», dando estocadas a los cueros de vino, el ataque de Pedro Alvarado contra la nobleza de México cuando celebran una fiesta y hace una escabechina, llevado por el miedo y la sospecha. Las novelas de caballería inspiran a los conquistadores, alimentan su entrega a la aventura, forman parte del espíritu de la conquista de la Nueva España. La religión es la excusa, aun haciéndose de buena fe, y es el deseo de riqueza lo que activa delirios de grandeza y metas imaginarias que son creídas. Lo cual es ridiculizado al amparo de las novelas de caballería, que son fantásticas, pero no delirantes.

Cervantes arremete contra la realidad humana y de su época. Los sentimientos crean situaciones extrañas, confusas, dolientes, de locura. De hecho su novela es un estudio comparativo de situaciones amorosas, que siendo muchas escenas cotidianas y de la realidad acaban juntándose en un entramado sentimental con la vivencia emocional de don Quijote en Sierra Morena y en la venta después. Entremezcla las narraciones de Marcela que no se ve responsable del suicidó de quien la deseó y ella no le correspondió, la de Dorotea y don Fernando, Cardenio y Luscinda, el cautivo y Zoraida, los jovencísimos Clara de Viedma y don Luis, el caballero de Aragón.

En otra historia que intercala también hay un enredo de amor, la de Leandra, engañada por el soldado Vicente, cuando la desean Eugenio el cabrero y Anselmo, siendo admirada por todos los pastores de la comarca. Los protagonistas de estas historias de amor acaban en el mismo lugar que don Quijote. O en la segunda parte lo que cuenta la dueña Dolorida, una historia «inventada» sobre don Clavijo y Antonomasía, infanta que queda embarazada y su madre muere del disgusto.
Hay un pasaje esclarecedor en este sentido, cuando el oidor descubre que el cautivo es su hermano; entonces el cura une de las manos a Zoraida, Luscinda, Dorotea y a la hija del oidor. Don Quijote que ve la escena y escucha lo que hablan lo considera un «extraño suceso» todo lo que se ha contado, lo cual atribuye a «quimeras de la caballería andante», cuando se supone que son historias sacadas de la misma realidad: celos, adulterios, engaños de las parejas, prostitución, matrimonios amañados por los padres. O la historia de celos de Claudia Jerónima, a la que encuentra don Quijote cuando estaba con unos bandoleros camino de Barcelona. Enamorada de Vicente Torrellas y prometida, cuando cree que se va a casar con otra mujer le persigue y dispara. Antes de morir le cuenta éste que no se iba a casar con nadie sino con ella. Finalmente Claudia decide ingresar en un convento. Cervantes hace un tratado de los sentimientos y de comos se entrecruzan en las personas y cómo afecta a la sociedad. Sin embargo hay algo que quedó relegado, destruido en el olvido, que aparece en la modernidad sin historia, huérfana de literatura que se desconoce porque ha desparecido la novela de caballería y con ella el paradigma que supususieron todas ellas.

¿Cómo llegan a un acuerdo el emperador Arquisil y Amadís? Aquí está el hecho clave de la obra. ¿Por ley de armas? Es de esta manera que la Iliada resuelve su conflicto de aqueos contra troyanos: Helena es la esposa de Menelao, rey de Esparta. Cuando su mujer es seducida por París convoca a los griegos para luchar contra éste, hijo de Príamo, rey de Troya. Los aqueos son capitaneados por Agamenón. La guerra dura diez años, hasta que los troyanos son completamente vencidos. La mayoría muere en la contienda. Finalmente Melenao se reconciliará con Helena y tienen una hija, Hermíone.
La Iliada sigue formando parte del bagaje literario, lo mismo que la Eneida, de Virgilo. En ésta novela épica el protagonista, Eneas, acaba peleando contra Turno. Tras su victoria, Eneas funda Roma, cuyo destino está escrito: someter a toda la tierra. Turno muere en el singular combate. El vencedor se casa con Lauvinia. Ambos contendientes y sus respectivos ejércitos aceptan zanjar la cuestión de la guerra con sangre.
El Quijote durante la cena con los cabreros hace un discurso de las armas y las letras, en el cual establece que el fin de las armas es la paz, «el fin de la guerra es la paz». Es decir que a la paz se llega con la victoria de una de las partes. Observemos que la guerra es el elemento central de la Historia de la humanidad, en torno a la cual se han formado los estados y se ha impuesto una cultura sobre otra.
