Los versos son humo del alma.
No se leen.
Se respiran lentamente.
.
Si cada letra formara
una pupila,
si cada rima una aurora,
y los poemas columnas
y botareles.
Si las pasiones
fueran gárgolas
y en la acrotera
se asomara el amor,
construiría catedrales
de palabras
para quemar lo creado
y hacer esculturas de humo,
modelar lo invisible
con las manos
y acariciar el más allá.
*
Despierto al trisar
de las golondrinas
para dejar que las luces bailen
sobre el brillo de mis pupilas.
Siempre navegando
entre palabras
¡liberándolas de ergástulas
y callejones sin salida!
Sólo las sensaciones
merecen la vida,
pero quedan apartadas,
transcurren sin fijarnos
en sus sombras
por un afán de tener la prez.
¡Qué tonto!
Si quemase el tiempo
construiría versos de humo,
lanzaría piedras al aire
para ver volar
adoquines de ciudad,
al igual que las aves que chirrían.
Ha caído una gota de mar
al cielo.
Se ven lágrimas de rocío.
¡En eso se ha convertido el beso
que lancé al infinito!
Ahora vuelve
en forma de sensaciones
que huyen.
*
Pompas y burbujas
de algodón y terciopelo.
¡Flota la noche
mientras que los tejados
se clavan de antenas!
El frío da vueltas,
busca una piel
que abrazar.
¿De qué sirve saber
si necesito olvidar?
¡Sus manos están
tan lejos!
Ya no se deslizan
a mi vera,
ni chocan nuestras sonrisas.
Pero dibujo la prosa
e invento cuentos
para que los duendes,
que gritan y cabalgan
dentro de mí puedan vivir.
Verberar el recuerdo
en la caspia de la tentación
y salgan canciones del alma.
La mirada hierve en amor.
Se fuga la aurora.
Se va el recuerdo.
Ya no queda el olvido.
*
¡Rotondas de versos y estrofas!
candilejas y diablillos
en la casa del arte.
Cada cual actúa a su medida,
mas el genio interior
busca la llama.
Al arder la palabra
se hace luz,
y quema.
y araña.
Hemos sido ceniza
al atropellar ideas,
al matar conceptos
y pisotear quimeras.
Ahora son Estados
y muros.
¡Defendamos el derecho
a la palabra!
la escrita y la nunca dicha.
No sólo los sabios saben,
ni los Mesías conducen
a dioses,
porque no hay salvación,
ni verdades que circulen,
fuera de la telas de araña
de sentimientos arrinconados
en laberintos de cristal
y argamasa.
La tele-engaña,
con molinos y gigantes
de papel y futesa,
hace del Ser un adarme.
Salto con la pértiga del mar
y a nadie importa
que mis versos griten.
Pongo un stop en la mirada amiga.
*
La música de violín sabe a tasajo,
porque ya nadie se para
en la esquina,
nadie teclea silencios
en los pasos,
nadie mira al loco
del estanque
mientras que toca un piano
que no existe.
Ya la gente no toma notas
para escribir cartas
de amor y sueño,
porque sabemos usar
teclas y botones.
Apretar, tocar y pasar
son claves herméticas
del plástico.
Hermenéutica de pulsores
y circuitos de monedas
de cambio,
operaciones de Bolsa
y salón.
Revoluciones rotas
y descongela la rutina
cada vez que un poema
se lee mil veces.
Las hojas de los libros
penden de las ramas
de arboledas
cuando se escriben canciones.
Y una hálara cubre lo que nace.
¡Oh! se alampa
al ser mirada la poesía.
*

Sé que voy a morir,
algún día.
Y no conseguiré jamás
que los funerales sean verbenas.
¿Por qué quiero olvidar mi aliento
que late en mis adentros?
Se adama tanta vida
que los versos derramados
son vericuetos sin sentido.
¡Qué ganas tengo de triunfar,
hacer que la gente haga el pino
y aplauda con los pies!
Si una marola me trasladase
al horizonte
construiría un palacio de viento
y en la puerta una flor,
un camino
y un amor.
Bebería nerolí,
y volarán auroras y verbos
en la creación de cada día.
En el estanque de brisa
una flor de loto.
Y las flores de Bach
serán manjares,
porque el alma bebe sinfonías.
Escribiré con veladura
y seré pulchinelo de barrio.
Pero mi obra será sellada
con encausto.
Abro las compuertas del alma.
