El economista liberal Arthur Okun estableció una ley económica que lleva su nombre, “ley de Okun”. A partir de un estudio sobre la economía estadounidense establece una relación inversa entre la tasa de paro y el porcentaje de uso de la capacidad de producción. La conclusión a la que llega es que hace falta una tasa de crecimiento del 3% del PNB para obtener un aumento del 1% de empleo. Establece sus teorías a mediados de los años setenta, cuando el keynesianismo deja de ser la referencia primordial de la política económica de los gobiernos democráticos y se promueve el desarrollo económico a través de la iniciativa privada como única fórmula para resolver los problemas del desempleo y la inflación. Como siempre ocurre con los esquemas liberales, no se definen ni plantean las consecuencias secundarias: a costa de qué se produce tal auge o qué tipo de empleo se genera. Pero hay algo que la misma dinámica de la economía establece, en la medida en que llega un momento en que deja de funcionar. Se produce un resultado inverso a partir del momento en que la sucesión de los fenómenos económicos llegan a un punto determinado. Así lo establece la indicada Ley de los rendimientos decrecientes, que se usa para analizar la relación del producto medio, el producto marginal y el total. Aunque se aplique para la producción durante un periodo corto sirve para ver la relación entre el capital y el trabajo. Es una referencia decisiva para comprobar que a largo plazo es similar, sólo que no se aplica en términos prácticos por el hecho de que si no funciona la relación positivamente, en el sentido de la ley indicada, se deja la producción a la que se refiere. Tal ley establece que puede suceder una sobreabundancia de capital y de trabajo que hace que el rendimiento productivo o laboral sea decreciente, para lo cual es conveniente encontrar el óptimo de racionalidad. Tal ley desarrollada por la escuela clásica deja claro que el volumen de producción tiene un límite, que lo marca el rendimiento, tanto del trabajo como del capital y es a lo que debe tender la economía.

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Al mismo tiempo Okun establece una interesante relación de sustitución en el año 1975, en que relaciona la distribución de la riqueza con la eficacia. Uso el gráfico que propone este economista, pero incluyo las variables en torno a la Renta Básica, para incluir esta medida en la referencia que él utiliza.

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La curva U y V representan funciones de bienestar. El caso de la curva U refiere a una preferencia más igualitaria que V. Incorporaría criterios ideológicos, de justicia social, etc., pero su repercusión económico alteraría la creación de riqueza, necesaria para mantener el gasto de reparto.

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A = punto de ineficacia. Representa cuando el criterio de equidad sucede sin resultados económicos. Podemos introducir un punto A´, que significa la medición de la eficacia del mercado negro, cuando un gobierno controla la economía. Sucede la venta ilegal de bienes, el estraperlo, el cambio de moneda fuera el mercado monetario. Aumenta la eficacia para quienes participan de ello, pero reduce en la práctica el reparto igualitario.

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El punto D es la opción de máxima eficacia, sin ninguna participación pública que reparta la riqueza, ni en sanidad ni en educación, por ende la equidad es nula. El punto E por contra es la igualdad absoluta, con una eficacia nula, lo que se ha venido a demostrar de manera práctica tras el desmoronamiento de los países del Este. Pero no porque la gente no trabajara, ni tampoco por la desmotivación, que en parte puede influir, pero no de manera tal alarmante, sino por la burocracia que anquilosa la función del mercado, aunque sucediera dentro de una estrategia de planificación. Tal fue el freno que supuso que no permitió la introducción de las nuevas tecnologías en el proceso productivo y el sistema soviético quedó desbancado. Según Lenin “los socialistas exigen el más riguroso control por parte de la sociedad y del Estado sobre la medida de trabajo y de consumo”1.

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Cuando el modelo chino incorporó un nuevo modelo parcial de mercado se abrió al mercado internacional, para exportar sus producciones e incorporar una economía mixta, que disminuye la equidad , pero aumenta la eficacia. El modelo cubano incorpora la privatización del sector turístico para incrementar la eficiencia económica, lo que aumenta la funcionalidad del punto A´. De manera que funciona la doble economía, la oficial y la queda fuera del control gubernamental o extraoficial.

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La curva ED indica la curva que relaciona equidad con eficacia, fuera de la cual se produce un desequilibrio que hace que el modelo que sigue tales pautas no funcione y se vea abocado a una crisis general, antes o después. El punto B refiere la situación de el mayor número de personas con bienestar. Es adonde John Williamson sitúa en 1990 lo que denominó el Consenso de Washington, que se va a desarrollar posteriormente como patrón sobre el que se diseña la economía mundial como cultura de la estabilidad. En aquel año se reunieron en la capital de EE.UU. los ministros de finanzas de los países capitalistas, los representantes del FMI y del BM para definir el conjunto del saber convencional con el fin de lograr establecer las bases del despegue económico en el contexto de la democracia. La meta es aumentar los beneficios de las inversiones, para lo cual se establece de manera oficial el modelo neoliberal con los siguientes puntos como fundamento de lograr los objetivos marcados: mercado libre, moneda sólida, liberalización del comercio, fijar los tipos de cambio y privatizar las empresas estatales. Lo cual se impone como modelo de la política económica de los gobiernos de los países desarrollados y que a su vez imponen a las naciones que están en vías de desarrollo. Ya veremos las consecuencias.

