Los besos de cristal
se han hecho versos
y un alado amanecer
suena a yaraví.
Se viste de sol
mientras que las olas,
de tacto y aire,
laten olor de almizcle
lejos de cábalas y almimbares,
sin estrellas que roben
destinos terrenales,
ni libros de mitocondrias y genes.
Solos, ante el espejismo de la ida
pulula el instinto,
pero sucumbe.
Suena el despertador.
Se acabó el juego.
Se esfumó la pasión oriunda.
la prensa lo dice todo
y zurumbático, contemplo
cómo los segundos gotean
arambeles de existencia.
.
.
Lodo de azufres y azucenas,
metales de violetas y jazmín
fluyen en el marasmo cerebral.
Las burbujas de recuerdo y pesadilla,
de bocanadas de aire fresco
y guirnaldas olvidadas brotan en la nieve.
.
Nacen signos,
rayajos e imposturas.
Quiero vivir
y encuentro un destino.
Quedan los monstruos
cuando se baja el telón.
Teatro y comedia,
vida y pasión.
Los versos deambulan
con fantasmas en la oscuridad
y las rimas cantan como las sirenas.
Las banderas bucean en los ideales,
y mil mares de sangre
ondean sobre utopías y horizontes.
De colores se pinta el aire
y de canciones la Historia.
El luto queda para el recuerdo
y la esperanza es impotente.
Es un partido de fútbol lo que importa
y no la vida o la muerte
del enemigo ni del prójimo.
La paz está minada de silencios.
Cómplices y libertinos se divierten
en festines ajenos.
Brotarán tallos de flores rojas
y los capullos se derramarán
entre corazones rotos.
Se fueron las amapolas,
pero vuelven,
sin otro Nirvana que el amor.
.
.
Salen entre carcajadas,
van saliendo las miradas.
Como pedazos de guitarra y sueño,
salen de una vieja canción.
Danzas de ideales,
conexiones a la orilla del mar,
diagramas y serpentinas,
tómbolas que pierden el tiempo.
Todo queda en el camino
dormido y escondido.
Los amigos se hacen espectros
y se clavan los contratos y las reuniones.
Los amaneceres, de canto y poesía,
quedaron en el fondo marino
y los senderos llevan al asfalto.
.
Soñamos con mármoles y violines
al alcance de la mano,
pero vemos que todo cuesta dinero.
Menos los sueños,
que tienen el precio de la tristeza.
balbuceos y nostalgia.
Notas que surcan la piel.
Ya no podemos andar desnudos en la arena
porque las apariencias lo cubren todo
y las risas son nuestra riqueza.
Soñar es el descanso
de inversiones y apuestas.
¡Creímos en tantas cosas!
¡en tantas!
que pesa la sangre
gastada y envenenada.
Estamos perdidos entre incrédulos,
pero hay que seguir,
sin saber adónde.
.
.
Se oyen los cantos del alba.
En la noche la lluvia funde el tiempo
en ríos de recuerdo.
Caen gotas, caen.
Y se llevan al viento.
Y abren al alma los cántaros
llenos de manos rotas.
El alfarero da formas al barro
y el vagabundo a la noche.
Quedan las madrugadas
abrezadas y dormidas,
quedan acurrucadas
y vuelan a la nocturnidad perdida.
Los búhos y las abubillas,
cigüeñas y golondrinas,
la paloma y el gorrión.
Los sueños vuelan
y las gotas caen transparentes.
Calan el alma
y los atardeceres lloran,
mojadura de espanto y resquemor,
espada y espuma
¡llaves que abren las puertas del alma!.
.
.
Los cátaros siguen puros,
como la muerte.
En los templos se fabrican
mentes de fanus.
Ha pasado un tiempo,
que Averno cubre de polvo.
La escoria es un monte
de diadema cornuda.
La vida vale un disparo.
Ya no late el colibrí en la tarde.
Las heridas vomitan
ceremonias y ritos.
.
.
El susurro del aire me ha dicho
que las poses cuelgan de los balcones
y los recuerdos se esconden en la ventana.
Se dice que dicen
que hay amapolas que vuelan
y amapolas blancas
con besos de carmín.
Los pétalos amamantan las tintas
y arrancan el aroma del campo.
La música y el baile
impulsan la danza de los insectos.
La luz se agarra al viento,
para ensayar quimeras
que cuelgan de los ángulos,
hacen pendular los pedestales
de la luna al sol
y del sol a la luna.
.
.
He visto gorriones blancos
que vuelan formando nubes
y las ramas parecen nevadas.
Sus cantos suenan a flauta
y las flores del magnolio
son sus nidos al pasar.
¡He visto gorriones blancos!
y en los libros no aparecen
ni los sabios lo saben
¡pero hay gorriones blancos
que vuelan entre los versos!.
.
.
Ya no parten los piratas
a alta mar.
Se quedan en las quimeras
y los marineros hacen nudos de papel.
