En la Facultad de Medicina hubo una Delegación de Actos Culturales, la DAC, en los años 1980, 1981 y 1982 que promovió debates, hizo una revista y participó en cambios que fueron desde pintar la Facultad entre todos los estudiantes a elegir delegados y no los que quisieran los profesores, con la condición de algunos de que sacaran más de ocho en las notas. Hubo un gran ambiente.
La revista «El Timo» dejó tesimonio de ello.




Fue la época de la lucha estudiantil contra la Ley de Autonomía Universitaria, la LAU. Se pedía la tripartita paritaria, que los órganos de gobierno tuviesen representación de los catedráticos, profesores y estudiantes, paritariamente. No se aprobó. Luego vino la Ley de Reforma Universitaria, LRU, que se aprobó. Hubo muy poca gente para luchar contra ella. Algunos quisimos un cambio más profundo.
Hicimos intentos de crear otras revistas para concienciar, criticar el estado de cosas… Pero todos los esfuerzos se diluyeron. Fue una etapa de la vida apasionante de la vida de algunos jóvenes. Aprendimos a participar en política, a leer textos de autores del Mayo del 68. Aprendimos a pensar de otra manera, pero caímos en trampas de gentes que nos quiso manejar, en baches que nos hicieron naufragar. Pero supimos de años atrás de protestas que plûtot la vie.

Luego vinieron otros intentos que quedaron en proyectos. Quedan las huellas de los esbozos. Se convocó con carteles a reuniones a las que fuimos los pocos que las impulsamos. Quisimos que fuesen revistas de pensamiento, de análisis de la realidad, de poesías y cuentos…



Hicimos los carteles a mano, leíamos de todo y los pocos que nos reunimos discutimos por todo. Realicé tres trabajos reflexionando sobre lo que hacíamos. Lo curioso es que al releerlo muchos años después muchas cosas siguen vigentes, los textos, juveniles, sí, pero son reflejo de una realidad que por no cambiarla nos acabamos adaptando a ella. Escribí: «Por una Internacional Juvenil«, «Grito político de un joven» y «A un estudiante«.

Y quisimos dar charlas, abrir el debate a la sociedad, comunicar nuestras ideas que aún estábamos fabricando en nuestro pensamiento.



Al menos que se sepa que hubo gente que quiso hacer algo. Que lucharon con todas sus fuerzas sin poder hacer nada. Hoy es un recuerdo, pero también una enseñanza, lo que se puede hacer por una ilusión. Y como dijo Mounier, cuando no hay esperanzas, queda testimoniar.
Todavía intentamos hacer una nueva revista literaria, «El Parnaso«. Quedó en papeles, poesías recibidas, cuentos, muchas reuniones.