Entre cañas y juncos
se asoma el aire,
dibuja espirales de color
y una serpentina blanca cae
para hacer del lago transparente
un espejo de quimeras imposibles.
Salta una rana y un ratón
que ya no existen,
pues sus especies volaron
al fuego que prende
de la garra humana.
Los colmillos se han afilado,
la erupción de un volcán apagado
hace brotar columnas de miel.
Las atmósferas celestes brillan
y en la tierra una bruma blanca
flota sobre montes de neuronas,
entre estalactitas y la mielina,
entre estalagmitas y axones.
*
¡Cantan los tambores del mito
nanas de razones vacuas!
Cantan las flores
mientras que duerme
la especie humana.
¡Silencio!
Una sonrisa flota
en forma de nube blanca.
Cuando los halcones vuelan
los timbales cantan
convertida en orquesta la noche.
Cuando cantan las cigarras
aúllan manadas de llanto,
la rama se hace silbido y flauta.
Cuando los tritones
del mar la sal es esfinge,
las olas esculpen el agua.
Horizontes azules enhebran
cielo y mar desfigurados
para coser la mirada a la palabra.
*
Pasear entre mieses
prosa y versos cosechar,
anidados en rastrojos
confundidos con la hojarasca
evaporan la imagen
de un lienzo soleado.
Avanza callada,
por los apuntes de Darwin,
la mirada hecha paisaje,
la ciencia bruma,
del recuerdo pasos,
del paseo una noria
y buscar entre líneas
las batallas de Freud
para, entre latido y latir,
bombear del corazón
el concepto y la emoción.
*
Se acabó la cabalgadura
entre olas de aire
y pasiones de colores.
Queda la bruma
a orillas de la albufera,
en ella desemboca
adolescencia y niñez,
ante una vejez
que une todo
a la vez.
Hasta el olvido
se cose al recuerdo.
Volver la vista atrás
es un arco de estrellas
en que el alba es de papel
y las flores esculpen danzas
de un corazón que estalla
en chispas de letras
que pintan colores
al aroma del jazmín.
*
A las gentes de Riaño Vive (Caliao, Asturias – 29 – X – 07)
Y no tiene nombre
ni altura ni alcurnia.
carece de ser
en la noche sin sombra.
La silueta oscura
emerge de la mentira
y arrastra la mirada
que no tiene dónde,
carece de tiempo
sin ayer ni hoy.
Espera la altura,
espera la alcurnia
que vio su nacer.
¡Y no tiene nombre!
a la espera de volver.
Ahí están tus manos,
tu nombre y tu ser.
Esa es tu historia.
Es el valle, es el aire,
son sus gentes, su lugar,
es el humo, el recuerdo,
el mañana y el ayer.
Son sus gestos
y sus gestas de papel.
Los caminos andados
entre barro y con las vacas,
es el aroma y la piedra,
la lluvia otra vez.
Es la vida en cada rincón
arrancada y hundida,
ocupada y tragada
por la mentira,
la mentira del precio,
la mentira de no ser
entre la nada y el bucle
la mentira almidonada
que sí tiene nombre,
la que la altura
y la alcurnia
han de vomitar
para ser hoy,
para ser mañana
y tener un nombre
agarrado al viento.
*
La palabra ausente,
la que no se ve.
La palabra clara,
la palabra digna,
la que el viento respira
y en la mirada es un trazo.
Aquella que danza
al son del latido,
cual se desliza
entre la arboleda
de pasiones inciertas.
La palabra.
Son escultura
de lo invisible,
molde de alas
que van y vienen
sin ningún lugar,
fuera del tiempo.
Gritan calladas
y arden cuando se ven
al retratar el sonido
de lo que ellas son:
palabras,
que segregan alma.
Flotan las sinfonías
y basta pintar
una orquesta de colores
en el lienzo de los mares
para rozar el cielo
con una caricia infinita.
*
Ese color amarillento
que cae en la mirada.
El palidecer
cual gesto de paisaje
recorre robledales
entre saltos anaranjados,
abre surcos de hierro
para ir al mar,
atraviesa la negrura
de fuego empalizado
que tiñe de gris el cielo.
Esparce la luz un pincel
de mirada tentadora
para clamar al grito
entre Gernika y la paz
y redimir imposturas.
El sol envuelve en su puño
la falta de libertad
de tambores lejanos
convertidos a oleaje.
Al fondo un barco
dice adiós,
adiós a la mar
de sangre y fuego.
