Leer Finnegans Wake es una experiencia, el mismo hecho de su lectura. Se recorre el texto a ciegas, igual que cuando se camina por un lugar a oscuras, en el que se va tanteando el lugar con las manos y lo que se descubre es la realidad de ese espacio según el tacto. Creo que merece la pena analizar esta obra, sobre todo por lo que supone de reto leerla.

Estamos ante una obra circular que no tiene un comienzo ni un final, lo cual se comprueba claramente. Es más bien una novela esférica, porque aborda varias dimensiones del sentimiento humano.

Foto de páginas manuscritas de Finnegans Wake

Para analizar esta obra no basta hablar sobre ella, sino también sobre la manera de leerla, pues forma parte de la novela y sobre todo porque es lo que nos va a hacer entender algo de ella. La manera de usar el lenguaje es un aspecto esencial en la obra “Finnegans Wake”.

El contexto de la obra

Lawrence Durrell dijo que un buen escritor debe ser capaz de escribir cualquier cosa, pero que un gran escritor está al servicio de la estructura de la psique. Precisamente esto último es lo que refleja Joyce en su obra Finnegans Wake, de manera todavía más concreta que en su obra anterior “Ulises”.

La literatura ha narrado historias, en las que hace visible los sentimientos, a partir de cómo actúan y cómo viven en relación a ellos sus personajes, nos hacen ver los síntomas de la psicología humana a través de describir las relaciones y sobre aquello que cavilan los personajes, gracias a autores como Balzac, Flaubert, Zola, Dickens y Víctor Hugo. Dostoievsky, a quien Nietzsche considera el más grande de los psicólogos de todos los tiempos, desarrolla en sus novelas la psicología de los personajes, las tramas de sus obras consisten en como resuelven sus problemas interiores, que son realmente los protagonistas en “El jugador”, “Humillados y ofendidos”, “Los hermanos Karamazov”, «Crimen y castigo».

Y hay una tercera etapa en la literatura, con la que se entiende llega la modernidad, que es cuando la psicología se desmenuza en la obra, bien sea a través de una historia, como es el caso de Marcel Proust o a través del lenguaje con James Joyce. Proust desarrolla meticulosamente como viven sus personajes el amor, el deseo, el enamoramiento en una amalgama que reconstruye la formación y vivencia de los celos, que más que contar lo que son, parece que los retratase, así como también hace visible la sexualidad de una época, más allá del ambiente aristocrático en el que se desenvuelve su obra “En busca del tiempo perdido”.

En la obra Finnegans su autor hace dos alusiones a Marcel Proust. Coincidieron una vez en una fiesta, mayo de 1921, el año anterior a la muerte de Proust, que sucede cuando Joyce comienza Finnegans. El novelista británico, Stephen Hudson, organizó un homenaje en honor a Stravinski. Se cuenta que los dos representantes de la literatura moderna se cruzaron unas pocas palabras cuando les presentaron. Se dijeron que no habían leído sus obras mutuamente y comentaron sus problemas de salud, Joyce con la vista y Proust que iba con un abrigo en la sala en que se vieron, sobre sus dolencias de asma y estómago. Joyce luego sí que leyó algo de la obra de Proust o críticas sobre la misma, porque habla de ella: “así lo emproustinen, ¡más que objetor! escrito está en el libro de todos los linajes que nada ha de emprender salvo que Swann (personaje de “En busca del tiempo perdido” cuyo primero tomo se titula “Por el camino de Swann”) me impulse a retirar mis pasos”. Anteriormente hace otra referencia: “madre Fortuna ¿que en el tiempo perdido buscando entre prolijómenos recherché con ahínco, ¿no, escueces?”.

Otra teoría que en aquella época forma parte del debate social y de la que Joyce habla es la teoría de la Relatividad, de Albert Einstein, a quien alude también Joyce: “aspildunzantes teorías de Aystain”, que hacen del tiempo una realidad relativa, pues no sólo hay uno, sino que éste puede cambiar en función de la velocidad de la luz. La física con Einstein, la psicología con Freud y la filosofía con Wittgenstein cambian la forma de ver la realidad a principios del siglo XX. Joyce, en ese mismo tiempo, se nutre de la teoría de estos tres intelectuales y lo aplica a la literatura, pero sobre todo con el uso del texto. Profundiza en el inconsciente, desarrolla la realidad del lenguaje y hace una historia sin tiempo, en donde suceden diversos tiempos a la vez.

En Finnegans escribe: «estoy elaborando una teoría cuántica sobre el fundamento de las cosas«, ha hecho referencia a Talis (Tales de Mileto) para quien todo viene del agua. Es una época en la que empieza a conocerse la estructura energética de la materia, lo cual va a querer imitar Joyce en la literatura, convertir el lenguaje en energía psicológica, lo cual hace como él mismo escribe «porque es responsable (el fundamento de todo) de un morthilarante estorbo de cosas«, como una forma de dar muerte a lo hilarante, lo normal que según vemos en Joyce recogiendo las tesis del psicoanálisis destruye a la persona y a la sociedad.

Si la visión de la realidad ha cambiado, ¿cómo afecta a la literatura?, es algo a lo que Joyce responde con su última obra, en la que muestra que el lenguaje no es un absoluto y sobre todo que comunica tanto como incomunica, porque hay partes que el lenguaje ordinario no permite ver. Lo que Joyce llama “la hablaforma”, que compara con el caso de “la crónica Spinozis”, en referencia a Spinoza, en cuanto que la realidad es el todo. Y hace un juego de palabras en la que se refiere también al nazismo, que alude más veces de manera clara, al observar Joyce que los fascismos quieren abarcarlo todo mediante un lenguaje que tergiversa la realidad, a lo cual reacciona el autor de Finnegans Wake, porque ha comprobado que el lenguaje se ha vuelto loco y aboca a una guerra, debido a que se ha cambiado el concepto de lo real y es difícil abordar una crítica desde la razón, porque razonar es un lenguaje y otro es el de proclamas que se ha hecho dueño de la conciencia de millones de personas, a través del uso de leyendas, de pasiones ancestrales. Desde su pequeño rincón literario Joyce busca una respuesta a esta situación.

El nazismo

Las alusiones al nazismo y modelos fascistas son fehacientes en la obra Finnegans Wake. No es una mera cuestión de relación de textos, de asociar frases con determinados contextos, sino que claramente lo deja expuesto con una fuerza y claridad que es extraño que no se haya reparado en tales expresiones que otros estudios críticos apenas comentan al analizar esta obra. “Vazofia (Bazofia) de tu especialidad culín aria (culinaria y culín de raza aria, como todos)”. A la ópera wagneriana, cuyo autor, Wagner, defiende el racismo y el antisemitismo, la llama “operra vaginiana”. Lo cual aparece publicado en el momento más esplendoroso del nazismo, cuando está en todo su esplendor. Compone en varias ocasiones palabras en inglés con gramática alemana, y junta palabras en una, “estaballmandoasu”, de manera que alemaniza el inglés como burla al idioma ario.

