.
(En el I Ágora leí fragmentos del selección de poemas «Columnas de humo«)
.
(Leído en el II Ágora de la poesía, 29 – VI – 2013)
.
Quisiera escribir el más
bello poema de amor,
pero no puedo,
diluido como está
y sigue estando
aplastado en el asfalto,
encarrilado entre raíles
que marcan ya un camino.
Sin poder crear
el invento de amar
fuera de las torres de Babel
como si alguien eligiera
y pudiendo decir “sí quiero”
¡salten por los aires
altares y tarimas secas!
No. ¡Un poema de amor
no puede ser
sino de amores escondidos!,
allá en los recovecos
en los que ni la poesía entra
porque son tan profundos
que no se ven.
Y seguimos agitando la palabra
cuando no puede cabalgar.
Es el tiempo que navega
entre horizontes
de bondad y blancura
¡es también el viento y la flor!
porque son dos labios
aunque una boca
y besos infinitos vuelen.
Son dos ojos
en la misma mirada.
Dos los latidos del corazón
para una sola vida.
Dos manos
para dos mundos
y un camino.
Quiero hacer
un poema de amor
y dar lo invisible
a los versos,
que son aire.
Querer coger la mano
de quien se fue
hace que los poemas
se derritan
como la miel amarga
y la dulzura de una lágrima,
cuando mil forman
mil ríos,
a veces secos
cuando dos infinitos
chocan. Dan lugar
a la nada interminable
que se hace todo
= el amor.
Quisiera hacer el amor,
pero sólo las caricias
de cristal
pueden pulir el brillo.
Es amar mucho más,
es amarlo todo,
por eso se hace verso
y derrama poemas
que cantan.
¡Suyo el resplandor
que crece silvestre
como el centeno!.
Quisiera hacer un poema
y quisiera que fuera de amor
para engalanar los pasos
con sus huellas de papel.
Ni tan siquiera querer escribir
pudiera para sentir
y, sin embargo, brotan
palabras de amor
y manantial.
Porque ¿cómo elegir
lo que es viento?,
¿cómo acariciar
el aroma de una flor
que es néctar del sol?.
¿Todavía alguien
puede escribir
un poema de amor?.
Que lo diga,
¡que lo diga!
No sabrá del choque
de dos uni-versos,
que se hacen uno
crecen y se expanden.
No, ¡no sabrá de la encrucijada!.
Quisiera dejar de amar,
pero no puedo
en un mundo
que ha tirado los versos.
Quisiera no amar
con su deleite dolor
y ¿cómo?..
¿cómo?,
¿acaso la nube
puede volar?.
Acaso la luz…
¡No puedo!, no.
En los poemas
se guarda la infancia
empachada de pasteles.
¡No puedo dejar de amar
cuando los altares
siguen ciegos de amor!.
Cuando se juzga
la exquisita obscenidad
entre la moralidad,
la higiene
y el buen gusto.
Es posible esculpir las olas
con dos manos y seguir amando,
porque no queda otro remedio
que avanzar más allá del acantilado.
En cada latido
palpitan las rocas del amor.
No puedo arrancar
las rimas ni los ritmos.
Al exprimir el corazón,
su zumo recorre
las ventanas
de la carne-alma
condensada en tiempo.
¡No puedo escribir
un poema de amor
porque su eco
es mudo!.
El silencio
es la partitura
de lo que queda.
Es entonces
camaradas, poetas,
que os convoco
a la guerrilla
de la poesía.
No hay excusas,
es tan sólo decidir
a vida o muerte
dónde cabe el amor.
Ya no son los poemas
sus recónditas casas.
Es la lucha, a vida o muerte,
para alcanzar
las dos orillas del cauce.
Cuando estallen
palpitaciones de pasión
no quedarán baladas rotas,
porque vuelven las palabras
a ponerse en pie.
El alma es el cuerpo
cuando vibra,
al suceder el amor
siempre
solo y desnudo.
Es la revolución de los sentimientos,
capaces de cambiar las calles
por caminos.
Es la guerrilla poética
que cambia el rumbo
de sentir y ser volcanes
que hagan estallar horizontes.
Escribamos,
aun con las manos rotas,
para seguir sin rumbo,
porque en el amor
no hay meta
tan sólo cuerpo,
aroma y palabras.
Quisiera escribir
el más bello
poema de amor,
pero no puedo.
Vivir
¡es un canto de amor!.
*
*
(Leído en el II Ágora, 26 – VII – 2013)
Caen los versos de verano
y sobre el Ágora llueven
palabras y manantiales
y expresadas nos conmueven.
Se apagaron las antorchas
para ser en la oscuridad
pulpa y verso de una concha
dura y sin vitalidad.
Cantando es necesario abrir
como en el fondo del mar
succionar la perla y parir
mapas cuya ruta sea amar.
Se acabaron los confines
de la poesía. El fuego
ha prendido ya entre afines
¡sabemos que no es un juego!.
Es el álgebra futuro
entre versos ya maduros
que el Ágora, poetas, siembre
aquello que vale siempre.
Cantemos, que el aire labra,
hilvanar sueños ahora
es gozar de la palabra
sea ¡larga vida al Ágora!.
*
*
(Para el III Ágora de la poesía, 30 – VIII – 2013)
Siempre…, aunque cuelgue en el tiempo.
.
Se acabaron los paseos junto al río,
se evaporan las palabras
y se incrustan a la vez
miradas que vuelan y danzan
bajo la sombra de un rostro
que se enciende y apaga.
Una ausencia, un recuerdo.
Se fueron las miradas que bailamos,
sin saber adónde, sin saber cómo,
convertidas en papeles
que lleva el viento.
Los paseos que nunca se repetirán
porque el espacio que recorrimos
ha dejado de existir, pero el tiempo
permanece quieto y despierto,
igual que si fuera un bebé en la cuna.
.
Los rincones que buscamos
siguen ocultos. Cuando pasamos
y apartábamos las telas de araña,
¿te acuerdas?,
cuando anduvimos por dentro
de nosotros una y otra vez
sin encontrarnos. Adiós.
Adiós a los versos que supimos
uno al lado del otro,
cuando fuimos a ninguna parte
recorriendo la ciudad
sin calles, entre bosques,
inventando las huellas que seguimos,
esquivando la nieve y la primavera.
El bullicio se convirtió en silencio.
Un día la noria de la feria se paró.
Las poesías no deberían de acabar nunca
y seguir para empezar sólo el primer verso.
Pude escribir la sinfonía de tus gestos,
pero bebieron de la fuente de un espejo
y fueron besos en la distancia.
Te diría ¡tantas cosas! que ya dijimos
y, sin embargo, todo pasa
sin dejar de vernos a solas,
pues se diluyen tus sonrisas
como el barco que pasa lejos
y desde la orilla del mar se ve
que acaricia las olas
y se deja de ver
y las olas vuelven.
Pude haber nadado,
pero zambullirme en un sueño
es caer otra vez y ser gaviota.
¡Cuántas cosas inventamos
que fueron reales como huellas
que han quedado!. Elegimos
el camino de las gotas de vapor
y se formaron las nubes que llovieron:
versos de chocolate, bruma y miel.
Y brindamos al decir hasta siempre
…a un sueño.
Fue real y lo sigue siendo.
No dijiste adiós, sino gracias.
Y yo callado. Queda la poesía
y las huellas que dejamos en el viento.
Todavía existes
en tu remolino de gestos,
con tu sonrisa y gracia,
con tu mirada altiva.
Hasta siempre, ya te vi marchar,
hace mucho, cuando dejé de andar hacia ti.
Y seguiré tus pasos
entre los versos que escribas.
Y sin embargo todavía estás,
a veces despeinada entre tus risas,
revoloteando para esquivar heridas.
Todavía seguimos paseando junto al río
y hablamos como la fuente del parque .
Todavía tus versos zigzaguean
con sus alas,
todavía nos volvemos a ver
sin saber que fue,
hace ya mucho tiempo,
hasta siempre.
«Siempre» es un bumerán,
un adiós infinito
que gotea en cada momento
la despedida de volver a encontrarnos
sin saber para qué, sin otra razón
que volver a decir «adiós»,
y encontrarnos junto al río,
al lado de la fuente, a la mesa del bar.
Te vas, y decir adiós otra vez
para volver a empezar.
¿Quieres que vayamos
a pasear a la orilla del río?.
*
(Para el IV Ágora de la poesía, 27 – IX – 2013)
.
