Uno de los objetivos que me planteo no es solamente demostrar la viabilidad teórica de la Renta Básica, sino su arraigo histórico. Pretendo analizar que se trata de una consecuencia de la evolución de la economía, que se ve abocada a tomar en consideración tal medida. Su defensa no puede reducirse a un panfleto antisistema, lo cual como desahogo personal o colectivo puede tener un sentido emocional, pero nada más.

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Tampoco es una proclama utópica, en el significado de algo quimérico. Mi conclusión es que se trata de una medida práctica, con una gran utilidad para transformar la sociedad. En este sentido sí reivindico su faceta utópica. Porque es capaz de proyectar modelos sociales que mejoren la convivencia humana sin ningún tipo de coacción sobre las conciencias ni las voluntades de las personas. Los ideales utópicos convertidos en banderas de colectivos sociales se han impuesto mediante criterios totalitarios, para imponer “la verdad utópica”.

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Soy consciente de que cualquier teorización es una aproximación a lo real, pero es lo que permite dinamizar y mover lo que existe. Podemos observar que por mucho que sepamos sobre cómo buscar trabajo, o teorías sobre creación de empleo, la realidad se soluciona, en muchas ocasiones, no mediante la aplicación de esquemas del saber económico o profesional, sino por la influencia de un conocido, un pariente que por su relación personal me permite acceder a un puesto laboral o a disponer de una inversión para sacar adelante un negocio. Lo que sí es importante en una teoría es tener en cuenta lo que se realiza en la vida cotidiana, en lugar de abstraerse de ésta. La teoría es práctica cuando se supedita a la realidad y parte de lo real. Ahora bien, deja de ser una idea, cuando se deja llevar por el sistema establecido, sea cual fuere. Se convierte, entonces en una excusa, un engaño o una coartada para ejercer el Poder desde la visión dominante del mundo. La teoría necesita realizarse, para lo cual ha de arraigarse a lo que existe a y a lo que es. La intención de analizar las teorías económicas que han habido a lo largo de la historia es comprobar que la Renta Básica es una más, y además es la que se adapta a las características actuales. No se pretende tener razón o elaborar un sistema dialéctico total. El objetivo es comprobar su corrección.

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A lo largo del estudio que he realizado he cambiado varias veces las bases teóricas sobre las que se mantuve la viabilidad de la Renta Básica y sobre las que, desde otras fuentes, se ha dado un sentido económico, político y social determinado:

