Tu mirada
ojos de plata y miel.
Tu cuello cascada
de placer y de emoción.
Tu boca majal de besos
tu piel un valle de versos
¡remolino de pasión!.
Andas sobre los arroyos
que llegan a la majada.
Ordeño tus sensaciones,
que son pétalos y luz,
el aroma de tormenta
de jara y humedad.
¡Formamos un sólo cuerpo
que se mece en el sillón!
Te deshaces entre dedos
que esculpen la locura
y me envuelven tus cabellos
que bien ya saben redar
¡y han conseguido mi alma!
pescada en la bruma y alga,
pues necesita jimelgas,
tu mirada y tu alegría
para seguir navegando.
Haces del recuerdo humo,
derretido con el sol.
Queda el canto,
sorbos y olvidos,
cantar y cantar
nanas a mi corazón.
*
Voy a beber todos los mares
del horizonte a tus pies.
Y llevar a la garganta
el sudor de la pasión
que envenena las huellas
cuando se posan al aire.
Acaricio las paredes
por las que pasó tu sombra
cuando bailamos toda la noche
sin palabras ni velos
y encontré que se esfumó
aquel momento de gloria
en el que llegué a creer en Dios.
Pajaritas de papel,
barcos de celofán
que espero un día
se hagan realidad
aquel sueño que se esconde
en el aire y en el mar.
¡Reina de luceros y albas!
*
Murmuro en tus oídos
palabras de amor,
cual dejé olvidadas
en el trastero
de la soledad.
Los latidos fueron sombras
y bombas, que estallan
cada vez que imagino tu figura
y cuando recuerdo tu ser.
Más que amor me dejo llevar,
no sé si a la deriva
o al destino que se esquiva.
Mis venas de plumas llenas
para volar dentro
de huracanes invisibles.
Vuelo y vuelo
persiguiendo una imagen,
ocultando la vida,
pero en el fondo
hay un volcán
a orillas de estallar.
Cuando muera
seré una estrella,
un poeta
que sólo pide
una noche,
sólo que tú le mires.
*
Tengo miedo entre tus labios.
Tengo miedo a enloquecer.
Me da grima tu distancia
y tu cercanía pasión.
Me coloco con tus gestos
son tus besos que embelesan.
¡Oírte hablar es musica del aire!
aunque sea del tiempo
o de cualquier tontería
y decirte adiós
es echar anclas
a ese instante
que no deja pasar la vida.
Quiero perfumar de ti el infinito
y agarrarme al presente
y engañarme cuando sueño.
Y pensar
que la eternidad es más allá.
Más allá de ti.
Pero sin ti no hay nada.
*
He blandido en el aire
tus besos y abrazos
que son para mí
bandera de un mundo infinito.
Son pinos, encinas
y sombras, raíces.
¿Recuerdas adónde fuimos a jugar?
¿Y esas carreras eternas?
¿Y aquellos bailes en medio de la calle?
¿Dónde ahora esos mundos?
No sé si he muerto, si vivo
o si soy enloquecido.
El amor que llevo dentro
firma sobre la arena
palabras de invento y sueño.
¿Dónde las sirenas?
¿Dónde las hadas?
Clávame la espada del olvido,
pero no dejes el silencio
la herida abierta
entre tú y yo.
*
En las ventanas del alma
se asoman perseidas y hadas.
Se respira el infinito
y la calma se dibuja
con forma de caracola.
Tengo alma de papel
en el que escribo misterios,
amores y versos
llenos de encanto y dolor.
Concrescencia de mi cuerpo
y de almas que son alas
de una misma mariposa
que vuela en busca de un dios
y se encuentra ante la nada.
Pero siguen su rumbo los colores
para cantar a la vida
con perfumes de papel.
Se escriben en los rincones
la soledad y el balcón.
También frente a la gente
que busca un trozo de miel
en el panal solitario,
a veces vacío.
*
He sembrado demasiadas fantasías
para cosechar sombras.