Una corriente de primavera
arrastra el brillo rutilante
de premios y zarzuelas de azafrán.
Aunque se ponga un perchel
a la entrada de gestos de quimera,
rociaré de alcohol mi piel
para que prendan los poros
y trasformen en estrellas infinitas
el sudor de mi ser.
El silencio es alado, lo juro.
Pero vuela con la mirada,
por eso se escapan del tiempo
los cuerpos enamorados.
*
Gotean mañanas de abril
que caen sobre la miel
sin que nadie pruebe su dulzura.
Necesitamos vino y alcoba
para dormir el sueño infernal
de la hojarasca.
Los pasos trituran el tiempo
de primaveras que sangran amapolas
y los aromas vierten jarabes.
El grillo arranca la tarde,
el espacio se hace cristal
cuando rompe el recuerdo.
Todavía se puede soñar
en el acantilado del silencio.
Los rincones de oscuridad
están escritos con limón.
El alma invisible
se transforma en lejanía.
¡Que lloren los de alta alcurnia!
¡Que canten los ruiseñores!
Que sufra el hamez
aquel que no cante a la vida.
*
Cuando las cigarras cantan
callan las hormigas,
pero éstas
¡horror, horror!
siguen su labor:
escarbar cada neurona
y hacer túneles en el tiempo.
Cuando las cigarras cantan
lloran los silencios
y los barcos se amartelan
en las sirenas.
Hormigueos de pasión
en la cueva del pecado.
¡Las cigarras sueñan
y saltan en las olas etéreas!
y cantan.
Pero las hormigas,
que trabajan sin cesar,
preparan la añagaza
¡condenan a trafagar!
Anatema, anatema.
Difamación contra las rimas
que escarapelan entre sí.
Los rótulos se hacen
los amos de Babel,
mil idiomas se piensan
y se habla soledad.
Las hormigas recorren
el horizonte.
¡Las cigarras cantan!
y las palabras se van
llenas de quimeras hueras.
*
Una vez tuve un sueño
y soñé que no soñaba.
Conté una, dos y tres
y comenzaron a saltar
las letras al revés.
Un número se escapó
para no ser una cifra,
se puso a correr
para convertirse en un tren
y al llegar a la estación
se juntó con un montón.
Los sueños, entonces, bailaron.
En un haloque se fueron
lejos de la trápala,
fuera del mundanal ruido,
hasta que despertó la luz
y las letras se embriagaron,
tanto, que dieron vueltas sin parar
en busca de un poema
en el que reposar.
*
En el calor de la tarde
nace el recuerdo de las sombras.
¿Qué son las oscuras figuraciones?
Humo de piedra,
inalcanzable silueta
sobre la que la nada cabalga.
Mil horizontes enescan
a los sueños,
por eso se evapora el alba.
Los atardeceres rotos
se componen como puzzles,
con palabras sueltas.
Te amo,
pero no sé adónde navega
el verbo de Cupido.
Ya no sirve
fundir metáforas
para esculpir el más allá,
tampoco poemas inciertos
porque el desprecio
aplasta la libertad.
Lloran las gargantas
para llenar charcos
de misericordia.
Demasiadas monedas llueven
sobre el arte,
mientras que se seca la soledad.
Los manantiales de besos
se agotan
y mientras tanto los burdeles
se humedecen.
Ya no cantan los cuervos
en las rimas de Allan Poe,
ni tampoco Boudelaire escandaliza,
simplemente no se leen sus poemas.
¿Quién es Verlaine?
¿Qué más da?
¿Qué más da lo que escribiera
Rimbaud?
El sentimiento se apaga,
los anuncios y concursos millonarios
construyen humo,
se fuma al ser humano
y se quema su Ser.
Y la primera persona del presente:
yo soy.
Y tú eres,
y él es.
Todo huye.
Todo se quema.
Sin fuego.
Sin alfombra sobre la que acostarse.
La realidad es metáfora,
imagen de espejismos
en que vivimos.
Romper el espejo
es el suicidio más arriesgado,
pero matemos la muerte humana.
¡Por eso los versos viven
y cantan en la ventana!
Escribo en el aire para respirar
y asomo a los ojos
un amor que me olvidó.
La lluvia de amar
navega en los charcos.
*
Entre palabras se leen
y se llenan renglones
con discursos de bululú.
Las copas brindan
tardes enteras,
chocan al son
del ortodoxo peán
y de honores de papel,
para convertir en menuza
las promesas rotas.