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Volviendo al gráfico, el punto B da un margen a la equidad, en el sentido en que el director del Departamento de Asuntos Monetarios y Cambiarios del FMI, Manuel Guitián2, explica: “Además de la eficiencia económica, la estabilidad requiere un grado razonable de equidad en el proceso económico, equidad que permita una distribución justa de los beneficios y costes de la evolución económica”. Para lo cual apunta que han de desarrollarse políticas sociales que aseguren la estabilidad. Mantiene que la política fiscal y la monetaria deben apoyarse mutuamente por tener objetivos comunes. De esta manera se puede introducir la Renta Básica como una medida monetaria y mantener el gasto público como política fiscal. Cuando Mario Eduardo Firmenich y A. Ricart estudian la curva SAL/h = f (RB) establecen que “el valor óptimo de la Renta Básica es su valor máximo sustentable y depende de la eficiencia del conjunto del sistema económico”3.

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La Renta Básica resulta un instrumento capaz de hacer posible las declaraciones de intenciones sobre la eliminación de la pobreza que se hacen desde la dirección del BM y el FMI.. Sin tal medida no ha sido posible y no lo puede ser, por más que los directivos del FMI insistan en declarar que tal institución estudia suavizar los impactos de los programas de ajuste sobre la pobreza. De otra manera sucede lo que Patricio Meller4 advierte sobre el peligro que conlleva que el Consenso de Whashington se convierta en una ideología. Este economista se pregunta “¿qué sentido tiene la democracia si quienes llegan al Poder ya no tienen nada que decir?”. Apunta a algo fundamental para nuestro estudio: la convergencia que se aplica en la eficiencia también ha de servir para la pobreza. Pero una de las características de la eficiencia es disminuir los costes, lo que significa sustituir una parte de pobreza por otro tipo de miseria que se extiende cada vez más con precariedad en el empleo: menos salario, menos seguridad laboral, menos contratos fijos, menos coste para el despido.

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Hay que entender que resolver la pobreza no es una mera cuestión ideológica, ni de igualdad o equidad, sino económica y de cuyo resultado va a depender la supervivencia de un determinado tipo de sociedad, que necesita la integración de los distintos sectores, so pena de estallidos de violencia que acaban mermando los derechos democráticos de los ciudadanos, tanto por el temor a los que la ejecutan, como por las medidas gubernamentales para combatirla. La discusión deja de ser sobre modelos utópicos y sistemas generales, tal como indica Miguel A. Fernández5 :“el final de las ideologías es el principio de las discusiones útiles”. La discusión sobre la Renta Básica se debe establecer en criterios de utilidad desde el punto de vista económico, sin incluir criterios morales o ideológicos, sobre lo que se podrá debatir hasta el infinito, ya que supone una interpretación subjetiva, más llevada por prejuicios que por elementos objetivos.

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Volviendo al gráfico sobre la relación de sustitución de Arthur Okun, el punto B´ es un mercado fuera de la función de la economía oficial que también sucede cuando el mercado controla la economía, como es la contratación ilegal de inmigrantes “sin papeles”, que no tienen legalizada su situación, negocios fantasmas que se montan para blanquear dinero, venta de inmuebles y otros bienes con dinero negro. En definitiva todo aquello que funciona fuera del control de Hacienda. Lo que incluye el mercado de las redes del narcotráfico y la prostitución. Aumenta la eficiencia, en cuanto riqueza, pero fuera del mercado, aunque acabe relacionándose con ella, pero disminuye la equidad y la eficiencia del mercado, llegando incluso a hacer peligrar la estabilidad económica. Justo lo contrario del efecto que puede producir la incorporación de la Renta Básica a la economía de los países desarrollados. La Renta Básica mantiene la eficacia y aumenta la equidad, pudiéndose incrementar la primera variable, en función de la aplicación de los adelantos tecnológicos que surgen. La estabilidad se afianza de manera estable, y valga la redundancia.

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El punto SS lo refiero al Salario Social. Es donde convergen las dos curvas de bienestar, U y V, admitiendo la preferencia de mayor equidad, pero fuera de la referencia de la eficiencia óptima, lo que aumenta el primer valor, pero disminuye el segundo, lo cual pone en peligro su futuro. El punto RB, es el que corresponde a la Renta Básica. Distribuye una parte de la riqueza para mantener intacta la eficiencia. Por otra parte la línea sobre la que se marca pasa por el punto B, que indica la estabilidad, el consenso de Washington. Lo cual es importante tener en cuenta, debido a que marca cómo su cuantía debe ser una cantidad mínima, fijado en el umbral de la pobreza, pues si se incrementase afectaría negativamente a la eficiencia y sería una especie de salario ocioso universal sin medios de que continuara a corto plazo. RB fija el punto de equidad máxima económicamente viable, pero no la equidad absoluta. Fijamos una base de equidad, que elimina la pobreza, a partir de la cual se permita el funcionamiento del mercado con toda su eficacia. Lo que desarrollaremos al analizar la obra de Amartya Sen, “Nuevo examen de la desigualdad”, en donde se pregunta “igualdad ¿de qué?” para responder a un grado de igualdad que no se separe de la eficiencia. Da, este autor, prioridad a un contexto multicultural como factor que permite extender el progreso económico.