¡Aquellas que se esfumaron!
Sombras que son aire en la mirada.
Sombras de color azul.
Sombras de mar y viento.
Cuando se abra la aurora
saltarán camelias en las olas
y en lo más lejano, allá,
el horizonte bosteza.
Sombras de ayer y de hoy,
quimeras de madrugada
¡fantasías de papel!
*
El cielo con las estrellas
cae una y otra vez
para formar verdes mares
junto al protervo Neptuno.
El cielo y su color azul
vuelan sobre las flores
y el aroma transparente
flota sobre las montañas
y penetra en la pupila.
¡Mil besos fueron!
¡Mil!
los que sembraron el cielo,
la sangre arrebol
y el fuego
de mil volcanes.
En el rostro de una dama
se dibuja la figura de su faz.
Rastro de una palabra
perdida en el río azul.
Guardo versos escondidos
en el tahalí
de una batalla final.
Mi amor,
mi amor.
Y sin embargo tal lejos,
luz de sombras.
Tus cabellos
remejen entre mis dedos.
¡Qué lejos se ve el olvido!
¡Cuánta mendacidad!
para simplemente no recordar
que te quiero.
*
Al hijo que no nació.
Toda la lluvia del mundo
no cabe en mis lágrimas
que lloran la pérdida de un ser
¡de un niño que no nació!
Pero ya vuela entre estrellas y nubes
de algodón y terciopelo.
Todos los mares del mundo
no caben en mis lamentos
que saben a fuente.
En ningún río,
por caudal que tenga,
cabe mi llanto,
ni la pena que escribo.
Hoy las luces de la ciudad
son diferentes.
El mismo aire de siempre es otro aire.
Las horas son otras.
No hay cielo.
Las calles de cada día son extrañas.
Soy yo en mi dolor,
que es mío.
Lo siento en la soledad profunda.
En los hombros
que no le llevarán a caballito,
en las manos que no lo cogerán,
en los labios que saltan al vacío.
En las noches de sueño y mal humor
cerradas para él.
En no saber porqué la vida le esquivó.
Paseo y miro a otro país,
a otro mundo que me rodea.
Otra galaxia, otra dimensión:
la de la pena.
La triste tristeza canta,
se escurre sobre el alma
y gotea la ilusión de una sonrisa
que iba a nacer.
¡Cuánto te quiero hijo mío
y nunca, nunca, te olvidaré!
*
La noche danza
espesa y arana.
Presa del alma
la noche tiene amarguras
y gotas de hiel y miel.
Arrugas de nocturnidad
y alas de mariposas blancas.
Huele a azufre,
a canela y azafrán,
a sudor de los aullidos
que gozan entre la noche y el alba.
La noche es carbón,
es plata,
una sábana de naylon.
Suena a susurros
y a teclas de escribir.
La noche se hace alma
para pesar gramos de soledad.
No hay miradas en la oscuridad,
pero sí testigos cómplices.
Roces llenos de llagas
que salen de los rincones
y suben por el silencio.
La noche baja despacio
como un émbolo oxidado.
La noche es aroma de laurel,
nido de sueños,
regazo perdido.
Es la hora de dormir,
si no se quiere bailar.
*
Suenan las campanas,
suena la madrugada,
suena el alma
y el silencio.
Suenan para enloquecer
y seguir viviendo.
Suenan las palabras
cuando los versos callan,
cuando los besos se funden.
Porque suena el aire
que recorre los senderos
de caminos inciertos
que llevan al mar.
*
He buscado en lo más profundo
y en lo más hondo del corazón.
Encuentro huellas de un destino
que no sé si es destierro
al no saber quien escribe
letras de vida o muerte.
He buscado en los abismos de la nada.
He mirado a Dios cara a cara
para encontrar la vida desnuda,
sin nada más.
El pensamiento construye el alma
y éste luego lo demás.
Sólo puedo volver a lo inmediato
para amar y sonreír.