Vuelan las sirenas del alba
porque la barca navega,
las olas flotan en su soledad
porque el mar
ya no tiene orillas,
ni tampoco miradas náufragas.
¿Quién pierde el tiempo?
¡Con lo que cuesta un gramo
de lo que sea!
Pero me quedo tonto
al mirar el álabe
sin que importe
que me arrumben.
Veo en la rama curvada
la zalema de Dios,
al dar vueltas de colores
en el calidoscopio
que forman el aire
y los sueños.
Raudales de sonrisas,
cabalgan los trisares
cuando al mediodía,
durante un segundo,
se para el tiempo.
Retumban los mohedales,
cantan grillos y cigarras,
las cucarachas se esconden,
mariquitas, zapateros
y escarabajos
laten con las hormigas
y moscas
bajo el cielo azuleno.
¿Quién corre?
¿Quién baila?
¿Quién hace al alma
cabalgadura?
*
El fletán no puede nadar
porque hay redes que lo atrapan.
Se ha negociado con sus huevas
¡y al mar que le folle un pez!
Navegar para respirar
no tiene sentido,
hacer huelga para amar es locura
porque el mal de ojo
lo cura el televisor.
Las ondas pescan a cualquier hora,
convierten al hombre en fletán.
*
Los sentimientos carecen
de ortografía.
Quienes disecan el arte
primero han de matar al alma.
Mucha piel cubre cartón
y tela bordada en hilos de plata.
Una voz inocente canta en la altura
a la vez que los mundanos se pudren
ya que los versos se escriben
con «haches»
y «acento» rima con «sargento»
y la economía pía con ripipía.
El arte se hace baluarte.
¡Socorro! ¡socorro!
*
Sin espada y sin gatillo
se recorren las dunas.
Anadean las nativas del deseo
y se acerca corriendo una niña
con voz dulce y mirada difidente.
Espurrea su voz en verso,
sus cabellos verberan.
¡Endulza el cuerpo del catervario
que ve en sus gestos la titiritaina!
Tornasol y sombra la visten,
su boquita: una caspia,
y en la piel borbollones de placer.
¡Que venga!
¡que venga mi gatita parda!
mi vampiresa ¡y me mate!
Que venga,
que venga mi gata parda
con su lazo de marfil
que ya cavé mi alizace
para edificar
un amor imposible,
para construir caricias
en el aura,
para esnifar libertades falsas
y respirar horizontes.
¡Que venga!
¡Que venga mi gata parda!
con su veneno dulzón,
¡que venga con su alarido clavel
y arrancaré, ¡lo juro!, el Paraíso
en mis noches
de amapolas blancas!.
*
El bonsái eterniza la mirada
cuando posa bajo el sol.
Gritan sus hojas
que no crecen más,
troncos y raíces que lloran,
sin poder sombrear
aladradas para el trigo.
La palabra crece
con expresiones oblongas
para dar sentimiento
al pedrusco,
pero los árboles
ya son enanos,
adornan el zaguán
y estanterías.
La vida encoge,
se fabrican la felicidad
y los dioses.
Se reduce a una imagen el alba.
¡Amarguras para las quimeras!
Documentos en poligrafía
para esconder el amor
entre versos
que cabalgan
en jamelgas del arte.
No es iterable
el latido del tiempo,
no es posible caminar
en el adarve humano.
Estamos encerrados
en fortalezas transparentes,
somos peces de cristal
en peceras de aire,
de aire y fuego,
que encierran jaulas
de negocios y cemento.
El zafo poema hace
que arda lo eterno
para construir humo
entre llamas de viento
y silencio.
*
Hay momentos que resbalan
como la miel,
otros que se van con el aire.
Hay momentos de lamento
y otros que cantan
albores de historia.
Pasadizos de papel
agujereados
por palabras rotas.
Guitonear con la tinta azul,
besar el sueño dormido
¡qué más da que suenen
los acordes del tiempo!
si hay momentos que caen
¡y se rompen!
*
Llegará un momento aquende
en que brille la luz de la paz.
Se encenderán las guillotinas
de la Historia
para cortar por lo sano.
Veo hombres capaces de amar
en contra de la corriente.
Si supieran dialogar
nos harían mirar hacia atrás
y juntos decir adiós
a la guerra y a la muerte.
Bienvenido el pan de cada día,
que el amor reine por siglos.