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El tramo del gráfico entre los puntos B-RB es el espacio tecnológico. La eficiencia que permite el avance técnico, que se produce fuera del mercado laboral y como un añadido a la economía basada en el capital y el trabajo, ya que el aumento es exponencialmente mucho más elevado de lo que corresponde a ambos elementos. El mercado laboral que absorbe la producción de la técnica y su diseño es muy inferior al que sustituye, ya que no suple puestos de trabajo, los elimina. Importante matiz a tener en cuenta pues la relación equidad-eficacia a través del trabajo deja de existir y si se diera, no lo haría con un vínculo proporcional entre eficiencia y salario. Con la RB se socializa una mínima parte de la eficiencia. De otra manera el beneficio se refleja en el punto X. BX es también el espacio tecnológico, pero la equidad se da solamente entre los poseedores del capital, los accionistas. La distancia XRB refleja el reparto de la Renta Básica para quienes quedan fuera del mercado laboral y también para quienes trabajan e invierten, de manera que el salario y los beneficios se dan a partir de la base mínima de igualdad. De otra manera alteraría el funcionamiento de la economía para lograr la eficiencia. El ángulo alfa muestra el grado de equilibrio, para una tercera vía, entre la máxima eficiencia posible junto a la máxima equidad posible. Es decir la media máxima de entre ambas variables. A la izquierda quedaría la igualdad absoluta de eficiencia cero y a la derecha la eficacia absoluta con equidad nula.

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El grave problema del neoliberalismo es que pretenden sustituir el gobierno por las fuerzas del mercado, como medida de conseguir la eficiencia. Su planteamiento reduce la intervención del Estado a la política de defensa, el aparato de Justicia, la Administración y para realizar obras públicas. Las fuerzas del mercado se encargan de desarrollar la economía, pero sólo interviene en la distribución mediante el trabajo.

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El ministro de Comercio Internacional de Canadá, Pierre S. Pettigrew, considera que lo importante es lograr el equilibrio entre el Estado y el mercado: “Cuando el primero ha ocupado todo el espacio, como en los regímenes comunistas, se ha producido un gran fracaso, pero ahora tenemos que asegurarnos de que tampoco sea el mercado el que ocupa todo el lugar. El mercado tiene que estar donde le corresponde, donde es eficaz y productivo, pero el Estado tiene que tener también su papel. Ese equilibrio es el que la mundialización amenaza”6. Sucede que ya no es posible el equilibrio entre Estado y mercado con la globalización. Tampoco con el pleno empleo. Tal equilibrio es posible únicamente entre el mercado y la Renta Básica. Lo que evita el gran riesgo que reconoce Pettigrew con la globalización, la exclusión: “Durante la revolución industrial el problema fue la explotación, pero la sociedad se organizó para luchar contra ella. Ahora el capitalismo industrial ha sido sustituido por el capitalismo financiero, que no necesita mano de obra extensiva. En este caso el riesgo es la exclusión. Es un fenómeno mucho más radical cuando se ha sido excluido no hay posibilidad de organización posible. Simplemente uno no es necesario, no se cuenta con él”. Reconoce este ínclito canadiense que hay que encontrar nuevos caminos, que él dice desconocer. Apunta a una Tercera Vía que no se ha definido aún y para hacerlo, lo veremos más adelante, ha de entrar a defender la Renta Básica, que responde a la incógnita que plantea este ministro canadiense.

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Los ejecutores de la liberalización del mercado apenas dedican unas cuantas frases al problema de la pobreza. Invitan al sector privado a resolver la crisis y seguir con el crecimiento económico para minimizar el coste humano de las crisis financieras, así como proteger mejor a los grupos más vulnerables. Parece como si pusieran en práctica la máxima, “gana lo más posible y lo demás se dará por añadidura”. Rubén Lo Vuolo, egregado de la Universidad Nacional de Litoral, Argentina, analiza cómo las políticas de la pobreza no buscan superar el problema de la falta de recursos, sino encerrarlo en un espacio social.

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En su obra7, Lo Vuolo, define la pobreza como privación, debido a una situación concreta en que se desenvuelve quien carece de medios para vivir y quienes no pueden desarrollar sus capacidades. El punto de partida de su análisis es que la pobreza es un problema distributivo, no de desigualdad. Observa que por una parte sobran recursos materiales para erradicar la pobreza. Por otra las políticas sociales gestionan la pobreza, asisten al pobre en estados límites de supervivencia, pero no hacen una política de prevención.

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Si la pobreza no la define tener o no tener trabajo, sino las carencias, éstas llevan a la exclusión de la sociedad y, por otra parte, la competencia económica deja fuera a los pobres. Lo Vuolo propone crear una Social Safety Nets, que permita acceder a un ingreso básico sin tener que estar empleado, un ingreso ciudadano, para un nuevo sistema de organización social.

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La Renta Básica ofrece un marco para que funcione el mercado, de manera que integre a toda la sociedad. De otra manera las fuerzas del mercado y la competitividad no afectan a todos los ciudadanos, sino a los que cumplen un papel directo en la economía. Solamente con la RB el mercado puede participar en la distribución de bienes y servicios. Se cumple el criterio de Vilfredo Pareto8 sobre la prueba de compensación: una mejora económica lo es si los ganadores, en el mercado y la competitividad, pueden compensar a los perdedores. Compensación que planteamos en términos generales, no sólo ante casos concretos como subvenciones o indemnizaciones en el caso de un despido. De manera que estamos planteando una técnica de la distribución de las rentas dentro de la economía. Ya no como una idea, sino como un criterio económico.