Siento tu ausencia
tal que una presencia
como las olas que llueven
cada vez que asido
a tu no estar
cabalgo a la orilla
del recuerdo ausente
que llama, susurra
como las hadas
al ser el tic tac
un latido del silencio.
Y vienen tus miradas
a tropel que juntas
todas estallan a la vez,
cual fuegos artificiales
y barcos de papel.
Llueven olas
y el mar navega
en los sueños.
Quisiera mecerme
en los paseos de antaño
en las palabras
casi besos
en tus labios
y risas y llantos
por nada, por nada.
Queda la nada
que se hace alma,
queda el silencio
y recuerdo.
Todo es lo demás,
es nada más.
Lo ausente lo llena todo
porque cuando el amor
se desborda a la deriva
ama más,
ama a todo sin fronteras.
Todo y nada a la vez,
eso eres: ausencia, presencia.
Y estar ante tu mirada.
Es todo,
nada más.
*
(Leído en el V Ágora de la poesía, 25 – X – 2013)
.
Queda el olvido olvidado,
el sueño que sueña
y una realidad disuelta
derramada entre ramales
y ríos que evaporan nubes
desembocan en la nada.
Llueven ojeras con los relojes
y anteojeras de corbata
visten la modernidad.
Anden caminos desnudos,
¡ardan ritos y el metal!.
El alma de la calderilla
es almarrota,
roturada, rodada…
.
El Tío Vivo gira
mientras que danzan
los gorriones de plástico
en dulces despachos
donde secan las grutas
y queda el esqueleto roto,
el ataúd abierto
y la vida en las fuentes,
chorros de vivir,
¡chorros de poesía!.
*
(Para el VI Ágora, 29 – XI – 2013)
Necesito tu mirada
como la flor el aire
como el viento la ola
respirar el brillo
de tus ojos que chocan
acariciar la piel
que asoma
al aire su rosada
espuma de cascada.
Necesito que salga el sol
y que cubra el valle
por donde el río pasa
como las dos orillas
tus ojos mis ojos
danzan cuando
se esquivan y corren
para huir del laberinto
y chocan y vuelven
y escapan para sumergir
el tiempo en los sueños
gritar silencios
y aún te escribo
al pasear otra vez
uno al lado del otro
para que tú me digas
siempre adiós,
y gracias y yo a ti.
Necesito no decirte nada
cuando acusas a alguien
de no cumplir aquello
que no prometió nunca
y necesito el aire
para hablar
sin decir nada,
sentir tu mano como
la hoja de otoño
y esperar otra vez
a las fuentes y volver
a no decir nada
y seguir caminando
uno al lado del otro
entre mirada y mirada
se desangran las palabras.
*
*
(Leído en el VII Ágora, (29 – XI – 2013)
.
Quiero ser un payaso,
¡un payaso de cristal
que se rompa
con el viento!.
De algodón como Platero
para trotar entre las olas
¡y poder atravesar
en un barco de papel
las risas y los sueños
forman nubes de algodón!.
Quiero ser un payaso
para mirar las miradas
que pintan el arco iris
¡y bailar, dar volteretas
y saltos entre quienes
visten de corbata!
y aplaudir con los pies
en los festines de charol,
hacer pedorretas con banderas,
de la risa la piel,
maquillar con acuarelas
el paisaje de los gestos.
¡Quiero ser un payaso!
Llegar al mar
y al acantilado
y coger el choque
de las olas
con las manos
para saborear la espuma
de lo que nunca se dice.
¡Quiero ser un payaso!
para recorrer las calles
pintadas de colores,
atravesar las murallas
levantadas con mil globos
para dejar que vuelen
y ser un payaso,
¡un payaso de cristal
que no se rinda
en las luchas
que nunca empiezan!
de quienes gritan
para no decir nada
y hacer cosquillas
a quienes no quieran
perder el tiempo.
¡Quiero ser un payaso!
que dé saltos por las aceras
tartamudee al hablar,
un payaso de cristal
que cuando se rompa
sus trozos sean versos
convertidos en espejos
y se rían los sabios
y estrategas de la nada
de quien tiene
la nariz roja y redonda
y los lean los payasos
que se vean reflejados
en los trozos de cristal,
quienes quieran ser payasos,
los que hagan muecas,
cuenten chistes a deshoras
y se burlen de los ricos
cuando jueguen la niñez
desentonen al cantar
haciendo el pino al revés,
¡que los lean los payasos
esos trozos de cristal
en los circos de papel!,
¡que los lean los payasos
cuando atraviesan los charcos
creyendo que son el mar!.
Que los lean los poetas,
los poetas de cristal.
*
*
(Para el VIII Ágora, 27 – XII – 2013)
.
Me rindo
sin saber por qué
ni ante nada.
Por el hecho
de haber atravesado
la derrota hasta
el final
Todo empezó,
la historia
de mi rendición,
una tarde en el desván
disfrazado de princesa.
Busqué mi príncipe azul
y no lo encontré.
Fui entonces yo
un príncipe azul,
¡tan de ese color!
que me miraron
las gentes
como si fuera
un extraño.
¡Un príncipe azul!
mezcla de cielo
y astronauta
que paseó
por las calles
de una ciudad
sin nombre.
Hasta
que las miradas
se convirtieron
en flechas
y fui,
otra vez,
una princesa
disfrazada
de princesa.
Me había vuelto
a disfrazar de ella
con la falda de tul
las prendas
con abalorios,
llena de perlas
y una tiara,
pero no vi
al príncipe azul
y entonces,
otra vez,
me disfracé de él
y de nuevo el mar
se llenó de olas.
Pero no me dejaron
seguir una y otra vez
porque dijeron
que yo soy
una princesa azul
y eso no puede ser.
Dijeron que estaba loco,
esas flechas
convertidas en miradas,
y con las manos atadas
me encerraron.
¿Entendéis por qué
me rindo?.
Allá quedaron
en una jaula de nubes
la princesa disfrazada
de princesa
junto al príncipe azul.
Y cuando salen a pasear
quienes miraron
siendo flechas
dicen
que no existimos
que son jaulas
sin barrotes,
alamedas de cristal.
Y no hay batalla
que librar.
Me rindo
bajo el cielo azul
porque soy
una princesa
aunque nadie lo vea
con mi vestido azul.
Nos queda la poesía,
la poesía de color
para sembrar cielos
y el azul de las princesas.
*
*
(IX Ágora de la poesía, 31 – ! – 2014)
POEMA EXPERIMENTAL
.
(Hay poemas a los que es necesario
quitar una palabra,
en su hueco caben muchas,
pero la no palabra es lo que sugiere.
La poesía está en el grito)
Los…
estallan los… contra el acantilado
se difuminan los…
en la noche y evaporan los…
cantan entre los hilos
que manejan las olas
llevándolas a la orilla
donde reposan los…
Allá canta la cueva
entre la hojarasca y ramajes,
los hilos se balancean
al acercarse los…
y se convierten
en los más profundo
los… son los…,
encienden el amanecer
donde brota el arroyo
entre las dos orillas
hasta llegar al mar
y convertir los…
en olas
son los…
cantan el grito
y los… chillan
para hacer un grieta
de aire en el aire
donde los…
se guardan.
*
*
(X Ágora de la poesía, 28 – II – 2014)
La flor en la cumbre
se deshace en chorros
de lava y miel
sobre el hielo patina
del piano las teclas
el sonido gotea
¡canta el aire!
¡la flauta suena
y los tambores
llaman a la selva!
baten las alas
en las ramas
tiritan los estambres
vestidos de rayos de luz
a oscuras
suenan campanas
y burbujas de nubes
flotan y deslizan
en violín entrando las notas
de los acordes
y corcheas
en la granada abierta
que se hace jugo
cuando cantan los jilgueros
enjaulados en balcones
se hacen surcos
para la mermelada albina
emborracha el paladar
enfundado
de papel y trigo
la sombra de la higuera
con sus hojas mansas
queda la sombra
dormida en los sueños
se evapora el recuerdo
de lo que nunca fue.
*
*
(XI Ágora de la poesía, 28 de marzo de 2014)
El aleteo sin alas entre dos paredes
sin aire, sin versos salvajes en la frontera
de la maraña tensa cuando se abre el telón
y quedaron postradas las palabras
ya sin sentido en versos rotos
de cristales de acero y opacos
convertidos en piedras sin camino
y continúa dando vueltas el aleteo sin alas
sin otro germen que cáscaras vacías
colocadas para rimar
y besar olas fuera del mar.
Se podrán esculpir poemas,
se podrán engalanar y condecorar,
podrán salir las horas del alba
y convertir la poesía en voz.