El circunflexo muro de los manicomios para hijos con anteojeras”, es otra expresión que de una manera directa parece que clava las palabras en su realidad y que no necesitan más explicación que lo dicho, porque expresa todo lo que quiere decir, lo cual es una de las grandes aportaciones a la literatura por parte de Joyce. Lo aplica a denunciar el totalitarismo que invade las mentes y el territorio en Europa: “… partido sociocionista (socio nacionalista, nacionalsocialista) sionista con su blindado pecho”. Y un texto esclarecedor: “este jodido siglo… el doble de la mente gemela de los dioses centrarios (centro ario, centro de Europa aria), oculto y descubierto, ególatra, herético, estúpido condenado ácrata han alimentado a tu dormido reino en el vacío de la más dudosa de tus almas… mientras que nadamos todos juntos en la charca de Sodoma”. Y: “Harto de andar dando vueltas alrededor de las neofarisaicas autopistas hitlerianas, como las innominadas almas”.

El nazismo había convertido la conciencia de sus seguidores en “autopistas” por las que pasó el racismo ideológico con toda su parafernalia. “Aprendió solo a patinar y caer”, escribe, en alusión a Polonia, de la que comenta: “tú y yo estamos en el seno rodeados de cementerios respecto al otrora reino de Polonia”. Polonia que fue ocupada por el ejército nazi el 1 de septiembre de 1939, lo cual supuso el comienzo de la II Guerra Mundial. Escribe: “¿Quién, salvo inquilinos del humanicomio (manicomio humano) podría creerlo?”. Y esto que dice claramente, con nombre propio, no puede ser ajeno a la obra, porque la recorre como cuando dice: “tu dogo que ladra a los mendigos, que no vaya a atragantarse de tanto masticar la cadena”.

Insiste en hacer una parodia de lo que esta fraguándose en el Europa mientras que escribe esta obra: «que violentos choques genpositivos y gennegativos; partidarios de la diosa de la guerra y el dios del Sol prosiguen su campaña para matematiquizar a Moloch el Migraña y catapultar a los camíbales«

El nazismo y los fascismos de la época enloquecieron el lenguaje, el cual perdió su sentido de comunicación para dominar a los ciudadanos mediante movilizar una mentira que se acabó transformando en algo verdadero para quienes fueron atrapados por esas soflamas. Aquello que carece de sentido lo adquiere y Joyce y otros artistas se rebelan desde el lenguaje, desde la estética, la pintura y el arte en general pierden su forma para desenmascarar el formalismo del sin sentido que había desembocado en la muerte y destrucción más atroz. El arte abstracto fue un acto de rebeldía y de resistencia a la misma realidad, ocupada ésta por los lenguajes totalitarios.

La sociedad europea

La sociedad de la primera mitad del siglo XX se ha emborrachado de lenguaje y un borrachín, Finnegans, va a plantar cara frente a las leyendas teutonas, se va a enfrentar a ese ataque invisible del nazismo, ese Finnegans que “salía a calaverear de tasca en tasca”. Le considera al comienzo d ela obra un maestre, pero aclara «dejado de todo cariz mesiánico», como si quisiera pedir que la sociedad, el pequeño hombre normal y corriente resucite, ¡despierte!, con su pequeño mundo frente a la grandeza aplastante del superhombre ario, que es todo cáscara, disfraz, “… que voy a hacer yo, pobre de mí, que no soy más que un inútil, simple portavoz de mensajes de paz”. Dice: “sumerge el espejismo en el espejo”, después de afirmar: “los marineros de aguardiente… una erección en la noche de la memoria de los muertos”. Y casi al final advierte “ya está bien de chotearse de Finnegans y de escarnecer sus melopeas”.

No deja de criticar la acción del socialismo y del cristianismo que se han dejado llevar a un rincón ante la falta de nuevas ideas: “farfulla desagradable; batido socialista y de la romana devoción del santo rosario”. Escribe sobre el “Homo casi eterno”. Y habla de “los periódicos locoles (locales, locos)”, siendo las coles metáfora en aquella época de tontos dominantes. Y “fiel al burrador (borrador) de la carta constitucional”. “Buz(f)nes”, palabra esta que no existe, que no parece decir nada y sin embargo tal como la expresa es altamente significativa.

Joyce en “Ulises” hace un seguimiento del amor, recorre este sentimiento que vive por dentro de un personaje en el que el desamor le hace reconstruir su historia y donde la sexualidad lo impregna todo, donde desemboca en una plenitud distante, más psicológica que real en la parte final, cuando ya sabe que su esposa mantiene relaciones con otro hombre. La reflexión de ésta, Molly, en su monólogo interior es un retrato psicológico donde aflora el pensamiento como tal, saltándose el lenguaje para que no quite su frescura al sentimientorecuerdoemoción, de ahí que no haya signos de puntuación.

La obscenidad y la provocación forman parte de Finnegans Wake, en donde el autor se ríe de las convenciones sociales y de los prejuicios. “Por todo Dublín nos vamos a correr”, como si quisiera hacer un chiste verde, “condocito mío déjame ver tus isabellis (pechos)”. Y “me gustaría encontrar una novia con empleo fijo y que me mantenga… para ti la jornada, para mí el jornal” y añade “el dinero es al matrimonio lo que el milagro de los peces y los panes”. Y otro juego de palabras: “proteged a los inmortales dia mantes (diamantes, amantes)”. Plantea “la impostura matrimonial chaplinesca (Charlot)”. Y aún dice más sobre el emparejamiento: “ella conoce sus deberes conyugonoctipagos (pago de la unión conyugal por la noche)”. Y: “las desposadas son mercenarias mal pagadas; hará cuanto pueda para que la cosa funcione”. Y dice “nos casaremos hasta que la muerte no se pare”, es un claro juego de palabras que continúa en otro momento de manera similar: “hasta que la puertanos separe, hasta que la suerte no se pare”. Habla de la hipocresía del matrimonio: “Con lo casado (cansado, casado) que estás de tanto leer y escribir mojando la pluma en cualquier tintero”. Define a la mujer provocativamente, dice: “uno de cada tres hombres tiene un fallo en su conciencia, una de cada dos mujeres una burla in mente”.

En Finnegans Wake todavía más que en “Ulises”, Joyce narra la historia de una manera directa desde el pensamiento, sin ser tamizado por la palabra, la cual queda deformada, es más un cuenco de lo que dice que un trazo-símbolo. Algunos críticos le han llegado a considerar un terrorista de la novela, porque se la carga. Como dice Volodia Teitelban, en su estudio “Ulises llega en locomotora”, lo que hace es destruir los ídolos de la “literatura sagrada” y, además, afirma que descubre lo visible y lo invisible que no queremos ver las personas. En este sentido ¿qué es lo invisible y lo visible?. Lo veremos en el último apartado, sobre la dualidad del enamoramiento y la sexualidad.