Escrito en los senderos
de huellas y matorrales
sebes llenas de vida
lindan la lejanía.
Abren formas de plata
que del brillo hace esplendor
para lanzar pétalos al aire
y a Sotoscueva llegar,
tranquilo, en calma
entre veredas palidecidas
cual follaje a cabalgar
hiladoras de tiempo y sueño
de semillas a recolectar.
*
Llueven flores de abril a mayo,
cantos adheridos a la lluvia
y ríen los ríos que van a soñar.
Vencejos son pinceladas
de lienzos trasparentes.
Las hojas duermen
vestidas de aroma.
El barro se hace aire.
Cierro los ojos y se abre el telón.
Sensaciones húmedas
de sonidos-caricias, y besos.
La lejanía se siente, se palpa.
cuando revolotea
el pasar del tiempo
sin poder parar
cual los vencejos,
que van a ningún lugar
y vienen de nacer.
Brotan rayos de luz
cosidos a mil pupilas,
aullidos en mil pedazos.
Gotas de almíbar,
sorbos de leche y miel,
tragos de orujo y celo,
es la hora del taran tantán.
¡Amanece el verdor de las praderas!
*
El olvido sin ruta,
sin patria de ser,
el hayedo informe
el tronco de piedra
un aire escultor
de pasos perdidos,
columnas de cielo
que calman la hiel.
El silencio gotea
al son de cencerros
latidos de pastos.
Las piedras brillan
verdor salteado
de colores y vuelos.
Las nubes dan forma
al cielo sentido,
es la mirada
que se eleva despierta
a detener el recuerdo.
Los pasos de andar
notas quietas
de aquello que queda,
que flota,
que mira.
*
A Ignacio
Juega tu sonrisa alegre
que corre y danza
en el aire.
Canta tu ausencia
que hace recuerdo
entre quimeras que bailan.
Con tus juguetes,
con tus notas en la mano,
con tu mirada curiosa.
Todo es semilla
de recuerdos, cariño,
de te queremos.
Semillas que van más allá
del más allá
y siempre vuelven.
Queda en el aire
tu sonrisa, tu ayer.
Siempre, Ignacio, siempre.
*
A Buenaventura Durruti
Hay un latido
que grita la palabra
«libertad».
Hay banderas invisibles
de olas y viento
al horizonte.
Hay corazones gigantes
cuyo silencio es memoria
y olvido.
Hay ideas de luz
que se apagan
en el tiempo.
Hay una historia
difuminada y perdida
entre papeles rotos.
Hay ideales que laten
en el infinito del amor:
¡justicia y libertad!
*
LA MUJER TRABAJADORA, 8 de marzo.
A Toñi.
La sangre riega la historia
cuando cruza los puentes.
Se han derramado palabras,
puños y sendas
para dibujar horizontes
de pétalos y esperanza.
Resuenan los ecos de siempre,
cañones contra la libertad
de mil formas
y caras sonrientes.
Se levantaron ellas
porque faltaba el aire.
La libertad de la libertad
es mucho más que unas formas,
no son decretos ni leyes,
no son las normas
ni capiteles, ni capitales
son esencias,
latidos que paren
historia,
son las manos
que empujan,
las que friegan,
que acarician,
aprietan, amasan,
escriben y bailan.
Resuenan los ecos
de siempre
el vuelo del alcaraván,
Clara Zetkin, su amiga Rosa,
Toñi palabra y acción
espartaquean los surcos,
espigas y acero,
lanzaderas y hormigón.
Queda el relente,
el esfuerzo no pagado,
el silencio que brota,
la capacidad de soñar
para esculpir nuevos mundos.
Queda la lucha,
el grito inicial.
Galopan en el mar de las olas
mil sirenas a luchar.
¡Adelante! otra vez.
Por las que pisaron y aplastaron,
por las que cayeron al sol,
por las que golpearon
por las que matamos cada día,
por las que agrietaron su alma,
por las que no saben
que no saben que son ellas
las que sufren
consolando al de al lado.
¡Adelante! cada mañana
para que brille el sol en la mirada
para que los geranios abran su flor,
que las manzanas expriman su jugo
de mil tentaciones más.
¡Adelante! y que nos dejen atrás
en la sombra de laberintos
olvidado el sermón,
la perorata,
la poesía engalanada,
el discurso enlatado.