Da igual: sin sangre,
sin dolor y placer a la vez
no hay poesía, sino aleteo sin alas
sumergido el ritmo y la metáfora
en el jugo cobarde
de la petulante cobardía.
Han rodado los versos
de la nada a la nada
y nos queda la ruta
que rima con gruta
y toda una senda por hacer,
pero sólo recogemos
palabras domesticadas
e inventos de revoluciones fatuas
incapaces de arrancar el verso salvaje
y volar como Ícaro al sol
para ser luna y luz,
para llegar sin aire y sin verso
a la palabra, a la palabra.
Y ser, aunque no seamos nada.
*
*
(XII Ágora de la poesía, 25 – abril – 2014)
Dejadme coger la rosa
en las olas de palabras,
¡dejadme coger la rosa
de palabras nunca dichas!
para hacer un ramo
de horizontes dibujado.
Dejadme coger la rosa,
esa que explotó el globo
a un niño que lo dejó escapar
porque floreció en las nubes.
Dejadme coger la rosa,
aquella amarilla
que susurró
frases e historias
a García Márquez.
Dejad que coja la rosa
que esta hecha de palabras.
Sé que la palabra “rosa”
no huele a rosa,
lo sé, tampoco a mar.
Dejadme coger la rosa
con sus espinas y tallo,
la de pétalos que sangran
con su pistilo y corola,
la rosa que mira y habla
de quimeras de cristal.
Dejadme coger la rosa
que nadie la va a pisar
en su jardín invisible
donde sólo está la rosa,
un columpio y un violín.
Sé que esa rosa no existe,
que no hay mano que la coja.
Dejadme coger la rosa
que llenaré de sueños.
Dejad que la rosa despierte
y camine marinera
por entre todas las rosas.
*
*
(Para el XV Ágora de la poesía, 25 de julio de 2014)
Guardemos la poesía en el regazo
para mullir y mecer su ser en los brazos,
dejad que se apriete al pecho
y sentir mutuamente los latidos,
percibir el aroma de los versos
al esnifar metáforas imperfectas.
Las caricias recorren las palabras,
cada sílaba es
un trozo de piel
de la palma de la mano que acaricia.
Y la mejilla versos sonrosados
de mofletes pellizcados
del poema desdentado.
Dejemos que duerman los versos
mientras que dormitan
y cojámosles al despertar,
y saber que un día al andar,
se irán del poeta
que queda solo frente a la nada.
No podemos robar
el silencio de los versos
ni el llanto de un poema
ni las risas que riman.
No. No robemos sus silencios
ni con aplausos ni con sombras.
Dejemos que griten de dolor y pena,
que giman con sus exclamaciones,
pero hagamos carantoñas
para mimar a la poesía
y juguemos con ella
enseñándola a andar
para que se vaya lejos.
Y sabrá hablar
cuando diga lo que quiere.
No golpeéis con aplausos los ritmos,
crecen los poemas como los bebés
y cantaremos nanas para empezar de nuevo,
sin lanzar los poemas al teatro filibustero
de escenarios huecos y rincones cluecos.
No cortéis la flor ni taléis el árbol,
¡dejemos que la poesía crezca!
en nuestro regazo,
protegida de alabanzas y oropeles
fuera de pantallas luminosas,
sin caras de libro.
.
El lugar de los poemas es el regazo
y después nada
o ser nido del vuelo de las aves,
o la nada.
Cuando el lector lea el poema,
o lo escuchen quienes quieran
que lo hagan como se coge a un bebé.
Delicadamente.
Entonces la poesía nace a cada momento,
cuando ¡tantas veces la matamos!.
Coged la poesía
mimosamente
y llevadla a vuestro regazo.
Es la poesía.
*
*
(XVI Ágora de la poesía, 29 – VIII – 2014)
El alacrán y la alacrana
no tienen flores,
ni dentro ni a su alrededor.
La piedra es su coraza,
la piedra su caparazón.
.
El alacrán y la alacrana
dan su latido a la roca
su mirada es aguijón
y sus palabras veneno,
sólo siembran el dolor.
El alacrán y la alacrana
recogen los náufragos
del desierto entre espejismos,
la arena es su manto
y se esconden para esperar.
El alacrán y la alacrana
sonríen en su negrura
altiva de voz y gestos
no viven entre las flores
ni a la orilla del río.
El alacrán y la alacrana
se convierten en canto rodado
y necesitan que todo muera
que no nazca, que no fluya la poesía
para beber desiertos sin esperanzas.
Escurramos versos al aire,
respiremos el viento
y nacerán flores
dormirán el desierto,
el alacrán y la alacrana.
*
ACASO EL OCASO
(XVIII Ágora de poesía, 31 – X – 2014)
¿Qué es la poesía
que es
qué es poesía?
Poesía.
Acaso el canto
de notas que cantan.
Acaso el vuelo
que remonta sueños.
Son palabras
que se clavan
y se hacen maniquíes
que vestimos de verso.
Busca el poema su nido,
un hueco de cielo,
pero encuentra las pisadas
que cabalgan a galope.
Arañamos el papel escrito
y apagamos la voz
de quien pone precio
a su experiencia y saber.
Acaso la palabra sea
el alma del alma
y arrancamos su ser
sin dejar que camine.
Ciegos de metáfora
queremos ver las entrañas
para contemplar vacíos
y entonces gritar.
Acaso clavada el alma
en la palabra no existe
lo poético se exhibe.
Queda el encuentro.
Acaso sentimos palabras
encerramos el nombre
el secreto se hace verbo
el encuentro clandestino.
¿Podemos dar voz
a silencios rotos?
Queremos el arte
de esconder que somos.
No sabemos y sin parar decimos
y sin embargo pisamos las cunetas.
Cuando la poesía es que es poesía
qué es, poesía que es, ¿qué?.
O apagamos el incendio
del poeta muerto que apuñala
con la sonrisa oxidada
o la poesía nos devorará.
No tiene fauces
carece de rimas y leyendas
no sabemos del sentimiento
nos carcome y corroe.
Llamamos a la puerta,
desenvainan la espada.
La estocada ha fallado.
Queda el poema. Se va.
*
*
(XX Ágora de la poesía, 26 – XII – 2014)
Dejemos que escampe el tiempo
para ver el goteo de la vida
vertida en el tic-tac
de charcos de plástico
sobre los cuales se refleja una luz
tenue, amarillenta, con humo.
Crecen las risotadas vacías.
Dejemos que el tiempo caiga
como un alud
de noches blancas
y entierren aquello que no existe.
Dejemos que el tiempo
clave sus flechas en nuestra piel
y las fauces de la Historia envenenen
todo lo que ha sucedido.
Dejemos que el tiempo crezca
y sea flor y sea aire
como la aurora y el mar
y sea poesía y tú y yo.
Dejemos que el tiempo
se llene de vida
después de ser vivida
y creada y sembrar
y será tiempo,
pero no el que pasa
sino el que no existe,
aquel que inventamos
y llamamos “palabras”.
Dejemos que pase el tiempo
y, entonces, nuestros
puños y pisadas
labrarán caminos
y harán sendas
por donde pase
el tiempo que no pasa
y seremos eternos
como la gota de agua
en lo efímero del universo.
Dejemos que el tiempo
sea el nido donde nace el olvido.
*
*
(XXI Ágora de la poesía, 30 – I – 2015)
A Luis
Anochece el alba
que cae entre piedras
rotas y remolinos negros.
Gotas de auroras
sin nacer derriten
la arena sobre los años
que nunca vendrán.
Y se fue el pájaro
a su cielo oscuro
y dejará su nido
en la caricia del recuerdo
y veremos una tenue sonrisa
disfrazada de adiós.
*
*
(Después de varios sin leer, para el XXV Ágora de la poesía, 29 de mayo 2015)
(Cuando las palabras se rompen, la poesía las recoge)
Voy a contar
lo que no dice
el silbar del aire
entre las ramas
ni la oscuridad
cuando ilumina
el vacío y el oráculo
y deja ver no ver
cuando cae la noche
y se estrella al suelo
percibir la lejanía
en un caballo a galope
del jinete de las olas
a la mano de un puñal
que rasga la piel
de su manzana
para volver al Paraíso
aun cuando sigue
la espada flamígera
en cortar cabezas
de quienes
piensan y sienten
más allá del más allá
del ancho mundo
y de la estrecha senda
donde llueven
hojas de parra
y nubes de algodón
como en las ferias
de los títeres
y se hizo la luz
y con ella la noche
y se hizo la vida
y con ella la muerte
y se hizo varón y hembra
y con ellos la nada
y el viento…
el viento call(y)ó.