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Actualmente la economía está siendo diseñada, dirigida y controlada por una élite que ha desarrollado la unidad monetaria en Europa, los criterios de estabilidad y demás. Reconocer y plasmar en su obra esta observación le valió a Pareto ser denostado, hasta el punto de llegarle a asociar con el fascismo italiano. En la actualidad se va reconociendo el valor de su obra por los criterios sociales que introduce como medidas económicas.

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Con la Renta Básica la política económica, la política de rentas y la política de estabilización pasarían al mercado, siendo respectivamente, economía de mercado, propiamente dicho y con rigor técnico, economía de rentas y economía de estabilización. Los medios con los que el gobierno pretende regular los asuntos económicos pasarían al mercado: nivel de empleo, nivel de vida, inflación, estabilidad de la balanza de pagos y la distribución de la riqueza a parte de un reparto base fijado en un mínimo. No será preciso fijar un salario mínimo ni establecer condiciones para el crecimiento económico, mas que la dimensión a la que pueda llegar, ante externalidades peligrosas e irreversibles. Por ejemplo el uso de energía nuclear, que aún siendo eficiente podría ser reducida su actividad o anulada definitivamente. La estabilidad de los precios lo fija conjuntamente el mercado y la Renta Básica, para evitar flujos especulativos artificiales en el mercado. Incluso se podrá mantener un mercado libre de los tipos de interés, con el beneficio que podría suponer para los consumidores e inversores, de cara a evitar el monopolio de los bancos centrales para realizar esta función. Cuestión que ha defendido ardientemente Friedrich August Von Hayek. Desde su planteamiento conservador mantiene que los gobierno no deben intervenir para controlar la inflación ni otras variables económicas, excepto la oferta monetaria. Ahora bien si se analiza su teoría queda reducida para la población que participa en el mercado laboral y financiero. El resto de la población desaparece en sus análisis y teorías. Sin embargo sus razonamientos tienen una base lógica y práctica que funcionaría si la oferta monetaria se hace, en parte, mediante una Renta Básica y no dejar que el dinero sea sólo puesto en circulación a través de las empresas.

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La opción desde un criterio político será la gestión del gasto público y mantener una economía apolítica de estabilización para evitar el desequilibrio exterior, pues de otra manera una zona monetaria, nación o Estado puede verse dominado por un mercado o por un capital que impongan sus condiciones. Pero se eliminaría la influencia gubernamental para controlar la inflación. La política monetaria fracasa permanentemente porque se enfoca a la consecución del pleno empleo o el máximo posible. El sistema monetario aspira a la estabilidad controlando el valor del dinero. La actuación de los bancos centrales interviene en el nivel general de precios para lo cual actúa sobre la cantidad de moneda en circulación, mediante el coste del dinero modulando el tipo de interés, instrumento privilegiado según Keynes para realizar la política monetaria. Los monetaristas pretenden controlar la cantidad de la moneda para asegurar la estabilidad de los precios mediante las presiones que ejercen la inflación y los salarios. Los objetivos se fijan según uno o varios egregados: Producto nacional, gasto nacional o renta nacional.

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El dinero disponible en una sociedad forma su masa monetaria. Con la Renta Básica podemos hablar de peso monetario, al tener en cuenta no sólo la cantidad sino su fuerza económica y su presión en el desarrollo de la economía y la sociedad. Para el neoliberalismo y los monetaristas es imprescindible volver a la economía de mercado lo más puramente posible, pero con bases firmes y duraderas, desarrollando el libre mercado frente al dirigismo de los gobiernos, bien mediante la planificación e intervenir en la producción o por otra parte en el consumo, mediante la política monetaria. Las bases de estos objetivos se encuentran en el establecimiento de la Renta Básica. De otra manera es previsible que se mantenga el conflicto irreconciliable entre democracia y capitalismo, como en la década de los años cuarenta advirtiera Joseph Schumpeter.

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Para Hayek es imposible bajar la inflación y conservar el pleno empleo. Además tal planteamiento origina una economía autoritaria, dirigida por un banco central cada vez más centralizado, que evita el paro abierto, pero la mayoría de los trabajadores acabarán viviendo peor su condición de vida que los parados cuando éstos tienen una cobertura mediante un subsidio. A mediados de los años setenta Hayek advirtió lo que ha sucedido un cuarto de siglo después. Su conclusión es que no se trata de un error del capitalismo ni de la economía del mercado, sino de la política monetaria y financiera. Para que funcione lo primero que plantea este representante de la escuela austríaca es que es imperiosamente necesario abandonar la ilusión de una prosperidad indefinida. Si se destruye la economía el peligro es que se acaba remplazando por modelos políticos totalitarios. Su propuesta es determinar los salarios por la oferta y la demanda, para que funcione el mercado de trabajo, con cálculos de costes reales y lograr un uso eficiente de los recursos.

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Desde mi punto de vista el error de la política monetaria es no admitir, ni siquiera concebir teóricamente, la Renta Básica para recuperar el orden mercantil. De otra manera éste sólo beneficia y ampara a un sector de la población, dejando al resto fuera. Se convierte la RB, al ser universal, en la estructura de la que parte el mercado. ¿Liberalismo a ultranza? ¿Socialismo? La nueva dimensión económica que surgirá queda fuera de estas definiciones y de otras, por más que algunos autores busquen acoplar una traducción ideológica. Se da la paradoja de que el socialismo es posible si da lugar a convivir en su seno con el modelo liberal. Y este es realmente efectivo si parte de una base amplia socializada. Pero en realidad es que es algo diferente. Necesitamos usar términos de lo que existe y ha existido para poder proyectar el futuro con nuevos términos que irán apareciendo para describir lo que suceda.