Pues bien en la obra de Amadís se lee textualmente: «El emperador de Roma siempre pasó con Amadís a su tienda y entre ambos dormían en una cama, que nunca una hora eran partidos de en uno» (pg. 1035). Su tienda fue guardada por el mayordomo de Arquisil. La campaña en la tienda de Amadís, al ser de gran guisa y crianza nunca estaban sino jugando y burlando en cosa de placer y llevaban la mejor vida. Los contendientes que se han peleado, y después de que han muerto miles de compañeros, observan que se pueden relacionar de otra manera. Esto está escrito y no se atiende a ello. Se desconoce en los estudios académicos.
Pero por si cabe alguna duda de la manera en que llegan a un acuerdo Amadís y el Emperador romano, el autor relata que salen juntos: «Amadís llevaba de la mano al Emperador, y llegose a Oriana, quien se quiere poner de hinojos ante el emperador«, que le dice: «soy yo quien ha de inclinarse ante vos, pues es vuestro marido Amadís quien es señor de mi tierra y mi persona«. Y esto lo dice textualmente ¡a comienzos del siglo XVI! Cuando estuve leyendo todo esto llegué a dudar de que pusiera el texto lo que realmente leí. No me lo pude creer y pensé que a ver si me había ocurrido como a don Quijote, que hubiera deformado la realidad de lo que estaba leyendo. Le pedí a mi compañera y a algunos amigos de la tertulia de los martes que lo leyeran, a ver si lo que yo leí es correcto. Y sí, lo es. Dice lo que dice. Scripsit.
Hasta la boda los protagonistas se dedicaron a folgar en pasatiempos, ir al monte y caza. Es así como lo cuenta. Pero queda un personaje perverso, que incitó los malos entendidos, Urganda, la cual al final de la obra pide licencia a Oriana para estar con ella y con las que le acompañaban: Briolanza, Melicia y Olinda: «Se abrazaban unas a las otras, y así estuvo Urganda fuera del sentido de plazer, y ella les fazía tantas honras como si señora de todas fueran«. Luego salieron Oriana, Melicia y Olinda juntas. Sus maridos vieron que su fermosura había crecido. Se abrazaron y besaron.
Y aún otra escena a tener en cuenta: Grasinda, dama no demasiado bella, para encontrar pareja mostró mucho más de lo de una mujer se esperaba. Cuadragante, de más edad que mozo la tomó consigo, para querer y amar. Vemos que no hay una brizna de idealismo en este tipo de relaciones.
Estoy seguro que esta obra no la leyeron dos cultos falangistas, Francisco Riego Gómez ni Mauricio Cuesta Polo, que hicieron la letra y música respectivamente de un himno del Frente de Juventudes, el año 1963, que dice: » Camarada, camarada / Amadís es flor de estilo en mi corazón / Amadís marca mi vida / de elegancia y de rigor».
Cuando se ha leído toda la obra, el Prólogo de Garci adquiere un valor relevante, porque explica el sentido de lo que ha escrito, no es una simple ocurrencia, o la gracia de un autor. Cuenta: «Los escritos antiguos sobre los grandes hechos de armas es breve lo que de verdad pasó. Las batallas de nuestro tiempo son leídas con admiración. En las antiguas historias de griegos contra troyanos se ensalza la guerra (…) la santa conquista que nuestro rey esforzado (Fernando el católico) hizo del reino de Granada ¡cuantas flores, cuentas rosas en ella por ellos fueron sembradas! (…) esfuerzos, peligros (…) para tal guerra se aparejaron, como en los esforzados razonamientos del gran rey a sus altos hombres y las obedientes respuestas por ellos dadas…. jornada tan católica… tanto lo verdadero como lo fingido pudiera en las nubes tocar… por los sabios cronistas...».