*
*
(Para el XXX Ágora de la Poesía, 30 de octubre de 2015. Publicado en la III Antología del Ágora de la Poesía, 2016)
A los poetas del alba, poetas del Ágora
Si del tilo sus hojas volaran
si del mirlo su canto es la voz
y al alba cantara una rosa
veríamos que en toda palabra
hay un gesto y su mirada.
Si del Ágora volaran los versos
si dejásemos sus voces sembrar
veríamos que el tilo y el mirlo
son metáforas del viento
que al alba llevara la flor
es entonces que quedan paisajes
de hermosura y amor
y las plazas serán aire
con todo su resplandor.
Llevaremos a Alberti y a Proust
a Salinas y a Rimbaud
a Virginia y Storni
a Bécquer y Baudelaire
a lugares escondidos
asomados los poetas
a sus rimas encontrar
de sueños y pisadas ausentes
para simplemente seguir
y caminar en los jardines
de versos y ríos,
de luz, candor y poesía
que son corrientes y barco a la vez.
Es una cueva más, es un rincón
un escondite de lugares sin fronteras
ni pateras ni cruceros,
sin puertas ni suelo,
es aire en el que nadamos
cuando las olas vuelan
y el horizonte es el verso
como las hojas del tilo
cuando los poemas cantan
y susurran al oído
como lo hacen los mirlos
es el Ágora de la poesía
¡sois los poetas del alba!
La flor salvaje
(A Yolanda)
(Para el 25 de marzo, XXXV Ágora de la poesía)
La corona blanca
cuyos pétalos desnudan al aire
se hace orilla
y a la vez horizonte
convertida en cascada
cayendo las caricias
y los besos en flor
para agitar la corriente
de amazonas y bárbaras
esculturas cinceladas
en cuyo oleaje
forman llamaradas
de juegos pirotécnicos,
gritos de un volcán
con salsa de aguacate
al bailar la piel vestida
cuando asoman los vientos
al entrar por la ventana
los pechos de la mañana
por ser la noche
bandera de brillo y sol
que ondea en un mar de estrellas.
Los barcos de papel forman escuadrones
para escribir con lámparas encendidas
cubiertas de cintas de colores
mientras que los peces nadan,
beben ondas expansivas
y gotea el alba
y llueve, llueve
la miel como una lava de noche
escrita en las olas
a la luz de una fuente
el latido de las alas
en el aire, en el aire,
en el barro, en la blancura
esculpida de ausencia
y oquedad, llueve.
Las goteras del amanecer
dejan caer los labios,
las manos, el alma
en un bosque encendido
lleno de aromas
y el eco de la tarde.
Es el aliento del viento,
es…
como peces de colores
en un banco de luz
del que manan borbotones
de espuma y sal
es la flor en la gruta,
la cueva donde gatos maúllan,
el nido de cigüeñas que crotoran.
Es: La flor, la flor salvaje.
*
(Escribir poesía es una forma de hacer el amor de una manera escondida / poética. La poesía es poesía solamente cuando es flor.)
(Leída en Trobajo del Cerecedo, acto cultural, , 5 – VII – 2019)
En el bosque la flor,
la flor,
acompañada de sombras
la flor
con sus pétalos enredados
la flor
es «la flor de la montaña»
los rododendros
la flor
aquella que espera
a los rayos de sol
la que adormecida despierta
y tirita
la flor
la que gusta de sueños
que son una flor.
El bosque la cubre
y a la vez protege
a la flor que jugosa canta.
Es la flor de jardín y versos
es la flor
cuyos estambres acarician la noche
la flor
y palpan la oscuridad
con su rocío de luna.
La flor que está en el bosque
sin esperar
es flor y es la flor.
Su aroma es ausencia
y a la vez parece almidón,
se acerca y aleja
igual que las olas en flor
es un mar de flores
y la flor en el mar
sus pétalos hacen ríos
y cantan el tarán tantán.
Es la flor de los versos en flor
la flor del jardín
cuya corola se abre
sin que nadie lo sepa
al llegar el sol
y los versos se hacen besos
y en el bosque aletean las ramas
que acarician el aire
con su viento florido
para ser el latido de un manantial.
Es la flor,
solamente una flor,
una flor todas las flores
cuando eres la flor:
La flor.
*
Deja que mis palabras,
por favor,
sean tus flores,
que los pétalos del sol
acaricien tus ojos
y sea la brisa del bosque
la que vista tus huellas.
Deja, por favor, que al menos
pueda mirarte
en el espejo de la lontananza.
Un puente de platino
nos une y separa
sin poder cruzar nunca
de una orilla a la otra
para que el río siga su cauce
con sus surcos de oleaje.
Deja, por favor,
que cuando quede a tu espalda
me acerque en silencio:
yo me daré la vuelta,
entonces, muy cerca de ti
para que cada cual
sigamos nuestro camino
y decirte en la distancia
lo que susurro en tu presencia.
Deja que mis versos
florezcan algún día en tu alma.
*
.
RESPUESTA
Son los ríos que desembocan en el amar
mientras que cantan sus ondinas
con sus cantos en flor,
son los reflejos del sol al agua
los besos que naufragan
al buscar la isla desierta
agarrada al horizonte.
Son los sueños en las ramas
aquellos que perduran
vestida de luna la noche
acariciada tu espalda
con las olas de fuego
asomadas al verso,
siempre tan en silencio
cuando los poemas hablan
y caen las palabras al suelo.
Al recogerlas son espejos
invisibles que reflejan lo invisible
son mis huellas tu mirada
es el eco de tu voz
al respirar ausencias
el aroma de esperar
y que solamente un relámpago
ilumine la ilusión,
descalzo quiero abrazar la tierra
convertido en el viento a ti
para no hacer ruido de tu encanto
que me enterraré en el monte
de los pétalos blancos
vestidos de flor
para asistir al funeral del amor,
y que renazca en la tierra
¡es la tierra desnudada!
a la que mendigo su promesa
de ser alfombra de sus ramas de amapola.
Caen las hojas del otoño
que se encienden en la tierra,
en la tierra, en la tierra,
que se esconden en los versos,
en los versos en los versos
esperando lluevan las palabras
las palabras.
Digo sí a tu sonrisa,
a la tierra desnudada.
*
(Durante la cuarentena 2020)
He perdido la esperanza
en el camino a la ermita
con su camino verde
la corola roja
esperando a la puerta.
En el altar un retazo de sueños,
en el olvido los versos
que fueron escritos
sobre la campana del frontispicio.
Ni siquiera un halo de sueño,
tan sólo ni un adiós
cubierto con su velo blanco,
sin mancha,
ni siquiera roja y tampoco azul,
porque el amor carece de heridas,
muere sin desangrarse,
sin la bendición de nadie
sobre las frías paredes.
Entra un rayo de luz
sin que nada quede,
ni siquiera volver
por el camino verde.
.
.
(En el I Ágora leí fragmentos del selección de poemas «Columnas de humo«)
.
(Leído en el II Ágora de la poesía, 29 – VI – 2013)
.
Quisiera escribir el más
bello poema de amor,
pero no puedo,
diluido como está
y sigue estando
aplastado en el asfalto,
encarrilado entre raíles
que marcan ya un camino.
Sin poder crear
el invento de amar
fuera de las torres de Babel
como si alguien eligiera
y pudiendo decir “sí quiero”
¡salten por los aires
altares y tarimas secas!
No. ¡Un poema de amor
no puede ser
sino de amores escondidos!,
allá en los recovecos
en los que ni la poesía entra
porque son tan profundos
que no se ven.
Y seguimos agitando la palabra
cuando no puede cabalgar.
Es el tiempo que navega
entre horizontes
de bondad y blancura
¡es también el viento y la flor!
porque son dos labios
aunque una boca
y besos infinitos vuelen.
Son dos ojos
en la misma mirada.
Dos los latidos del corazón
para una sola vida.
Dos manos
para dos mundos
y un camino.
Quiero hacer
un poema de amor
y dar lo invisible
a los versos,
que son aire.
Querer coger la mano
de quien se fue
hace que los poemas
se derritan
como la miel amarga
y la dulzura de una lágrima,
cuando mil forman
mil ríos,
a veces secos
cuando dos infinitos
chocan. Dan lugar
a la nada interminable
que se hace todo
= el amor.
Quisiera hacer el amor,
pero sólo las caricias
de cristal
pueden pulir el brillo.