¡Hoy! que erosionan las luchas,
que disecan la libertad,
que compran conciencias rotas,
que venden versos de terciopelo
cuando trabajar es sembrar miseria
de tiempo encarcelado,
de segundos que mueren
cada minuto, cada hora invertida
cuando secuestran nuestro trabajo
en la Bolsa de ordenadores
que rigen el mundo,
con el robot robado a nadie
que nadie ha parido
cuyo llanto son cifras,
cuyas lágrimas tarjetas,
sus promesas créditos,
sus respuestas embargos
desahucios, flores de plástico,
comadronas mancas, ciegas y sordas.
¡Adelante!
Otra vez en el camino
otra vez la libertad,
¡otra vez sangraremos
para parir libertad!
Otra vez, sí,
cuando se hace invisible
lo que es obvio,
cuando no vemos
a quien nos aprieta,
cuando la igualdad
es que todo da igual,
cuando el derecho está torcido
y la justicia lo tuerce
y no pasa nada,
y las mujeres ya no lloran
y los varones tampoco,
y entonces, sólo entonces,
continuar es lo que queda.
Han construido los fabricantes
de hojalata y marfiles
palacios de palabras escondidas.
Hay que arrancar,
la mentira ideológica,
la del pan hueco
que alimenta lo desigual
con el Misterio de la igualdad
que viste de seda la injusticia,
los diferentes raseros.
¡Al ataque! ¡Al ataque!
No pasarán. No pasarán
sus mentiras victoriosas,
porque no riman las palabras,
ni los versos son ladrillos de papel.
Rima lo real con realidad
la justicia social
con igualdad y libertad
más allá de palabras de pose
pisoteadas en la hojarasca.
Queda el regazo.
La mujer trabajadora
que acuna el cambio,
descose máscaras,
a la que no define un salario
y empuja los sueños.
La que no queda atada
por mentiras y promesas.
La que no es diseñada en programas
ordenados de ordenadores.
Compañera de compañeras
que cavaron trincheras,
dijeron no con mirada altiva
y con ellas el alma colectiva
no se rinde, su vida es luchar.
Danzan aleteos de mariposas
construyen el arco iris
como puente a otro mundo,
pasión más allá de números,
ideas fuera de estadísticas.
¡Adelante!. ¡Al ataque!
cascadas de nuevos rumbos,
torrentío de mujer
trabajo de libertad
da a luz mundos nuevos.
Porque pintar amapolas
construye sueños invisibles,
de trabajo y sonrisa,
de mujer y varón
dos alas de un mismo vuelo
justicia, igualdad
bajo el cielo de la libertad.
¡Compañeras!.
¡Adelante! ¡Al ataque!
*
A LAS CARRIZAS DE SAN ANDRÉS (León)
El crepúsculo
no tiene cielo,
carece de aire,
de su color rosado
porque no hay miradas
que se asomen.
Han sido encerradas
entre hormigón y asfalto.
Los patos no tienen charca
las aves que emigran
no saben qué pasa.
Una nube gris y negra
ha hecho desaparecer
el espejo de sus plumas.
Han caído una por una
las flechas arboladas,
erguidas en el tiempo.
El tronco torcido
ha quedado sepultado,
las hojas ya no aplauden
unas con otras,
han sido ordenadas,
uniformadas en jardines
y formadas en fila.
Las puertas de ramas secas
dejan de abrirse y cerrar
porque ya no hay sendas,
ni caminos en flor,
ni hierba.
Queda el olvido.
Viviendas enrejadas en relojes,
sonidos de monedas
y maniquíes que dan órdenes,
robots que las cumplen y marionetas
que legalizan la destrucción.
Queda la palabra que dice no,
la palabra que señala auroras,
el verso que canta y trina,
los renglones que sirven de escudos,
el grito que lanza teoremas de paz,
ecuaciones de imposibles,
letras enramadas que trepan al sol.
Queda dibujar una sonrisa,
retratar los juncos,
dejar que la mirada nade en la laguna,
respirar cada paso en las Carrizas.
Queda ser árbol entre árboles,
el arrumaco de la mano amiga,
los paseos perdidos
entre sueños de carrizas:
«unidos por estar juntos,
alados por ser amados»,
porque en cada rincón del mundo
hay un Amazonas,
cada lugar bonito
es un átomo de la belleza
que es vida
y quienes siembran la muerte
y la riegan con monedas
son trozos de cristales rotos
que sólo ven su sepultura
entre ladrillos que matan.