Comprobamos que critica el hecho de que las propias narraciones de la historia deforman los hechos y ensalza la guerra, el enfrentamiento de unas personas contra otras. Pero sigue diciendo: «compusieron historias fingidas, que se hallan cosas admirables fuera del orden de natura (…) corregir tres libros de Amadís trasladando y enmendando… si está mal ordenada obra alguna y yerro pareciese de aquellos que en lo divino y humano son prohibidos, demando humildemente perdón, pues creyendo lo que la santa Iglesia tiene y manda, mas la simple discreció que la obra dello causa». Vemos que la historia y la manera de contarlo es con toda intención. Y no en un sentido de ofensa, sino de reflexión. Reflexión que aún hoy en día merece la pena hacer.
Sin embargo estos textos acaban desapareciendo, se han dejado de leer al cabo de un tiempo y es que fue un objetivo conseguir esto precisamente. El 17 de marzo de 1615, el acta de aprobación de la II parte de don Quijote, que firma el maestro Josef de Valdivieso dice (está escrito): «Cumpliendo con el acertado asunto en que pretende la expulsión de los libros de caballería, con su buen diligencia mañosamente ha limpiado de su contagiosa dolencia de estos reinos«. Lo cual indudablemente hubo influido (contagiado) en la mentalidad y hacer de los conquistadores inspirados por tales narraciones.
Y el licenciado marqués Forx, en el informe para la censura eclesiástica escribe sobre la novela de Cervantes: «No habla cosa indigna de un cristiano, bien seguido ajusta extirpar los vanos y mentirosos libros de caballería, cuyo contagio había cundido más de lo que fuera justo… (el Quijote) es medicina generosa para la enfermedad que pretende curar, sirva para la detestación del vicio y hacerse («esos libros») odiosos. Recomendado libro para nuestra nación y extrañas». Cita como tales a Francia, Italia, Alemania y Flandes.
Es decir el impulso del Quijote como nuevo paradigma literario influye en el posterior desarrollo de la literatura en general, anula otros modelos de escritura y otras visiones del mundo. Cervantes logra como escritor, desde mi punto de vista, dar realidad psicológica a los personajes, de manera intensa y muy especial a los dos protagonista, con ese juego de narraciones superpuestas, en las que una historia está dentro de otra y el propio libro se ha «escrito» durante el desenlace de la novela, de manera que logra meter al lector en la trama y que forme parte de ella desde su experiencia vital.
Quiero decir también que si hubiera leído la obra «Amadís de Gaula» sin más me habría parecido original, una propuesta atrevida del autor. Pero me llamó la atención que ¡se escribiera hace cinco siglos! y todavía hoy cause sorpresa y esté de actualidad lo que plantea. Ahora bien, repito, no me hubiera empeñado en dar a conocer lo que dice si no hubiera leído obras de autores modernos que analizan la realidad de hoy en relación a la cuestión que plantea la novela de Amadís. Y es con lo que esta novela se relaciona con la modernidad.
Pero aún más la asociación de este hecho con los conquistadores cuando al leer la obra aludida de Miralles cuenta lo que narra el clérigo, capellán, y también llamado por las Casas «criado del marqués del Valle», Gómara, que casado Cortés con Catalina, su primera esposa con la que contrae matrimonio presionado por ella y sus familiares, enfadado con el gobernador de Cuba, entonces su cuñado, Diego Velázquez. Fue a buscarle a su casa a preguntar las quejas que tuvo en su contra, manifestando la intención de ser su amigo. la reconciliación consistió en tumbarse a dormir en una misma cama, donde al día siguiente los encontraría un sirviente. A partir de aquel momento se reanudó la amistad.
Bartolomé de las Casas alude a este hecho singular diciendo que él vio a Cortés aquellos días viéndolo «tan bajo y humilde, que del más bajo criado que Diego Velázquez tenía quisiera tener favor». Tal historia, sin importancia histórica, sí es fundamental desde el punto de vista literario, porque es similar, en gran medida, con el final de la obra «Amadís de Gaula» de Garci Rodríguez de Montalvo. Sea cierto o del imaginario colectivo, tiene importancia desde el punto de vista de ser algo que se trasmite. Un aspecto fundamental a tener en cuenta. Según lo contado es una acción simbólica, en la que no hubo relaciones íntimas, pues no hay escándalo, cuando en aquella época estuvo harto reprobado este tipo de relaciones sexuales, y más entre los conquistadores que les obsesiona el pecado nefando de la sodomía entre los indios y pensaron equivocadamente que con las indias. En la novela sin embargo sí que sucede esta relación, a lo que no se hace alusión. En ambos casos, el de la novela sobre Amadís y la narración que cuenta Gómara «se rocaron las manos y se durmieron en una cama». Y siendo Cortés un hombre mujeriego, de lo que hay constancia documental al respecto por enfrentamientos y juicios, no hizo vida matrimonial con su mujer hasta pasados tres años de casados, cuando puso casa en Santiago de Cuba. Lo cual se aluide en el archivo general de México del proceso que mantiene su suegra contra él el año 1529 por los gananciales del matrimonio de su hija.