Ya no hay agua en las marismas
y los ríos se quedan sin peces,
los poetas sin Parnaso
y los magos sin su Arcadia.
Los suspiros vuelan
cuando se convierten en ángeles:
huyeron de Tebaida.
Se van lejos.
Aún perdura la imagen de luz
rodeada por un bello rostro,
el cual soñé en la juventud.
.
.
Quiero que las palabras rueden
y los duendes callen
y que los cantos rodados caigan
y que fluyan hilos de algodón.
¡Que bailen las flores
y las mariposas griten!
¡Que floten los ruiseñores!
Vuelen luces de colores
entre aromas de clavel.
Quiero que las ranas de papel
salten los charcos
y los búhos prolonguen las noches.
No se ve nada,
sólo un brillo:
es Dios o no es nada,
una bombilla.
Es un espejo,
refleja la ventana encendida
de una casa que nadie habita.
.
.
Sentado en la orilla del río
vuelan las golondrinas
y las nubes pasan.
He recogido los cantos del tiempo
que van rodando
y, entre tanto, las esferas pitagóricas
buscan lo insondable.
He querido apresar la vida
y entre los dedos se fue.
Pretendí agarrar el destino,
pero se marchó,
volando,
como almas que aspiran al más allá.
He mirado resplandores de agua
y una sonrisa cayó a la ondina.
Los barcos de papel
siguen fieles a la Primavera.
Pararse supone besar el tiempo,
mirar es sentir
como jindamas que cabalgan.
Lo demás pasa,
se va.
Quedan los versos
olvidados en el tiempo.
.
.
Mayo se derrama sin fuerza.
Las pasiones se hacen pétalos
y llueven vientos de Abril.
Ya no caen las nubes
y el sol se ha roto.
No hay niños en la plaza
ni miradas en las ventanas,
ni amores escondidos
ni saliva en la garganta.
Nadie vacía los charcos
y los televisores cabalgan,
galopan entre neuronas
pisando los corazones
que son de plástico y se lavan.
Ya no vemos las farolas rotas,
quedan los gatos
con sus maullidos blancos,
fieles a sus tejados.
Y cigüeñas y palomas
que vuelan y velan,
que vuelven y van.
Los dardabasís rompen catedrales
y las leyendas se esfuman.
¡Que siga dando vueltas el minutero!
ya no se para el reloj.
No hace falta darle cuerda
y la soga del tiempo
se convierte en nuestra corbata.
Pajaritas negras y picos rojos
se zambullen en el tintero
y cada día hay noticias
¡y más noticias!
¿Es que ya no hay chapuzas
ni faltas de ortografía?
Los corruptos han perdido la gracia,
los pícaros se hacen formales,
los piratas naufragan.
¡Qué horror tanta falta de llanto!
y tanta queja de barrigas llenas
y cabezas rapadas
y cruces gamadas
y jinetes del alba.
Que nadie hable,
que nada se diga
ni se murmuren pecados
con silencios cómplices.
Se oye en la escalera la pisada
de un amante que huye
y mañana será otro día,
y otro día,
si Dios quiere
como dice mi tía María.
.
.
Se paran las vibraciones de energía
y la materia se vuelve loca.
Penden átomos de bombas
mientras que los neutrones
recorren los caminos del Poder.
Ya no queda mundo,
ni rincones vacíos.
Las hormigas dan vueltas sin parar
ciegas de paraísos.
El alma sangra tinta
porque los versos cicatrizan la vida.
No hay noticias,
sólo aromas y rimas,
bailes y cantos,
noches y sollozos
de placer alquilado.
Cuando fluye la vida
en los versos del tiempo
hay que dejar de pensar
para que cuadren las cuentas
y las palabras no esculpan gemidos
¡ni ditirambos!
porque ya no hay cultura ni entorno,
sólo ventas y ofertas de chirimiri,
porque el mercado se traga las entrañas
y vomita pecados para la lujuria del arte.
.
.
Han robado las sombras
y los sueños no tienen luz.
Ujean las gargantas
para llamar por teléfono a Peter Pan.
Todos sabemos gullofear
pero los muertos no lloran
ni los laureles viven eternamente
¡por eso en los cementerios no hay fuentes!
ni en las ciudades atardeceres.
No hay verdades ni mentiras
sólo sinceridades
entre pieles que yacen
y envoltorios enlacados.
Sólo invertebrados que bailan.
¡En los cementerios no hay fuentes
ni coplas que se aplaudan!
Hay muertos que viven en el recuerdo,
enfermedades dormidas
y memorias que han muerto para siempre.
En el cementerio no hay fuentes
ni sepulturas de colores
porque Dios es transparente.
No hay fuentes ni ritos,
pero sí bendiciones de cera
y velas que se apagan.
¡En el cementerio no hay fuentes!.
.
.
Entre calidoscópicos árboles
y flores de laberinto
la pradera se cubre de espinas.
Los ríos, sin agua,
se llenan de cántaros que cogen aire.