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Por más que Adams Schaff, filósofo polaco de inspiración marxista, viese a finales de los años ochenta, que el desarrollo de los países industriales conduce al socialismo al lograr la conformación material de las bases del marxismo, no es sino una dialéctica justificativa de unos modelos de pensamiento superados. Cierto que él mismo reconoce que el problema tecnológico no es ideológico, sino empírico. Afecta a las estructuras sociales y económicas de las sociedades desarrolladas9. El análisis de este autor sobre la segunda revolución industrial, la tecnológica, concluye que provoca que una gigantesca masa de personas no puede trabajar en el sentido clásico de la palabra. Su propuesta es “implantar la norma de un ingreso básico sin trabajo”10, aunque delimita tal aportación del Estado a que realicen sus receptores una labor de utilidad social. Para Schaff tal ingreso, que no depende del trabajo, confirma la teoría de Marx, al estar inscrito el marxismo en los progresos de la ciencia contemporánea. Su particular evolución de la idea marxista es muy relativa, pero pienso que nada tiene que ver con el fundamento del los autores del manifiesto comunista. Apunta que los cambios se acoplaran de manera espontánea, como viene sucediendo y que es preciso mantener una tensión social, sobre todo de carácter intelectual, para evitar que la automatización del trabajo y la informática conduzcan a una sociedad totalitaria, o, lo que es peor, suceda con una gran masa social estúpida y sin inquietudes. En esta caso la Renta Básica corre el peligro de ser un medio de aborregamiento y de abordar una esclavitud basada en la falta de conciencia y de cultura. Evitar tal consecuencia no es un asunto económico, sino político, y eso sí que es una labor importante de los movimientos sociales, que entrados en crisis de participación se ven sustituidos por movimientos de salvación o de tipo mesiánico y de la New Age.

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La Renta Básica debe ser activada, y motivar a su vez, por un impulso social y de debate, de crítica, de resurgimiento del arte, independientemente de sus repercusiones y fundamentación económica. El embrutecimiento de la sociedad lleva al consentimiento de la explotación y a su justificación, así como respuestas emocionales dirigidas por corrientes autoritarias y populistas. Es algo realmente peligroso por la dificultad de combatirlo ya que es una mentalidad la que se genera que proviene de los medios de comunicación y de una reflexión dirigida y llevada desde el espectáculo y criterios de audiencia que degenera en pensamientos vacíos. Obsérvese los programas de televisión de máxima audiencia o los de carácter intelectual. Ante tal complejidad socioeconómica y política aparece lo que el profesor de la Universidad Complutense de Madrid , Manuel Fernández del Riesgo analiza como “el especial relieve que adquiere el conocimiento como fuente de Poder y explotación”11, si bien en muchas ocasiones es un conocimiento técnico, aunque vacío, sobre como conducir o influir en la conciencia de los demás. Algo que sucede en sectas religiosas, en las pautas de “ligar” o para vender un producto. Se produce un fenómeno de retroalimentación peligroso, la demanda de estupidez fomenta la oferta de idioteces y está potencia y fomenta la sandez a nivel social. Lo cual da fuerza a una sociedad de consumo. Es lo que el filósofo José Antonio Marina, describe como “espejismos educativos” que produce analfabetos expertos en informática. Mi esperanza es que una base económica se asocie a un fundamento cultural, sobre todo por la disponibilidad de una riqueza que no se mide en dinero, sino en disponer de tiempo para uno mismo.

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Pienso que la Renta Básica debió haberse planteado como evolución coherente del keynesianismo. Pero el empleo ha estado tan metido en el pensamiento económico que va a ser todavía difícil replantar los fundamentos del conocimiento económico. Hasta que llegue el momento en que para abordar la realidad e incidir en ella se tenga que producir una revolución de pensamiento.

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A finales de los años cincuenta John Kenneth Galbraith publica el libro “La sociedad opulenta”. En ella expone los logros del capitalismo, pero para que se desarrollen en armonía con la sociedad y evitar que degenere plantea que la economía, en una país como EE.UU., llegó a una situación de esplendor en que deberá dedicar su progreso, no tanto a seguir produciendo bienes de consumo, sino a incrementar la gestión pública invirtiendo más en educación, sanidad y obras públicas. Incluso llega un momento en que en muchos países europeos tal gestión queda cubierta, siempre con posibilidades de perfeccionarse, pero hace falta un salto más cualitativo. Algo que pienso sucedió en la década de los años sesenta, cuya explosión en las respectivas primaveras de los años 67 y 68, con la mítica fecha del mayo del 68 . Se produce un cambio de mentalidad colectiva, en el que la juventud se convierte en sujeto de los cambios sociales. Ser joven llegó a plantearse como una ideología. El gran fenómeno de los cambios de paradigmas se orientó, no sé si de manera espontánea o controlado por los poderes financieros y políticos, en la sociedad moderna de la psicología yupi, el consumo, las sectas, la popularización de la droga. En cualquier caso supuso una nueva dimensión de sentimientos y pensar en la sociedad, cuyo resultado vivimos hoy en día con una amplitud mucho mayor que antes de aquellos años de libertad, cuando fue inimaginable cosos tan nimias como la actual manera de vestir, convivir con una pareja antes de estar casados.