He firmado en el aire
imitando con mis manos
el volar de las gaviotas.
*
Entre los calidoscopios del verano
encontré una flor,
espejismo de tu amor.
*
He visto la llama de la vida
y también el fuego de cristal
junto a mil riberas de la libertad.
En los sueños sembré
momentos quietos.
En la sombra una luz,
en el fuego el amor
(escondido, escondido).
He clavado en mi frente
junto al viento sin aire,
números sin aritmética.
He tocado versos de papel
con la yema de las llagas
que cubren la piel.
He saboreado besos de algodón
y he cogidos tus labios
que yacieron sobre el fieltro.
El espejo de humo
refleja quimeras
en las que me zambullo.
Son de un mundo real
que cada vez se cierra más,
más y más.
*
Las sombras del mar
se convierten en olas
de cabalgadura dulce.
Piedras que palpitan
cuando sobre ellas trotan
Unicornios y Pegasos.
La oquedad da forma
al hierro fundido
y al rostro vencido.
Recuerdo cuando las noches
se mecieron en la cuna,
luego en los brazos
y más tarde en un lecho.
Pasarán los años
y los adoquines de Mayo
¿dónde están?
¿Qué han construido con ellos?
Plástico y máquinas
que planean sobre el Ser.
No hay despedida.
Los versos aún se derraman.
Sólo queda firmar la despedida.
*
No quiero llantos
ni lamentos fúnebres.
Deseo el valor de existir
sin razones ni porqués.
No quiero el sentido fácil de la vida,
ni laberintos en los paraísos
de mentiras y locuras.
¡Que nadie venga con sus ojos plañideros!
Ha muerto.
Ha muerto la dulzura
y nada más.
Los demás seguiremos
en el juego de la vida.
*
Se apagó el cielo.
Los colores se convirtieron en fuego
porque la luna se trizó en rocas.
Ya no hay sonidos en el silencio.
No quedan algaidas de sueños.
Sólo el carro con sus bueyes
sin otro rumbo que el camino
marcado por lo que dice el tedio
y la costumbre.
De las lágrimas de moscatel
no se maja el licor de rosas.
La lógica zumienta en los poros.
Las teclas ordenan la existencia.
Las melodías se callan.
La tinta se ha congelado
y el alma se hace cascada
en el vacío y en los brazos del amor.
Respirar cada vez es más difícil.
El orive trabaja el barro.
¡Dios vuelve!.
Vuelve a crear el mundo.
¡Oh! dejémoslo a su antojo
y que la muerte nos trague.
La vida sigue
más allá de dioses
y más acá de nosotros.
*
Con mil palabras
formaré una ola.
Con dos mil un verso.
Con las demás
el resto.
*
Aprendo cuando miro al mar:
sus aguas son llevadas por el viento
sin que nunca se opongan a él.
Mas las olas siguen
y el huracán se apaga.
*
Cada paso junto a la orilla
es un esbozo a la caída terrenal.
El intento de crear
es ardor, es deseo
y la inspiración amor
sin moldes ni cadenas.
Las huellas vuelven.
La espuma no
porque se impregna en la arena.
Se queda, sin volver atrás.
Así es la palma de la mano:
bandera de caricias eternas.
*
Se fundirán los silencios
en un abrazo y un beso,
pero las palabras escritas
cubrirán las puertas del amor eterno.
No importa, no, que sean quimeras
mientras que los versos rezumen sinceridad.
Lo demás, más allá o más acá,
se resume en una sonrisa frente al espejo.
*
Cabalga el tiempo sobre el alma,
y trota cada segundo sin parar.
Los copos de momentos se hacen melodías
cuya letra son las tristes tristezas
y su ritmo notas de tristezas tristes.
Al encontrar el corazón
he firmado mi sentencia.
Es alegría que salta
igual que el juego de un niño.
Es el latido de un sabio,
es impulso de un poeta.
Es la vida misma
que se mira al pasar.
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