.
Leyendo a Guillén
.
«Todo el aire es pájaro«
.
¿No es suficiente dolor el que parimos?
¿No es el dolor el que nos duele?
y dolor es el no vivido.
¿No es suficiente la vida
para pagar existencias?
¿No es acaso el mundo
quien condecora y aterra?
Entonces seamos mansos,
pero rebeldes al ser,
aquel que nace
del viento y la flor.
*
Lectura de un muro que me miró.
.
Arrebatome la mirada de la piedra
cual espejo del ayer en el fondo
suyo, mío, de ensueños y fantasías.
Los ojos de ella asomados
al abismo de sustratos interiores
danzan cual las amapolas al viento
y permanecen sus labios pintados
de palabras que no escucho
al seguir su estela frente a frente
con el muro donde quedan las huellas
cuando laten los momentos,
aquellos en que grité ensoñaciones
quimeras que esculpen la realidad
la que el tiempo se traga y araña.
Y vuelves, siempre vuelves
escondida en las piedras que tapan
nuestro ayer de ondas de un espejo
agitado por las olas incrustadas.
.
*
Debajo de mis pies siento un abrazo,
que espera francamente que me vaya
a él… (Miguel Hernández)
.
(Leído en el Ágora de la poesía, 29 – IX – 2017)
.
Huele a tierra seca,
a huella de polvo
agrietado el suelo
entre surcos rugosos
tierra joven sembrada,
y la añeja cosecha.
.
Huele a terrón,
terruño que fue barro
pisadas bajo el cielo
sin nubes ni charcos
de acequias vacías
y espejos de horizonte.
.
Huele a sudor caído,
a Caín y Abel
al mojón del abuelo
al arado que dormita.
Simplemente huele
y las lombrices pasean.
.
Huele a cara y cruz
a semblante majado
no quedan rayos de sol
ni gotas de ajo y pan
huele a ciudad
de espadas oxidadas.
.
Olor de leones rampados
con rejas en el tiempo
en sus miradas hoscas
a savia de latín ramposo
huele a piedras, a raíces
porque el alma es la tierra.
.
*
Hoy he decidido perder el tiempo
y no encontrarlo nunca más,
acabar con los dígitos numéricos
que aparecen en el bolsillo
encadenados al teléfono
y los que asaltan las calles
porque encarcelan a los ojos
y la mirada se evapora
y se condensa en lágrimas
de amapolas dulces.
No quiero horarios de rejas
ni limones de cristal
¡que se rompan las horas
y su corte terrenal!
¡que canten las campanas!
Que las escaleras bajen y suban
como cataratas al revés
No quiero que el tiempo
imagine, ni piense, ni sueñe
ni ser su ola, ni una nube.
Duermo, me voy fuera del tiempo.
.
*
Cabalgar a la orilla del paisaje
sin dejar huellas en la nieve
siendo el fuego derretido
en sus versos de lava.
He recorrido montes y valles,
con barcos de papel ríos
y mares de olas rojas,
atrapé en mis manos cascadas
tejidas de algas y aroma
al enredar sueños y materia
con la esgrima de la espada
al dar vueltas la noria
que hace sonar la campana.
Correr, correr, ¡correr!
para llegar a lo más hondo
sin volver, solo en la orilla
los recovecos profundos que laten,
duermen, arden y agarran
las noches de tedio y los días sordos,
la niebla con la escarcha
sobre las praderas de amapolas
escondidas bajo el trigo verde.
El caballo desbocado corre,
corre, corre, ¡corre!
para llegar a nada. Relincha.
A galope. Trota. Bebe.
Dormita y, otra vez, muere Albertina.
Siempre la cuna del tiempo.
El corazón desbocado sin jinete.
Perdemos la luna cada vez que soñamos.
Es la penumbra que atraviesa el caballo
y corre, corre, corre, ¡corre!
.
*
Leo tus cabellos
.
Me duele ¡tanto! Amar
que atrincherado en tus labios
donde siembras la flor
sueño el eco y el dolor.
Son las gotas de arcilla
en las que queda la huella
de una mirada escondida
son tu ausencia y distancia
las manillas de un reloj
que se detiene ante el mundo
en forma de verso y color
abren tus gestos ventanas
de risa y de pasión
aun cuando guardes los disfraces
de arlequín y de poeta
dejas tu huella en el aire
impregnado el tiempo de ti.
Sin aroma, sin imagen,
sólo estrofas con ritmo
lánguido y breve.
Te delatan las ojeras,
de una piel arrugada
por las caricias de aire.
.
Te envío un sueño
que respondes dormida.
Siento el puñal
en la espalda herida
dolorida de canto y palabras.
Te llamo, ¡te llamo “verso”!
Y eres el verso de ti,
aquel que se va
cuando queda el amor
de los patios llovidos
de acuarelas sin pintar.
Quedan gotas de luna
y sombras puestas al sol.
Duele ¡tanto! amar.
*
Leyendo el alma
Mujer,
eres aire y eres verso.
Te sueño cada poema
que recito en mis entrañas.
Te amo en el rojizo horizonte
y te conviertes en ola,
sirena, brisa,
soy el hombre que nada tiene,
aquel que respira
y se hace Eolo
para sentir tu piel
de aquellos besos
nunca dados a escondidas,
a escondidas del deseo,
amar y mis ojos se embadurnan
de amapolas al cabalgar
en mi brazo como una señora,
hada y princesa de los cuentos,
de los versos, del recuerdo.
Mi puta.
A escondidas.
Porque ni yo lo sé.
Nada siento,
sino a ti que no existes
ni siquiera eres,
sino poesía, un poema
que es lo único cierto
de la irrealidad.
Eres mujer.
Soy varón.
Te amo,
pero no lo sé.
Quisiera un día decirte,
simplemente, no sé,
sin saber amarte,
ni soñar tu flor
convertida en los labios
de una ola
y por fin ser tú y yo.
Mujer, Hombre.
Ser amor sapiens al fin.
Ser poema en tus manos,
ser caricia en tu ausencia.
Mujer, mujer, mujer.
Tú.
No sé.
*
Si quieres ejercer el mecenazgo con mi labor, de una manera sencilla, gracias:
.
Lectura y arte por Ramiro Pinto Cañón se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivar 4.0 Internacional.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en www.ramiropinto.es.