Freud y el psicoanálisis

Sus dos últimas obras Joyce las escribe en plena efervescencia del desarrollo del psicoanálisis de Freud, lo que da lugar a discusiones científicas en el campo de la psicología humana. Sobre todo Finnegans Wake la realiza en unos momentos en que Europa se acerca a una destrucción sin precedentes. Las referencias que Joyce hace a lo profundo de la psicología humana son claras: «las hojas del recuerdo caen profundamente en mi jungfreudiano libro de falacias soñaré telepatas y golosinas postales«.  Una parte de esta obra recoge la podredumbre sexual de la sociedad dublinesa, de represión sexual por la religión y al mismo tiempo practicando el incesto, «... no como animales irracionales sino por el derecho a pornada (por nada, pernada)». Como si la sociedad considerase mala la práctica sexual, «el mismimisimo Diablo es para las coñetaneas (de coño y coetáneas) dablinesas«, lo que hace que estalle patológicamente: «el dardo del deseo ha atravesado el corazón de las secretas aguas adaptadas a los requisitos  de la aterrada humanidad y entre todos en vaivenes y la niebla de la nube en que nos afanamos, bomba aquí, tumba allá… en este espantoso mundo el Padre Tiempo y la Madre Espacio hacen hervir los puchero con el calor de la entrepierna. Como saben muy bien los chicos y las chicas de la calle«.

Concreta en un excomandante Honuphisimus que practica el coito contranatura en tres incestuosidades y dice «donde  la ley el el salmón (sermón) valen lo mismo«. Arremete entonces contra la iglesia católica a la que considera causante de ese mal profundo. Habla de «Katecismo Kukluskaneswko con todo el Credo» y dice «oyenos Padre Nuestro, que estás en las nubes; ¡cuánta incertidumbre, ¡cuanto mal» y sigue su diatriba: «misacradlos (misa y masacradlos) a todos, ¡violad a sus hijos!, ¡ahogad al Papa!»,  porque  la fe impuesta a sangre y fuego como se hizo a lo largo de la Historia afecta a lo más hondo del ser humano y de la sociedad que es adonde Joyce quiere llevarnos a eso que llama «isolúdicas y adámica estructura atómica de nuestro Finnins el Viejo«. A través del lenguaje convertido en una expresión más que decir algo que podamos incluso interpretar lo que hace Joyce es llevarnos a una parte oscura de la psicología del lector que forma parte de la psicología colectiva. Lo que el autor insiste en hacer ver: «vivida representación del milenario problema pasional, peliagudo desde la Creación… retirado de la farsa del gran teatro del mundo».

La sociedad europea es un hervidero de debates de nuevas ideas en todos los ámbitos, Joyce entra en tertulias y reuniones en las que se habla del psicoanálisis, lo cual se refleja en esta obra de manera muy directa. Él dice a sus amigos, según recogen éstos, que no necesita hacerse un psicoanálisis y considera la confesión de los católicos un sustitutivo del mismo. Igual que los sueños se manifiestan simbólicamente, Joyce hace una obra crítica desde un estado de conciencia adormilado, pero despierto, recién despertado y por lo tanto aturdida que hay que descifrar, pero no inventar su significado. Los sueños son el lenguaje del inconsciente, de la misma manera que la embriaguez lo es de una conciencia medio adormilada y medio despierta. Da una pista tras otra para que sigamos las huellas de la psicología que quiere hacer visible, finalmente la del mismo lector, de ahí que tenga esa fuerza de atracción e interés cuando se coge el truco a su lectura, la cual exige un esfuerzo de voluntad. Pero a medida que se entiende como una adivinanza el lector está a la espera de ver qué se va a encontrar.

Joyce quiere expresar, de manera premeditada, el inconsciente que no se manifiesta en lo onírico, sino el que flota por dentro de la persona y nos acompaña. Veintidós años antes de comenzar Fiennegans Wake, Freud ha editado “La interpretación de los sueños”, donde plantea que hay otros lenguajes, como son los sueños, que comunican con la conciencia del sujeto. Esta teoría crea una gran polémica en la sociedad europea y americana. Lo que Joyce hace es una escritura en la que pregunta qué le dice al lector, no qué dice el autor. Las frases son trazos y tienen valor en sí mismas, por eso carecen de continuidad con otros párrafos que se han escrito antes o posteriormente. Dice: “que cada cual siga en sus monólogos entrerijos (entresijos)”. Y avanzado el texto insiste: “rumiaescritura de un terraignoto (tierra desconocida)”, repite ideas y sobre todo sensaciones de un terreno desconocido sobre las que vuelve una y otra vez.

Sublimes teorías de razas grandiosas en su fondo desembocan en la sexualidad siguiendo las tesis de Freud y más de su discípulo W. Reich, lo cual Joyce va a expresar de diferentes formas: “un vacilante nacionalista … liba el elixir de los pezoncillos de la judía… cuando lazos más antiguos atan a viejos corazones. Quién es? Finn. Mac Cod”. Porque todos tenemos algo que nos emborracha, todos tenemos algo de Finnegans, porque todos tenemos el deseo del amor. “Nuestro playboyish mundo occidental… jodencitas”.

Hay algo latente en Joyce, en sus profundidades psicológicas, que le va a llevar a contrastar dos aspectos de su mundo emocional, son los celos retroactivos, de las anteriores relaciones de su novia, Nora Bernacle, y luego años después esposa, con la que convivió en pareja y cuya fecha de conocerla fue el día en que sucede toda la historia de Bloom en “Ulises”, en donde desarrolla más específicamente este aspecto.El 22 de de noviembre de 1909 escribe a Nora una carta que dice: Dices que quieres que mi hermana te lleve ropa interior. No, querida, por favor. No me gusta que nadie, ni siquiera una mujer o una niña, vea cosas que te pertenecen. Me gustaría que fueras más cuidadosa y no dejases ciertas ropas tuyas por ahí, quiero decir cuando acaban de llegar de la lavandería. Oh, me gustaría que mantuvieras todas esas cosas ocultas, ocultas, ocultas”. De un antiguo amigo de ella le escribe: «esa persona cuyo corazón deseo vehementemente detener con el tiro de un revólver«. 

Se da cuenta que no sólo sufre conscientemente, sino que hay algo interior que le azuza. Dos de los novios con quien estuvo Nora Bernacle murieron, sin embargo para él forman parte del recuerdo de ella. Esa ansiedad y angustia no definida la calma con una sexualidad sin límites de la cual ambos dejan referencias en sus cartas de uno al otro, cuando están lejos por cuestiones de viajes, lo bien que se porta el guante de seda en su ausencia…  En relación a Finnegans Wake hay que observar que el hotel en el que Nora trabaja y conoce a Joyce es el Finn’s Hotel, por un lado la palabra Finn’s aparece alguna vez sin demasiada conexión con el texto, pero haciendo referencia a ese momento, pero sobre todo que hay un juego de palabras entre este nombre del hotel y el personaje Finnegans, es decir el nombre de ese hotel forma parte del título de la obra, de alguna manera parte de la historia del autor está en el personaje. 

Una referencia directa en Finnegans Wake es cuando comenta sobre el inconsciente y usa este término, aludiendo que de éste viene el mundo de la poética. En su explicación de esta obra Samuel Beckett escribe que la poesía nació de la curiosidad, hija de la ignorancia, siendo el poeta un creador, hasta el punto de que sin poesía el pensamiento no podría existir. Considera la poesía la antítesis de la metafísica porque trata del sentimiento y de la pasión, lo que es una condición primordial de la filosofía y de la civilización. Sin embargo son aspectos que ni el pensamiento ni la historia recoge. Y es lo que Joyce trata de hacer, pero el mundo interior tiene un lenguaje propio y quererlo explicar con otras lenguajes hace que se deforme, por eso para Beckett la poesía es “fundamento de toda escritura”, especialmente en el ámbito literario. Lo cual nos hace entender el porqué de que el protagonista de Finnegans Wake sea el lenguaje.