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La revuelta del 68 tuvo una gran carga ideológica, sobre todo contra las ideologías cerradas. Propuso el pensamiento sobre las ideas, para que funcionen en la realidad y no se las sitúe en sistemas que luego sustituyan la realidad. Treinta años después vivimos la herencia de aquel cambio, con una mentalidad política y económica más abierta. La movilización de los estudiantes no fue una algarada, ni un proceso surgido de la nada. Durante años atrás se produjeron debates. Foros de reflexión como el Opúsculo Situacionista. Editaron revistas con grandes dosis de provocación para hacer reaccionar a los jóvenes apáticos.

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Los días 13 y 14 de mayo de 1968 se aprueban en la Sorbone de París las tesis de lo que indicará el contexto de aquellos actos que se diluyeron en reivindicaciones concretas. Muchos de los protagonistas de aquellos años fueron los impulsores, en Francia y Alemania, de los partidos políticos verdes, que se convirtió en un fenómeno político de grandes dimensiones en Europa durante la década de los ochenta. El gran logro de estos ha sido introducir los problemas medioambientales en las decisiones políticas y económicas. Entre las treinta tesis del 68 se encuentran algunas que dicen: “Rechazamos la sociedad de consumo. Consumamos sólo lo que deseemos producir”; “Los obreros no se han vendido al capitalismo. No se les ha dado los medios de acción, es decir la educación”; “Rompamos con los dirigentes sindicales”; “El capitalismo trata de aburguesar a los obreros y utilizarlos contra el lumpen del Tercer Mundo”. Tales previsiones se han cumplido. ¿Y ahora qué?.

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La crítica al modelo económico que se impone hoy desde la aplicación de las reglas del monetarismo, insiste en perseverar algunas de las recetas de Keynes. Con éste surgieron otros en los años treinta que ayudaron a difundir las nuevas y revolucionarias tesis, continuando lo que se vino a llamar la Escuela de Cambridge, cuyas raíces se encuentran en el s. XVII formada , entonces, por filósofos cristianos preocupados por los temas económicos. Entre otros destacaron a comienzos del s. XX el economista polaco Michael Kalecki que demostró que la causa del desempleo es la insuficiencia del consumo y Joan Robinson, autor de la obra “Economía de la competencia imperfecta”. La prolongación de su obra, asociada a la teoría general de Keynes conforma la corriente postkeynesiana, cuya base para rebatir al monetarismo se centra en tres puntos:

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* El equilibrio entre la oferta y la demanda puede llevar consigo el desempleo. (Si bien el gran problema es que además el empleo que genere sea en una parte muy importante devaluado).

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* La moneda no es neutra. La economía monetaria no es un trueque.

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* La intervención del Estado es necesaria para asegurar el pleno empleo. Sólo que modifica el criterio apuntando en cuanto que la intervención se debe diversificar mucho, para evitar que fracase la injerencia del Estado en la Economía al no lograr eliminar la inflación ni el nivel de desempleo. Insisten en mantener una economía mixta sin abandonar el mercado.

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Semejantes tesis siguen siendo inciertas al poner la meta en el pleno empleo. Las premisas de las que parte son evidentes, pero las conclusiones son ilusorias, por el mismo handicap por el que los gobiernos de los países industrializados dejaron de aplicar sus tesis: el endeudamiento. La injerencia del gobierno en el proceso económico se aceptó y justificó para aminorar los desequilibrios económicos. Se estimuló la demanda y la inversión, incrementando el nivel de demanda global para aumentar el nivel de renta nacional y así lograr aumentar el nivel de empleo. ¿Cuando llega al final esta política económica? Cuando la deuda pública llega a su límite. Tal proceso nos debe servir de lección. La regulación keynesiana de la demanda se presta a continuos ajustes. Llega un momento en que se agota, porque el Estado carece de fondos disponibles para financiar dicha política. La retirada de la participación pública deja en el desamparo a quienes no forman parte de las fuerzas del mercado y a quienes están en una situación débil ante él.

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La consecuencia que se debe sacar es que la Renta Básica no debe ser nunca financiada con deuda pública, a no ser en un caso puntual y excepcional. Si los defensores del keynesianismo se hubieran planteado críticamente sus postulados verían una salida en la liberalización más atenuada que plantean los monetaristas y la intervención del Estrado en la sociedad hubiera permanecido para ser la base de la economía, dejando que la oferta y la demanda adquirieran su equilibrio y dejar vacío el problema del subempleo con un ingreso ciudadano, renta básica. Se mantendría una economía mixta pura, el mercado por un lado funcionando por sí mismo y alejado lo más posible de la economía de la corrupción y por otro una distribución social de la riqueza. Al reconocer la falta de medios, vía fondos del Estado, habría debido de recurrir a una segunda fase que culminara la revolución que inició Keynes. Recurrir a los beneficios que el monetarismo privatiza después de haberse desarrollado en una política de intervención, subvenciones y apoyos estatales. Más bien tales beneficios deberían financiar ese salario ciudadano. De manera que una parte lo reparte el mercado y la otra el Estado, que, insisto, no participa en la dinámica ni en el funcionamiento del mercado.

