Cuando fuimos mi compañera y yo a registrar a nuestro hijo creímos que era una broma cuando el juez se negó a ponerle el nombre de Rayo, alegando que sonaba mal, que sugiera una imagen tétrica. En el recurso dijimos que también sugiere bellas imágenes como un rayo de luna y aludimos a la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer. La ley no se había cambiado y tenían que ser nombres del santoral. Nos ofreció llamarlo Rayo María o José Rayo. Dijimos que no, que el nombre, Rayo, viene de la fusión de nuestros nombres RAmiro y YOlanda. Iniciamos un periplo judicial que finalmente hizo que cambiase la ley. Se hicieron muchos chistes al respecto y tribunas de prensa.
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Casi treinta años después, 7 – VIII – 2016 surgió un debate similar en la prensa. Fulgencio Fernández, recordó esta historia en La Nueva Crónica de León: «Ya nos pasó aquí al Norte cuando Pinto dio en llamar al rapaz Rayo, y le querían poner José Rayo, que no sé qué es peor».
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En octubre de 2018, en el semanal «Gente» de León, otra vez el tema de la mano de Maximino Cañón: «… la batalla que acabó dando la razón en los tribunales al niño llamado ‘Rayo’, que tuvo que resolverse con la intervención del Defensor del Pueblo (entonces Fernando Álvarez de Miranda) llegando hasta el Congreso de los Diputados para lograr el asentimiento definitivo con el cambio de normativa aplicable para su inscripción en el Registro Civil…».

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Treita años después se recuerda ante un contencioso sobre los derechos de la familia numerosa, de la mano de Ana Gaitero en el Diario de León: «Ocurría entre marzo y mayo de 1988. Treinta años después Rayo está a punto a de irse a vivir a un pueblo de León y los otros cuatro andan por el mundo trabajando y estudiando».
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Ileón: «Este hecho indiscutiblemente entraña una discriminación de difícil mantenimiento, no hay justificacion legal alguna que justifique esta diferencia de trato, sólo una interpretación interesada de la administración«.
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