Es amar mucho más,
es amarlo todo,
por eso se hace verso
y derrama poemas
que cantan.
¡Suyo el resplandor
que crece silvestre
como el centeno!.
Quisiera hacer un poema
y quisiera que fuera de amor
para engalanar los pasos
con sus huellas de papel.
Ni tan siquiera querer escribir
pudiera para sentir
y, sin embargo, brotan
palabras de amor
y manantial.
Porque ¿cómo elegir
lo que es viento?,
¿cómo acariciar
el aroma de una flor
que es néctar del sol?.
¿Todavía alguien
puede escribir
un poema de amor?.
Que lo diga,
¡que lo diga!
No sabrá del choque
de dos uni-versos,
que se hacen uno
crecen y se expanden.
No, ¡no sabrá de la encrucijada!.
Quisiera dejar de amar,
pero no puedo
en un mundo
que ha tirado los versos.
Quisiera no amar
con su deleite dolor
y ¿cómo?..
¿cómo?,
¿acaso la nube
puede volar?.
Acaso la luz…
¡No puedo!, no.
En los poemas
se guarda la infancia
empachada de pasteles.
¡No puedo dejar de amar
cuando los altares
siguen ciegos de amor!.
Cuando se juzga
la exquisita obscenidad
entre la moralidad,
la higiene
y el buen gusto.
Es posible esculpir las olas
con dos manos y seguir amando,
porque no queda otro remedio
que avanzar más allá del acantilado.
En cada latido
palpitan las rocas del amor.
No puedo arrancar
las rimas ni los ritmos.
Al exprimir el corazón,
su zumo recorre
las ventanas
de la carne-alma
condensada en tiempo.
¡No puedo escribir
un poema de amor
porque su eco
es mudo!.
El silencio
es la partitura
de lo que queda.
Es entonces
camaradas, poetas,
que os convoco
a la guerrilla
de la poesía.
No hay excusas,
es tan sólo decidir
a vida o muerte
dónde cabe el amor.
Ya no son los poemas
sus recónditas casas.
Es la lucha, a vida o muerte,
para alcanzar
las dos orillas del cauce.
Cuando estallen
palpitaciones de pasión
no quedarán baladas rotas,
porque vuelven las palabras
a ponerse en pie.
El alma es el cuerpo
cuando vibra,
al suceder el amor
siempre
solo y desnudo.
Es la revolución de los sentimientos,
capaces de cambiar las calles
por caminos.
Es la guerrilla poética
que cambia el rumbo
de sentir y ser volcanes
que hagan estallar horizontes.
Escribamos,
aun con las manos rotas,
para seguir sin rumbo,
porque en el amor
no hay meta
tan sólo cuerpo,
aroma y palabras.
Quisiera escribir
el más bello
poema de amor,
pero no puedo.
Vivir
¡es un canto de amor!.
*
*
(Leído en el II Ágora, 26 – VII – 2013)
Caen los versos de verano
y sobre el Ágora llueven
palabras y manantiales
y expresadas nos conmueven.
Se apagaron las antorchas
para ser en la oscuridad
pulpa y verso de una concha
dura y sin vitalidad.
Cantando es necesario abrir
como en el fondo del mar
succionar la perla y parir
mapas cuya ruta sea amar.
Se acabaron los confines
de la poesía. El fuego
ha prendido ya entre afines
¡sabemos que no es un juego!.
Es el álgebra futuro
entre versos ya maduros
que el Ágora, poetas, siembre
aquello que vale siempre.
Cantemos, que el aire labra,
hilvanar sueños ahora
es gozar de la palabra
sea ¡larga vida al Ágora!.
*
*
(Para el III Ágora de la poesía, 30 – VIII – 2013)
Siempre…, aunque cuelgue en el tiempo.
.
Se acabaron los paseos junto al río,
se evaporan las palabras
y se incrustan a la vez
miradas que vuelan y danzan
bajo la sombra de un rostro
que se enciende y apaga.
Una ausencia, un recuerdo.
Se fueron las miradas que bailamos,
sin saber adónde, sin saber cómo,
convertidas en papeles
que lleva el viento.
Los paseos que nunca se repetirán
porque el espacio que recorrimos
ha dejado de existir, pero el tiempo
permanece quieto y despierto,
igual que si fuera un bebé en la cuna.
.
Los rincones que buscamos
siguen ocultos. Cuando pasamos
y apartábamos las telas de araña,
¿te acuerdas?,
cuando anduvimos por dentro
de nosotros una y otra vez
sin encontrarnos. Adiós.
Adiós a los versos que supimos
uno al lado del otro,
cuando fuimos a ninguna parte
recorriendo la ciudad
sin calles, entre bosques,
inventando las huellas que seguimos,
esquivando la nieve y la primavera.
El bullicio se convirtió en silencio.
Un día la noria de la feria se paró.
Las poesías no deberían de acabar nunca
y seguir para empezar sólo el primer verso.
Pude escribir la sinfonía de tus gestos,
pero bebieron de la fuente de un espejo
y fueron besos en la distancia.
Te diría ¡tantas cosas! que ya dijimos
y, sin embargo, todo pasa
sin dejar de vernos a solas,
pues se diluyen tus sonrisas
como el barco que pasa lejos
y desde la orilla del mar se ve
que acaricia las olas
y se deja de ver
y las olas vuelven.
Pude haber nadado,
pero zambullirme en un sueño
es caer otra vez y ser gaviota.
¡Cuántas cosas inventamos
que fueron reales como huellas
que han quedado!. Elegimos
el camino de las gotas de vapor
y se formaron las nubes que llovieron:
versos de chocolate, bruma y miel.
Y brindamos al decir hasta siempre
…a un sueño.
Fue real y lo sigue siendo.
No dijiste adiós, sino gracias.
Y yo callado. Queda la poesía
y las huellas que dejamos en el viento.
Todavía existes
en tu remolino de gestos,
con tu sonrisa y gracia,
con tu mirada altiva.
Hasta siempre, ya te vi marchar,
hace mucho, cuando dejé de andar hacia ti.
Y seguiré tus pasos
entre los versos que escribas.
Y sin embargo todavía estás,
a veces despeinada entre tus risas,
revoloteando para esquivar heridas.
Todavía seguimos paseando junto al río
y hablamos como la fuente del parque .
Todavía tus versos zigzaguean
con sus alas,
todavía nos volvemos a ver
sin saber que fue,
hace ya mucho tiempo,
hasta siempre.
«Siempre» es un bumerán,
un adiós infinito
que gotea en cada momento
la despedida de volver a encontrarnos
sin saber para qué, sin otra razón
que volver a decir «adiós»,
y encontrarnos junto al río,
al lado de la fuente, a la mesa del bar.
Te vas, y decir adiós otra vez
para volver a empezar.
¿Quieres que vayamos
a pasear a la orilla del río?.
*
(Para el IV Ágora de la poesía, 27 – IX – 2013)
.
Siento tu ausencia
tal que una presencia
como las olas que llueven
cada vez que asido
a tu no estar
cabalgo a la orilla
del recuerdo ausente
que llama, susurra
como las hadas
al ser el tic tac
un latido del silencio.
Y vienen tus miradas
a tropel que juntas
todas estallan a la vez,
cual fuegos artificiales
y barcos de papel.
Llueven olas
y el mar navega
en los sueños.
Quisiera mecerme
en los paseos de antaño
en las palabras
casi besos
en tus labios
y risas y llantos
por nada, por nada.
Queda la nada
que se hace alma,
queda el silencio
y recuerdo.
Todo es lo demás,
es nada más.
Lo ausente lo llena todo
porque cuando el amor
se desborda a la deriva
ama más,
ama a todo sin fronteras.
Todo y nada a la vez,
eso eres: ausencia, presencia.
Y estar ante tu mirada.
Es todo,
nada más.
*
(Leído en el V Ágora de la poesía, 25 – X – 2013)
.
Queda el olvido olvidado,
el sueño que sueña
y una realidad disuelta
derramada entre ramales
y ríos que evaporan nubes
desembocan en la nada.
Llueven ojeras con los relojes
y anteojeras de corbata
visten la modernidad.
Anden caminos desnudos,
¡ardan ritos y el metal!.
El alma de la calderilla
es almarrota,
roturada, rodada…
.
El Tío Vivo gira
mientras que danzan
los gorriones de plástico
en dulces despachos
donde secan las grutas
y queda el esqueleto roto,
el ataúd abierto
y la vida en las fuentes,
chorros de vivir,
¡chorros de poesía!.
