Fue una auténtica fiesta reivindicativa que fue recogida en los medios de comunicación y seguida muy de cerca por los grandes partidos políticos que temieron una rebelión social y tuvieron que echar marcha atrás de muchos proyectos. El fantasma de Riaño planeó, sin duda, aquellos encuentros, al que asistió Humberto, el último alcalde que se opuso frontalmente a los derribos del pueblo. Se celebraron luego otros tres más. En Anchuras, en Llanos del Beal y en Alcalá de Henares.
Nunca mejor dicho aquello de que la unión hace la fuerza.
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