Se pregunta Joyce: “¿por qué el reloj de la hora os lo podéis quedar?”. De alguna manera refiere a que sólo lo que vemos es lo que podemos coger, tener, analizar, pero la realidad y el tiempo, no. Escribe: “las hojas del recuerdo caen profundamente en mi jungfreudiano libro de falacias soñaré telepatas golosinas (dulces patologías a distancia)”. Sus referencias al inconsciente en esta obra quedan claras, porque lo dice, no es una interpretación. Lo que quiere decir que ha leído sobre estas teorías que traslada a la literatura. Más claramente expone: “Feminísima, modista de nuestro inconsciente, represora de nuestros modos… frente a todos los elhenos, todo en ti asoma a verte, desde el rey en su palacio a los villanos en la taberna”. En otro momento leemos sobre lo que está más allá de la conciencia o de las ideologías, porque se fragua desde el subconsciente “carne-sin-palabra”.

Análisis de la obra

A lo largo de Finnegans Wake su autor ofrece pinceladas de intuiciones literarias, “un mundo que no es más que una celda de los amantes de la charla”. ¿Qué quiere decir con esto?. Cuando en realidad nos dice algo, llama la atención, pero no se sabe exactamente qué ha dicho en verdad, porque estamos tan acostumbrados a buscar en los textos información.

Joyce despierta una reflexión, inventa palabras que son conceptos, “literaturidad”, como esencia de la literatura, “enriquece nuestra literaturidad”, ¿el qué?: “santipasmado, con llaneza, sabe mariposear de su propia mano toda vanesa de flore en flore”. Otras palabras, unas pocas de ellas son: paziencia (paciencia, ciencia de la paz), ave finnis, foutûgrafo (foto del fuego), que relaciona con labiooratorio (laboratorio de lo que se dice, labios), alumnos de claseymedia, hijohijas de Livia, Huvanidad (humanidad y vanidad), Sicerveceros (cerveceros), Balientes caballeros que baláis, pobre escuecés (pobre escocés), maldita ulstera (del Ulster), fornicopulación, las jodenes helechas, helechiza por delante, (en un sentido pícaro de que las chichas hacen dar leche, semen, a los varones). “Ordeñanzas (ordenanzas que ordeñan a los vecinos) municipales, rumiaescritura de un terraignoto.

También usa refranes y dichos conocidas que los cambia, “no podemos decir ojo por ojo y gnósis por gnósis”, “¡ay!, si la juventud supiera y la vejez pudiera”. Sobre la frase de santa Teresa de Jesús, muero porque no muero”, escribe: “muriéndose por mirarse, y ver que moría por no morir”. O: “cuanto más cebollas pelas más cebollino eres, cuanto más patatas más patata, cuento más carne menos carne”.

De la misma manera, con nombres tergiversados, pero que apuntan claramente a quien corresponden. Aparecen diversos autores y diversos personajes de la literatura a lo largo de la obra, desde Tristán e Isolda, que para mí son el eje de la obra, a Hamlet, en otro momento “jajambket, voyeur de los tobillos, y otros personajes de Sakespeare como Romeo y Jodieta (Julieta), Otelito (Otelo), “a todo tirar” los sakespreses, Espartaco, Las mil y una noches varias veces, Spinozis (Spinoza), Dickens “… a la vista de su amario (amor, armario)”, Bbyrdwood (Byron de los bosques. En otro momento habla de expresión byroniana por Lord Byron), Eneas de Virgilio “culo depositante de una incierta cantidad de materia Obscena”, opera vaginiana (wagneriana, por Wagner), Galilleoto (Galileo Galilei), Isacperales (Isacc Peral, inventre del submarino), trimegiliston (Hermes Trimegistro), Einstein, aliciastravespejado (Alicia, en el país de las maravillas, a través del espejo), Descartes, “cogido, luego estoy jodido (de cogito ergo sum, pienso, luego existo), Lapoleón (Napoleón), Marconi, Bacon, Engels, Marco Antonio, Bach, Diógenes, un hombre honrado, Marco Antonio, Bocacio, Magallanes (megalomagallanes) nuestro Krishnasmurti, Ibsenízalo (Ibsen), Bach, Michael Engels, Atila, Testigos de Jeová, taolibecketiano o Tomás Beckett (Samuel Beckett), pavlovianos perros (Pavlov), Cromweliano (Cromwley), Confucio, Sofodante (Sofocles y Dante), Talis (por Tales de Mileto), Criopatra (Cleopatra), Newwton, Plinio, Jung, Freud, Pavlov, santateresas (Santa Teresa), de la que dice tiene profundidades y considera corazón indómito. Santo Tomás de Aquino, Charli Chaplin.

Da pinceladas sobre la universidad: “largar ante toda la integrigencia (inteligencia integrista) licenciada por todas las univanidades (universidad de vanidades)… mérrycos, abocados, políticos… la más rana historia”. También habla de “la acomedia (academia, comedia) de las letras” a la que se refiere como “ultragedia de poetastros”. Sobre la economía financiera emergente que en aquella época ya apunta a lo que ha sido su desarrollo, en un sentido humorístico, pero lleno de acierto: “especular en la Bolsa o tirarse a la osa siendo toro o enseñar los cuartos traseros siendo caballo”. O sobre otras instituciones, “un cuadro representa el divorcio, otro pájaros como los de la Liga Profesional de fútbol en ese océano de pelontas (pelotas tontas)”.

La comunicación epistolar era frecuente, cuando no había internet, como Joyce la tuvo con su mujer Nora, pero cada vez es menos la correspondencia postal y ya en esa época dice: “Todo el mundo escribe y ansia cartas. Cartas de alguien a un lugar acerca de algo… Pero ¿queda alguien que escriba cartas, hijo putas?… una postal, por favor”.

Hace una permanente provocación con respecto a la sexualidad, en contraste con la iglesia que predica castidad y abstinencia, “ella apenas había contado veinte anos (años) .. numelosas (numerosas y melosas) doncellas… en la desflorada alfombra del salón”. Dice: “… una estatua prostitiyéndose, presidente del almonedeo de las promiscuras (curas promiscuos) criaturas de la emancipada almeja… celtaborígenes y plebeyos… no en condición de galopar en su propia cruz… cazacuras”. “Los queridos y pobres cónyuges de los dulces tiempos idos de infausta memoria”, que refiere a la “Asociación católica de Jodencitas”. “¿Cómo te atreves a empezar a temblar en el cine cuando meto mano empezando por las rodillas?”. En otro momento: “oremus: depensamiento, obra y obraría”.

Sobre la religión

Sobre la religión en general y la iglesia católica en particular hace una serie de alusiones muy gráficas, tremendamente críticas. “Falso Jacob, padre de fornicadores”. “Amaba la cristianosidad de aquel buenazo que limpia mente (limpia la mente, lava el cerebro)”, para al rato decir : “el cura le curaba la locura … mona(r)calmente”. Sobre otros personajes bíblicos: “presente de Sarah, antes de que Isaacaran de su error… a su monolito interior”. “Veamos esas inexpresivas expresiones algebraicas de la universal y expresiva cristimística sacada de la Sara de Isac”.