Voy a grabar mi caricia en el viento
con la cual lamer el granito
con el que se construyeron
palacios vacíos,
de mil en mil
y de conquista en conquista.
Llenaré de auroras y mares,
de jazmines y claveles
los habitáculos del pensamiento
y lanzaré un dardo infinito
al amor del horizonte.
Asgo la mano amiga
y bailo con una mujer desnuda
sin cuerpo.
Sólo el alma de la borrasca,
sueño de un sueño,
delirio y pasión.
Amor que no tiene precio y lugar,
vive en la luz de la luna
sumergido en las mareas del alba.
*
Rosas de acuarelas vuelan
en el lienzo del alma.
Silenciosidad y búsqueda del amor
son la esencia humana.
Se escancia la poesía
y escurre el magma rutinario
cuando se funde la soledad.
Los pinceles acarician la piel,
intemperie de un recuerdo alegre
en la noche pintada
de carmín y de alcoba.
Sobre el lienzo primavera verde,
un aroma de mujer,
mariposas de seda
como chispas en el aire.
¡Se levanta el barbecho
de la pasión impura!
Los roces se hacen trazos,
estelas en poros
llenos de aliento.
¡Evohé! ¡Evohé!
y al final llega
«el origen de la tragedia».
Dionisio vuelve
a reinar las mentes
que Nietzsche desmembró,
desvistió
cual cuanima de la pluma.
Hizo brotar otros cuérragos
allende lo razonable
entre el bien y el mal.
Clava todavía hoy el alma
un esforrocino
que se suele secar.
Los besos se esconden
en los besos,
el amor en el amor,
los versos entre viejos poemas
y el Hombre en el Hombre.
Mientras, construye el más allá.
(Es un secreto.)
*
¡Columnas de humo!
Penetra la mirada
del Hombre para ver
lo que los ojos
del pensamiento crean
y hacen creer.
Otras personas respiran,
fabrican fuego
y buscan poemas
que manan del alma:
latidos de la Nada,
brotes de quimeras
que se hacen verbo.
Al final la hoguera,
es un silencio perpetuo
y no más somos
los seres humanos.
Humo, a veces de amor,
que los sueños
hacen eternos.
La cascada de mirada
no prende,
sus gotas viven lejos
cual sueño sin dormir.
Pinté rosas de acuarelas
para la eternidad.
Lo demás se va,
pero quedan sus quimeras.
Lo real es un soplo.
*
Una rueda en el camino
sin carro ni carruaje,
sin nada que acompañe
su presencia
sino el polvo del lugar.
Unas huellas difuminadas
dibujan hileras de rastros.
El tiempo es transparente,
sin que haya antes ni después.
Cada presente horada el alma
hasta que se vacía.
Las palabras se evaporan
en mitos y creencias.
Forman nubes de embelecos,
argucias y sutiles seducciones
para construir la metafísica
y la pasión.
El fanatismo endurece
la argamasa cerebral
y llega el momento en que cuaja,
edifica muros de intolerancia.
Pero siempre hay grietas
en el alma y en la roca abrupta
donde ponen sus raíces las flores.
La ardisia, con sus coronas
de bolitas rojas.
Y se asoman los pétalos
de las diamelas
con su fragancia y aroma.
Escrito queda:
una flor en el camino
y a su lado pasó
una rueda del destino,
sobre el cual cabalga
un amor desterrado
que siguió en la senda
siempre a su lado.
*
Viajemos a los estados
de ensoñación
para saltar por dentro
y caer sin caer
sobre la extensión
del roce allá el alma
y sentirse flotar uno mismo,
dentro de sí.
Esquivemos
las burbujas vacías,
repostemos la mirada
sin llegar a parte alguna
y esperemos a los submundos
de sensaciones proscritas.
Elevemos la pose del lenguaje
al tiempo
que se exciten las palabras.
Cada inspiración
y espiración
se conviertan en olas
de existencia.
En el corazón del instante
se vuela sin volar,
se sitúa el fulcro
de la poesía undosa,
sobre ella la horonía
de la dejadez.
La misión del poeta
es bogar
con las palabras
y fabricar quereres
de los que manen
realidades y sueños
que se junten y separen
a orillas del amar.
*
Una macolla de lanzas
emerge sobre antiguas aguas
que flotan sobre el amor.
Los momentos victoriosos
han llenado el lauredal
de hojas secas de mujer.
Ya no vale blandir
a la mujer que está enfrente,
porque las palabras son dientes.