*
(Para el VI Ágora, 29 – XI – 2013)
Necesito tu mirada
como la flor el aire
como el viento la ola
respirar el brillo
de tus ojos que chocan
acariciar la piel
que asoma
al aire su rosada
espuma de cascada.
Necesito que salga el sol
y que cubra el valle
por donde el río pasa
como las dos orillas
tus ojos mis ojos
danzan cuando
se esquivan y corren
para huir del laberinto
y chocan y vuelven
y escapan para sumergir
el tiempo en los sueños
gritar silencios
y aún te escribo
al pasear otra vez
uno al lado del otro
para que tú me digas
siempre adiós,
y gracias y yo a ti.
Necesito no decirte nada
cuando acusas a alguien
de no cumplir aquello
que no prometió nunca
y necesito el aire
para hablar
sin decir nada,
sentir tu mano como
la hoja de otoño
y esperar otra vez
a las fuentes y volver
a no decir nada
y seguir caminando
uno al lado del otro
entre mirada y mirada
se desangran las palabras.
*
*
(Leído en el VII Ágora, (29 – XI – 2013)
.
Quiero ser un payaso,
¡un payaso de cristal
que se rompa
con el viento!.
De algodón como Platero
para trotar entre las olas
¡y poder atravesar
en un barco de papel
las risas y los sueños
forman nubes de algodón!.
Quiero ser un payaso
para mirar las miradas
que pintan el arco iris
¡y bailar, dar volteretas
y saltos entre quienes
visten de corbata!
y aplaudir con los pies
en los festines de charol,
hacer pedorretas con banderas,
de la risa la piel,
maquillar con acuarelas
el paisaje de los gestos.
¡Quiero ser un payaso!
Llegar al mar
y al acantilado
y coger el choque
de las olas
con las manos
para saborear la espuma
de lo que nunca se dice.
¡Quiero ser un payaso!
para recorrer las calles
pintadas de colores,
atravesar las murallas
levantadas con mil globos
para dejar que vuelen
y ser un payaso,
¡un payaso de cristal
que no se rinda
en las luchas
que nunca empiezan!
de quienes gritan
para no decir nada
y hacer cosquillas
a quienes no quieran
perder el tiempo.
¡Quiero ser un payaso!
que dé saltos por las aceras
tartamudee al hablar,
un payaso de cristal
que cuando se rompa
sus trozos sean versos
convertidos en espejos
y se rían los sabios
y estrategas de la nada
de quien tiene
la nariz roja y redonda
y los lean los payasos
que se vean reflejados
en los trozos de cristal,
quienes quieran ser payasos,
los que hagan muecas,
cuenten chistes a deshoras
y se burlen de los ricos
cuando jueguen la niñez
desentonen al cantar
haciendo el pino al revés,
¡que los lean los payasos
esos trozos de cristal
en los circos de papel!,
¡que los lean los payasos
cuando atraviesan los charcos
creyendo que son el mar!.
Que los lean los poetas,
los poetas de cristal.
*
*
(Para el VIII Ágora, 27 – XII – 2013)
.
Me rindo
sin saber por qué
ni ante nada.
Por el hecho
de haber atravesado
la derrota hasta
el final
Todo empezó,
la historia
de mi rendición,
una tarde en el desván
disfrazado de princesa.
Busqué mi príncipe azul
y no lo encontré.
Fui entonces yo
un príncipe azul,
¡tan de ese color!
que me miraron
las gentes
como si fuera
un extraño.
¡Un príncipe azul!
mezcla de cielo
y astronauta
que paseó
por las calles
de una ciudad
sin nombre.
Hasta
que las miradas
se convirtieron
en flechas
y fui,
otra vez,
una princesa
disfrazada
de princesa.
Me había vuelto
a disfrazar de ella
con la falda de tul
las prendas
con abalorios,
llena de perlas
y una tiara,
pero no vi
al príncipe azul
y entonces,
otra vez,
me disfracé de él
y de nuevo el mar
se llenó de olas.
Pero no me dejaron
seguir una y otra vez
porque dijeron
que yo soy
una princesa azul
y eso no puede ser.
Dijeron que estaba loco,
esas flechas
convertidas en miradas,
y con las manos atadas
me encerraron.
¿Entendéis por qué
me rindo?.
Allá quedaron
en una jaula de nubes
la princesa disfrazada
de princesa
junto al príncipe azul.
Y cuando salen a pasear
quienes miraron
siendo flechas
dicen
que no existimos
que son jaulas
sin barrotes,
alamedas de cristal.
Y no hay batalla
que librar.
Me rindo
bajo el cielo azul
porque soy
una princesa
aunque nadie lo vea
con mi vestido azul.
Nos queda la poesía,
la poesía de color
para sembrar cielos
y el azul de las princesas.
*
*
(IX Ágora de la poesía, 31 – ! – 2014)
POEMA EXPERIMENTAL
(Hay poemas a los que es necesario
quitar una palabra,
en su hueco caben muchas,
pero la no palabra es lo que sugiere.
La poesía está en el grito)
Los…
estallan los… contra el acantilado
se difuminan los…
en la noche y evaporan los…
cantan entre los hilos
que manejan las olas
llevándolas a la orilla
donde reposan los…
Allá canta la cueva
entre la hojarasca y ramajes,
los hilos se balancean
al acercarse los…
y se convierten
en los más profundo
los… son los…,
encienden el amanecer
donde brota el arroyo
entre las dos orillas
hasta llegar al mar
y convertir los…
en olas
son los…
cantan el grito
y los… chillan
para hacer un grieta
de aire en el aire
donde los…
se guardan.
*
*
(X Ágora de la poesía, 28 – II – 2014)
La flor en la cumbre
se deshace en chorros
de lava y miel
sobre el hielo patina
del piano las teclas
el sonido gotea
¡canta el aire!
¡la flauta suena
y los tambores
llaman a la selva!
baten las alas
en las ramas
tiritan los estambres
vestidos de rayos de luz
a oscuras
suenan campanas
y burbujas de nubes
flotan y deslizan
en violín entrando las notas
de los acordes
y corcheas
en la granada abierta
que se hace jugo
cuando cantan los jilgueros
enjaulados en balcones
se hacen surcos
para la mermelada albina
emborracha el paladar
enfundado
de papel y trigo
la sombra de la higuera
con sus hojas mansas
queda la sombra
dormida en los sueños
se evapora el recuerdo
de lo que nunca fue.
(XI Ágora de la poesía, 28 de marzo de 2014)
El aleteo sin alas entre dos paredes
sin aire, sin versos salvajes en la frontera
de la maraña tensa cuando se abre el telón
y quedaron postradas las palabras
ya sin sentido en versos rotos
de cristales de acero y opacos
convertidos en piedras sin camino
y continúa dando vueltas el aleteo sin alas
sin otro germen que cáscaras vacías
colocadas para rimar
y besar olas fuera del mar.
Se podrán esculpir poemas
se podrán engalanar y condecorar,
podrán salir las horas del alba
y convertir la poesía en voz.
Da igual: sin sangre,
sin dolor y placer a la vez
no hay poesía, sino aleteo sin alas
sumergido el ritmo y la metáfora
en el jugo cobarde
de la petulante cobardía.
Han rodado los versos
de la nada a la nada
y nos queda la ruta
que rima con gruta
y toda una senda por hacer,
pero sólo recogemos
palabras domesticadas
e inventos de revoluciones fatuas
incapaces de arrancar el verso salvaje
y volar como Ícaro al sol
para ser luna y luz,
para llegar sin aire y sin verso
a la palabra, a la palabra.
Y ser, aunque no seamos nada.
*
*
(XII Ágora de la poesía, 25 – abril – 2014)
Dejadme coger la rosa
en las olas de palabras,
¡dejadme coger la rosa
de palabras nunca dichas!
para hacer un ramo
de horizontes dibujado.
Dejadme coger la rosa,
esa que explotó el globo
a un niño que lo dejó escapar
porque floreció en las nubes.
Dejadme coger la rosa,
aquella amarilla
que susurró
frases e historias
a García Márquez.
Dejad que coja la rosa
que esta hecha de palabras.
Sé que la palabra “rosa”
no huele a rosa,
lo sé, tampoco a mar.
Dejadme coger la rosa
con sus espinas y tallo,
la de pétalos que sangran
con su pistilo y corola,
la rosa que mira y habla
de quimeras de cristal.
Dejadme coger la rosa
que nadie la va a pisar
en su jardín invisible
donde sólo está la rosa,
un columpio y un violín.