Nos queda lo último,
la última laguna,
la última mirada que se pierde,
la última corola de dignidad
y toda la versura queda por delante,
empalizada de gestos
que eviten decretos, certificados,
locuras de monstruos
que invaden la vida,
que estrujan corazones,
que enlatan horizontes
y condecoran con mentiras
cada tiempo, cada tecla.
Suena el piano.
Imágenes musicales.
Canta el aire
en el violín y la trompeta
el dibujo de reflejos entre ramas,
troncos, orillas, hierbas, juncales.
La música se queda muda si no tiene laguna,
si no hay espacio para escuchar,
y se llena de bocinas y ruedas de caucho.
¡¡Ciegos de vida,
ladrones de amor,
asesinos de bellezas infinitas!!
Una bomba de versos,
puños floreados en piel de aromas
en marcha para ser hojas,
riachuelos,
atardeceres de beso
y caricias de ramas,
tierra mullida en la que galopa
el vuelo de manos aunadas,
palabras abrazadas
que mecen las Carrizas.
Nacieron de la mirada
forjada en tradiciones y trabajos
adquiere valor
en cuadros de pinceles
que son batuta de coros
y orquestas que vuelan
sonidos perennes.
El aroma postizo,
las praderas de silicona,
los edificios tumbas
no tienen lugar,
sólo en la mente del monstruo
que al verse a sí mismo,
reflejado en el agua
de una laguna de versos
cerrará los ojos y se irá.
Y brotarán las florecillas,
el aire esquivo entre zarzas,
una sombra escondida,
un beso que vuela
gotas del arco iris aletean
y los patos seguirán flotando,
pasando orgullosos por su lugar
hecho paisaje de oro nieve verdor
para bailar con las miradas
acariciar poemas
y corazones convertidos
en latidos de la vida.
Las Carrizas son un corazón
del pueblo, su ser
el espacio de gentes
tiempo esculpido de recuerdos
y paseos aún por dar
en las Carrizas siempre.
Somos juncos de sus versos,
aves de miradas, ramazón y cestas.
¡Las Carrizas se quedan!
*
Hoy escondo la poesía,
la guardo con cuidado
para que no se rompa
y cabalgar en el silencio,
se aleje corriendo
de voraces miradas
que la quieren calderilla.
¡Cirre!, ¡vuela!,
¡no mires atrás!
Huye de quien ata los versos
que quien los pone corbatas
de quienes creen que son balas
o florero o su noticia
de ramos de plástico
cuyos pétalos sangran.
Hoy la poesía posa en salones
engalanada de conchas,
protocolos de apretones,
baila artificios y copas
de palabras ciegas,
de escombros gramaticales
y sólo la muda cáscara
que se hace fósil.
Hoy escondo la poesía
para que brille,
para que baile,
para que lance amores,
para sacar los gritos.
Todo en silencio, a escondidas
cuando se matan las letras
convertidas en medallas.
Quedan los versos
cuyo alma es silencio,
su aroma se expande invisible.
No miréis a los palcos
camina por las aceras,
tranquila y brava
sin que nadie la vea.
Sentid en lo oscuro de la vida,
en lo más profundo del ser
una luz que brota del viento
y escuchad la lejanía.
Allá, en el aire,
en su hogar-horizonte,
vive el corazón de la palabra,
de la palabra desnuda.
Aire, sueño, amor
la poesía, la poesía.
*
El amargo sabor de la derrota
a lija en la boca
a roca en las neuronas
a nada en las manos
ni piel ni aire.
Sólo respira el recuerdo
de reojo y yeso.
El saber de acabada la derrota
enseña las otras caras
y a mirar la luna
al encender la noche arañada
con más estrellas más palabras.
Caen las cuentas del pasado,
caen gotas de cemento armado.
La derrota derrotada,
frente a los pianos de cola
la palma, el pie cansado.
Volver a coger el lápiz
volver a respirar aliento.
Vuelan, ¡gritan! lanzas verdes.
Vuelan los versos de miel y alcoba.
*
Hoy es un día triste
donde los versos
se derraman.
Hoy han apuñalado
a la torre de Babel
incrustando en sus paredes
las mil caretas de la indignidad.
Hoy las palomas
han pisado el Olimpo
y comprendo el almanaque
a golpe de talón.
Ya no hay ideas ideales
sino dentelladas
y bufones que tocan la flauta.
Sólo las pistolas
defienden el deshonor,
sólo el prudente solo
en argamasa de buey.
Sólo la hojarasca triste
con unos pasos que se van,
la luz se difumina,
el espacio se hace tiempo.
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