Escribe: “Viva el Haltísimo Conspicuo eroepajita (héroe erótico que se masturba)”. “Dios hizo a mi madre virgen”, con expresiones como ésta va a jugar con el sentido religioso, para hacer ver su sinsentido. En el mismo planteamiento, “el fruto del saber tomístico de mi colota es una amarga compota”. La tesis de ver su escritura estando borracho o aludiendo a un estado de embriaguez se observa al recoger rezos de borracheras que se dicen y cantan a nivel popular: “María llena eres de grasa y el sudor es conmigo”, lo que define él mismo en la obra como “rezos empinando el codo”. Parecen chistes que fuera de su contexto tienen poca gracia. “Los pájaros piando pías oraciones. ¿Ave?, pues avre (abre). Anda ver por así un arito”. “¡Qué jehovagica (Jehová y vagina) caída de ojos”, corazón indómito”.

Hace unas duras acusaciones, que casi un siglo después han sido destapadas y conocidas: “rosarios por la tarde, misas por la mañana sin dejar de repetir a esos pedrastas, a esos responderé que van siempre de ano en ano con Fulano, Mangano o Zutano… después de esas santas órdenes, de todo trabajo senil e intecesio”. Habla de la “sifilosofía del obispo de Berkeley”, o la palabra inventada “cardeangélicos”. “Nada de hacer manitas con ese educado monaguillo, ni de dejar que el del púlpito te onomere (enumere, onanismo) sus falsos remedios anan enamera (onan, onanismo, ramera)”.

Denuncia Joyce a una iglesia que hace oídos sordos y mira hacia otro lado ante los abusos sexuales a menores, lo cual ha estallado medio siglo después dentro y fuera de la iglesia, pero en el seno de la sociedad cristiana: «con dos tercios de rosarios por la tarde y tres misas por la mañana, sin dejar de repetirles a esos pederastas… que van siempre de ano en ano...» y denuncia «los santos granjeros llevan el incesto en la sangre«.

Habla de una protesta anticatólica con lanzamiento de botellas, después de ver que es “una verdadera cruziflexión”. También: “lo que dice el catecismo de los apuestos maricas, por mor de los méritos del primitivo bisexualismo”, de lo que llama “catecismo kukluxklanesco (Ku Klus Klan)”. Dice: “no confundir el rumor de las hojas con la palabra de Dios”.

El lenguaje de Joyce

La manera de usar el lenguaje es un aspecto esencial en la obra “Finnegans Wake”. Surge la pregunta ¿qué quiso decir?, porque no se trata de simpleces, aunque se puedan observar muchas incoherencias.

En una carta de Joyce a Hamiet Weaner, en 1926, en la mitad del periodo en el que estuvo escribiendo Finnegans (1922 – 1939), podemos leer: “una gran parte de la existencia no pasa por el lenguaje”, y es a esta parte a la que Joyce quiere acceder, para lo cual hace una especie de agujero en el lenguaje. Si Ludwing Wittgenstein planteó que los límites de mi lenguaje significan los límites de mi propio mundo, Joyce decide romper tales limitaciones para agrandar el mundo interior. Si en el estudio de la obra “Ulises” vimos muchas analogías entre este filósofo y Joyce, en Finnegans su autor se rebela al lenguaje, no quiere permitir que sea un límite, y por lo tanto trata de romperlo. Wittgenstein rompió con su propia teoría elaborada en “Tractatus Logico-Mathematicus”.

Otro filósofo, filólogo de carrera, que hace toda una filosofía del lenguaje, Friedrich Nietzsche, apunta que la palabra crea su propio lenguaje, quizá describiendo sus propios delirios, pero lo que consigue es avanzar más allá de los límites de él. El nihilista alemán lo explica, mientras que Joyce lo desarrolla.

Hay ciertas situaciones psicológicas, que la medicina considera patologías mentales, en las que el lenguaje adquiere su propia realidad, como si las palabras hablasen con su forma misma, más allá del significado que se les da. Por ejemplo hay quienes ven en la palabra “Dios” un mensaje “Di os”, y repiten “os” como si fuera un mandato divino. Para acoplarlo a la realidad y ver su sentido hay quienes lo asocian a una práctica admitida, como son los mantras en el budismo, cuyos seguidores repiten la palabra “om”. Hay teorías que analizan las vibraciones existentes al cantar “om” en cuanto a que influyen en el despertar de la conciencia. Los que ven en la palabra “Dios” aquel mensaje piensan que quienes dicen “Om” tergiversan el sonido y se confunden, que en realidad es “Os” porque lo dice Dios, la palabra “dios”, “di os”.

Un amigo entendía en la palabra “ventana” “ven Ana”, estaba seguro de que tras ellas hay una mujer que se llama “Ana”, pero ¿en todas?, eso es imposible. El razonamiento siempre se escapa porque quien lee el mundo de esta manera delirante tiene una salida, como puede ser que para él es cierto porque se lo dice la palabra: Ana es el nombre de la mujer que inventó poner esos huecos en las paredes. Y lo dice con toda seguridad porque cree que habla con las palabras. Cuando alguien se asoma por una de ellas es “Ana” y luego en la calle o cuando dejan de asomarse cambian de nombre, al menos para él. Está completamente seguro de que es así. Para entender el delirio, en cuanto a la desconexión de la realidad normalizada, hay que mirar hechos concretos. Recuerdo que cuando di clases de teatro en la cárcel de León, un chico de la sección de deficientes mentales nos acompañó alguna vez. Un día vino llorando, porque él dice y cree que come cristales y fue al médico ya que tiene miedo de hacerse daño. Aunque no coja cristales para comerlos cualquier alimento que le dan se transforma en ellos y está seguro de que puede comer trozos de cristal. El médico le dijo que no volviese a su consulta hasta que no se comiera una lámpara. Estuvo compungido varios días este chaval diciéndoselo a todo el mundo y abriendo la boca para que viéramos que no le cabe una lámpara en la boca. ¡Es imposible!, decía.

Otro amigo que ha participado en varias terapias de grupo me contó hace tiempo que nadie se da cuenta de que “palabra” es “la pala que labra” el pensamiento y la conciencia. Nadie se da cuenta, me decía, ¡con lo claro que está!. No deja de ser una manera de funcionar del cerebro que Joyce explora creativamente. No tiene nada que ver con el sentido etimológico de las palabras, sino que éstas adquieren conciencia en sí, y no se consideran herramientas del lenguaje, sino que ellas hablan. Éste uso anacrónico del lenguaje interfiere en nuestro pensamiento, de manera que es usado en la elaboración de chistes, es uno de los mecanismos de la risa que hace que estalle en quien lo escucha. Para Samuel Beckett “toda palabra se expande con psicológica inestabilidad”.