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  1. La financiación habrá de depender del Banco Central, como forma de distribución base del dinero puesto en circulación. Sus fondos derivan de los beneficios empresariales y financieros y y también del caudal monetario. No debe depender de los impuestos, en los que la Renta Básica no deberá incidir. De otra manera se entraría en una competencia que podría hacer peligrar el gasto público. Además de mermarse muchos servicios públicos una modificación fiscal drástica llevaría a un callejón sin salida. La propuesta es por la consecuencia técnica del incremento de beneficios independiente de la fuerza de trabajo. Retomo una idea que ha quedado aparcada y sin continuidad, cuya elaboración corresponde al premio Nobel de economía en 1988, el economista francés Maurice Allais. Propone este autor reformar el libre mercado en un capitalismo comunitario, para lo cual establece la necesidad de que exista un banco comunitario cuya actividad sería recuperar la función social de regular el dinero, aprovechando para tal consecución absorber los excedentes, orientados al proceso distributivo y que así no afecte negativamente a la productividad.
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  2. La Renta Básica no se puede entender como una medida contra la globalización ni el neoliberalismo. Precisamente porque si es posible se debe al crecimiento del capital y su capacidad reproductiva, no sólo productiva. La mundialización del mercado es la realidad material en que se encuentra la economía de los países desarrollados y arrastra a los demás. No responde a un criterio económico, sino que la economía se ha adaptado a los avances tecnológicos en los sistemas productivos, en la comunicación que rompe las fronteras espaciales y de tiempo y a las estrategias cada vez más científicas de abordar la conducta de los consumidores. La Renta Básica depende de la capacidad tecnológica y por supuesto del desarrollo democrático. Supone una gestión más amplia, más práctica y más real de la libertad. Si no hay una base constitucional carece de sentido incluso el plantear siquiera algo parecido a la Renta Básica. De hecho en los países en vías de desarrollo la Renta Básica debe ser sustituida por el Salario Social transitorio y muy restrictivo para potenciar la inversión, como fórmula más avanzada, por razones que ya hemos expuesto. En los países que vayan a emerger en el progreso económico el trabajo debe ser el núcleo central aún de la relación salario-capital, hasta cumplir sus objetivos económicos de riqueza y bienestar material. Sin libertad el salario social es una forma de control sobre la población, de manera que la clase trabajadora queda supeditada a una élite económica y política, como sucede en China Popular. Entiendo la Renta Básica como un paso más avanzado dentro de la globalización que hará evolucionar el modelo neoliberal. No se trata de verlo como un destino infalible, sino más bien como un posibilidad razonable y realista, por la que hay que luchar. Entiendo que es necesaria para integrar la economía en un desarrollo sostenible. La Renta Básica es posible en una economía madura, tal como la describe Rostow en su obra “Las etapas del crecimiento económico”. Una economía madura es aquella que se desarrolla hasta ser capaz de utilizar plena y eficazmente la tecnología existente. Más aún, añadiría, que tal madurez se logrará con la RB, pues tal medida impide el freno del avance tecnológico por cuestiones sociopolíticas, que afecta sobre todo a la base tecnológica del trabajo.

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Lo que importa de una teoría, a la hora de poner en marcha, no es la razón que pueda tener. Al no tratarse de una pugna dialéctica, lo esencial es que sea útil para las instituciones democráticas y para el pueblo, para la sociedad.

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Ya hemos visto como la Renta Básica es una medida económica por un lado y por otro política. Son dos caras de una misma moneda. Forman una unidad pero una cara está separada de la otra. Por otra parte hemos observado que es una forma de activar el mercado y permitir que se regule por sí mismo, al tiempo que es una forma de proteccionismo, sin que intervenga en la función del mercado. Participa, pero no interviene. ¿Como se puede explicar tal paradoja? De la misma manera que se resuelve la coexistencia de una monarquía con un sistema parlamentario. Para resolverlo hay que trascender el significado literal de la palabra y comprender la función de cada opción. Y, sobre todo, atisbar qué utilidad tiene.

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Entendamos la Renta Básica como la superación de un sistema vigente. Supone la consecuencia lógica del desarrollo de la economía, como desarrollo económico del capitalismo como progreso científico-tecnológico. Estrictamente no es un mecanismo de liberalización ni de socialización, pero abarca ambas propuestas, es decir se trata de una medida, la Renta Básica, que es liberal y socialista, de manera que se convierte en la síntesis de ambas partes, no como una postura de centro, que se sitúa entre las dos, sino que las abarca a ambas llevando la economía a una nueva realidad.

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Al mismo tiempo se convierte en la síntesis del momento histórico que permite el despliegue de la globalización, de manera liberalizadora en el sentido político y progresista y el desarrollo y fomento de economías locales con actividades artesanales y de agricultura biológica. Posiblemente en ese movimiento dialéctico del devenir de la sociedad la Renta Básica deje de ser una medida necesaria, o al menos estrictamente necesaria, al llegar ambas economía a un equilibrio que permita abastecer a los ciudadanos de sus necesidades fundamentales con el trabajo y una nueva cultura del intercambio y del reparto de la riqueza no fundamentado en el dinero. Es precisamente necesaria la Renta Básica al conceptualizarse el dinero como centro de la economía y de nuestras vidas, lo que hace imprescindible y absolutamente necesaria una cantidad mínima para vivir. Lo que se pretende desde un punto de vista estructural y no ya como una medida coyuntural.