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La revolución que plantea Keynes consiste en socializar los medios del consumo, de la demanda, mediante incentivar y planificar en cierta medida la inversión. Lo cual ha desarrollado enormemente el capital. Una vez concluye este proceso es posible socializar los medios del capital, el beneficio, en parte. Da como resultado justo lo contrario del comunismo, pues se potencia, con la RB, la libertad individual y el libre mercado.

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Los principios de la economía clásica dejan de funcionar, al entender que la economía tiende de manera automática al pleno empleo. Los nuevos mercados, las nuevas tecnologías, los cambios de hábitos de consumo y de mentalidad hace que no sea así. Garantizar la demanda es insuficiente. Tampoco se soluciona el paro con la flexibilidad de los salarios. La economía se extiende en busca de nuevos mercados, pero aparecen poblaciones inmensas que necesitan participar de la economía global.

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El monetarismo se basa en una política económica cuya táctica es potenciar la oferta para generar empleo masivo, mediante el crecimiento general de la economía, intensificar la formación profesional y favorecer el mercado aunque sea disminuyendo los salarios y los beneficios de la economía productiva. Lo que importa a este modelo es controlar la inflación y entender el paro como un mal menor, que se puede amortiguar haciendo que pase el problema de un sujeto a otro con una población laboral flotante mediante un mercado de trabajo flexible. Con lo que el problema no se resuelve sino que se disimula. También es cierto que la sociedad se adapta a esta nueva situación, de manera que las formas de vida son muy diferentes y también la relación de la economía con las necesidades. Por ejemplo una pareja con hijos se ve con grandes dificultades con la temporalidad del padre o la madre y con la precariedad de uno de estos. Sin embargo un joven que trabaja unos meses y vive en casa de sus padres se siente en la gloria porque le da para viajar y disponer de un coche. Esta economía se ha instalado en la sociedad y, hasta cierto, punto admitido.

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Llega un momento en que hacen falta nuevas respuestas, en la medida que se producen variaciones en la realidad. Cuando los jóvenes se van independizar o llega un momento en que fallecen sus padres la riqueza de estos se reparte entre los hermanos y además hay que tener dinero para mantenerla, o al cabo del tiempo se esfuman los bienes que se hayan sacado por ella. Se demuestra siempre la enseñanza del refrán: “en el montón que se quita y no se pone, el montón se descompone”. Se necesitan recursos ineludiblemente, antes o después. Si un individuo acude al mercado de trabajo y no le interesa el salario, pues cuando necesita mantenerse por sí mismo o a una familia no le compensa porque no le resuelve el problema, se considera que es un parado voluntario, pues no “quiere trabajar”, al menos en las condiciones que le ofrecen. Se acude a contratar mano de obra barata proveniente de la inmigración, lo que genera un conflicto social, que se hace acuciante en la actualidad en diversos países de Europa. La Renta Básica puede servir para resolver semejante contradicción. Define una nueva realidad, económica y social. Quienes defienden el neoliberalismo afirman que el paro se concentra en determinados sectores. La movilidad geográfica y de especialidad es la solución al problema. La cuestión radica en que si el excedente laboral se pasa a otro sector o se reparte el paro se reparte o se concentra en otro sector, pues en la realidad, no en la teoría, no se rechazan ofertas de trabajo que han de ocupar los inmigrantes, sino las condiciones de tales empleos que no resultan rentable para unas circunstancias y sí para otras.

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Recientemente ha surgido el conflicto de los interinos. Aparece irremediablemente una paradoja irresoluble, más que un enfrentamiento de intereses. ¿Políticamente cómo se puede resolver? De ninguna manera. O se da la razón a una parte del conflicto o a otra. Cada cual tiene su razón. Por un lado quienes han aprobado las oposiciones están hartos de tener que examinarse año tras año. Si una vez no puede presentarse al examen o le sale mal se queda sin trabajar, y sin la correspondiente retribución económica, sobre la que ha organizado su vida o deberá hacerlo. Solicitan que se les conceda la plaza fija. Quienes terminan la carrera de Magisterio o el año en que se reivindica no sacaron la plaza se niegan a que se acepte tal medida que les cerraría cualquier oportunidad en muchos años. Piden que se convoquen las plazas anualmente, lo que exige al profesorado actualizar sus conocimientos. ¿Para qué han estado estudiando? ¿Para no tener ni la posibilidad de trabajar?. Sólo se puede resolver trasladando el problema a otra realidad económica que se define con la Renta Básica. Para definir semejante realidad hace falta un soporte material que haga posible el equilibrio económico, no sólo razonable en una teoría en la que el ser humano es pura abstracción.

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La paradoja que vive nuestro presente llega a conclusiones incorrectas, porque parte de premisas que si se analizan son falsa o son presupuestos incompletos. Pero cuando las dos premisas son ciertas y contradictorias, como sucede en las cuestiones económicas en relación al empleo, nos encontramos con antinomia, que tanto estudió Karl Jasper12. ¿Cómo se puede resolver? De ninguna manera. Lo que delata la antinomia es que la realidad en la que sucede es absurda, carece de sentido, pues dos asuntos contradictorios son ciertos, verídicos y reales. Suceden, como en los casos que hemos descrito, cuando el conocimiento que las resuelve o pretende resolver llega a su límite. No son directamente resolubles, sino que se han de superar indirectamente. ¿Cómo? Presentando el análisis de otra realidad que englobe de una manera coherente, y explique, la aparente contradicción. De esta manera se supera en la dialéctica la realidad de la que parte como antinomia por reducción al absurdo. Y se ha de construir otra realidad con sentido, en nuestro caso una nueva existencia económica.