Sé que esa rosa no existe,
que no hay mano que la coja.
Dejadme coger la rosa
que llenaré de sueños.
Dejad que la rosa despierte
y camine marinera
por entre todas las rosas.
*
*
(Para el XV Ágora de la poesía, 25 de julio de 2014)
Guardemos la poesía en el regazo
para mullir y mecer su ser en los brazos,
dejad que se apriete al pecho
y sentir mutuamente los latidos,
percibir el aroma de los versos
al esnifar metáforas imperfectas.
Las caricias recorren las palabras,
cada sílaba es
un trozo de piel
de la palma de la mano que acaricia.
Y la mejilla versos sonrosados
de mofletes pellizcados
del poema desdentado.
Dejemos que duerman los versos
mientras que dormitan
y cojámosles al despertar,
y saber que un día al andar,
se irán del poeta
que queda solo frente a la nada.
No podemos robar
el silencio de los versos
ni el llanto de un poema
ni las risas que riman.
No. No robemos sus silencios
ni con aplausos ni con sombras.
Dejemos que griten de dolor y pena,
que giman con sus exclamaciones,
pero hagamos carantoñas
para mimar a la poesía
y juguemos con ella
enseñándola a andar
para que se vaya lejos.
Y sabrá hablar
cuando diga lo que quiere.
No golpeéis con aplausos los ritmos,
crecen los poemas como los bebés
y cantaremos nanas para empezar de nuevo,
sin lanzar los poemas al teatro filibustero
de escenarios huecos y rincones cluecos.
No cortéis la flor ni taléis el árbol,
¡dejemos que la poesía crezca!
en nuestro regazo,
protegida de alabanzas y oropeles
fuera de pantallas luminosas,
sin caras de libro.
.
El lugar de los poemas es el regazo
y después nada
o ser nido del vuelo de las aves,
o la nada.
Cuando el lector lea el poema,
o lo escuchen quienes quieran
que lo hagan como se coge a un bebé.
Delicadamente.
Entonces la poesía nace a cada momento,
cuando ¡tantas veces la matamos!.
Coged la poesía
mimosamente
y llevadla a vuestro regazo.
Es la poesía.
*
*
(XVI Ágora de la poesía, 29 – VIII – 2014)
El alacrán y la alacrana
no tienen flores,
ni dentro ni a su alrededor.
La piedra es su coraza,
la piedra su caparazón.
.
El alacrán y la alacrana
dan su latido a la roca
su mirada es aguijón
y sus palabras veneno,
sólo siembran el dolor.
El alacrán y la alacrana
recogen los náufragos
del desierto entre espejismos,
la arena es su manto
y se esconden para esperar.
El alacrán y la alacrana
sonríen en su negrura
altiva de voz y gestos
no viven entre las flores
ni a la orilla del río.
El alacrán y la alacrana
se convierten en canto rodado
y necesitan que todo muera
que no nazca, que no fluya la poesía
para beber desiertos sin esperanzas.
Escurramos versos al aire,
respiremos el viento
y nacerán flores
dormirán el desierto,
el alacrán y la alacrana.
*
*
ACASO EL OCASO
(XVIII Ágora de poesía, 31 – X – 2014)
¿Qué es la poesía
que es
qué es poesía?
Poesía.
Acaso el canto
de notas que cantan.
Acaso el vuelo
que remonta sueños.
Son palabras
que se clavan
y se hacen maniquíes
que vestimos de verso.
Busca el poema su nido,
un hueco de cielo,
pero encuentra las pisadas
que cabalgan a galope.
Arañamos el papel escrito
y apagamos la voz
de quien pone precio
a su experiencia y saber.
Acaso la palabra sea
el alma del alma
y arrancamos su ser
sin dejar que camine.
Ciegos de metáfora
queremos ver las entrañas
para contemplar vacíos
y entonces gritar.
Acaso clavada el alma
en la palabra no existe
lo poético se exhibe.
Queda el encuentro.
Acaso sentimos palabras
encerramos el nombre
el secreto se hace verbo
el encuentro clandestino.
¿Podemos dar voz
a silencios rotos?
Queremos el arte
de esconder que somos.
No sabemos y sin parar decimos
y sin embargo pisamos las cunetas.
Cuando la poesía es que es poesía
qué es, poesía que es, ¿qué?.
O apagamos el incendio
del poeta muerto que apuñala
con la sonrisa oxidada
o la poesía nos devorará.
No tiene fauces
carece de rimas y leyendas
no sabemos del sentimiento
nos carcome y corroe.
Llamamos a la puerta,
desenvainan la espada.
La estocada ha fallado.
Queda el poema. Se va.
*
*
(XX Ágora de la poesía, 26 – XII – 2014)
Dejemos que escampe el tiempo
para ver el goteo de la vida
vertida en el tic-tac
de charcos de plástico
sobre los cuales se refleja una luz
tenue, amarillenta, con humo.
Crecen las risotadas vacías.
Dejemos que el tiempo caiga
como un alud
de noches blancas
y entierren aquello que no existe.
Dejemos que el tiempo
clave sus flechas en nuestra piel
y las fauces de la Historia envenenen
todo lo que ha sucedido.
Dejemos que el tiempo crezca
y sea flor y sea aire
como la aurora y el mar
y sea poesía y tú y yo.
Dejemos que el tiempo
se llene de vida
después de ser vivida
y creada y sembrar
y será tiempo,
pero no el que pasa
sino el que no existe,
aquel que inventamos
y llamamos “palabras”.
Dejemos que pase el tiempo
y, entonces, nuestros
puños y pisadas
labrarán caminos
y harán sendas
por donde pase
el tiempo que no pasa
y seremos eternos
como la gota de agua
en lo efímero del universo.
Dejemos que el tiempo
sea el nido donde nace el olvido.
*
*
(XXI Ágora de la poesía, 30 – I – 2015)
A Luis
Anochece el alba
que cae entre piedras
rotas y remolinos negros.
Gotas de auroras
sin nacer derriten
la arena sobre los años
que nunca vendrán.
Y se fue el pájaro
a su cielo oscuro
y dejará su nido
en la caricia del recuerdo
y veremos una tenue sonrisa
disfrazada de adiós.
*
*
(Después de varios sin leer, para el XXV Ágora de la poesía, 29 de mayo 2015)
(Cuando las palabras se rompen, la poesía las recoge)
Voy a contar
lo que no dice
el silbar del aire
entre las ramas
ni la oscuridad
cuando ilumina
el vacío y el oráculo
y deja ver el no ver
cuando cae la noche
y se estrella al suelo
y percibir la lejanía
en un caballo a galope
del jinete de las olas
de la mano de un puñal
que rasga la piel
de una manzana
para volver al Paraíso
aun cuando sigue
la espada flamígera
empeñada
en cortar cabezas
de quienes
piensan y sienten
más allá del más allá
del ancho mundo
y de la estrecha senda
donde llueven
hojas de parra
y nubes de algodón
como en las ferias
de los títeres
y se hizo la luz
y con ella la noche
y se hizo la vida
y con ella la muerte
y se hizo varón y hembra
y con ellos la nada
y el viento…
el viento call(y)ó.
*
*
(Para el XXX Ágora de la Poesía, 30 de octubre de 2015. Publicado en la III Antología del Ágora de la Poesía, 2016)
A los poetas del alba, poetas del Ágora
Si del tilo sus hojas volaran
si del mirlo su canto es la voz
y al alba cantara una rosa
veríamos que en toda palabra
hay un gesto y su mirada.
Si del Ágora volaran los versos
si dejásemos sus voces sembrar
veríamos que el tilo y el mirlo
son metáforas del viento
que al alba llevara la flor
es entonces que quedan paisajes
de hermosura y amor
y las plazas serán aire
con todo su resplandor.
Llevaremos a Alberti y a Proust
a Salinas y a Rimbaud
a Virginia y Storni
a Bécquer y Baudelaire
a lugares escondidos
asomados los poetas
a sus rimas encontrar
de sueños y pisadas ausentes
para simplemente seguir
y caminar en los jardines
de versos y ríos,
de luz, candor y poesía
que son corrientes y barco a la vez.
Es una cueva más, es un rincón
un escondite de lugares sin fronteras
ni pateras ni cruceros,
sin puertas ni suelo,
es aire en el que nadamos
cuando las olas vuelan
y el horizonte es el verso
como las hojas del tilo
cuando los poemas cantan
y susurran al oído
como lo hacen los mirlos
es el Ágora de la poesía
¡sois los poetas del alba!