La palabra y el pensamiento

Joyce abre ese espacio del pensamiento, lo hace literariamente para, quizá sin pretenderlo, ver como la palabra y el pensamiento están pegados uno al otro, lo que él intenta separar para ver cada parte en sí misma. En “Ulises” lenguaje y pensamiento van unidos, mientras que en “Finnegans Wake el lenguaje va por un lado sin llevar en sí pensamiento alguno, de manera que el contenido lo encontramos en la forma de lo que está escrito, no hay algo que cuente, mientras que en “Ulises” sí. Beckett plantea “no entienden esta obra porque no son capaces de separar la forma del contexto”. Para este dramaturgo irlandés: “las palabras vienen de una progresiva transformación”, por lo que cabe preguntarse ¿por qué no se pueden transformar las palabras en una obra?. Porque nadie lo entendería, pero si alguien se arriesga, como lo hizo Joyce, puede dar a entender algo. Fue, es, un experimento literario.

Semejante proceso del lenguaje es el fundamento de la magia desde el punto de vista del ocultismo, según el cual las palabras activan mecanismos mentales que pueden interaccionar con la realidad y de esta manera la modifican. La teoría ocultista teosófica considera que determinadas palabras permiten vincular a quien las pronuncie con el cosmos o con Dios directamente, como admite también el esoterismo de la Cábala, o el budismo con sus mantras que repiten palabras en un determinado tono para provocar efectos en la conciencia individual o actuar en el mundo, igual que los católicos con la oración. El lenguaje, como herramienta mágico religiosa, deja de ser algo simbólico para convertirse en una realidad. Joyce trata la palabra como algo más que un mero símbolo, dosifica el lenguaje para hacer ver que está vivo, las palabras dicen cosas ellas mismas, quizá para liberar el pensamiento del lenguaje y viceversa. No es de extrañar que Joyce haga constantemente alusiones a la sexualidad, de una u otra manera, a veces de forma burda, pero lo hace en cuanto que en la sexualidad no hay lenguaje y sin embargo lo hemos llenado de él, deformada su función y convertida la sexualidad en fuente de conflicto, hasta tal punto, de que como veremos en el último apartado el lenguaje ha creado una forma propia de amor, que queda impregnado en la mente, el enamoramiento.

Samuel Beckett en su análisis sobre Finnegans Wake dice que no trata de cosa alguna, es la cosa misma y añade: “cuando el sentido danza la palabra danza también”. Advierte que aprendemos una totalidad, lo cual es el sentido de la novela de Joyce, en ella no hay aspectos parciales, por eso forma una unidad, que como hemos indicado es el comienzo que empieza por el final. Al mismo tiempo tiene muchas caras, lo que hace que sea como un calidoscopio que a medida que se va leyendo cambia de forma y de historia. El autor lo reconoce y lo advierte al lector: “el propio grafos proteiforme (en favor de las formas) es una escritura poliédrica”.

También desdoblar las palabras para darle otro significado es la base de muchos chistes: ¿cuál es el trabajo más alegre?, el de barrendero. ¿por qué?, porque siempre barriendo, siempre va riendo. Igualmente Joyce en su obra humorística, sardónica, con retranca como él mismo dice, desdobla las palabras y las deforma para buscar nuevos significados, “labioratorio” (laboratorio, labio que reza…), “foutûgrafo”, (imagen del fuego, imagen de fuego…), “amor platohóndico” (amor platónico hondo), “himenearle” (menear el himen, desvirgar), “Romeo y Jodieta” (por los deseos de Romeo de beneficiarse a Julieta). Toda una obra de juegos de palabras.

Humpty Dumpty

Un personaje que aparece como coral de fondo en Finnegans Wake, en varias ocasiones, es otro personaje popular de las canciones inglesas, Humpty Dumpty, el cual se convirtió en un personaje del cuento «A través del espejo y lo que Alicia encontró allí», que Lewis Carroll escribió después de su obra «Alicia en el país de las maravillas». Este personaje que es un huevo con forma de persona le explica a Alicia el poema que lee en la casa del espejo y discute sobre el lenguaje, algo que lleva a la práctica Joyce en la novela Finnegans Wake. Para Humpty Dumpty el nombre de Alicia es estúpido. Alicia le dice que si es que tiene que significar algo y él le dice que sí. La canción de este personaje es a la vez un acertijo, algo que Joyce convierte en su método literario en esta obra, por eso no dice algo, sino que dice cosas para acertar qué es lo que nos quiere comunicar.

Ilustración de HUmpty Dumpty

Joyce escribe «el hipado humpty-dumpty«. Se convierte este personaje de la canción popular en un protagonista simbólico, «cuán humptydumptyana nos mira la tierra en nuestra miresyme aquiyahora«; «¿sabes lo de un humpty-dumpty que puede armas las de Caín?», es un huevo convertido en persona con el que habla Alicia y de esta manera Anna Livia es al mismo tiempo el río Liffey, que atraviesa Dublín y lo divide en dos. «El humptreyesco…». Al final de la I parte plantea «¿cuántos lugares convertirían a las cosas en personas?«. Al comienzo de la obra leemos: «Humpty en la humildad, dumpty para la suciedad«. Es un fondo que nos lleva a entender cómo las cosas, también los sentimientos pueden ser dos a la vez.

Humpty Dumpty cuestiona la lógica cotidiana, cuando por ejemplo le dice a Alicia que la corbata que lleva es un regalo de su no cumpleaños. Lewis Carroll juega con el espacio y el tiempo que modela a su antojo para crear un mundo propio, el cual necesita su lógica de manera que haga real den el texto ese país de fantasía y poder entender qué sucede y cómo es lo que hay al otro lado del espejo. Joyce recoge ese modelo para llevarnos al mundo interior de su personaje y se encuentra con un mundo de sentimientos que tienen vida propia, juega con el lenguaje para cambiar sus significación, porque nos quiere llevar al otro lado del espejo ya que detrás de nuestra imagen, la suya como autor y la del lector, existe un mundo que está por descubrir, el cual hay que crearlo. Al fin y al cabo Alicia en la obra de Carroll descubre un mundo que previamente ha imaginado, e igual que reconstruye cómo es ese mundo por dentro, Joyce hace algo parecido con el mundo de los sentimientos.

Juegos de palabras

Una característica del estilo joyciano es que no escribe con las palabras estrictamente, porque las tergiversa, sino que escribe desde ellas mismas, como si diera significación a la forma de la palabra y no a su significado para a través de este experimento llegar a nuevas realidades, o crearlas. El pensamiento se significa con las palabras, y éstas forman parte de él.

A lo largo de la evolución humana se pasó de un tiempo en el que el pensamiento se comunicaba mediante sonidos que poco a poco se fueron articulando, a otro tiempo en el que en un momento dado se enseñan las palabras y con éstas se activa el pensamiento. Por eso pensar siempre es el pensamiento inicial, y es necesario cambiar palabras, cambiar conceptos y redefinir ideas cuando se producen cambios sociales, que luego se mantienen y desarrollan mediante el lenguaje-pensamiento. Sin este análisis es muy difícil entender la obra “Finnegans Wake”, que da un paso más allá de “Ulises”, escrita anteriormente. En Finnegans se rompen los significados, para ver si hay otros. El borracho usa mal las palabras, las cortas, las cambia de sentido y sin embargo dice cosas que no quiere decir cuando está sobrio. Y al mismo tiempo desde fuera se dice “no sabe lo qué dice”, porque dice cosas que en su sano juicio reprimiría. Leemos en esta obra: buscando palabras… sacando de mentiras verdades”.