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Para entender la importancia de lo que acabo de indicar fijémonos en dos ejemplos:

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  1. El espejismo. Por una parte es una imagen que se ve objetivamente por un grupo de personas. No depende de una alucinación subjetiva. Por otra no existe. Científicamente a este efecto óptico se llama “fata morgana” ¿Cómo se puede explicar? Tal antinomia, en que las dos partes o premisas tienen razón pero son contradictorias se solucionó investigando otra realidad que las relaciona y da sentido. El aire caliente baja su densidad, en determinadas condiciones, que suelen darse en los desiertos. Una capa de ese aire actúa como si fuera una lente refractaria que refleja la luz de objetos distantes, como el brillo del agua del mar o de algún oasis lejano. En el mar sucede deformando los objetos que se ven a lo lejos. De no descubrirse otra realidad teórica se encontrarían explicaciones mágicas e irracionales. Lo que en economía daría lugar a modelos totalitarios con fantásticos ideales sin sentido pero llenos de “soluciones”.
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  2. La ciencia también avanza gracias a resolver antinomias. Ha sido la clave de los avances más modernos. la ciencia económica tendrá que hacer lo mismo. La última teoría está todavía por resolver completamente: relacionar la teoría cuántica con la teoría de la relatividad. La primera fue descubrir que la naturaleza de la luz es por una parte una onda y por otra es una partícula, el fotón. Los experimentos demostraron ambas realidades, contradictorias pero verídicas al mismo tiempo. Se resolvió tal antinomia cuando se descubrió una nueva realidad física con la teoría cuántica, según la cual la luz es a la vez onda y partícula.
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Cuando una sociedad no puede crecer más y su actividad continua se estira hasta que se rompe. Muchas veces es en la capacidad sicológica de los sujetos adonde se manifiesta la fractura, por no superar los conflictos, en los que cada parte contraria de las múltiples contradicciones cree que tiene razón, mediante nuevas realidades. Incluso es necesario superar incoherencias internas, a título personal, porque se piensa de una manera y no queda más remedio que vivir de otra. Por otra parte el crecimiento económico incrementa por un lado la riqueza y también el otro extremo, la pobreza. Tal desequilibrio acaba provocando una fisura social, interna. Otra externa en relación al Tercer Mundo.

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La propuesta de Keynes parte de una situación de crisis, responde a cómo salir de la Gran Depresión, bajo el esquema de que sólo se podrá revitalizar la economía convirtiendo el gasto público en inversión. La política del nuevo reparto, Dew Deal, del presidente Franklin D. Roosevelt, introduce trabajo público para acoplar el excedente laboral. Más de medio siglo después la situación es justamente la contraria. Una economía boyante, pletórica, aunque desigualmente repartida su riqueza. Mientras que se socializó una gran parte de la crisis, la bonanza se privatiza, cuando también puede ser gestionada una parte de ésta. En la primera parte se echa mano del déficit presupuestario. En el la segunda se podrá hacer del beneficio, del superávit de la economía. Este es el paso que no ha sabido ver, ni dar, la Teoría General del keynesianismo posterior a su autor.

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Ajustar los gastos es una manera de controlar el déficit, pero puede dar lugar a carencias de servicios sociales. Lo que debe frenarse es el despilfarro, que muchas veces se dedican a recursos humanos inoperantes y un engrosamiento exagerado de la burocracia. La respuesta en la política monetaria para tratar de resolver el déficit ha sido emitir dinero, lo que lleva a una tensión inflacionista o emitir deuda pública y para compensarlo aumentar los tipos de interés. Lo que hace que se dé un tanteo de medidas, que son fugaces a la espera de que funcionen. Sucede que se da el principio de incertidumbre en economía, pues si funciona es para la realidad que va a solucionar, pero no para las nuevas situaciones que origina. Por lo que aparece un desajuste y tal medida debe ser cambiada, pero entonces da un resultado para el que tal medida no funciona y así ocurre con la siguiente y también la otra siguiente de manera indefinida.

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  1. 1 “Pravda”, 10 de Mayo de 1.918
  1. 2 Conferencia durante las XII Jornadas de Alicante sobre Economía española, (24 – X – 97). Colección Estudios e Informes, Nº 15. Edt. La Caixa, Barcelona – 1.999
  1. 3 Artículo “Relación entre renta básica y el salario”. Revista “Cuaderno Renta Básica” Nº 2. Edt. Ecoconsert. Barcelona – 2.000
  1. 4 Economista de la Corporación de Investigaciones Económicas para Latinoamérica (CIEPLAN)
  1. 5 Revista Economistas, nº 61, 1994
  1. 6 “El País”. 22 – X – 2.000
  1. 7 “La pobreza … de la política contra la pobreza”. Edt. Miño y Dávila. Madrid – 1.999
  1. 8 Profesor de economía política en la universidad de Lausana, Suiza. 1.893
  1. 9 El País, 9 – IX – 84
  1. 10 “Perspectivas del socialismo moderno”. Edt. Sistemas. Barcelona 1.988
  1. 11 Revista “Cuadernos de realidades sociales”, Nº 20-21
  1. 12 “Psicología de las concepciones del mundo”. Edt Gredos. Madrid-1.967

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