Observemos que hay una coincidencia con el héroe de la Iliada, Aquiles, que se relaciona con su amigo Patroclo, en una relación de amantes, según la época, pero sin indicarlo tan claramente como la novela «Amadís de Gaula», quizá porque en la Grecia clásica no hiciera falta al darse por supuesto. Pero otra relación de índole homosexual puede encontrarse ya en el primer poema épico del que se tiene contstancia por escrito: «La epopeya de Gilgamesh«, considerada la obra escrita más antigua del mundo, que se tradujo al inglés el año 1872. Encontrada en la zona entre el río Eúfrates y el Tigris, donde estuvo asentada por entonces la civilización sumeria. Es el primer escrito conocido escrito en letra cueniforme, en el idioma arcadio.
Esta obra trata muchos temas, entre otros la muerte, el heroismo, la amistad, refleja elementos míticos. En lo que conierne a lo que tratamos la historia versa sobre un rey cruel y desopótico, que ejerce el derecho de pernada, acostándose con todas las mujeres del reino cuando se casan, antes de cosumar el matrimonio. El pueblo pide a los dioses acabar cion él, para lo cual envían a Inkidu que le vence. Pero ambos se muestran admiración y llegan a una «cercana amistad», que se ha interpretado como una relación homosexual entre ambos, que en su época se dio por supuesta, pero que al no especificar sí se interpretra. Garcí Rodríguez tuvo que aludir implícitamente para que quedase claro. No es algo tan anacrónico ni descabellado, cuando sí lo es hacer como que no existen tales textos y manifestaciones en la literatura. Gilgamesh llega a rechazar a la bella diosa Ishtan, lo que le tarerá múltiples problemas, para seguir con Inkidu, con quien aprenderá a ser mejor gobernante. La pasión llega a ser tal que cuando muere Inkidú su amigo logra la inmortalidad para llevara este estado a su querido (querido amigo.)
Reflexiones a tener en cuenta
La realidad que vivimos responde a una construcción social que se ha ido haciendo a lo largo de los años, tanto desde el punto de vista social, como cultural, económico o político. Y se ha realizado desde la ocultación de otros caminos, de otras maneras, por ejemplo de resolver los conflictos y las rivalidades. Parece que la realidad que existe es la única posible. Y vemos que ha habido otras maneras de percibirla y de haber querido hacer las cosas, pero que se arremetió contra ellas y fueron eliminadas. Lo cual repercute en nuestros días. Llega un momento en que ese único camino vencedor es peligroso. La literatura nos abre las puertas para poder elegir otros pensamientos, otras maneras de ver las cosas. No lo despreciemos.
Entiendo que las coincidencias de novelas tan lejanas en el tiempo y en la geografía mundial no se deben a una influencia directa, sino que todas ellas ahondan en el inconsciente del ser humano, de ahí su valor de universalidad, más allá de su época y de su lugar. Precisamente es donde influyen las religiones, la propaganda política y la publicidad en la economía del consumismo. Por eso la literatura tiene un efecto liberador, que sin embargo se sigue ocultando, deformando o despreciando.
Anexos
Anexo 1 – Sobre El Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda
Anexo 2 – Historia, Tacitismo y Poder
Anexo 3 – La Pintura de El Bosco
Dixi.
- Amadís de Gaula, don Quijote y los conquistadores
- Bernal Díaz del Castillo
- Autoría de Amadís de Gaula
- El Amor y la Pasión en las Novelas de Caballería
- La Homosexualidad en las Novelas de Caballería
- Reflexiones sobre Amadís
- Don Quijote y su referencia a los Conquistadores
- Influencia de las novelas de caballería
- Noticias sobre el estudio de la novela
- Sobre El Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda
- Anexo 2 – Historia, Tacitismo y Poder
- Anexo 3 – La Pintura de El Bosco
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