Cuando Joyce cambia las palabras amplía su significado o lo duplica, pueden llegar a significar al mismo tiempo varias cosas a la vez, el lector deberá elegir, pero es necesario tener en cuenta todos sus significados posibles, porque los explora desde las palabras. Joyce no escribe lo que le sale y nada más, sino que luego corrige, relee, tarda diecisiete años en hacer esta novela, desde que comenzó con ella hasta terminarla, no es una improvisación y no escribe muchos más textos en todo ese tiempo. A él le dice algo y quiere que su obra diga algo a los demás, pero ¿qué?. Lo esconde porque quiere que el lector lo encuentre. Es un juego.

Joyce experimenta con las palabras. Él es irlandés, habla inglés, y recorre, como hace ver al final de la obra, tres ciudades: Roma, Trieste, París. En todos los idiomas el mismo significado tiene diferentes palabras, por ejemplo “mesa” se dice en formas lingüísticas diferentes que indican lo mismo. En un momento determinado, con tanto cambio, pudo plantearse que una misma palabra tuviera diversos significados diferentes, que nada tuvieran que ver uno con el otro. ¿Y qué consigue en Finnegans Wake?, convertir las palabras en plastilina, las moldea a su voluntad, o como le sale, pero las deja escritas, entonces consigue algo peculiar con ellas, no trasmitir significados con el lenguaje, sino sensaciones.

Un significado nos puede provocar una sensación, pero en esta obra percibimos sensaciones antes de saber su significado, que no siempre lo tiene, lo cual es un mecanismo de hacer aflorar el inconsciente, algo que Joyce tiene muy presente en esta obra. Explora los significados de las palabras, pero también su no significado, lo cual tiene un valor relevante, lo tuvo en su época y lo tiene en la actualidad, porque el lenguaje interviene en la conciencia individual y colectiva, siendo necesario desvelar los no significados, debido a que nuevos modelos sociales, políticos y económicos se implantaron mediante establecer nuevos lenguajes con sus significados, pero cuando un lenguaje se convierte en lo contrario sólo es posible salir de él mediante el descubrimiento de lo que no significa.

La realidad y los sentidos

La realidad es deformada por los sentidos, por ejemplo vemos que el cielo y el mar se juntan, cuando sabemos que no es cierto. Cuando Galileo Galilei dijo que la tierra es redonda y se mueve, o cuando Copérnico demuestra que se mueve alrededor del sol, con los sentidos se ve justamente lo contrario o igual que cuando Servet habla de la circulación de la sangre fueron condenados. Fue necesario crear todo un lenguaje científico para asumir una realidad que hoy se enseña a los niños desde su más temprana infancia para que la puedan asimilar y asumir, es decir para que puedan hacerse una imagen del mundo mediante el nuevo lenguaje científico.

En la época en que Joyce escribe la sociedad más avanzada, técnica y científicamente, fue Alemania, y el lenguaje científico se empezó a llenar de no significados, la ciencia pretendió demostrar la supremacía de las razas, la maldad intrínseca de los judíos, el ordenamiento social científicamente diseñado y llegaron a creer que por esa ciencia del orden y técnica de su capacidad militar podría llevar a cabo su mundo a todo el plantea con el modelo político-científico en el que se basó. La conciencia nazi, que hubo en gran parte de Europa y de América también, se llenó de no-significados, que al final se resolvió con las armas. Sucedió un fenómeno importante y fue que gran parte de los científicos y artistas alemanes se exiliaron porque toda su labor la vieron atrapada en un lenguaje que funcionó socialmente, pero que carecía de significado. Martín Heidegger usa ese no significado para hacer un estudio , “El ser y el tiempo”, basado en la no significación de la realidad, que define a través de algo que es sin ser, el tiempo.

En la actualidad hay una rebelión generalizada contra el lenguaje del poder. Por un lado los países islámicos en donde la religión ha perdido su significado para convertirse en una herramienta de control y sobre la que se estructuran los privilegios de los más poderosos. Las bases del Corán han entrado en el no-significado, pues nada dicen, sino que sus textos son usados como instrumentos de represión. Algo parecido sucedió hace tres siglos en el mundo católico. Uno de los resultados más inmediatos de las revueltas en los países islámicos es que, por ejemplo, Marruecos va a dejar de reconocer la monarquía como algo sagrado. Pero lo mismo sucede en las democracias occidentales que utilizan el lenguaje de la democracia y sus formas para aplicar modelos totalitarios, con los que se ejerce una dictadura económica implacable a través de una auténtica dictadura del bipartidismo.

La democracia ha dejado de significar democracia, se ha establecido su no significado, contra lo que ha surgido una rebelión a esta situación con las acampadas 15 M, Democracia Real, que exigen que el lenguaje adquiera significado, aunque no lo digan de esta manera exactamente. Uno de sus gritos es “oe, oe, lo llaman democracia y no lo es”. Al leer la obra “Finnegans Wake”, me vino varias veces esta idea a la cabeza, antes de que sucedieran los estallidos sociales, en cuanto a que el lenguaje del poder actual es un espejo de la realidad que hace ver el no significado y pensé que algo tenía que pasar como reacción, imaginé que podría ser una violencia nihilista, pero parece ser que se abre una lucha no violenta por la recuperación del lenguaje y de su significado, “democracia real”, en contra una democracia sin-significado, ficticia pero que funciona como realidad social. Lo que Joyce plantea es un nuevo mundo de significados basados en la forma del lenguaje, porque es con ésta con la que se crean los no-significados.

Literatura de las palabras

Las dos últimas novelas de Joyce se recrean en el lenguaje, hace una literatura de palabras, las crea, busca nuevos significados, hasta el punto de que el lenguaje, no como estilo, sino las palabras son protagonistas en sí mismas, son las que actúan, los personajes llegan a ser invisibles e insignificantes, tan sólo una referencia para colocar el texto, pues sin ellos caería en el vacío. En muchas partes de Finnegans sucede esto. Las historias que cuenta suceden en el lenguaje, inventa una historia que son palabras, hasta el punto de que al final vuelve a empezar, sin decir nada, como ese cuento que en bromas me contaba mi abuela Lola, “érase una vez María Sarmiento que se comió un pimiento?, ¿quieres que te lo cuente otra vez”. Al decir sí repetía “érase una vez María Sarmiento….”, hasta que uno de los dos nos cansábamos. ¿Por qué se come un pimiento?, porque rima con sarmiento….

En las antípodas de Joyce como escritor está, por ejemplo, Pío Baroja, quien desdeña la literatura como palabra, rechazando su valor estético. No sólo es parco en ellas, sino que para él lo importante es la historia que se cuenta, las ideas que traslucen, llegó a decir que escribía novelas a pesar de que hay que usar las palabras. Joyce usa las palabras sin preocuparse por la historia, que muchas veces va a la deriva y la deja a un lado, por eso quien busca un guión no lo encuentra, no entiende una historia que no hay. En Finnegans Wake leemos: “las palabras que siguen pueden ordenarse a discrección”, lo cual es un método y no una mera extravagancia como se ha querido interpretar en muchas ocasiones. Y lo dice en relación “a fines al finn”, como si advirtiera que hay que llegar al final para entender a Finnegans, que vuelve a empezar, resucita. En esta obra Joyce no coloca las palabras, sino que caen en su pensamiento y él las recoge y las coloca, el lector las tiene que ordenar, pero al mismo tiempo las clava, porque golpean al lector, porque al querer buscar un sentido ve difuminado los límites del lenguaje y apenas puede entender nada si no lo hace desde el no significado.