Hay humo en los montes
para fumar pólizas y sellos.
En las riberas los niños beben
y los adultos pescan
transparencias que se mueven.
Las ramas se mecen con el viento
porque la luz cenital
empuja desde las cristaleras
mientras que los torreones
se cubren de musgo.
Salmenados los laureles
flota el aroma de nenúfares
y la sobreflor se gesta en las candelas,
en las flores de almendro
y en los nidos de sueños
viajan, esmaltadas, sonrisas frescas
que buscan a Fausto, Goya
y Alicia en el país de las maravillas.
Los cuadros pintan palabras
que orlan la sarama
de museos engalanados
para hacer del arte
un protervo negocio.
Se tala el Negrillón
en la liturgia del progreso.
Estallan las orgías oriundas,
pero todo es deleble,
como las nubes blancas.
Hay que esperar a la metamorfosis,
que verso se haga alma
y los besos cielos
y las ausencias lejuras,
para vagar
entre carcajales y apriscos,
para dudar y creer,
para amar y amar
¡hasta la hartura!.
.
.
Caen las luciérnagas del campo
por la cuesta del ayer.
Iluminan los pasos olvidados
de romances en do.
Los latidos redoblan
para resbalar
en acordes de lo cotidiano.
Hay goteras en la pasión,
hay alfombras de naylon
y silencio
¡demasiado silencio!
La jauría del cemento pisotea los caminos,
arrasan las sebes y setos.
Quedan libros colgados en los estantes,
lágrimas resinosas hielan el lago
donde los patos sonríen
con su pico fatuo.
Se hacen eco de las faramallas,
de los adoquines que cantan
cuando pasan los carros de la libertad.
.
.
Patinan los atardeceres
que cabalgaron en la cuerda floja.
Los riesgos pasaron
para dar paso a los batallones
que cruzan sus lanzas:
abren el grifo del Apocalipsis.
Los libros sagrados sangran,
mientras que las almas mueren
envenenadas de eternidades
y verdades de holograma.
Las premisas y lo apodíctico
razonan el angelus
del ritual logicus.
El Arcano se abre
en boca de teósofos
y sofistas sofisticados
construyen una nueva era de Babel.
Han llamado a la puerta
los niños que piden pan
y los africanos moribundos
y los gitanillos descalzos
y un hombre que ha perdido el autobús
y con ello su empleo.
Se ha leído el Alcorán
en las sinagogas
y la cruz pende en las mezquitas.
Las catedrales se llenan de turistas
y los curas hablan solos.
Al principio fue la palabra
y lo siguiente su interrogación,
después la esperanza sin respuesta,
la nada escrita
triturada en términos de exégesis.
Viven Adán y Eva, desnudos,
con la piel al aire,
con los pies descalzos
en el correr de las aguas limpias.
Una hoguera, de verdades y mentiras,
arde en los latidos del aire,
en la Historia, entre líneas de papel.
.
.
Llaman a la puerta
los fantasmas de la Ópera.
Los hilos tejen el espacio
para vestir al infinito.
Los astros abotonan los cielos
para cerrar las puertas a la caterva
sin que nadie ignore lo que sabe.
Se han embriagado los números
y los fonemas.
Las definiciones se han desparramado
y la copa de los versos se ha caído
para brindar con fuego.
Se manchó el mantel rebujado de sinapsis
mientras que se enciende la pluma
entre renglones y amores.
He escrito en las olas y en la espuma,
en los carros estropeados,
en las almas en pena
y llené cuartillas con garabatos,
pero sólo queda la caedura,
el recuerdo simple
y una lectura amiga.
Ya no queda sino el almirez,
en él se muelen olvidos eternos.
.
.
Bailes de tornasol
iluminan la mesa
con un libro abierto.
En las hojas no hay letras,
no hay dibujos
sino gotas de semen.
La lava del corazón
derramó pasiones
y el amor aprende a leer.
El ritmo de la luna
y el canto de las estrellas
dan a la noche verbena.
Una cachí en el portal se despide,
sube las escaleras y llora
mientras que una sombra la engulle.
Las profecías agrietan la verdad
y no hay zulaque que impida las cicatrices
en los muros de las sintaxis.
No hay hecatombes ni la buena nueva,
no hay salvación ni aliento.
Hay poesía,
poesía de hayucales y mirlos
para jugar al amor,
para escuchar el latido del alma,
para bailar con el sol
y beber la luz del horizonte
cuando una pareja baile
y llore de emoción.
Porque un beso casto
se transformó en mariposa
y las lágrimas en arroyos
y, asidas sus manos,
la pareja de cristal
flota en las olas de la vida.
.
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Lloverán lágrimas transparentes
de estrellas que lloran.
Habrá hilos de plata
y charcos de luz.
Mil infinitos dibujarán el espacio
y el azul del cielo
abrirá sonrisas tenues
para los ojos que miran.
Cabalgarán palabras, y trotarán
¡en las praderas del alba!.
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