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Poema para el certamen de poesía social que organiza la CGT de León. Leído en la Plaza del Grano el 29 de septiembre de 2014
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Torres más altas cayeron
y caerán los suelos de la podredumbre.
Llueven del cielo sus cascotes
que golpean a los hormigueros.
Lo mismo que cuando levantamos las torres
sobre la espalda de las hormigas
incrustadas de dolor las manos hormigadas,
pero afilamos las antenas
y nos damos cuenta
de saber dónde están
quienes habitan las torres,
aquellas que caen y vuelven a subir
porque la vida cotiza
y nos hacen hormigas sus inversiones,
la cotización y sus dividendos
que apuestan para trabajar
en levantar sus torres
y los cielos que nos pisan
y pisotean nuestro ser y nos tiran
como cascotes al infierno
y caen otra vez las torres
que levantamos después
una y otra vez
al creer de cobijos
con derechos indomables.
Hasta el día en que una hormiga
grita “¡libertad!”
y las demás bailan
y serán otra torre que cae
para volver a levantarse de nuevo
cada peldaño, cada ladrillo,
cada humo de paz y guerra,
cada bala escondida,
cada decreto y sentencia
cada Papa con su espada,
cada gobierno y su ley
hasta que las torres dejen de serlo
y las hormigas ya no lo seamos
por sembrar un futuro libertario
de hormigas que ya no son
sino olas de espejos
que trasportan espejismos
que caen porque no existen
y cargan cajas vacías
que guardan en los hormigueros
y cantan y ríen y lloran
para sentir el suelo
y hacer torres muy pequeñas
repartidas entre todas
a su altura, la del suelo
que son las utopías
y los cascotes serán palabras al caer
y caerán las altas torres,
¡las más altas!
a pesar de los contratos
y los tanques en las calles
y en el suelo las esperamos
las hormigas sin miedo,
en el suelo
sin miedo,
con el corazón altivo,
alto, muy alto,
a una altura que no cae
porque estamos junto al suelo.
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