Como he indicado anteriormente muchas frases carecen de sujeto o lo cambia sin avisar, desconcertando al lector, que ha de darse cuenta de que el sujeto real es el recuerdo-lenguaje. ¿Quién hace lo que dice, quién lo cuenta?, el lenguaje. Es una obra que hay que leer desde un punto de vista psicológico en el que igual que hay que ver el no significado también lo que no dice, porque forma parte de lo que dice, de manera que la lectura de esta obra es muy parecido a resolver un sudoku.

He leído escritos y sobre todo cartas de Elías Prieto Sáez de Miera, que se presenta actualmente como Elías Gorostiaga, que me resultaron siempre impactantes, por la forma en que escribe, de manera que pasa de un tema a otro en una misma frase y consigue crear una comunicación directa. Me pareció siempre que clava las palabras, una, otra, otra que equivalen a frases y textos enteros, por la manera de hacerlo, es una cualidad literaria que es difícil de imitar o de quererlo hacer. En ningún otro escritor de los que he leído lo he observado. Cuando leí “Ulises” de Joyce, me pareció mucho la escritura de Elías, cuando obviamente Joyce es anterior, pero yo leí su obra después de los escritos de Elías. Los relatos cortos que escribe adquieren de esta manera una intensidad especial.

Otra pista que da Joyce en esta obra es: “cada palabra, cada letra, cada rasgo y espacio es una firma de autonomacia (letra escrita a mano)”. Saca de él mismo el lenguaje. Y añade: “denota menor ignorancia escribir una palabra con déficit de consonantes que poner más de la cuenta”, cuando en buena lid hay que poner las que son. Y añade: “una palabra Astutamente oculta en la concatenación Salvífica es tan difíCil de enContrar como difícil es haber nacido gentelman”.

En otro párrafo escribe: “Indescifrable escrito de Hanno O’Nonhanno: sin signo de puntuación ninguno”. Esto último es una característica del último capítulo, Penelope, de su anterior obra, en el que Molly piensa medio despierta después de que Bloom su marido se ha masturbado al verla con el pompi al aire, hanno y nonanno, pues no accede a él. Y continua dejando huellas que seguir: “respondía al silencioso interrogante sobre la primigenia luz de nuestro mundo”, que más adelante define como “estas heridas del papel”, que es lo que escribe. Hay algo que le hiere, que pienso que es la dualidad del amor. Pero advierte: “… ciñéndose a su auténtica clave”.

Insiste Joyce en comentar, como quien no quiere la cosa, sus disquisiciones para que el lector mire qué es lo que escribe: “¿acaso no te han dicho que toda cremación (creación final) tiene su conclusión y toda ola su cola, y que ahí está él y ella del quid”, el quid de la cuestión: que todo se reduce a la relación del hombre y la mujer. En otra ocasión no finaliza una frase, que continúa en otra que es una palabra: “las vagabundas aguas de la. ¡Noche!”. Alguien puede pensar que pudo haber puesto “de la vida”. Sin embargo da un salto para pasar a otra dimensión narrativa. Y más avanzado el texto vuelve a decir “ponme a mí ese alma en pene (en pena) por compañero de cama”, como si la sexualidad fuera el centro sobre lo que todo gira.

Para el autor de “Esperando a Godot” la obra de su amigo no se entiende porque en el mundo “no se habla el lenguaje de esta obra”, pero ¡qué lenguaje es?. Es como si en una carrera no viéramos al corredor ni las piernas moviéndose, sino que viésemos unas líneas a través de un espectrógrafo, que reflejan la energía empleada, ¿es la carrera?, sí, pero en la imagen del espectro, y algo de esto hay en la obra Finnegans Wake, al que Beckett llama “el biólogo de las palabras”, igual que a Freud le llamaron  el biólogo de la mente, porque Joyce descubre la vida de ellas en la literatura, convirtiéndolas en átomos de sensaciones, lo cual Beckett considera “la deliberada locura de la estructura formal creada por Joyce”. Es algo que sucede en algunos tipos de delirios-locura, pero en esta obra Joyce sigue el rastro de lo irracional para ver a dónde lleva. En el fondo de toda patología mental hay sentimientos tapados, bloqueados, atrapados, capados.

Cuando Joyce escribe esta obra encerrado podríamos decir, por las convulsiones políticas, las palabras lo sacan de sí, pero son las mismas que destruyen cuando enarbolan la guerra, que parece el álgebra de la historia. Los colectivos humanos son emborrachados de palabras: patria, honor, raza, lucha, gloria, dios y da la vida por ello, y a eso se ve abocada la humanidad mientras que Joyce escribe y lo ve, se da cuenta sin poder hacer otra cosa que expresarlo. Pero en condiciones menos extremas sucede hoy algo parecido, los horarios, la obsesión por el dinero, la necesidad de ser alguien también emborrachan a las personas.

Joyce escribe para comunicarse, tal vez quiera que la gente se dé cuenta, palpablemente, de que lo que el lenguaje dominante hace pensar, y no pensar, y que se reproduce en los medios de comunicación, no tiene sentido, pone su punto de vista en la situación de antes de morir como si estuviera el que lee en un velatorio cuyo muerto resucita, e igual que a Finnegans le resucita el mismo alcohol que le ha llevado a la muerte, al hombre moderno le ha de resucitar la palabra que le ha llevado a morir en una Guerra Mundial y luego en otra. Todavía hoy este mensaje se ignora y la literatura avanza en las arenas movedizas de la estupidez y las guerras de mentiras-palabras-guerras continúan.

No podemos pasar en alto que el año en que Joyce comienza su obra Finnegans Wake, 1922, Benito Mussolini culmina una marcha sobre Roma, donde vive Joyce,  con sus fascios los camisas negras lo cual hizo que el rey Víctor Manuel III le nombrase días después jefe del gobierno. El fascismo se construyó sobre la base de un lenguaje de fantasías patrióticas, sin ningún significado. Y la finalizó el año en el que comenzó la II Guerra Mundial, cuando los nazis invaden Polonia, 1939. También es el año en que muere Sigmund Freud. Un dato a tener en cuenta es que Lucía, la hija de James Joyce y Nora Bernacle, cuando estuvo en un psiquiátrico, coincidió con la también irlandesa Violet Gibson, quien estuvo a punto de  matar a Mussolini en 1926. Entre sus pertenencias se encontró una foto de Lucía en el Hospital Psiquiátrico.

Las palabras emocionan y se convierten en acicates psicológicos, lo cual instrumentalizan las organizaciones totalitarias  porque usan un lenguaje mítico que afecta a la psicología profunda de las personas, a lo cual reacciona Joyce, lo ridiculiza y quiere hacer visible los aspectos oscuros de este proceso social que se fundamenta en la proyección social del uso escénico de la palabra.

El sentido de Finnegans Wake

Finnegans es un personaje que viene de una balada irlandesa, que se canta popularmente y que cantan los borrachos, lo cual nos indica el contexto de la obra y del estilo…

Foto de Genarín

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