Las reflexiones sobre el tiempo también destellan en la novela, «La creciente complejidad de la vida apenas nos deja espacio para leer, cuando el mapa de Europa acaba experimentando profundos cambios». Sucede la novela antes de la Gran Guerra y termina cuando ya pasó, en una parte de la obra dice: «las malditas guerras ya no tienen miedo a la muerte, están locos». Al comienzo del tomo «El mundo de los Guermantes» escribe «esos años de mi infancia ya no estaban en mí». «El tiempo libre que disponemos es elástico».
«Desde que existe el ferrocarril, la necesidad de no perder el tren nos ha enseñado a contar los minutos, mientras que el mundo de los antiguos romanos era menos apresurado, apenas existía la necesidad de los minutos, ni siquiera de las horas fijas».
«No podemos pretender que no hay más que un tiempo, pues mirando el reloj hemos comprendido que lo que me parece un día entero no fue más que un cuarto de hora. Al comprobarlo somos lanzados al tiempo de los hombres despiertos, desertor del otro tiempo. Más que de otro tiempo, de otra vida… aquella en que dormimos que está sometida a la categoría del tiempo». Pero advierte «los relojes interiores asignados a los hombres no están puestos a la misma hora».

Cuando ve el narrador a Albertina pasada un tiempo la describe como «una masa que presente es un espejo del tiempo.
«A veces el futuro habita en nosotros sin que lo sepamos y unas palabras nuestras que creen mentir señalan una realidad próxima».
«… espejear una sensación … inmovilizar el instante de un relámpago, lo que no me apresa jamás, un poco de tiempo en estado puro».
La penetración del tiempo en los sentimientos es una constante en la novela, que precisamente va buscan los sentimientos a lo largo del tiempo y éste en ellos, al hacer que sean perecederos.: «El amor no debe tener sólo el porvenir, sino también el pasado, que muchas veces no se realiza para nosotros hasta después del porvenir y no hablamos solamente del porvenir que conocemos inmediatamente, sino el que hemos conservado desde hace mucho tiempo en nosotros y que de pronto aprendamos a leer».
O la definición de amor: «Es el espacio y el tiempo hechos sensibles al corazón».
«En el tiempo hay errores ópticos como sucede en el espacio». En «El tiempo recobrado» escribe: «Una hora no es sólo una hora, es un vaso lleno de perfumes, de sonidos, de proyectos, de climas«.

Al volver a ver después de unos años a Charlus le ve un viejo chocho, con barba blanca, la cara llena de arrugas, es la acción destructora del tiempo. «la vejez es algo humano». Sin embargo cuenta el narrador: «mi madre para la que siempre soy un niño». Y cuenta la anécdota de que le invita Gilberta a ir a cenar y le dice que si no le importa que le vean con un joven… se rieron quienes estaban alrededor. «Las muecas de los rostros me dieron la noción del tiempo perdido». Es lo que Proust llama la manipulación del tiempo: «… la aniquilación de la juventud, la destrucción de una persona llena de fuerza y de ligereza es ya una primera nada concebir que la que fue joven es vieja». ¡Juventud!, «la edad en que nos complacemos en acariciare la belleza con la mirada».
Podemos definir el tiempo perdido , pienso, como el que podemos encontrar en la memoria. «… muchas historias dormían en los periódicos de treinta años atrás y nadie las conocía ya». «Las impresiones plenas están fuera del tiempo». «El sueño nos hace creer erróneamente que es una manera de recobrar el tiempo perdido«, lo cual le hace pensar sobre el carácter puramente mental de la realidad.