La flor salvaje
(A Yolanda)
(Para el 25 de marzo, XXXV Ágora de la poesía)
La corona blanca
cuyos pétalos desnudan al aire
se hace orilla
y a la vez horizonte
convertida en cascada
cayendo las caricias
y los besos en flor
para agitar la corriente
de amazonas y bárbaras
esculturas cinceladas
en cuyo oleaje
forman llamaradas
de juegos pirotécnicos,
gritos de un volcán
con salsa de aguacate
al bailar la piel vestida
cuando asoman los vientos
al entrar por la ventana
los pechos de la mañana
por ser la noche
bandera de brillo y sol
que ondea en un mar de estrellas.
Los barcos de papel forman escuadrones
para escribir con lámparas encendidas
cubiertas de cintas de colores
mientras que los peces nadan,
beben ondas expansivas
y gotea el alba
y llueve, llueve
la miel como una lava de noche
escrita en las olas
a la luz de una fuente
el latido de las alas
en el aire, en el aire,
en el barro, en la blancura
esculpida de ausencia
y oquedad, llueve.
Las goteras del amanecer
dejan caer los labios,
las manos, el alma
en un bosque encendido
lleno de aromas
y el eco de la tarde.
Es el aliento del viento,
es…
como peces de colores
en un banco de luz
del que manan borbotones
de espuma y sal
es la flor en la gruta,
la cueva donde gatos maúllan,
el nido de cigüeñas que crotoran.
Es: La flor, la flor salvaje.
*
(Escribir poesía es una forma de hacer el amor de una manera escondida / poética. La poesía es poesía solamente cuando es flor.)
(Leída en Trobajo del Cerecedo, acto cultural, , 5 – VII – 2019)
En el bosque la flor,
la flor,
acompañada de sombras
la flor
con sus pétalos enredados
la flor
es «la flor de la montaña»
los rododendros
la flor
aquella que espera
a los rayos de sol
la que adormecida despierta
y tirita
la flor
la que gusta de sueños
que son una flor.
El bosque la cubre
y a la vez protege
a la flor que jugosa canta.
Es la flor de jardín y versos
es la flor
cuyos estambres acarician la noche
la flor
y palpan la oscuridad
con su rocío de luna.
La flor que está en el bosque
sin esperar
es flor y es la flor.
Su aroma es ausencia
y a la vez parece almidón,
se acerca y aleja
igual que las olas en flor
es un mar de flores
y la flor en el mar
sus pétalos hacen ríos
y cantan el tarán tantán.
Es la flor de los versos en flor
la flor del jardín
cuya corola se abre
sin que nadie lo sepa
al llegar el sol
y los versos se hacen besos
y en el bosque aletean las ramas
que acarician el aire
con su viento florido
para ser el latido de un manantial.
Es la flor,
solamente una flor,
una flor todas las flores
cuando eres la flor:
La flor.
*
Deja que mis palabras,
por favor,
sean tus flores,
que los pétalos del sol
acaricien tus ojos
y sea la brisa del bosque
la que vista tus huellas.
Deja, por favor, que al menos
pueda mirarte
en el espejo de la lontananza.
Un puente de platino
nos une y separa
sin poder cruzar nunca
de una orilla a la otra
para que el río siga su cauce
con sus surcos de oleaje.
Deja, por favor,
que cuando quede a tu espalda
me acerque en silencio:
yo me daré la vuelta,
entonces, muy cerca de ti
para que cada cual
sigamos nuestro camino
y decirte en la distancia
lo que susurro en tu presencia.
Deja que mis versos
florezcan algún día en tu alma.
*
.
RESPUESTA
Son los ríos que desembocan en el amar
mientras que cantan sus ondinas
con sus cantos en flor,
son los reflejos del sol al agua
los besos que naufragan
al buscar la isla desierta
agarrada al horizonte.
Son los sueños en las ramas
aquellos que perduran
vestida de luna la noche
acariciada tu espalda
con las olas de fuego
asomadas al verso,
siempre tan en silencio
cuando los poemas hablan
y caen las palabras al suelo.
Al recogerlas son espejos
invisibles que reflejan lo invisible
son mis huellas tu mirada
es el eco de tu voz
al respirar ausencias
el aroma de esperar
y que solamente un relámpago
ilumine la ilusión,
descalzo quiero abrazar la tierra
convertido en el viento a ti
para no hacer ruido de tu encanto
que me enterraré en el monte
de los pétalos blancos
vestidos de flor
para asistir al funeral del amor,
y que renazca en la tierra
¡es la tierra desnudada!
a la que mendigo su promesa
de ser alfombra de sus ramas de amapola.
Caen las hojas del otoño
que se encienden en la tierra,
en la tierra, en la tierra,
que se esconden en los versos,
en los versos en los versos
esperando lluevan las palabras
las palabras.
Digo sí a tu sonrisa,
a la tierra desnudada.
*
(Durante la cuarentena 2020)
He perdido la esperanza
en el camino a la ermita
con su camino verde
la corola roja
esperando a la puerta.
En el altar un retazo de sueños,
en el olvido los versos
que fueron escritos
sobre la campana del frontispicio.
Ni siquiera un halo de sueño,
tan sólo ni un adiós
cubierto con su velo blanco,
sin mancha,
ni siquiera roja y tampoco azul,
porque el amor carece de heridas,
muere sin desangrarse,
sin la bendición de nadie
sobre las frías paredes.
Entra un rayo de luz
sin que nada quede,
ni siquiera volver
por el camino verde.
.
AUDACES POETAS
Cantan las palabras
cuando nace y duerme el sol
a la luz de la luna
y a la de la sana locura.
A la orilla del mundo
claman los poetas
que lanzan su canto
a la búsqueda del viento
más allá de lo invisible.
Aquellos que hacen las sombras,
quienes ocultan los sentimientos
y atacan al otro en nombre del ego
ven manar el encuentro
de quienes versan su ser,
¡claman!, ¡gritan!, ¡parodian!
y elevan el alma al alma,
porque
audaces quienes en la palabra chillan
porque ellas y ellos nos dan la voz.
Audaces quienes hacen poesía
porque ellas y ellos siembran sentimientos.
Audaces quienes vuelan al amor
porque siempre curan el desaliento.
Audaces quienes hacen el amor con la palabra
porque ellas y ellos alcanzarán la piel de la vida.
Audaces quienes no se dejan pisar
porque nos quitan el dolor del silencio.
Audaces quienes besan al horizonte
porque impulsan navegar hasta la orilla.
Audaces quien disipan las tinieblas
porque sus metáforas se convierten en luz.
Audaces quienes soplan al desamor
porque ellas y ellos besarán el alma.
Y siempre AUDACIA.
Audacia para combatir falacias,
para que nadie aplaste las voces
ni nos quite el orgullo interior.
Frente a quienes son de plástico
y sus frases son fronteras,
contra quienes apartan al pueblo
y hacen estatuas de cartón.
AUDACIA, sí.
Para parir gente de piel en la escritura,
para la rebelión sin falsos dioses
de quienes se unen a la poesía,
para no esculpir la soledad
ni amañar versos niquelados.
Audacia ante el amor
y para gritar ¡amor!
entre risas y sonrisas.
Audacia para cambiar el mundo
con un manto de solidaridad
y ¡poesía!, poesía para la audacia.
Amantes de la palabra:
¡audacia!, ¡audacia!
*
Todos los huracanes del mundo
caben en el último suspiro.
Respirar el infinito
es volar a la nada
y no volver
llenando el vacío de recuerdos,
de recovecos de la existencia.
La blancura de una piel de mármol
cubre los latidos que se paran,
el adiós para siempre.
Una bandera de hielo
congela el aire.
La pena sigue cabalgando
en caminos de humo,
de incienso e hisopo.
El cielo se asoma
al hueco que deja la tierra.
Las paladas retumban
sobre la madera.
Tarantantán
tarantantán.
Las flores no mueren
ni marchitan.
Quedan abiertas
en la hoguera de las bendiciones.
El duelo es dolor
envuelto en celofán
cuando las nubes
de cebras huyen
en selvas invisibles.
Se baja el telón,
la comedia ha terminado,
el drama y la tragedia
llegan al fin.
La cocina queda apagada,
el salón sin ventilar.
La cama desnuda,
el crucifijo dormido.
El silencio ocupa
las habitaciones.
Los cuadros se apagan.
Las puertas abiertas y cerradas
no se mueven.
Al salir queda el llanto.
Hasta siempre mamá.
.
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