Queda la charada,
reducir el destino al horóscopo
y adivinar mentiras piadosas.
Se ergulle el silencio
por asumirse el mañana
que ya nada vale.
Ni tan siquiera la sinrazón
da vueltas,
sólo el goteo constante
de la pesadez
y el estado somnoliento.
Olvidada la pasión hontanal
y perdida la lealtad
queda esperar,
esperar a que pase la angustia.
Un velo de seda
abre los ojos mundanos
cual himen de lo existencial.
Gotea el reloj.
El tiempo cojea
y sus versos caen.
*
Una candela de melancolía
en el alma de la música.
Las llamas danzan
y en su interior
contornean las ménades
que dan calor de frenesí.
Ese fuego desnudo
se ve en la alquibla.
No valen razones
de bagatelas
para anular la atracción
entre el desprecio y la razón.
La letra chicana
da forma a los arcos y cadalsos,
lo mismo que las fórmulas
de Newton,
lo mismo que la teoría
de la relatividad.
Los versos venéreos
son también meditabundos
¡cantan alrededor
de la hoguera!
sobre las que son azules y pardas
las cazuelas del despojo.
¿Por qué el ser del aire
se desvanece
en la silueta del fuego?
¿Por qué?
Si unas manos invisibles
esculpen el humo
y dan forma a versos
de incienso,
pecados que van al Averno,
por quemar al espíritu
y transformar la mirada
en cenizas.
*
Cuando el azar se acerca
se llama destino.
Cuando se va es la falena
que revolotea en la vida.
Ya no queda almíbar
en las venas del alma.
Los chorros de miel
forman cauces de espesura.
Lo volátil y la inspiración
forman el azarbe editorial.
Las olas del cuerpo
mecen el silencio
durante la siesta.
Susurran las voces
de sibila
que tientan con ambiciones.
En la noche
los sueños se llenan de huríes
y la oscuridad baila
esperando la danza febea
de quienes son musagetas.
Las palabras volean
la indiferencia
pero no hay miradas,
ni pensamientos ignitos
porque las cenizas
se espolvorean
a los cuatro vientos.
Por eso necesitamos
construcciones de humo,
para que llueva fuego
sobre el alacrán.
*
Ha caído la losa de lo real
sobre los sueños
y estallan barriles de versos.
Anunciado el ocaso
de los símbolos
y de las metáforas,
que son arrebol,
duerme el espíritu
en la nada del sepulcro.
Cuesta mantener enhiesto
el bolígrafo,
manojo de puñales,
porque las palabras
se clavan en la vida.
La falsedad no vale nada,
pero el sin sentido
da vueltas.
Busca apuntalarse
sin que nadie lo sepa
y, como un ratón escondido,
roe el alimento
de los rincones del pensamiento.
Del cenobio a la soledad,
del Llanero Solitario
a las catacumbas,
del arte al trono,
de la tiara a lo esotérico
las letras forman
ramilletes de hadas,
caramelos de duendes
que danzan y bailan.
¡Remolinos de
pasión desenfrenada!
cuando la mente es ingrávida
en la bóveda del cráneo.
Muchas frentes son huecas
y se llama moda a la sumisión,
y moda es también la rebeldía.
Adiós galanura,
adiós betlemnita errante,
adiós viejecitos sin cuentos
pero con jubilación.
Adiós.
Las palabras prepósteras
descascarán
para esperar el vuelo
de las almas.
*
Ha estallado el infinito
en mil pétalos
de rosas carmesí.
Ha crecido el almendro
entre esmeraldas
y cristales rotos.
Se quema el aliento,
los dragones cabalgan
con banderas uniformes.
Se acerca la bota destructora
con sigilo y una sonrisa grande.
¡Mientras que canten las cigarras
hay hormigas en las catacumbas!
La querencia rompe el corazón
en mil pedazos de infinito.
Lo irracional acecha
y envenena la poesía.
Es la hora de la perversión,
de tropeles,
kundalinis y mahabaratas.
Suenen los tambores
y tamboriles del Apocalipsis,
bombas y batallones
de silencio y desprecio.
Pero hay constructores
de humo:
fumarada blanca
y fumarada negra.
El incienso respinga
al que mete las narices
donde no le importa.
Poetas, ¡oh poetas!
nos queda la poesía
desnuda y errante.
Y haremos del mundo
un poema.
Si quieres ejercer el mecenazgo con mi labor de escribir, he aquí una manera sencilla. Gracias:
.
.
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